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Pedro Asua y Mendia

Biografía

Asúa y Mendía, Pedro. Valmaseda (Vizcaya), 30.VIII.1890 – Erandio (Vizcaya), 29.VIII.1936. Sacerdote y arquitecto.

La vida de este vizcaíno fue toda ella una serena necesidad de la armonía. Nacido en Valmaseda, provincia de Vizcaya, el 30 de agosto de 1980, fue el quinto hijo de Isidro Luis de Asúa y Francisca Mendía, buenos cristianos de posición social acomodada. El 4 de septiembre del mismo año fue bautizado con el nombre de Pedro León Juan en la pila bautismal de la parroquia de San Severino de la villa de Valmaseda.

Alumno primero de las Hijas de la Cruz, donde hizo la enseñanza primaria, pasó después a cursar toda la secundaria con los jesuitas en el colegio de Orduña, el 21 de septiembre de 1900. Pedro, a la mutación de sus apariencias físicas sumó todas las del alma, en los seis años que allí pasó. El jesuita Bianchi lo calificaba, en 1904, como “modelo de buenos colegiales”.

Cargado de razones y motivos, se decidía por la carrera de Arquitectura, trasladándose a Madrid, junto a su familia, en la calle Mayor, 76, Plaza de la Villa, frente al ayuntamiento. Consciente de las exigencias de su vocación, se entregó de lleno a los libros, dibujos, diseños y proyectos, sabedor de que lo importante es lo que se tiene en la cabeza. El 11 de marzo de 1915 recibía el título de arquitecto. Ya desde el primer año de su ejercicio se dedicó a la construcción del Coliseo Albia de Bilbao, entrando como socio en la llamada Sociedad Bilbaína. Después, en 1917, realizaba en Madrid varias obras: reformas de diversas casas, el frontón Jai Alai, para comenzar enseguida los trabajos de las espléndidas Escuelas Mendía en Valmaseda, costeadas por su tío Martín y que, dirigidas por los hermanos maristas, acogerían a casi toda la población escolar masculina del pueblo.

En 1911 y 1912 Pedro vivió en Madrid toda la bronca de la Ley de Asociaciones y Congregaciones Religiosas, denominada popularmente “La Ley del Candado”, sin poder guardarse sus afectos y aficiones a favor de los religiosos. A los veintiún años, Pedro figuraba entre los alumnos de Historia del Arte que realizaron un viaje de estudios a Egipto y Túnez. A su vuelta traía prendido un rejón en sus decisiones.

Escribía en su diario: “Sólo una honda pena traje a Madrid: la de que, habiendo estado en Egipto, no hayamos podido contemplar esos sorprendentes y maravillosos monumentos, levantados en la Tebaida al calor de una gran fe religiosa, y que son demostración palpable de la estrecha unión y absoluta correspondencia que existe entre las creencias y aspiraciones de un pueblo y las diversas manifestaciones de sus artes”.

Había llegado, pues, la hora de violar sus fronteras interiores y sacarle a la arquitectura el brillo del sacerdocio.

Cursó estudios de Latín en el seminario menor de Gordejuela (Vizcaya), en 1919; Filosofía en el seminario de Aguirre de Vitoria, en 1920-1921; Teología en el seminario conciliar de Madrid, en 1922; y en el seminario conciliar de Vitoria en 1923, ordenándose sacerdote en esa ciudad ese mismo año, el 14 de junio.

La diócesis de Vitoria reconoció enseguida las dulzuras de su buen hacer como arquitecto, siendo muy grandes las gestiones de Pedro en este campo. Su chofer decía con gracia: “Desde que don Pedro es arquitecto, todas las torres de la Diócesis se han inclinado”.

El 21 de septiembre de 1930 se inauguraba el seminario de Vitoria, una de sus obras más prestigiosas, en presencia del rey Alfonso XIII, el nuncio Tedeschini, el obispo Múgica Urrestarazu y otras autoridades.

Después fueron los planos para la reforma del seminario de Santiago de Compostela o el de Oviedo, así como el de Saturrarán o el convento de clarisas de Cantalapiedra y otros. El Vaticano le nombró camarero secreto supernumerario, en 1932, como muestra de agradecimiento. Consta que Pedro asistió a la canonización de san Juan Bosco en Roma, 1934, revestido de sus hábitos y formó parte del cortejo papal, dado el afecto que sentía por el padre y maestro de los jóvenes obreros.

El año de 1936 se emboscó de pesadillas. El caso es que los restos de un sacerdote tan comprometido como él con la redención y escolarización de los hijos de los obreros en Valmaseda o La Robla aparecieron en las cercanías de Liendo (Cantabria), en el monte Candina cerca de la carretera, el 31 de julio de 1938. Se supone que había muerto el mismo día 29 de agosto de 1936, día en que fue arrestado por un grupo de incontrolados en Erandio, en casa de sus tías.

 

Bibl.: J. Goicoecheaundía, Arquitecto y sacerdote, Mons. Pedro de Unsua y Mendia, San Sebastián, Gráfico Editora, 1944; Biografía del Ilustrísimo y Reverendísimo, Mons. Don Pedro de Asua y Mendía, Vitoria, Montepío Diocesano, 1955; Posiciones o artículos para el proceso sobre la fama de santidad, virtudes y milagros del siervo de Dios, Mons., Pedro de Asua y Mendia, sacerdote secular, Vitoria, 1958.

 

Francisco Rodríguez de Coro, SDB

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