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Pedro López de Luna

Biografía

López de Luna, Pedro. ?, s. m. s. XIII – 22.II.1354. Arzobispo de Zaragoza y canciller de Pedro IV.

Los Luna fueron, en la Baja Edad Media, uno de los más poderosos linajes de ricos-hombres aragoneses. La familia estaba dividida en tres ramas principales que llevaban el mismo patronímico de Luna, pero con apellidos diferentes y símbolos heráldicos distintos: la rama de los López de Luna, de la cual descendía el biografiado; aquella de los Martínez de Luna, entre los cuales se distinguió el cardenal de Aragón Pedro de Luna, que fue Pontífice durante el cisma de Occidente con el nombre de Benedicto XIII; la de los Fernández de Luna, cuyo representante más prestigioso fue el arzobispo de Zaragoza Lope Fernández de Luna, canciller de Pedro IV de Aragón.

Pedro López de Luna, según lo que refiere Zurita, era un hombre “de gran linaje”. Era el hermano de Artal de Luna, quien murió en Cerdeña durante la expedición militar del infante Alfonso, y tío del conde Lope de Luna, quien vivió en la primera mitad del siglo XIV, conocido sobre todo por haber apoyado a Pedro IV en la lucha en contra de la Unión aragonesa y por haber derrotado a los “unionistas” en la batalla de Épila en 1348; buen éxito que le valió el título de conde y una boda real para su hija María, que se casó con el infante Martino, el futuro rey Martino I.

Sobre Pedro López de Luna no se tienen muchas noticias biográficas: se desconoce la fecha y el lugar de su nacimiento. Abrazada la carrera eclesiástica, fue abad del monasterio de Montaragón, en la diócesis de Huesca, y obtuvo luego por el papa Juan XXII la sede arzobispal de Zaragoza (23 de julio de 1318). El Pontífice, autorizando una petición del mismo arzobispo, a través de una disposición del 13 de septiembre de 1326, le permitió cuidar de la educación de los hijos del Rey y de sus mismos parientes, permitiéndole hacerlo como particular y no en calidad de arzobispo, en derogación de lo dispuesto por las leyes canónicas que lo prohibían. Alfonso el Benigno le nombró su canciller el día 25 de noviembre de 1327; ostentaba aún el cargo cuando fue proclamado rey Pedro IV, quien le confirmó en el oficio el 1 de marzo de 1336. Apoyó con vigor al partido del nuevo Soberano en contra de las pretensiones sucesorias de su tío, Pedro de Ribagorza, segundón de Jaime II, y de su madrastra, Leonor de Castilla, segunda esposa de Alfonso IV, la cual apoyaba las ambiciones territoriales de sus hijos Juan y Fernando, quienes habían recibido en donación de su padre ciudades y castillos. Pedro IV, después de la muerte de su padre, se proclamó Rey sin titubear y empezó a contrastar a su tío y a su madrastra con el apoyo del arzobispo de Zaragoza, sobre quien, en poco tiempo, iban confluyendo las tensiones del conflicto familiar.

Los adversarios de Pedro IV formularon delante del papa Benedicto XII tantas acusaciones en contra del prelado, capaces de fomentar la discordia y de socavar la paz, que el Pontífice le llamó a Aviñón para que se disculpase. Pedro López de Luna retrasó su partida, mientras que el Rey intentaba sostener su defensa a través de sus propios emisarios cerca de la Curia de Aviñón. Considerando las dificultades para alcanzar una resolución pacífica, el Soberano decidió nombrar canciller a su tío Pedro de Ribagorza; mientras tanto, el arzobispo de Zaragoza se fue a Aviñón, donde fue procesado y declarado inocente pero no rehabilitado. El Papa le impidió, de hecho, ocupar cargos públicos por sus continuas ausencias de su propia diócesis.

Pedro López de Luna quedó muy decepcionado por el trato recibido y se quejó ante el Rey por haber sido reemplazado como canciller. El Soberano intentó calmarle explicándole que le había destituido por su ancianidad, y en los meses siguientes se esmeró de todas maneras para volver a establecer la paz entre su tío y el arzobispo. Con este fin, envió a Zaragoza el rector de Balaguer, para que intentara solucionar la controversia entre los dos personajes. En agosto de 1339, cuando ya se acercaba la fecha del homagium en favor del Pontífice para el Regnum Sardiniae et Corsicae, el Rey rogó al cardenal Bertrán de Monte Faventio que le justificara delante del Papa por su retraso debido a la necesidad de dar la precedencia a la pacificación de su tío con el arzobispo. Le pidió luego a Pedro López que le acompañara a Aviñón y rogó a sus tíos Pedro y Jaime que se fuesen a Montserrat en el día de la fiesta de Santa María en septiembre (8 de septiembre de 1339), en que fue celebrada la paz entre los dos contendientes, confirmada por la boda de la infanta Juana de Aragón, hermana de Pedro IV, con Lope de Luna, sobrino del arzobispo.

En poco tiempo, Pedro de Ribagorza dejó el encargo de canciller para retirarse en un convento, pero el regreso de Pedro López de Luna a dicho oficio no fue inmediato, porque el interdicto del Papa seguía estando vigente. Sólo durante el pontificado de Clemente VI el arzobispo de Zaragoza fue rehabilitado y pudo, en fin, volver a ocupar cargos públicos (3 de julio de 1342). Se tienen noticias de su actividad como canciller durante el año 1343, no hay fuentes que atestigüen su permanencia en el cargo hasta su muerte, el 22 de febrero de 1345.

Las enseñas familiares de los López de Luna fueron una media luna abatida, jaquelado de oro y de sable en campo de plata.

 

Bibl.: P. C. E ubel, Hierarchia Catholica Medii Aevi sive summorum pontificum S. R. E. cardinalium, ecclesiarum antistitum series ab anno 1198 usque ad annum 1431 perducta, Monasterii, Et typis librariae Regensbergianae, 1898 (reimpr. Patavii, 1968, vol. I, pág. 153); J. Rius Serra, “L’arquebisbe de Saragossa, canceller de Pere III”, en Analecta Sacra Tarraconensia, Anuari de la Biblioteca Balmes (Barcelona), vol. VIII (1932), págs. 1-62; F. Sevillano Colom, “Apuntes para el estudio de la Cancilleria de Pedro IV el Ceremonioso”, en Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid), vol. XX (1950), págs. 20 y ss.; R. Tasis, La vida del rei en Pere III, Barcelona, Editorial Aedos, 1961 (2.ª ed.), págs. 34-35, 42-48 y 51; J. Zurita, Anales de Aragón, ed. de A. Canellas López, Zaragoza, Institución Fernando El Católico (CSIC), 1973, vol. VI, cap. XXII, pág. 46; vol. VII, cap. XXXI, pág. 201.

 

Luisa d’Arienzo

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