Pérez de Barradas y Fernández de Córdoba, Fernando. Marqués de Peñaflor (XI). Écija (Sevilla), 21.X.1856 – Madrid, 6.VI.1928. Grande de España, benefactor.
Fue bautizado en la parroquia de Santa Bárbara de Écija. Hijo primogénito de Juan Bautista Pérez de Barradas y Bernuy —marqués de Peñaflor, de Cortes de Graena y de Quintana de las Torres— y de María Teresa Fernández de Córdoba y Aguilar —hija de los condes de Luque—, ostentó los títulos de marqués de Peñaflor (XI), de Cortes de Graena (IX) y de Quintana de las Torres (IX), Grande de España, Gentilhombre de Cámara de Su Majestad con ejercicio y servidumbre, caballero Gran Cruz de Carlos III, maestrante de la Real de Sevilla, senador del Reino en la legislatura de 1891 a 1893 y caballero de la Orden de Santiago, de la que llegó a ser elegido Trece con fecha 14 de mayo de 1914.
Contrajo matrimonio en Madrid el día 29 de noviembre de 1888 con Isabel de Angulo y Rodríguez de Toro, hija de José María de Angulo y Walsh y de María del Pilar Rodríguez de Toro y Pérez-Estala, marqueses del Arenal. El enlace con Fernando Pérez de Barradas valió a esta noble madrileña un rápido ascenso social: el 14 de abril de 1899, como Grande de España, participó en la ceremonia de tomar la almohada y sentarse ante la Reina, el 22 de octubre de 1910 fue nombrada dama de honor de la reina Victoria Eugenia y el día 27 de abril de 1914 fue condecorada con la Placa de la Real Maestranza de Sevilla.
Cargos y títulos llevaron a la pareja a fijar su residencia habitual en la capital de España. Sin embargo, temporales estancias en Écija y en la hacienda de los Ángeles (Hornachuelos), dieron continuidad al indeleble vínculo entre el marquesado de Peñaflor y la referida ciudad, donde un suntuoso palacio simbolizaba la grandeza de sus propietarios. La presencia del marquesado en Écija se tornaba además constante, gracias al desarrollo de un amplio despliegue benéfico y periódicas contribuciones al sostenimiento de edificios religiosos.
Fernando Pérez de Barradas falleció sin descendencia en Madrid el día 6 de junio de 1928, recibiendo sepultura en el cementerio de la Almudena, si bien sus restos fueron trasladados al panteón familiar del ex-convento de Nuestra Señora de la Victoria de Écija en 1940.
En su testamento expresó el deseo de perpetuar la memoria de su linaje. Para ello introdujo una cláusula en la que manifestaba la conveniencia de aplicar parte de la fortuna en instituir “Escuelas Católicas, Asilos para niños y niñas o para pobres enfermos, costear algunas camas en hospitales o hacer alguna fundación religiosa y de caridad” en las localidades donde radicaban sus bienes, nombrando a su esposa heredera universal y albacea testamentaria. Isabel de Angulo supo hacer realidad el deseo de su difunto esposo.
El 13 de febrero de 1950 testaba en Madrid, instituyendo dos fundaciones destinadas al desarrollo de actividades asistenciales y docentes. Una de ellas se establecería en Écija y otra en Guadix.
Ambas fundaciones compartían título —de los Excelentísimos Marqueses de Peñaflor y Cortes de Graena—, pero diferían en dotaciones. La de Écija, con una sustanciosa renta, estaría destinada a sufragar gastos de culto en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y mantener con el decoro debido el panteón familiar, a costear las funciones religiosas de la octava de la Virgen del Valle, patrona de Écija, a subvenir a instituciones benéficas ya existentes —para que pudieran intensificar sus obras en favor de las clases necesitadas de la ciudad— y a adaptar la casa palacio a Escuelas Profesionales —donde se impartiera de manera gratuita “enseñanza y formación religiosa, patriótica, social y profesional a varones de las clases obreras y artesanales”—. Esta Escuela Profesional estaría bajo la dirección de una orden o congregación religiosa, que se encargaría de la labor educativa y a la que un patronato entregaría anualmente sus rentas correspondientes.
La fundación de Guadix, con menor dotación, era copartícipe de los mismos fines educativos y estaría controlada por un patronato análogo al de Écija; pero en Guadix nunca llegó a instituirse escuela y, en 1966, fueron invertidas sus rentas en una política de becas para aquellos vecinos.
El 30 de enero de 1958 falleció Isabel. La Compañía de Jesús fue la encargada de asumir la dirección de la Escuela de Écija, previa firma de convenio con el albacea testamentario en el mes de abril de 1962.
Poco antes, por Decreto 347/62 de 8 de febrero del Ministerio de Educación Nacional, había sido declarado el Palacio de los marqueses de Peñaflor Monumento Histórico-Artístico, optándose por establecer las Escuelas Profesionales en un edificio de nueva planta. Para tal efecto fue adquirida una parcela de terreno, extramuros de la ciudad, al sitio del Ruedo de Dos Fuentes y pago de la Fuensanta, transmisión que se llevó a cabo en 1963. El día 14 de octubre de 1965 abrían sus puertas en Écija las Escuelas Profesionales Sagrada Familia.
La última voluntad de Fernando Pérez de Barradas y Fernández de Córdoba y de Isabel de Angulo y Rodríguez de Toro se había cumplido. Y con ello la presencia del marquesado en Écija se tornaba indeleble.
Pese a la falta de descendencia directa, hoy dos firmes y sólidos pilares la sustentan: la Fundación de los Excelentísimos Marqueses de Peñaflor y Cortes de Graena y el suntuoso palacio que, enclavado en la actual calle Emilio Castelar, sirvió de residencia durante siglos al más ilustre y poderoso linaje afincado en la referida ciudad.
Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0336-03.
M. Martín Ojeda y A. Valseca Castillo, Écija y el Marquesado de Peñaflor, de Cortes de Graena y de Quintana de las Torres, Córdoba, Ayuntamiento de Écija y Fundación de los Excmos. Sres. Marqueses de Peñaflor y de Cortes de Graena, 2000.
Marina Martín Ojeda