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Rafael Senet Pérez

Biografía

Senet Pérez, Rafael. Sevilla, 7.X.1856 – 1926. Pintor.

Nacido en el seno de una modesta familia sevillana en 1856, queda Senet huérfano de padre a los diez años de edad, perdiendo posteriormente a su madre cuando aún era alumno de enseñanza media. De su sustento y educación se encargaría su padrino, sencillo empleado de banca que encauza su profesión hacia administrativo hasta lograr que ejerciera como tenedor de libros en una institución financiera. No obstante, ante sus deseos de estudiar pintura su protector le lleva al estudio de Teodoro Aramburu, donde pronto destaca en las clases de dibujo que aquél le impartía.

A continuación, ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla mientras vende algunos cuadritos de género con tipos populares de Sevilla y alrededores, actividad que apenas le daba para vivir en la habitación alquilada, casi vacía de muebles, a la que se había trasladado en búsqueda de plena independencia para centrarse plenamente en lo pictórico.

Expone algunas obras en Sevilla, como Olvidando penas, en 1869, y sintoniza con los miembros de la Academia Libre de Sevilla, por lo que sus nuevas escenas costumbristas a pequeño formato mostrarán ahora un realismo muy fortunyano. Al respecto, podrían destacarse Paseo por una calle soleada, de 1877, Regando Macetas, de 1878, o Campesinas y Patio andaluz, ambas de 1879. Ese mismo año retrata a Alfonso XII con motivo de su visita a la ciudad apenas llegado al trono, efigie que Senet regala al Monarca.

En paralelo, la compra por el banquero Ramón de Ybarra de algunos de sus lienzos y el premio recibido en la Exposición Provincial de Cádiz con su Recuerdo de Sevilla, obra que compra el conde Morphy, cambia su fortuna, lo que le permite viajar hasta Galicia y tomar numerosos apuntes de Santiago, La Coruña, Vigo y Pontevedra.

En 1880 se desplaza a Madrid para copiar en el Prado a los grandes maestros, Velázquez sobre todo, aunque, tras participar en la Sociedad de Acuarelistas de 1881 con Pensativa, marcha acto seguido a Roma sin apenas recursos económicos. Allí acude al estudio de su paisano José Villegas, quien le relaciona con los miembros de nuestra colonia artística y le influye especialmente en el tratamiento de los temas orientalistas.

A continuación inicia sus visitas a Venecia, ciudad donde acudirá repetidamente para plasmar sus edificios y canales bajo un luminoso cielo mientras su pincel define con minuciosidad los brillos y reflejos del agua, el frondoso arbolado asomando tras las tapias o las casas y palacios en todos sus detalles. Alguna de sus obras, como Puerto de Venecia, es adquirida por el duque de Sajonia-Weimar. También acude a Nápoles, donde esboza La vuelta de la pesca y entra en contacto con Eduardo Dalbono, destacado paisajista del grupo Portici.

Sus periplos por Italia hacen que su innato gusto por lo popular siga encontrando constantes motivos de inspiración, ya en la campiña del Lazio, en las playas de Nápoles o en los canales venecianos. Así, en 1882 presenta en Sevilla La pesca y remite a la Exposición Hernández de Madrid Campesinas romanas, Barcas pescadoras en las lagunas Pontinas y Recuerdos de Venecia, obras en donde la crítica ya pudo observar las cualidades del joven pintor. En 1883 retorna al mismo certamen y a la sociedad denominada La Acuarela con Un árabe en oración, Una odalisca y Una limosna por amor de Dios, mientras, en paralelo, vende diversos tipos costumbristas en Londres a excelente precio.

A comienzos de 1884, año decisivo en su carrera, Senet participa, junto a otros artistas de prestigio, en la elaboración de sendos álbumes que, a instancias de Romero Robledo, presidente de la Academia de Legislación y Jurisprudencia, regalaría dicha institución a la reina María Cristina y a la princesa imperial de Alemania, de visita en la capital. Las dos acuarelas aportadas por Senet, Verja y jardín de la casa de Pilatos y Pelando la pava, serían muy elogiadas por la crítica.

