Ayuda

Joaquín Bilbao Martínez

Biografía

Bilbao Martínez, Joaquín. Sevilla, 25.VIII.1864 – 30.I.1934. Escultor.

De familia acomodada, inició su formación artística, junto a su hermano Gonzalo, en el estudio del pintor Pedro de Vega. Tras concluir el bachillerato, cursó la licenciatura de Derecho y a los veintiún años se incorporó como pasante al prestigioso bufete de Manuel Bedmar Escudero. En los ratos libres retomó la pintura y descubrió el modelado, en el que de manera autodidacta progresó con mucha facilidad. Decidió entonces, con veintinueve años, abandonar la abogacía y dedicarse por entero a la escultura. Pero, para aprender todos sus secretos frecuentó el taller de Antonio Susillo (1855-1896), quien estaba renovando la plástica sevillana con la introducción del realismo ochocentista —minucioso y pictórico— que había asimilado durante sus estudios en París y Roma. La trágica muerte de su maestro, en 1896, le sobrevino cuando ya estaba prácticamente formado, como lo atestiguan la tercera medalla que obtuvo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897, por su grupo Sueño de Amor, que sería adquirido por el Estado; el galardón que consiguió al año siguiente en la Exposición de Barcelona por su bajorrelieve el Sueño de la Virgen; y el triunfo, ese año de 1898, con su grupo El eterno guía, en el concurso público abierto por el Ayuntamiento de Sevilla para la ornamentación de la rotonda de ingreso al cementerio de San Fernando. Su vinculación con las empresas artísticas de la ciudad se continúa en estos años con la realización de la estatua de Maese Rodrigo de Santaella, el fundador de la universidad hispalense, que modeló generosamente en recuerdo de sus tiempos de estudiante, y que sería descubierta el 11 de diciembre de 1900.

Pero estos éxitos, que prácticamente le habían consagrado, no colmaron sus inquietudes plásticas. En 1900 marchó a París para completar su formación. Allí permaneció cuatro años, vinculado fundamentalmente a la Academia libre, en contacto con su bullente mundo artístico, y en especial con el escultórico, donde triunfaban las novedades de Rodin, Meunier, Dalou y la estética del Art Nouveau. Aprovechó la celebración de la Exposición Internacional de 1900 para presentar la estatua de Antonio Cánovas del Castillo, destinada a coronar el monumento que en colaboración con el arquitecto José Grases y Riera le estaba levantando en Madrid, y cuyo encargo había sido recibido dos años antes. Obtuvo por ella una tercera medalla y el conjunto fue inaugurado el 1 de enero de 1901. También participó en el Salón parisino de 1902, logrando una mención honorífica por el Resultado de la huelga.

Concluidos sus estudios en la capital francesa recorrió Inglaterra, Alemania, Bélgica y Holanda, interesándose por sus obras de arte, pero también por sus tipos, en especial los campesinos bretones y de los Países Bajos. De regreso a Sevilla, participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904 y de nuevo en la de 1906, en la que fue premiado con una segunda medalla por El último tributo, obra que años más tarde, en 1910, le deparó una medalla de oro cuando la presentó a la Exposición Internacional de Buenos Aires. En 1909 se trasladó a Toledo, donde ocupó los cargos de director del Museo del Greco y profesor de modelado en su Escuela de Artes y Oficios. No obstante, en 1912 regresó a su ciudad natal, de la que no volvió a ausentarse.

Desde entonces se estrecharon aún más sus lazos con la vida artística local, donde sus títulos de caballero de la Legión de Honor y de comendador de número de la Orden Civil de Alfonso XII, junto a sus premios escultóricos, a los que ahora se sumaba una consideración de segunda medalla en la Exposición Nacional de 1912, le concedieron un enorme prestigio, avalado por su presencia institucional. Era numerario de la Academia de Bellas Artes desde 1897, cuando fue elegido para ocupar el sillón de Susillo, muerto el año anterior; y socio muy activo del Ateneo, al que pertenecía desde su fundación en 1887, pero en el que ahora ocupaba cargos de relevancia, como el de presidente de su sección de Bellas Artes, entre 1917 y 1919. Dotado de un gran oficio, enfrentó con brillantez todos los géneros, desde la escultura conmemorativa a la religiosa, pasando por el retrato y el bajorrelieve, pero donde más cómodo se encontraba era en los trabajos de pequeño formato, resueltos con un exquisito virtuosismo en el que se concitan soluciones del pasado y de la renovación plástica del fin de siècle —la que conoció en su estancia parisina—, que dan por resultado trabajos atractivos, gratos y modernos. Por ello fueron los más demandados por su clientela privada y los que centraron su participación en los certámenes expositivos. En las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes mantuvo una presencia testimonial, con asistencia sólo a las de 1917 y 1926; por el contrario, a las Primaverales de Bellas Artes, organizadas por el Ateneo, casi nunca faltó. Estuvo presente en ellas desde 1897, pasando por las de 1900, 1904, 1905, 1906, 1910, y perseverando en las de 1916, 1917, 1918, 1922, 1924, 1925, 1926, 1929, hasta llegar a la de 1930.

