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Manuel de Salamanca Negrete

Biografía

Salamanca Negrete, Manuel de. Burgos, 29.V.1831 – La Habana (Cuba), 6.II.1890. Militar y político.

Hijo de Luis José de Salamanca y Martínez de Pisón, teniente general de los Reales Ejércitos, V marqués de Villacampo, y de María Manuela de Negrete y Cepeda, condesa de Campo Alange. Nieto por vía paterna de Jerónimo de Salamanca y Fernández de Castro, teniente coronel de los Reales Ejércitos, y por vía materna de Francisco Javier de Negrete y Adorno, capitán general de Madrid.

Contrajo matrimonio con Milagros Márquez Gómez, natural de Sevilla; fueron sus hijos Luis y José de Salamanca Márquez, ambos coroneles de Artillería e Infantería respectivamente; este último casó con María Muñoz-Reynoso Ebro, hija del coronel de la Guardia Civil Francisco Muñoz de Reynoso.

Siguiendo la tradición familiar, ingresó muy joven en la Academia de Infantería alcanzando el grado de subteniente en 1847. Participó al año siguiente en los sucesos que tuvieron lugar en Madrid los días 26 de marzo y 7 de mayo. En noviembre, con el Regimiento de Infantería San Marcial 45, se trasladó a Cataluña de operaciones contra las facciones Montemolín, encontrándose en las acciones de Lladó y Seriñá, obteniendo el grado de teniente por el mérito contraído en dichos combates.

El 22 de mayo de 1849 embarcó a los Estados Pontificios en defensa del papa Pío IX, que sufría la agitación republicana de Giuseppe Manzini. La expedición compuesta por nueve mil quinientos hombres, al mando del teniente general Fernando Fernández de Córdoba, se realizó en dos tiempos, iniciándose el 2 de junio el avance hacia Roma, apenas encontrando las tropas españolas algunas resistencias esporádicas. Permaneció de guarnición en Italia, en calidad de ayudante del brigadier marqués de Casasola, jefe de la brigada de vanguardia del Ejército de Italia, hasta su regreso a España el 28 de febrero de 1850.

Durante los años siguientes ocupó diferentes destinos, y en 1854, ascendido a capitán de Infantería, fue nombrado ayudante de campo a las órdenes del director general de Infantería, participando en diferentes comisiones activas hasta el mes de mayo de 1856, que combatió la revolución que tuvo lugar en Madrid durante los días 14 al 16 de julio, alcanzando el grado de comandante.

El 3 de enero de 1866, como primer comandante, y a las órdenes del teniente general Juan Zabala, intervino en la persecución del teniente general Juan Prim que con los Regimientos de Caballería de Bailén y Calatrava se sublevaron en Aranjuez y Ocaña, permaneciendo en dicha operación hasta el día 26, fecha en que los amotinados se internaron en Portugal.

Por méritos de guerra ante los sucesos ocurridos en la Corte el 22 de junio de ese mismo año, fue ascendido con el grado de teniente coronel. El 22 de agosto de 1867, desde Zaragoza y a las órdenes del mariscal de campo Miguel de la Vega, participó en la persecución de las facciones que mandaba Pierrad y Moriones finalizando la operación el día 28 al huir los rebeldes a Francia.

Promovido al empleo de teniente coronel (10 de septiembre de 1868), se incorporó en Málaga al Batallón de Cazadores de Barbastro, combatiendo la insurrección que tuvo lugar en esa plaza el día 31, lo que logró su ascenso al grado de coronel. En 1869 continuaba de guarnición en Málaga. Dirigió la persecución de los sublevados republicanos refugiados en los cerros de Cutor y Santa Pita y consiguió la derrota de los facciosos, y por méritos de guerra fue agraciado con el empleo de coronel.

En 1871 fue nombrado ayudante de campo del ministro de la Guerra. Al año siguiente, ascendió a brigadier por los servicios prestados en los sucesos de Ferrol combatiendo a los insurrectos del arsenal de dicho puerto.

