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Miguel Dorronsoro y Ceberio

Biografía

Dorronsoro y Ceberio, Miguel. Ataún (Guipúzcoa), 17.II.1812 – ?, 16.X.1880. Carlista y diputado.

Este “carlista por los cuatro costados”, según dijo el conde de Melgar, que, sin embargo, no participó en el primer levantamiento carlista, estaba casado con Nicolasa de Zuazola, hermana de Rafael de Zuazola, uno de los más brillantes lugartenientes de Zumalacárregui.

Fue escribano en su villa natal tras unos estudios de abogacía en la Universidad de Oñate. Diputado foral de Guipúzcoa de 1853 a 1868, fue el primer carlista elegido diputado general de la provincia por las Juntas Generales reunidas en Zumaya el 2 de julio de 1868. Antes de la Segunda Guerra Carlista, en enero de 1870, publicó sus Breves palabras sobre las afirmaciones que la Diputación foral ha estampado en el recurso elevado al Gobierno, solicitando la aprobación del acuerdo de las Juntas de Fuenterrabía y la de sus actos en el arreglo del culto y fuero. En este escrito, Dorronsoro expresa con gran vehemencia su emoción ante la voluntad de los liberales de llevar a cabo un proyecto de arreglo parroquial que preveía la supresión del diezmo y de las primicias y suponía una clara disminución del número de sacerdotes. Hace una presentación realmente apocalíptica de las “agresiones” de la Revolución de Septiembre contra la Iglesia e insiste sobre la estrecha relación existente entre la defensa de la Iglesia vasca y la defensa de los fueros. No pueden ser verdaderos guipuzcoanos, sinceros amantes de su país, exclama, quienes cometen semejantes atropellos. Forzosamente serán unos cuantos revolucionarios de San Sebastián que se apoyan en la “fuerza pública de Castilla” y en una “Diputación castellana” importada para aislar y debilitar a la genuina Diputación foral. “Protegidos por el liberalismo de allende el Ebro, enemigo irreconciliable de nuestras queridas instituciones”, añade, estos hombres indignos hacen befa de los verdaderos guipuzcoanos y de sus más íntimas convicciones. Para Dorronsoro, el liberalismo español ha perdido “el espíritu de justicia y respeto que hacia nuestras instituciones, estipulados en un convenio bilateral, animaron a los antiguos reyes de España”. Ya estaba en germen la que iba a ser base de su obra más importante, publicada pocos meses después, Lo que fueron los Reyes de España y lo que ha sido el liberalismo para con los fueros de Guipúzcoa.

Derrotado en las elecciones a Cortes de febrero de 1871 por el liberal unionista Fermín Lasala y Collado, no consiguió dar su cuarto escaño a los carlistas vencedores en el resto de la provincia. En San Juan de Luz fue uno de los elementos más activos de la Junta Foral carlista vasco-navarra que procuraba reunir armas para la sublevación carlista. Diputado general de la Diputación carlista de Guipúzcoa, iba a ser el alma de la rebelión en Guipúzcoa, si bien su fuerte personalidad le atrajo numerosos conflictos con los militares y los políticos del pequeño estado carlista, cuya mala administración no vaciló en fustigar.

El historiador Antonio Pirala subrayó con razón la ingente labor de Dorronsoro a la cabeza de la Diputación carlista de Guipúzcoa. Se enfrentó constantemente con la precaria situación económica del carlismo y, con la voluntad de respetar cierta justicia fiscal, ideó en particular un impuesto sobre el capital.

Tomó medidas contra los morosos en tomar las armas y los hojalateros, organizó el racionamiento de las tropas, se esforzó por deshacer la obra del liberalismo y trató de restaurar el sistema foral en su plenitud.

Se opuso valientemente al pretendiente carlista poniendo, en particular, el “se obedece pero no se cumple” a disposiciones y recomendaciones reales en favor de algún título que procuraba eximirse del pago de los tributos impuestos por la Diputación. Carlos le había de rendir homenaje a su manera: “Con la cara tonta de un hombre del campo, es muy listo, tiene mucha gramática parda”.