No obstante, las creaciones que más relevancia le dieron fueron las de carácter público, en su gran mayoría vinculadas con el arte religioso. Entre ellas pueden reseñarse: en 1914, para la catedral hispalense, el retablo plateresco, con los relieves de la Dolorosa y de San Juan, en la capilla del Cristo de Maracaibo; en 1916, para la Hermandad hispalense de las Cigarreras, el miguelangelesco Cristo del Dolor; en 1919, para la iglesia de Cumbres Mayores, Huelva, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores; en 1922, los cuatro sayones para el misterio de la Coronación de Espinas, de la Hermandad sevillana de la Coronación; también en 1922, la talla del Buen Pastor, para la iglesia sevillana del Sagrado Corazón; y con posterioridad a 1917, cuando el arquitecto Adolfo Fernández Casanova concluyó el apartado arquitectónico de la catedralicia portada de la Concepción, los modelos, siguiendo el estilo tardo-gótico de Mercadante de Bretaña y Pedro Millán, de las veinte estatuas que la exornarían, y que fueron llevadas al tamaño y material definitivos, la terracota, por su colaborador Adolfo López, hacia 1924. Muy próximo al arte cristiano queda su mausoleo del cardenal Spínola, labrado en 1913 para la catedral de Sevilla, y hasta cierto punto su participación en el monumento sevillano a san Fernando, donde sólo hizo la figura ecuestre del soberano, ya que su proyecto fue sustituido por el del arquitecto Juan Talavera y Heredia, finalmente inaugurado el 15 de agosto de 1924. Durante estos años sevillanos sus obras civiles son más extrañas, destacando la alegoría de las Artes en el monumento madrileño a Alfonso XII y el retrato de Alfonso XIII, en el Ayuntamiento de Sevilla.

Concluyó sus días con la satisfacción de ver cómo sus discípulos alcanzaban la fama, y entre ellos su predilecto, Enrique Pérez Comendador.

 

Obras de ~: Busto de Flora Bilbao, 1896; Sueño de Amor, 1897; Sueño de la Virgen, 1898; Maese Rodrigo de Santaella, 1900; con J. Grases Riera, Monumento a Cánovas del Castillo, Madrid, 1901; Resultado de la huelga, 1902; El último tributo, 1906; Don Quijote y Sancho, 1906; Geniecillos, 1906; Muchacha holandesa, 1908; Muchacha holandesa con niños, 1908; Busto de Niña, 1912; El beso materno, 1912; Mausoleo del cardenal Spínola, 1913; Retablo de la capilla del Cristo de Maracaibo, 1914; Cristo del Dolor, 1916; Nuestra Señora de los Dolores, 1919; La Virgen de las Tres Avemarías, 1919; Divino Pastor, 1922; Desnudo, 1924; con A. López, Decoración escultórica de la portada de la Concepción, de la catedral de Sevilla, 1924; Estatua de Fernando III, 1924.

 

Bibl.: F. Cuenca Benet, Museo de pintores y escultores andaluces contemporáneos, La Habana, Imprenta Rambla, Bouza y Cía., 1923, pág. 94; A. Guichot y Sierra, El cicerone de Sevilla, monumentos y artes bellas, t. I, Sevilla, Álvarez, 1925, págs. 108, 150, 159, 197, 233, 234 y 418; J. Cascales Muñoz, Las Bellas Artes Plásticas en Sevilla. La pintura, la escultura y la cerámica artística desde el siglo xiii hasta nuestros días, t. II, Toledo, Imprenta del Colegio de Huérfanos de María Cristina, 1929, págs. 60-65; B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Jesús Ramón García-Rama, 1980, págs. 162, 164, 165, 166, 169, 197, 210, 218, 219, 265 y 378; F. Blázquez Sánchez, La escultura sevillana en la época de la Exposición Ibero-Americana (1900-1929), Ávila, Diario de Ávila, 1989, págs. 121-123; M. S. Salvador Prieto, La escultura monumental en Madrid, calles, plazas y jardines públicos (1875- 1936), Madrid, Alpuerto, 1990, págs. 169-176 y 345-381; VV. AA., El museo de Bellas Artes de Sevilla, t. I, Sevilla, Gever, 1991, págs. 188-203; J. M. Álvarez Cruz, “El Divino Pastor, una talla polícroma de Joaquín Bilbao”, en Laboratorio de Arte, 14 (2001), págs. 331-341.

 

Joaquín Manuel Álvarez Cruz

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares