Villanueva y Gómez, Miguel. Madrid 31.X.1852 – 19.IX.1931. Jurista y político.
Hijo de José Villanueva, abogado natural de Logroño y Josefa Gómez, de Madrid. Estudió Derecho en la Universidad Central, doctorándose en Ciencias Jurídicas y Derecho Civil. Se trasladó a La Habana, en cuya Universidad obtuvo la cátedra de esta especialidad. Fue también concejal del Ayuntamiento de la capital de Cuba y en 1881 resultó elegido por primera vez diputado a Cortes por el distrito correspondiente a esa ciudad. Sería reelegido ininterrumpidamente hasta la independencia de la isla en 1898, siempre en las filas del partido liberal de Sagasta.
En las legislatura de 1881 a 1882 y 1882 a 1883 interviene en el Pleno del Congreso de los Diputados en la mayor parte de los asuntos relacionados con la isla, así como en los debates de la ley de imprenta y otras. En la legislatura de 1884-1885 tiene numerosos discursos en materia de obras públicas, además de participar en todas las cuestiones relativas a Cuba.
En mayo de 1897 se declara contrario al régimen de autonomía para la isla por considerar que llevará a la separación de la metrópoli. En los años posteriores a la independencia se preocupará por la suerte de los funcionarios que hubieron de regresar de Ultramar y de la situación en la que quedaban en el régimen de clases pasivas los empleados públicos que habían servido en las colonias.
El 20 de diciembre de 1886 fue nombrado subsecretario de la Presidencia del Consejo de Ministros. Fue elegido senador por la provincia de Logroño en 1899. En 1901 fue ministro por primera vez, detentando la cartera de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas (6 de marzo de 1901 a 19 de marzo de 1902). Durante su mandato ocupó interinamente en dos ocasiones la cartera de Gobernación. El 23 de junio de 1905 fue nombrado ministro de Marina, cargo en el que permaneció hasta el 31 de octubre en el gobierno presidido por Montero Ríos. En 1909 fue nombrado consejero de Estado. Fue ministro de Fomento —de los asuntos de esta cartera se ocupó a lo largo de toda su carrera política— desde marzo de 1912 hasta mayo de 1913 en gabinetes presididos por Canalejas y Romanones. El 27 de mayo de este mismo año es elegido presidente del Congreso de los Diputados. En su alocución inicial menciona a Sagasta “cuya esclarecida memoria me asiste en estos momentos, porque no me abandona nunca”, Canalejas “¡Cómo olvidar las amarguras devoradas en aquella trágica mañana, cuando en vez de recibir el abrazo fraternal, que era nuestro saludo desde las aulas, recogíamos el cuerpo ensangrentado del jefe querido, del amigo entrañable [...]!” y Moret, “que era una deslumbradora encarnación de todas las aspiraciones progresivas” (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, n.º 212, de 27 de mayo de 1913, pág. 6191). El 27 de octubre cesó en la Presidencia de la Cámara.
Fue ministro de Estado desde diciembre de 1915 hasta finales de febrero de 1916 y de Hacienda de febrero a abril de 1916. Al constituirse el nuevo Congreso tras las elecciones, fue elegido de nuevo presidente el 11 de mayo. En su discurso de toma de posesión manifiesta su preocupación por la “relación de la mayoría y de las minorías” y declara que pertenece a todas por igual en su condición de presidente. “Porque las minorías, por su número, por sus derechos, por la posición que ocupan en la Cámara, son hoy una preocupación más honda que antes para los que tienen la dirección del régimen parlamentario” (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, n.º 2, de 11 de mayo de 1916, pág. 2). En conjunto, su intervención reconoce los cambios producidos por la entrada en escena de fuerzas políticas, como los socialistas, hasta ese momento extraparlamentarias.
Resultó reelegido presidente del Congreso de los Diputados en enero de 1917 y —por cuarta y última vez— en abril de 1918. En sus alocuciones iniciales se refiere a la Gran Guerra y su inmediato final y a la función del Parlamento en el sistema político, impulsando las reformas del Reglamento del Congreso y la ley electoral. Todavía sería ministro de Hacienda en el gabinete inmediatamente anterior a la dictadura de Primo de Rivera, presidido por el marqués de Alhucemas, Manuel García Prieto, de abril a septiembre de 1923.
Durante la Dictadura quedó apartado de la política activa. En su etapa final, se integró en el llamado “grupo constitucionalista” del que formaron parte José Sánchez Guerra, Melquíades Álvarez, Francisco Bergamín y Manuel Burgos Marzo, partidarios de la vuelta a la Constitución de 1876. Resultó elegido diputado por última vez en las primeras elecciones de la Segunda República —el 28 de junio de 1931— por la circunscripción de Logroño. Falleció en Madrid el 19 de septiembre de ese mismo año. El 15 de diciembre de 1929 había ingresado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas con un discurso de recepción sobre el Régimen representativo y parlamentario al que contestó Niceto Alcalá-Zamora. Según sus coetáneos, Villanueva tenía su “ejecutoria de orador parlamentario elocuente, sereno, perspicaz, ágil, que no cede una pulgada de terreno al adversario, en docenas de discursos sobre toda materia parlamentaria” (Las Cortes españolas: las de 1810). Pertenecía a la orden portuguesa de Cristo. A lo largo de la Restauración había ocupado casi todos los puestos públicos posibles: concejal, diputado, senador, ministro, consejero de Estado, académico y presidente del Congreso.
