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Ponce de Copons

Biografía

Copons, Ponce de. Tortosa (Tarragona), s. m. s. xiii – Poblet (Tarragona), 1348. Abad cisterciense (OCist.).

Nacido de noble familia en Tortosa, seguramente en la comarca de la Ribera en la segunda mitad del siglo xiii. Finestres lo documenta ya en 1299, cuando ya es monje profeso de Poblet, como abad de la casa filial de Benifassà, fundada por Poblet en 1236 y situada en el maestrazgo castellonense, entre los años 1311-1316, y después de Poblet mismo desde 1316 hasta 1348 lo que constituye el abadiato más largo (treinta y dos años) de la historia de la casa hasta hoy.

Es la época de máximo esplendor del monasterio, en el orden humano, económico, político, e incluso artístico.

Desde 1347 recibió de Clemente VI la autorización —cosa desconocida en la orden hasta entonces— para el uso de las insignias pontificales, dada la importancia del monasterio y su condición de panteón real, tal como recuerda el padre Lekai.

La comunidad constaba en su época de un centenar de monjes, y más de cuarenta hermanos legos o conversos.

Parece que la vida comunitaria era correcta, aunque una visita regular del abad de la casa madre de Fontfroide en 1346, advierte en especial sobre la guarda del silencio y la absoluta prohibición de que entrasen mujeres —las contratadas para labores agrícolas, en especial con la recogida de las cosechas— en las granjas del monasterio (dirigidas en general por un hermano grangiarius, y algún ayudante converso también, o seglar), y —cosa más seria— exige severamente la carta de visita, que el enfermero tenga la máxima cura para con los monjes enfermos, y que los provea con toda caridad de “[...] carnes, azúcar, jarabes y de m’sads cosas necesarias [...]”, y lo mismo para con los legos.

Precisamente, sólo dos años después, en 1348, asoló el monasterio una trágica epidemia de peste negra, o bubónica, que acabó con la vida de cincuenta y nueve monjes y treinta conversos, número que incluye al propio abad, que vio interrumpida así su obra máxima, la del precioso cimborrio de la casa sobre el crucero de la iglesia mayor (que los abades posteriores, hasta la reciente restauración completa, se limitaron a dotar modestamente de un piso más con ventanitas ojivales de ladrillo y del tejado). Murió él, en efecto, y también su mismo sucesor, el padre Bernardo de Palau, que apenas duró una semana después de su elección. Lógicamente, el siguiente abad, Arnaldo d’Eixamús (1348-1361) hubo de hacerse cargo de la terrible situación, con la pérdida de tantas vidas, y la subsiguiente sacudida económica. Con todo, Poblet mostrará pronto su vitalidad ya durante el abadiato después de Guillermo d’Agulló (1361-1393), de casi igual duración que el de Copons, durante el cual, el rey Pedro el Ceremonioso hizo construir la importante e imponente muralla interior de Poblet, flanqueada por trece torres, entre las que destacan las dos de la puerta real, con foso, puente levadizo y poterna (quedó tapiada hasta tiempos modernos la puerta de la iglesia), así como los panteones reales.

De 1318 es la compra del castillo y la villa de Castellserà, con todos sus derechos y rentas. Y seguramente del mismo año es la compra que hizo el abad Copons de otros dominios, como La Fuliola y Tornabous, Bellmunt y Butsènit, así como la permuta del castillo de Rubinat por la villa de Boldú. Quedaba así consolidado un extenso dominio con la granja de Barbens en la comarca de l’Urgell, de secano entonces, antes de la construcción en nuestros días del canal.

En concreto, Castellserà, el tercer dominio de Poblet en importancia en Cataluña (mucha mayor riqueza significan los valencianos de Quart —hoy Quart de Poblet— y Aldàia, en estrecha relación con el priorato de Sant Vicent de l’Horta o de la Roqueta, ahora dentro ya de la ciudad de Valencia) tras Verdú y Vimbodí, costó un total de 70.000 sueldos jaqueses pagados por etapas (ya en 1318 entregó 30.000).

