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Salvador Hedilla Pineda

Biografía

Hedilla Pineda, Salvador. Castillo de Siete Villas (Cantabria), 9.XI.1882 – Barcelona, 30.X.1917. Aviador y diseñador de aeroplanos.

Sus padres eran pequeños labradores y ganaderos, transcurre su infancia en su pueblo natal, ayudando a sus progenitores en las faenas propias del campo y en casa de su abuela materna en Ambrosero, donde pasaba largas temporadas.

No cabe duda que no era ésta su vocación, pues a los 17 años, de acuerdo con la tradición de la tierra, abandona la casa de sus padres y emigra a América.

En la República Argentina, concretamente en Buenos Aires, trabaja en una empresa de ferrocarriles en cuyos talleres se le despertó una gran afición a la mecánica, técnica para la cual estaba especialmente dotado.

Con sus pequeños ahorros adquiere una bicicleta con la que participa en numerosas pruebas deportivas.

Con los premios que consigue compra varias bicicletas con las que monta un negocio de alquiler de bicicletas y un taller de reparación que es de los primeros en instalarse en la capital porteña. Su espíritu inquieto le lleva a, sin dejar el ciclismo, participar en pruebas de motorismo, en las que alcanzó un éxito considerable. En 1903 establece el récord de velocidad en el trayecto Buenos Aires-La Plata (80 km), rodando a una media de 120 km/h. En este mismo año transforma su taller de bicicletas en taller-garaje de automóviles. Salvador Hedilla inicia su participación en pruebas automovilísticas en las que, en 1911, establece la marca de 150 km/h en la prueba “kilómetro lanzado”.

En los comienzos de la segunda década del siglo xx todo el mundo habla de aviación. Los nombres de Wright, Santos Dumoat y algunos otros suenan a ambos lados del Atlántico, y se conocen sus proezas.

Hedilla se entusiasma con la naciente aviación y en 1913 liquida su taller de bicicletas, el de automóviles y vende todas sus motos. Con el producto que obtuvo de sus ventas regresa a Europa con el propósito de hacerse aviador.

Después de visitar a sus padres en Castillos se dirige a Issy les Molineaux (Francia) y se matricula en la escuela de pilotaje de Robert Morane. En este centro permanece recibiendo instrucción que le permitiera lanzarse “solo” al aire, pero como la enseñanza se alarga y su pequeña fortuna se iba reduciendo de forma alarmante decide autodarse la “suelta” y volar solo, realizando este primer vuelo en solitario con habilidad y seguridad. Pocos días más tarde, el 5 de agosto de 1913, se encamina al aeródromo de Port Aviation en Juvisy (Francia), donde obtiene el brevet (título) n.º 41 de Francia, con esa fecha y con ese número figura su nombre en la lista de pilotos del Real Aero Club de España.

En Francia, Hedilla adquirió un vetusto y no muy seguro Morane-Borel, sus recursos no dieron para más, que fue transportado a Gijón donde se disponía a realizar sus primeras exhibiciones aéreas en España.

El domingo 19 de octubre de 1913 inició la primera de las exhibiciones que pensaba realizar en esta ciudad asturiana. Los beneficios los cedió a la Asociación de la Caridad gijonesa, con lo que conseguía adquirir cierta fama y así poder llegar a Santander con una popularidad de aviador muy habilidoso y muy bravo.

Después de efectuar tres vuelos en Gijón, donde los diarios gijoneses le dedicaron mucho espacio para resaltar las magníficas exhibiciones realizadas, Hedilla transporta su aeroplano a Santander, donde inicia sus vuelos una semana más tarde. Los comienzos no fueron muy alentadores, pues en el primer vuelo sufrió un accidente que, aunque resultó ileso, necesitó varios días para reparar el aparato. El siguiente domingo pudo realizar varios vuelos en la capital cántabra que permitieron fuera conocido por sus paisanos. Desde este día y en los meses siguientes fueron frecuentes los vuelos en Santander y provincia, no todos felizmente terminados pues el motor del Morane-Borel era un nido de frecuentes averías.

Estas circunstancias hacen que Hedilla decida adquirir otro aeroplano para dar de sí todo lo que él llevaba dentro. El 25 de noviembre sale en automóvil hacia París donde compra su nuevo aeroplano.

Se decide por un Morane-Saulnier que, el 11 de marzo de 1914, está listo para ser probado en Zarauz.

La mala suerte hace que en este primer vuelo un fallo del mando de alabeo obligue a un aterrizaje de mala manera, que destroza completamente el aparato aunque Salvador quedara ileso.

Con este percance, Hedilla ve cómo desaparece la “fortuna” que había juntado para la compra del avión.

