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Manuel Lizariturry Echarri

Biografía

Lizariturry Echarri, Manuel. San Sebastián (Guipúzcoa), 1842 – 8.IX.1913. Empresario, político liberal, alcalde de San Sebastián y presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa.

El nacimiento de Manuel Lizariturry se produjo un año más tarde de que en Guipúzcoa se hubieran trasladado las aduanas interiores a la frontera con Francia y línea costera. De esta forma, la provincia quedaba incorporada al mercado nacional, lo que favoreció la expansión industrial guipuzcoana. El padre de Manuel, Juan Lizariturry y Ondicola, no sólo se sumó a la lista de otros emprendedores guipuzcoanos sino que en compañía de José Antonio Cornelio Rezola Gaztañaga tuvo el acierto e inteligencia de impulsar un nuevo sector industrial de gran futuro: la fabricación de jabones, bujías y estearinas. La utilización de la estearina en el alumbrado público y doméstico, cuyo uso comenzó a extenderse en torno a 1830, evitaba los malos olores que desprendían las tradicionales velas de sebo. En 1860 Juan Lizariturry y José Antonio Rezola fundaban J. Lizariturry y Cía. con un capital de 900.000 reales. Para ello adquirieron terrenos en las inmediaciones de San Sebastián, donde en 1864 se levantó la fábrica La Providencia. Sus promotores cuidaron tanto de la calidad de sus productos como de darlos a conocer en un mercado más allá de los límites locales. La estancia de Isabel II en San Sebastián fue aprovechada para que visitara las instalaciones de La Providencia. Un año más tarde, Lizariturry y Cía.

se presentaba en la Exposición Universal de Burdeos, donde recibiría una medalla de plata, al igual que dos años más tarde en la Exposición de París de 1867.

Con la fábrica en crecimiento, Juan Lizariturry incorporó a su hijo Manuel al negocio en 1872. Para ello debió cambiar la razón social, que pasó a ser Lizariturry e Hijo y Rezola. Sin embargo, a Manuel Lizariturry le tocaría hacer frente a los problemas que sufrió la actividad de la fábrica y sus instalaciones en los casi quince años siguientes. El mismo año de su incorporación, 1872, estallaba la Segunda Guerra Carlista, siendo el territorio vasco uno de sus principales escenarios. San Sebastián sufrió el cerco de las tropas carlistas y fue bombardeada en 1875. La fábrica fue pasto de las llamas, por lo que, una vez restablecida la paz, debió acometerse su reconstrucción. En 1876, trabajaban veintiún obreros y elaboraba ciento veinticinco mil kilogramos anuales de estearina. Pero, apenas empezaba la etapa de recuperación cuando, en 1885, el edificio sufrió otro incendio. De nuevo se tuvo que plantear la reconstrucción del edificio, o mejor, levantar otro nuevo que respondiera a las necesidades de una etapa de fabricación más moderna.

En esta nueva etapa sería Manuel quien asumió el reto de modernizar la empresa. Su padre Juan había fallecido en 1879, por lo que la razón social había pasado a ser Lizariturry y Rezola. Para ello, Manuel Lizariturry acudió al ingeniero parisino Leon Druox.

La nueva fábrica, tanto por sus dimensiones como por su construcción, era “el orgullo de la industria guipuzcoana”, a decir de Nicolás de Bustinduy. Con nuevo edificio y moderno equipamiento, la empresa inició una fase de expansión y prosperidad así como de mejora en la calidad de sus productos. En 1894, la plantilla ascendía a ciento sesenta trabajadores y aún aumentaría a comienzos del siglo xx, y la empresa se convertía en una de las más importantes de España en la elaboración de bujías esteáricas y de parafina, oleínas, glicerinas, jabones comunes de todas clases y de tocador, lejía en polvo, cola resinosa “Artelder” para el encolado de papel, etc. Además de esta fábrica situada en el barrio del Antiguo de San Sebastián, Manuel Lizariturry y su socio José Antonio Rezola, decidieron levantar otra en Lasarte (Guipúzcoa), a la que bautizaron como Biyak-bat, con el propósito de dedicarla exclusivamente a la obtención de aceites de semillas y tortas de coco para alimentación del ganado.

La apuesta de Lizariturry por continuar y mejorar la empresa fundada por su padre a pesar de las dificultades, tuvo su recompensa. En 1888 y aún sin apenas haberse rehabilitado tras el incendio de 1885, obtenía la Medalla de Oro en la Exposición Universal de Barcelona; de París en 1889; de San Sebastián en 1897; de Gijón en 1899 y de París en 1900.

Pero, si importante fue la labor empresarial llevada a cabo por Manuel Lizariturry desde el punto de vista empresarial, no fue menor su proyección como político y como partícipe y promotor de otras instituciones de carácter económico, e incluso como hombre de gran cultura. Su participación en la vida política le llevó a ser nombrado alcalde de San Sebastián entre 1891-1892 y presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa. De tendencia moderada, su pensamiento político le llevó a figurar en la Coalición Liberal primero y más tarde en la Unión Conservadora, e incluso, dadas las transformaciones de ésta, se hizo cargo de la dirección de los antiguos elementos canovistas.

Figuró en el primer consejo de administración del Banco Guipuzcoano fundado en 1899, y también fue uno de los impulsores del establecimiento de la Cámara Oficial de Comercio de Guipúzcoa, en 1886, de la que llegó a ser su presidente en 1896.

Antes de que falleciera Manuel, el 8 de septiembre de 1913, dejaba asegurada la continuidad de la empresa por la que había trabajado. Manuel Lizariturry había emparentado por matrimonio con la familia Calisalvo, perteneciente a la oligarquía donostiarra, y después su hija, Luisa Lizariturry Calisalvo, se casó con Manuel Antonio Rezola Laparte, uniéndose de esta forma los intereses de los primitivos fundadores de la razón J. Lizariturry y Cía. y los propios de la familia Rezola en el sector del cemento y otros.

 

Fuentes y bibl.: Registro Mercantil de Guipúzcoa, Libro de Sociedades, 2, hoja 3; La Voz de España, 8, 9 y 10 de septiembre de 1913.

N. Bustinduy y Vergara, Guipúzcoa en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Reseña de la misma, San Sebastián, Imprenta de la Provincia, 1888, págs. 43-44; ‘Progreso industrial de Guipúzcoa y ventajas de la paz’, en Euskalerría (Revista Bascongada), San Sebastián, t. 40 (1.er semestre de 1899), págs. 47-49, 78-82 y 107-109; R. Picavea (ed.), Album Gráfico- Descriptivo del País Vascongado. Años de 1914-1915, s. l., 1915, pág. 104; VV. AA., Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Guipúzcoa en el Centenario de su constitución, 1886-1986, San Sebastián, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Guipúzcoa, 1986; Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, vol. XXV, San Sebastián, Editorial Auñamendi, 1988, págs. 194-195; M.ª M. Gárate Ojanguren y J. Martín Rudi, Cien años de la vida económica de San Sebastián, 1887-1997, San Sebastián, Instituto Dr. Camino, 1995; La historia de un banco regional: Banco Guipuzcoano, 1899-1999, San Sebastián, Banco Guipuzcoano, 1999; E. Legorburu Faus, “José María (1822-1867) y José Antonio Cornelio (1839-1923) Rezola Gaztañaga”, en E. Torres Villanueva (dir.), Los cien empresarios vascos (Madrid, Lideditorial, próxima publ.).

 

María Montserrat Gárate Ojanguren

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