Es por entonces cuando comienza también el complejo ceremonial por el que el abad recibe “sagrament i homenatge”, ore et manibus por parte de los cabezas de familia de sus dominios, que le reconocen como su señor, con amplia jurisdicción pública (así consta, que lo prestaron en 1316 El Vilosell, la Pobla de Cérvoles, Vinaixa, Vimbodí, Tarrés y Senan, de las baronías de las Garrigues y del monasterio, y en 1318, Castellserà, de la de l’Urgell).

Para lo relativo a las construcciones —citada ya antes la culminante, y última, del cimborrio—, usa de dos estilos, el gótico primero, borgoñón o cisterciense, de transición, muy austero, como se observa en las dos grandes salas de los lagares, con arcos apuntados que arrancan directamente de las paredes, o la de la panadería, cuyos arcos torales arrancan directamente del suelo, en ambos casos sin ménsulas ni ornamento alguno; y el gótico pleno, francés o florido, que puede verse en el atrio, con sus elegantes y finas arquerías y bóveda de crucería, en la sala abacial junto al sobreclaustro, en el ala sur de la iglesia, para adosar capillas que hicieran posibles las diversas misas, cuando se había multiplicado el número de monjes presbíteros, y evidentemente no existía todavía la concelebración (lo que, por cierto, estuvo a punto de destruir la iglesia misma, cuando la nave central se abrió peligrosamente por arriba, lo que se solucionó construyendo sólidos contrafuertes en el cementerio adyacente de conversos), y por último el bellísimo cimborrio octogonal, con grandes ventanales de ojiva, donde se alternan en la parte superior los calados trilobados y cuadrilobados.

Y es curioso que su hermana, la abadesa de Vallbona Elisenda de Copons, que murió el mismo año que él y gobernó de 1340 a 1348, construyera también el bonito cimborrio de su casa.

Uno de sus monjes, Guillermo de Ripoll, maestro en Teología por la Universidad de París en 1330, es designado en 1336 lector en la Universidad de Tolosa del Lenguadoc, y allí examina como teólogo los escritos del papa cisterciense Benedicto XII sobre la visión beatífica. Otro monje de Poblet, fray Juan Malet, lector en la de París, fue enterrado con hermosa lauda sepulcral (hoy en el Museo de Cluny), en el Colegio de San Bernardo de la capital. Murió en 1333.

Una carta del rey Pedro el Ceremonioso escrita a los abades de Poblet y Santes Creus en 1342 expresa la devoción que siente por la Orden, y cómo desea poder rezar el Breviario cisterciense. Consta, en todo caso, que lo enviaron, y en 1347 envió igualmente el padre Copons un epistolario y un evangeliario para la capilla real.

Las primeras de las grandes crónicas catalanas, la de Jaime I, el Libre dels Feyts, fue elaborada por el escribano Celestí Destorrents, en Poblet precisamente, en época del abad Copons. Es el manuscrito catalán más antiguo que de ella se conserva hasta la exclaustración, antes en Poblet y actualmente en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, con dos miniaturas, una original (el Rey coronado y sentado en su trono), y la otra copia posterior (una escena de caza). Existe hoy una bella edición facsímil de la misma, con prólogo del profesor Martín de Riquer, y descripción de Rosalía Guilleumas.

 

Bibl.: J. Finestres, Historia del Real Monasterio de Poblet, vol. III, Cervera, Manuel Ibarra, 1753-1756, págs. 136-162; A. Rubió i Lluch (ed.), Documents per a la Història de la Cultura Catalana Medieval, vol. II, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1908-1921, págs. 80-82; L. Domènech i Muntaner, Història i Arquitectura del Monestir de Poblet, Barcelona, Montaner y simón, 1925, passim; P. Bohigas, La ilustración y la decoración del libro manuscrito en Cataluña, Parte II, período Gótico y Renacimiento, vols. I y II, Barcelona, Seix Barral, 1967; A. Altisent, “Copons, Ponce de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Suplemento, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 229; Notes de cultura i art de Poblet (s. xii-xvii), Poblet, Abadía, 1974, págs. 133-212; A. Altisent, Història de Poblet, Poblet, Abadía, 1974, págs. 214-216, 223-233, 261-263 y 308-312, passim.

 

Alejandro Masoliver, OCist.

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