Santander entero se vuelca en organizar espectáculos para reunir el dinero suficiente para que pudiera adquirir un nuevo aparato. En mayo regresa a España volando en su recién adquirido monoplano Vendôme.

En Zarauz organiza un “recital” aeronáutico con el que empieza a obtener algún beneficio a la vez que popularidad. El 4 de mayo llega a El Sardinero, donde aterriza magistralmente.

El Santander, nombre con el que Hedilla bautiza su monoplano biplaza, realiza una serie de vuelos en la capital cántabra y provincia. Se inician con un festival en los Campos del Sport, en El Sardinero, el 17 de mayo, donde cientos de santanderinos presenciaron las proezas del aviador. Cuatro días más tarde participa Hedilla con su Santander y el célebre Juan Lombo con el San Ignacio. Después de un primer vuelo con un pasajero, cuando intentaba despegar para un segundo vuelo con una pasajera, capotó, resultando el piloto y su acompañante ilesos.

Estos vuelos en Cantabria hicieron sonar el nombre de Hedilla fuera de los límites de su región, fue la primera vez con ocasión de la Semana de Aviación que, para realzar las fiestas del Corpus, había organizado la ciudad de Granada. En el aeródromo de Armilla se reúnen los más famosos pilotos españoles y algunos extranjeros. Numerosas pruebas tuvieron que realizar los aviadores (de clasificación, velocidad de precisión...).

Terminado el certamen, queda Salvador clasificado en cuarto lugar, recibiendo las 2.000 pesetas correspondientes a este puesto.

En este tiempo, el Real Aero Club de Santander crea la Copa Montañesa de Aviación, que fue sin duda el certamen de aviación más importante convocado hasta entonces en España. El trofeo sería una copa regalada por el Rey un premio en metálico de 8.000 pesetas.

Este certamen atrajo a Hedilla que pensó que, realizando el regreso a Santander desde Granada, cumplía con las condiciones de hacer en una sola jornada un recorrido lo más largo posible. Intenta el viaje el 27 de junio pero en Madrid las condiciones meteorológicas le impiden continuar el vuelo. Pero, lo que no logró en este viaje, lo consigue el 31 de julio de ese mismo año 1914 cubriendo en un solo día la distancia entre Santander y Chateauneuf (Angulema, Francia). El viaje, lleno de anécdotas, pues fue hasta detenido y el avión confiscado en Chateauneuf (Francia) por creerle un espía, se desarrolló aeronáuticamente sin ningún problema, adjudicándose la Copa Montañesa justo el día que finalizaba el plazo para su obtención.

Recuperado el aeroplano, Hedilla marchó a Cuba, donde permaneció tres meses realizando numerosas exhibiciones aéreas. A su regreso a España, 1915, fue nombrado profesor de la Escuela Nacional de Pilotos de Getafe, donde alternó sus clases de pilotaje con el proyecto de un fuselaje de un monoplano de unas características verdaderamente notables.

Su experiencia aérea, tanto como piloto como diseñado de aeroplanos, hizo que la empresa Pujol, Cornabella y Cía, de Barcelona, lo contratase para construir aeroplanos y para dirigir la Escuela Catalana de Aviación.

El 2 de julio de 1916, Hedilla realizó una de sus proezas más audaces. Voló de Barcelona a Palma de Mallorca en un monoplano diseñado por él y construido bajo su dirección, uniendo por primera vez estas dos ciudades por vía aérea. Salvador Hedilla pensaba realizar el vuelo en hidroavión, pero ante la imposibilidad de efectuarlo en este tipo de aeroplano, hizo tantos kilómetros de mar en un avión terrestre.

En Mallorca le esperaban más de 20.000 personas, que le aclamaron con encendido entusiasmo. Por esta hazaña recibió la Copa del Mediterráneo, trofeo de oro donado por el Rey.

Cuando estaba disfrutando de sus triunfos y su gloriosa trayectoria de aviador, con motivo de un homenaje para recibir la copa Tibidabo que había ganado, realizó un vuelo llevando como pasajero al doctor Armangué, un entusiasta deportista y cronista aficionado e, inexplicablemente, el avión entró en picado, yendo a estrellarse junto a la desembocadura del río Llobregat.

Sus restos reposan en el cementerio de Ciriego (Cantabria) bajo un sencillo monumento rematado por un diminuto monoplano de bronce.

 

Bibl.: E. Herrera Alonso, Alas sobre Cantabria, Santander, Caja Cantabria, Obra Social, 1993; E. Herrera Alonso, Salvador Hedilla, aviador de romance, Castillo de Siete Villas, Ayuntamiento, 2005.

 

Adolfo Roldán Villén