Poco después se inaugura en la Academia de España en Roma la exposición con los trabajos de pensionados y otros artistas invitados, como Senet, que irían a la próxima Nacional de Madrid. El sevillano aporta, en efecto, La vuelta de la pesca, óleo a gran formato en el que llevaba trabajando varios años y que pronto atraería la atención de la prensa, ya fuera por el verismo, no exento de poesía, de las jóvenes pescadoras protagonistas, o por la brumosa atmósfera de amanecer junto al mar que las envolvía. El numeroso público presente en la apertura del evento, la reina Margarita de Italia incluida, también haría excelentes comentarios de la obra del sevillano.

Con tan buenas referencias, no es de extrañar que la tela, remitida acto seguido a la Exposición Oficial de Madrid, recibiera casi unánimes comentarios sobre la corrección del dibujo y el discreto pero acertado uso de los colores, como la transparencia grisácea, propia de una playa del Adriático, que enmarcaba a unos personajes captados de forma pintoresca en su tarea habitual. El óleo obtendría una segunda medalla, aunque, a excepción de Fernanflor, quien, sin negar el talento del autor y el encanto de la escena, opinaba que el tamaño del cuadro, de más de cinco metros de largo, era exagerado para mostrar un simple asunto de género, el resto de la prensa calificaría el galardón de insuficiente. Este fructífero año se cerraría con su participación en la Exposición Artístico-Literaria de Madrid con Un ángulo del palacio ducal de Venecia, obra igualmente valorada de forma excelente por los críticos de la capital.

Durante 1885 participa en la Exposición de Bellas Artes organizada por el centro de acuarelistas de Barcelona en el Museo Martorell, donde su L’hora della Polenta es calificada como un trabajo digno del propio Fortuny. En paralelo, varios de los temas enviados al certamen de Berlín, como Un vendedor de gallinas, son rápidamente adquiridos. Firma a continuación un contrato con el marchante y galerista inglés Tooth, quien difunde especialmente sus vistas venecianas por Estados Unidos e Inglaterra y le convierte en artista de éxito. La fama de su Vuelta de la pesca le invita, por otro lado, a la realización de escenas similares, como Pescadoras de almejas en Venecia o Pescadoras del mar Tirreno, ambas reproducidas en La Ilustración Artística, o cuadros protagonizados por personajes femeninos similares a los de su famoso lienzo, aunque ahora en solitario, tal que la Pescadora napolitana del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

En torno a 1890 deja definitivamente Italia para volver a Sevilla, enviando desde allí telas a la Exposición del Círculo de Bellas Artes de Madrid de 1891 o a la muestra de la Sala Parés de Barcelona de 1892, aquí con lienzos como Rebaño o La Pescadera, obras aún protagonizadas por personajes femeninos italianos similares a las Campesinas Romanas que ya le habían proporcionado segunda medalla en Múnich. En 1899 participa en la segunda Exposición de pintura española organizada por José Artal en Buenos Aires, aunque sus nuevos envíos a Sudamérica serán a través de las muestras de José Pinelo, como en la de 1904. Asimismo, en 1907 presenta Plegaria de la mañana en la V Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona.

Tras su extensa tarea como paisajista en Italia, Senet se acerca a la estética practicada por Sánchez Perrier y seguidores en el entorno de Alcalá de Guadaira, ayudando él mismo, con una factura más suelta que el realismo casi fotográfico con que plasmaba sus diversos rincones venecianos, al impulso de dicha escuela paisajística. A través, por tanto, de ese naturalismo renovador del paisajismo andaluz propio del grupo, Senet reflejará los pintorescos pinares de la localidad, las riberas del río o los caminos entre otoñales árboles dentro de una atmósfera reposada y serena. Fallecerá en Sevilla durante 1926, a los setenta años de edad.