Wenceslao Fernández Flórez traza en la primera series de sus Acotaciones de un oyente (1918) un retrato de Villanueva como presidente formalista y severo: “cada vez que tiene que conceder la palabra, el Sr. Villanueva sufre un verdadero dolor físico [...] el ideal sería que no hablasen. Si el Sr. Villanueva funda un partido con este programa, acaso nos decidiéramos a figurar en él. [...] todos los diputados hablan mal de él por los pasillos. No le comprenden. La figura de D. Miguel no es de este siglo. Mejor aún: no es de este país. Quizá en la Duma [...]” (págs. 33-34). Como presidente, Villanueva pretendió, sin éxito, que los diputados hablaran exclusivamente desde la tribuna —y no desde el escaño— para evitar “la verborrea”. Fernández Flórez describe la pompa y ceremonia con la que regresaba la Comisión que había hecho entrega en Palacio del mensaje de respuesta al de la Corona. El grupo de diputados, encabezados por su presidente —todos ellos con sombreros de copa— venía precedido de dos maceros y seguido de otros dos en “hermosas carrozas pintadas de oro, tan bonitas como aquellas que para la Cenicienta construyó un hada generosa con unas cáscaras de nuez. Un grupo de soldados con lanzas, y en las lanzas unas banderitas, escoltaban las carrozas. Cuando el Sr. Villanueva salió de la suya, una música rompió a tocar” (pág. 240).
Miguel Villanueva estuvo casado con Ana María Labayen y Ramos (Matanzas, Cuba, 1865-Madrid, 1893). Su hijo, Miguel Villanueva, ingeniero industrial, fue diputado por Zaragoza en 1916. Otro hijo suyo, Alberto Villanueva Labayen, abogado, fue diputado por el distrito de Torrecilla en Cameros en 1918, 1919, 1920 y 1923.
Obras de ~: Marruecos: notas sobre lo que más urge hacer desde Ceuta a Chafarinas, Melilla, El Telegrama del Rif, 1906; Régimen representativo y parlamentario: discurso leído en el acto de su recepción por el Excmo. Sr. D. Miguel Villanueva y Gómez y contestación del Excmo. Sr. Don Niceto Alcalá-Zamora el día 15 de diciembre de 1929, Madrid, Viuda e hijos de Jaime Ratés, 1929.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, 92 n.º 13, 95 n.º 7;101 n.º 4; 105 n.º 18; 107 n.º 44; 109 n.º 44; 111 n.º 44; 115 n.º 27; 117 n.º 27; 119 n.º 121, n.º 27; 123 n.º 27; 125, n.º 27; 127 n.º 27; 129 n.º 27; 131 n.º 27; 133, n.º 27; 135 n.º 27; 137 n.º 28; Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0519-05.
Congreso de los Diputados, Diario de Sesiones, n.º 212, 27 de mayo de 1913, págs. 6190-6193; n.º 2, 11 de mayo de 1916, págs. 14-15; n.º 15, 29 de mayo de 1916, págs. 318- 320; n.º 1, 29 de enero de 1917, págs. 5-6; n.º 1, 19 de marzo de 1918, págs. 12-13; n.º 12, 8 de abril de 1918, págs. 236 y 240-242. J. F. Dodero Vázquez, Las últimas Cortes de la Regencia, Madrid, J. Corrales, 1902; El Bachiller Cantaclaro, Los señores diputados: 400 semblanzas en verso, Madrid, Ambrosio Pérez y Compañía, 1907; M. Sánchez de los Santos, Las Cortes Españolas, las de 1907, Madrid, Antonio Marzo, 1908; I. D. del Castillo, El Parlamento español en 1910, Madrid, Viuda y sobrino de J. Corrales, 1910; M. Sánchez de los Santos, Las Cortes Españolas, las de 1910, Madrid, Antonio Marzo, 1910; M. Sánchez de los Santos, Las Cortes Españolas, las de 1914, Madrid, Antonio Marzo, 1914; A. Tejera López, Parlamentarios españoles, Cortes de 1914: apuntes biográficos y retratos de los señores senadores y diputados que integran el Parlamento español, Madrid, Imprenta Hispano-Alemana, s. a. (1914); W. Fernández Flórez, Acotaciones de un oyente. Primera serie, Madrid, Pueyo, 1918 y Acotaciones de un oyente (II) (1931-1933), Madrid, Renacimiento, 1931; E. Esperabé de Arteaga, Diccionario enciclopédico y crítico de los hombres de España, Madrid, Ibarra, [1956]; E. Tapia, Señores diputados: de Canalejas a la Segunda República, Madrid, Aguilar, 1964; A. Rull Sabater, Diccionario sucinto de ministros de Hacienda, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1991; A. del Río, Diccionario biográfico de Madrid: mil hijos ilustres, curiosos, populares y pintorescos, Madrid, Marcial Pons, 1997; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quién hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; F. Ruiz Cortés y F. Sánchez Cobos, Diccionario biográfico de personajes históricos del siglo xix español, Madrid, Rubiños 1860, 1998; P. Pascual, (ed.), El compromiso intelectual del político: ministros escritores en la Restauración canovista, Madrid, Ediciones de la Torre, 1999; J. R. Urquijo Goitia, Gobiernos y ministros españoles (1808-200), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001; F. Alós y Merry del Val, y J. L. Sampedro Escolar, 150 años del Ministerio de Fomento: ministros de 1851 a 2001, Madrid, Ministerio de Fomento, 2002; Ministros de Hacienda y de Economía, de 1700 a 2005: tres siglos de historia, Madrid, Ministerio de Economía y Hacienda, 2005.
Mateo Maciá