Por Real Decreto de 11 de noviembre, accedió al cargo de gobernador militar de la provincia de Málaga, empleo que ocupó hasta el 8 de febrero de 1873 por haber sido nombrado vocal de la junta encargada de redactar una Ordenanza General del Ejército, quedando en situación de cuartel hasta el 16 de septiembre, fecha en la que inició su participación en la Segunda Guerra Carlista con destino en la provincia de Tarragona, como comandante general de operaciones. Un Decreto del 21 de noviembre le nombró gobernador militar de la provincia de Tarragona. Asistió y mandó las operaciones de Cabra, Bajadell, Castellfullit, Capellades y Torre de Claramunt y organizó las dirigidas a la conducción de un convoy a Berja. En 1874 y en el ejercicio de su cargo, dirigió los combates de Bogas del Campo, Selva, sorpresa de Gandeza, San Vicente de Calda, salvación de Torredembarra, Alfoya, Prados, Tortosa, y la toma de Amposta, operación que realizó de noche en lanchas, aprovechando un desbordamiento del Ebro y con sólo cuatrocientos cincuenta hombres y dos piezas arrastradas a mano, logró, con un rápido movimiento, levantar el asedio que los carlistas tenían a aquella población. Por los méritos contraídos en esa acción fue promovido al empleo de mariscal de campo el 29 de octubre de 1874.

Por Orden del 27 de noviembre de 1874, se le nombró comandante general de la División de Vizcaya, cargo que ocupó hasta el 10 de marzo de 1875, dirigiendo rudos combates como el de Arbolancha, Serantes y Maro. Por Real Orden de 10 de marzo, fue destinado al Ejército del Centro en calidad de comandante general de la 2.ª División, asistiendo y mandando los combates de Villar del Arzobispo, Chelva, Domeño y la toma de Collado de Alpuente. Posteriormente, se hizo cargo del mando de la división encargada de vigilar la línea del Ebro como comandante general de la División del Maestrazgo, donde permaneció hasta el 20 de marzo de 1876, momento en que solicitó su dimisión por haber optado al cargo de diputado por el distrito de Tortosa.

Fue uno de los pioneros de la telegrafía óptica en España, construyendo en Caspe, la Torre de Salamanca, cabeza de una serie de fortines distribuidos por montes y riscos en el Bajo Aragón, que formaban una eficiente red de comunicación para la transmisión de señales enlazando extensos territorios entre Zaragoza, Maestrazgo y Castellón.

En 1879 fue reelegido diputado por el distrito de Chelva votando con los constitucionales, y senador vitalicio por Real Decreto de 1883. Durante su paso por el Congreso y Senado, el general Salamanca se distinguió por su defensa en los intereses del Ejército y por su enérgica oposición ante la pasividad del Gobierno en su política cubana, denunciando los frecuentes casos de inmoralidades, corrupción y bandolerismo existentes. Su biógrafo Segovia dice que “su oratoria en el Congreso era fría, lánguida, monótona, inalterable [...] porque con el mismo tono que empieza, continúa y termina, sin inflexiones de voz [...] El general Salamanca, con la misma naturalidad, con el mismo tono que dice una lisonja agradable, lanza un apóstrofe terrible.” En 1882, promovido a teniente general, tomó el mando de la capitanía general de Valencia, cargo que ostentó hasta el 22 de febrero de 1884. En mayo de 1884 fue nombrado director general de Administración y Sanidad Militar. Ante la labor que venía desarrollando el Laboratorio Central de Medicamentos suministrando a los hospitales militares y considerando su innegable utilidad para el Ejército, impulsó la creación de las Farmacias Militares para la venta de sus productos al personal militar y sus familiares a un precio reducido, medida que se hizo extensiva a todos los hospitales del país. En su recuerdo, un busto de Manuel de Salamanca se conserva en el Museo de Farmacia Militar.

En 1885 durante el conflicto de Las Carolinas al intentar los alemanes apoderarse de la isla española de Yap, lo que originó turbulentos sucesos en Madrid llegándose incluso a pedir al Gobierno la guerra contra Alemania, el general Salamanca en un gesto patriótico devolvió la Cruz del Águila Negra que tiempos atrás le concediera el emperador Guillermo II.

Un Real Decreto de 23 de julio de 1887 le nombró gobernador militar capitán general de la isla de Cuba, nombramiento que quedó sin efecto por otro del 22 de agosto, debido a unas declaraciones del general afirmando que iba a emprender una implacable campaña de moralidad, embarcando para España a los empleados que esquilmaban la isla compartiendo el fruto de sus rapiñas con sus protectores de Madrid.