Fue, efectivamente, un gran defensor de la autonomía y del poder de las Diputaciones de las Provincias Vascongadas frente a la Corte carlista. Con el tiempo, resultan muy interesantes estas líneas escritas por el marqués de Valde-Espina, jefe del Estado Mayor.

Para él, Dorronsoro “fue el maestro que enseñó a las otras diputaciones esa política de contradicción y exclusivismo que acabó matándonos. Hizo que allí donde peleábamos por el rey que reina y gobierna, hubiese un rey que no gobernaba y cuatro reyezuelos que gobernaban sin ni siquiera tener la responsabilidad que esa quisicosa, llamada constitución, exige de los ministros”.

Intervino valientemente también en el asunto Santa Cruz condenando muy duramente al terrible cura guerrillero. Los amigos del cabecilla no le perdonaron el haber tomado partido contra él y publicaron algunos escritos poco amistosos. Dirigiéndose a Dorronsoro, un versolari hizo esta comparación entre el administrador y el guerrillero poco halagüeña para Miguel Dorronsoro: “Mientras Santa Cruz andaba entre balas, tú estabas en Peña Plata.

Aquel padeciendo hambre y sed, y tú con la barriga llena. Gallina, café, coñac, tanto en los días festivos como en los días de labor”. Cuando terminó la guerra, comió como otros muchos el pan amargo de la emigración. Vivió un tiempo en Dax, sintiendo haber dejado su familia en poco menos que en la miseria.

A pesar de todo, años más tarde, Dorronsoro había de pensar en un nuevo alzamiento con el fin de recuperar sus queridos fueros, abolidos en 1876. Aquel hombre que en sus años de juventud no había participado en la Primera Guerra Carlista mostraba nuevos bríos en la vejez lanzándose a una empresa bastante descabellada. Parece ser que llegó a ser la cabeza civil de una sublevación fuerista, pero a última hora, por pura fatiga, renunció al empeño.

El 16 de octubre de 1880, en su lecho de muerte, según se dijo, mandó llamar a sus hijos para hacerles gritar por tres veces “¡Viva el Rey!”.

 

Obras de ~: Guipuzcoanos, Tolosa, 1869; Breves palabras sobre las afirmaciones que la Diputación foral ha estampado en el recurso elevado al Gobierno, solicitando la aprobación del acuerdo de las juntas de Fuenterrabía y la de sus actos en el arreglo del culto y fuero, Azpeitia, Pablo Martínez, 1870; Lo que fueron los Reyes de España y lo que ha sido el liberalismo para con los fueros de Guipúzcoa, Azpeitia, Pablo Martínez, 1870; A los carlistas, Bayonne, Lasserre, 1872; Guipuzcoanos, Oyarzun, 1873.

 

Bibl.: T. Eguibar y Amantegui, Nos hace hablar el Señor Dorronsoro, Ciboure (Francia), 1873; A. Pirala, Historia Contemporánea, Anales desde 1843 hasta la conclusión de la última guerra civil, t. V, Madrid, Tello, 1876; F. Melgar, Pequeña historia de las guerras carlistas, Pamplona, Gómez, 1958; F. Rodríguez de Coro, Guipúzcoa en la democracia revolucionaria, San Sebastián, Caja de Ahorros Municipal, 1980; San Sebastián, Revolución liberal y Segunda Guerra Carlista, San Sebastián, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1988; V. Garmendia, “Miguel Dorronsoro y Ceberio. Un estadista guipuzcoano hace un siglo”, en Revista Sancho El Sabio de Vitoria, IV (1994), págs. 51-103; Jaungoicoa eta Foruac. El carlismo vasconavarro frente a la democracia española (1868-1872), Bilbao, Universidad del País Vasco, 1999.

 

Vicente Garmendia

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