 

Obras de ~: Olvidando penas, 1869; Paseo por una calle soleada, 1877; Regando macetas, 1878; Campesinas, 1879; Patio andaluz, 1879; Recuerdo de Sevilla, c. 1879; Campesinas romanas, c. 1880; Puerto de Venecia, c. 1881; La pesca, c. 1881; Barcas pescadoras en las lagunas Pontinas, c. 1881; Recuerdos de Venecia, c. 1881; Un árabe en oración, c. 1882; Una odalisca, c. 1882; Una limosna por amor de Dios, c. 1882; Vista de la plaza de San Marcos en Venecia, 1883; L’hora della Polenta, c. 1883; La vuelta de la pesca, 1884; Un ángulo del palacio ducal de Venecia, c. 1884; Un vendedor de gallinas, c. 1884; Canal de Venecia, 1885; Un soleado canal veneciano, 1885; Pescadora napolitana, 1885; Pescadera, c. 1885; Portada del palacio ducal de Venecia, 1887; Rebaño, c. 1888; Pescadoras de almejas en Venecia, c. 1889; Pescadoras del mar Tirreno, c. 1889; El gran canal de Venecia, 1891; Plegaria de la mañana, c. 1906; Paisaje con campesinos, c. 1910; Camino en Alcalá de Guadaira, c. 1912.

 

Bibl.: I. Fernández Flórez, “Exposición de Bellas Artes, V”, en La Ilustración Española y Americana, 30 de junio de 1884, pág. 398; M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo xix, Madrid, 1884 (ed. facs., Madrid, Gaudí, 1975), pág. 638; A. Fernández Merino, “Desde Roma”, en La Ilustración Artística, 23 de agosto de 1886, págs. 298-299; J. Cascales Muñoz, Las Bellas Artes plásticas en Sevilla desde el siglo xiii hasta nuestros días, Sevilla, v. 1, Toledo, Imp. Colegio de Huérfanos, 1920, págs. 201-204; F. Cuenca, Museo de Pintores y Escultores Andaluces contemporáneos, La Habana, Rambla y Bouzá, 1923; B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Ed. lcor, 1948, págs. 108, 112, 361 y 379; VV. AA., Pintores de 1900, Sevilla, Caja de Ahorros de Granada, 1983, págs. 54-59; E. Valdivieso, Historia de la pintura sevillana. Siglos XIII al XX, Sevilla, Ed. Guadalquivir, 1986, págs. 444- 445; J. A. Sánchez Trigueros, Concha Barrios y la pintura del siglo XIX. Diez años de Exposiciones (1978-1988), Madrid, Gráficas Júcar, 1988; C. González y M. Martí, Pintores españoles en Roma (1850-1900), Barcelona, Ed. Tusquets, 1987, pág. 208; A. Banda y Vargas, Un siglo de arte sevillano, Sevilla, Ayuntamiento de Dos Hermanas, 1987, págs. 100-103, E. Valdivieso, La pintura del siglo XIX en el Museo de Sevilla, San Sebastián, Caja de Guipúzcoa, 1988; L. Quesada, Pintores andaluces de la Escuela de Roma (1870-1900), Sevilla, BBV, 1989, págs. 22-23 y 80-82; VV. AA., Museo de Bellas Artes de Sevilla, Barcelona, Escudo de Oro, págs. 86 y 88; R. Izquierdo y V. muñoz, Museo de Bellas Artes. Inventario de pinturas, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, págs. 251-252; L. Quesada, La vida cotidiana en la pintura andaluza, Sevilla, Ed. Guadalquivir, 1992, págs. 193-194; VV. AA., Cien años de pintura en España y Portugal (1830-1930), v. 10; Madrid, Ed. Antiquaria; 1993; págs. 156-162; A. Banda y Vargas, “De la Ilustración a nuestros días”, en Historia del Arte en Andalucía, v. 8, Sevilla, Ed. Gever, 1994, pág. 202; VV. AA., Guía del Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, Aldeasa, 2000, pág. 106; J. Fernández Lacomba, La Escuela de Alcalá de Guadaira y el paisajismo sevillano (1800-1930), Sevilla, Diputación Provincial, 2002, págs. 103 y 295-296.

 

Ángel Castro Martín

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