Quinto y Guíu, Agustín de. Caspe (Zaragoza), 20.I.1774 – Zaragoza, 14.XI.1827. Político, agrónomo.
Descendiente de la familia poseedora del señorío de Quinto, el joven Agustín estudió Gramática en esta ciudad, y posteriormente marchó a Zaragoza, en cuya Universidad cursó Filosofía, Teología, Cánones y Derecho Civil. Después de unos años en que opositó a diferentes doctorales catedralicias —entre ellas Barbastro, Daroca, Zaragoza y Lérida—, abandonó la posibilidad de las prebendas por el ejercicio de la profesión de abogado en Caspe.
Con el comienzo de la invasión francesa, fue comisionado por la ciudad del compromiso para ejercer funciones de comisario de guerra y auditor del teniente coronel Elola, al mismo tiempo que se le encargaba la defensa de la ciudad. Tras la derrota y capitulación de la misma, formó parte del grupo de notables afines al gobierno del nuevo monarca José I, y comenzó una peculiar carrera administrativa que inició con el nombramiento de comisario general de la orilla derecha del Ebro, por cuyos servicios Napoleón I le concedió la Cruz de la Orden Real de España. El gobernador general de Aragón, general Suchet, le designó director general de seguridad del Reino de Valencia. Allí frecuentó las tertulias del librero Faulí con personajes de relevancia liberal como Marchena, Moratín o Meléndez Valdés. En 1814, y tras el repliegue francés, se exilió en Perpiñán, donde mostró su animadversión al régimen absoluto de Fernando VII y parecía estar implicado en la trama conspirativa y revolucionaria de los refugiados españoles dirigida por Mina para reinstaurar la constitución liberal. Marchó posteriormente a Bagneres y, siguiendo las disposiciones del prefecto del departamento del Droma, se ocupó de las labores de organización e intendencia de los víveres, así como de la seguridad pública, durante la dominación austríaca de la zona. Como recompensa a sus servicios obtuvo la Cruz de la Legión de Honor.
De estos años en el exilio data la mayor parte de su obra impresa, con especial dedicación a compendios agraristas que, siguiendo la estela de los tratados de Arias o Boutelou, pretendían mejorar la explotación de la tierra a través de la difusión tanto de los avances técnicos de la llamada nueva agricultura (rotación de cultivos, abonos, riegos, etc.), como de principios morales entre los propietarios de la clase media rural, pero sin atisbar ninguna preocupación por la estructura económica o la propiedad de la tierra. Quinto adopta así un tono paternalista y moralizante, en el que las ideas liberales dejan paso a una visión más pragmática, quizá consciente del limitado alcance de la revolución agrícola que debería acompañar la profundización en las reformas técnicas. La obra más destacada, Curso de agricultura práctica, le permitió su nombramiento de socio correspondiente de la Sociedad Central de Agricultura de París, y fue traducida al francés por un agrarista de primera fila, François de Neufchateau, con quien pudo haber mantenido contactos.
Con la amnistía de octubre de 1820 regresó a España dando muestras de un liberalismo exaltado a tenor de la posible autoría de una Defensa de tres puntos de nuestra Constitución, impresa en Zaragoza en el mismo año, y de sus colaboraciones en el diario fundado por el también afrancesado Javier de Burgos Miscelánea de Comercio, Artes y Literatura. Durante este mismo año publicó numerosos artículos en el Diario de Zaragoza con el seudónimo de El Montañés de Sobrarbe. En agosto de 1821 participó en el recibimiento que la Tertulia Patriótica de Alcañiz dispensó al general Riego.
Mientras tanto, para garantizar su supervivencia política, como otros tantos exiliados, pasó un proceso de depuración que finalizó con una sentencia absolutoria del Supremo Tribunal de Justicia, tras justificar sus actividades durante la dominación francesa. De regreso a Caspe, y a raíz de una epidemia de fiebre amarilla que asolaba la zona de Mequinenza, la Junta Superior de Sanidad le encargó la coordinación de las medidas sanitarias que impidieran su expansión, labor que llevó a cabo con gran éxito. Los tiempos de zozobra que se vivieron durante el Trienio le condujeron a establecer residencia en Zaragoza, donde se incorporó a su Colegio de Abogados. En la capital del Ebro fue nombrado individuo de la Junta General de Beneficencia, con el encargo de organizar la contabilidad de la misma. El comienzo de la Década Ominosa le obligó a tomar por segunda vez el camino del exilio a Bagnères, hasta que en marzo de 1825 reemprendió el regreso. Los últimos años de su vida transcurrieron en Zaragoza, donde ejerció las funciones de administrador y consultor de numerosos personajes de relevancia, como el inquisidor general, las casas de Villahermosa, Montijo, Alagón, Sástago, Híjar y Aranda, así como del duque de San Fernando, la princesa de la Paz y la condesa de Chinchón, estos últimos con respecto a los negocios jurídicos en el territorio aragonés.
Obras de ~: Curso de agricultura práctica, conforme a los últimos adelantamientos hechos en esta ciencia, y a las mejores prácticas de Europa, Madrid, Imprenta Collado, 1818, 2 vols.; El Barón de Robinski o la moral del labrador, Madrid, Imprenta Collado, 1818; “Agronomía”, en Miscelánea de comercio, artes y literatura de Madrid, diciembre de 1819; Discurso de un magistrado de Andalucía en defensa de los españoles que sirvieron empleos en las provincias ocupadas por las armas francesas, y que se sometieron al Conquistador, Bayona, Imprenta de Lamaignere, 1819; Defensa de tres puntos de nuestra Constitución, Zaragoza, 1820; Oración de Cicerón en favor de la amnistía después de la muerte de César, Zaragoza, 1820; Sermones del Señor Juan Bautista Carlos María de Beauvais, obispo de Sener y predicador de Luis XV, rey de Francia, Zaragoza, Imprenta de Francisco Magallón, 1826-1827, 2 vols.; Reglamento de la Junta de Beneficencia de Zaragoza para el gobierno de la Real Casa de la Misericordia, Zaragoza, s. f.; Manifiesto de la Junta de Beneficencia de Zaragoza al Ayuntamiento de la misma sobre el estado de los establecimientos piadosos de dicha ciudad, Zaragoza, s. f.; Exposición sucinta de la conducta política y moral de D. Agustín de Quinto en los diferentes empleos que ha tenido en España durante la dominación francesa, s. l, s. f.
Bibl.: F. Latassa y Ortín y M. Gómez Uriel, “Quinto, Agustín de”, en Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses, Zaragoza, Calixto Ariño, 1886, págs. 4-6; E. Lluch Martín y Ll. Argemí d’Abadal, Agronomía y fisiocracia en España (1780-1820), Valencia, Institució Alfonso El Magnànim, 1985; J. F. Fuentes, José Marchena. Biografía política e intelectual, Barcelona, Crítica, 1989; A. Gil Novales, “Quinto, Agustín”, en Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid, Ediciones El Museo Universal, 1991, pág. 544.
Luis Blanco Domingo