El 12 de febrero de 1889 volvió a ser nombrado capitán general de la isla de Cuba, destino que ocupó hasta su fallecimiento el día 6 de febrero de 1890, siendo enterrado en el cementerio católico de Colón de La Habana. Casualmente, un antepasado suyo, Juan de Salamanca y Salamanca, también había ocupado el mismo cargo durante los años 1657-1662. Durante su corta estancia en Cuba, combatió enérgicamente el nepotismo, la corrupción y el bandidaje que azotaba la isla. Su muerte está aún por aclarar, pues aunque en su certificado de defunción se atribuye a “fiebre biliosa de los países cálidos”, hay quienes afirman que fue envenenado.

Según su biógrafo Ángel María Segovia, “el general Salamanca fue artista distinguido y notable litógrafo que solía pasar muchas noches trabajando sobre la piedra habiendo realizado igualmente algunos trabajos literarios y la traducción de varios códices”.

Estaba en posesión de las siguientes condecoraciones: Cruz de San Fernando de 1.ª Clase por los méritos contraídos en la expedición a Italia (1850); Medalla de Distinción concedida al Ejército Expedicionario a Italia (1850); Medalla de San Silvestre del Estado Pontificio; Cruz del Mérito Militar de 2.ª Clase (1869); Encomienda Ordinaria de Carlos III (1869); Cruz Sencilla de la Orden Militar de San Hermenegildo (1872); Gran Cruz Roja del Mérito Militar (1873); Gran Cruz de Carlos III (1876); Cruz Roja de 3.ª Clase del Mérito Naval (1877); Placa y Gran Cruz de San Hermenegildo.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Hoja de Servicios del Teniente General don Francisco Javier de Negrete y Adorno; Hoja de Servicios del Teniente General don Luis de Salamanca y Martínez-Pisón; Hoja de Servicios del Teniente General don Manuel de Salamanca y Negrete; Hoja de Servicios del Coronel don Luis de Salamanca Márquez; Hoja de Servicios del Coronel don José de Salamanca Márquez; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 79 n.º 5, 86 n.º 9 y 92 n.º 8; Archivo del Senado (Madrid), Exps. personales, HIS-0403-02; Archivo Personal de Francisco de Salamanca de la Peña.

M. Segovia, El Excmo. Sr. D. Manuel de Salamanca y Negrete, Madrid, Imprenta de Figuras y Figurones, 1882; F. Peña Torres, En el museo de Farmacia Militar, Síntesis histórica de la Farmacia Militar Española, Charla quinta, 1885 (Madrid, Publicaciones IFE, 1965); M. Morayta, Historia General de España, ts. VII, VIII y IX, Madrid, Felipe González Rojas, 1896; J. Ortega Rubio, Historia de la Regencia de doña María Cristina Habsburgo-Lorena, t. I, Madrid, Felipe González Rojas, 1905; Historia de España, t. VI, Madrid, Editorial Bailly- Baillière, 1908-1910; E. Ibarra y Rodríguez, Historia del mundo en la edad moderna, Barcelona, Sopena, 1914; F. Rodríguez, Días de la Regencia, Recuerdos de lo que fue, (1886- 1889), Madrid, Editorial Saturnino Calleja, 1922; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, t. LIII, Madrid, Espasa Calpe, 1927, pág. 137; M. Fernández Almagro, Historia Política de la España Contemporánea, Madrid, Pegaso, 1959; J. Carles Clemente, Las Guerras Carlistas, Madrid, Sarpe, 1985; P. M. de Paz Sánchez, J. Fernández Fernández y N. López Novegil, El bandolerismo en Cuba, Santa Cruz de Tenerife, Romero, 1994, 2 vols.; B. Pérez Galdós, Prim, Madrid, Hernando, 1995; L. Gómez Rodríguez y J. A. Navarro Gallo, “Cronología de una ejecutoria”, en La Farmacia Militar. Pasado, presente y futuro. Conmemoración del II Centenario de la concesión del fuero militar y uniforme a los farmacéuticos militares por el Rey Carlos IV (1796-1996), Madrid, Parque Central de Farmacia Militar, 1996, pág. 41; E. P. Martínez, “El museo de Farmacia Militar”, en Revista Española de Defensa (Madrid, Ministerio de Defensa), n.º 165 (2001); A. Aguilar Pérez y G. Martínez Lorente, “La telegrafía óptica en Cataluña. Estado de la cuestión”, en Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales (Universidad de Barcelona), vol. VII, n.º 137 (15 de marzo de 2003) (http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-137.htm).

 

Francisco de Salamanca de la Peña

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