Amer, Pedro de. Amer (Gerona), m. s. xiii – El Puig de Santa María (Valencia), 8.VI.1301. Cuarto maestre general de la orden de la Merced (OdeM) y su primer legislador.
El primer dato rigurosamente histórico que se conoce de fray Pedro de Amer es que el 2 de enero de 1268 regentaba la encomienda de Sarrión, Teruel; como tal figuraba en los establecimientos de sendos patios que realizaba en Valencia fray Guillén de Issona, comendador de Valencia y de El Puig, a Guillermo Carbonell y a Pedro Rosell. Desaparece, sin que se sepa más de él, hasta que aparece en el gobierno supremo de la orden, pero sin duda se halló en cargos y cometidos que evidenciaron su valía, pues, de otra manera, no lo hubieran elegido general. Los historiadores mercedarios lo consideran catalán, y su apellido bien puede indicar que procedía de Amer, población de la provincia de Gerona.
El 2 de julio de 1271 lo designaron maestre general los sufragios del Capítulo, que presidiría el prior general fray Guillén de Issona. Los electores buscaron desde luego un maestre que fuera capaz de imprimir dinamismo a la orden, pero, sobre todo, le investirían para que elaborara unas constituciones, pues la Merced, con cincuenta y tres años de existencia, no disponía aún de un cuerpo jurídico propio. Y de inmediato se lanzó al cometido y recorrió los cuarenta y ocho conventos existentes, recogió los usos y costumbres de las comunidades, observó las necesidades de los frailes y ordenó los decretos emitidos por sus predecesores. El 1 de mayo de 1272 pudo presentar al Capítulo General unas constituciones.
Pedro de Amer, joven sin duda y emprendedor, resultó el hombre providencial que puso a su orden, desde el primitivo estado carismático y provisional, en el camino institucionalizado y perenne. Eso son las Constitucions dels pares antichs de l’orde de la verge Maria de la Merce, dels catius christians, el texto más importante y señero de la Merced en sus casi ocho siglos de existencia, pues recoge el espíritu genuino del fundador san Pedro Nolasco, aporta las esencias más puras del carisma mercedario, destila el perfume de una disciplina exigente y de una piedad sencilla.
Estas Constitucions van precedidas de un prólogo que presenta a san Pedro Nolasco, “servidor, mensajero, fundador y adelantador de Dios”, llevando a cabo, por disposición de la Trinidad, una obra redentora paralela a la realizada por Cristo y para cuyo logro los mercedarios, como verdaderos hijos de verdadera obediencia, han de estar siempre alegremente dispuestos a dar la vida, si fuere necesario, al igual que Jesucristo la dio por nosotros. A lo largo de sus cuarenta y nueve capítulos, esta legislación muestra a la Merced fragante, pobre, austera, democrática, concienciada de una misión divina, consagrada por entero a la redención de cautivos, integrada por religiosos (algunos clérigos, la mayoría legos), religiosas y seglares comprometidos.
Fray Pedro de Amer, después de promulgar las constituciones, se dio a su función de velar por la adecuada observancia y el mejor desarrollo del instituto.
Hay bastantes testimonios de su afán, en forma de transacciones, compraventas, aceptaciones de donaciones, que el maestre iba suscribiendo juntamente con los conventuales de los cenobios visitados. Estos diplomas permiten rastrear el movimiento de Pedro de Amer. El 8 de octubre de 1272 se hallaba en Valencia, adonde le trajeron, para su ratificación, el importante contrato que, en su nombre, había realizado aquel mismo día fray Guillermo de Castellfollit, comendador y vicario de El Puig, con Pedro de Barberá; éste aportaba el dominio y los derechos sobre ocho casas y varios huertos en Boatella, Valencia, a cambio del derecho a ser sepultado en El Puig, tener una misa diaria por sí mismo y los suyos, recibir el hábito de donado, participar en los bienes espirituales de la orden, compartir pan y agua con los religiosos.
En 1273 coinciden muchos hitos históricos: el 18 de enero se encontraba en Gerona, donde Raimundo de Lepador, zapatero del lugar llamado Amer, y su esposa con toda su prole, con todos sus bienes habidos y por haber, se le entregaron para hacer perpetuamente las voluntades de dicha orden; como señal de sujeción, se obligan a entregar anualmente, en la fiesta de San Miguel, un par de capones. El 22 de julio el general en Calatayud, Eximén Pérez de Canet, para sufragio de su alma y de los suyos, funda una capellanía perpetua, asignando la renta de mil sueldos jaqueses. El 24 de octubre, en Valencia, Pedro de Barberá y su hijo Sancho hacen efectiva la donación declarada el 8 de octubre del año anterior; Barberá se había reservado el usufructo mientras viviera, pero añadiendo que, si llegaba a entregar lo prometido antes de morir, desde ese momento la Merced quedaba obligada a cumplir lo estipulado. El 27 de octubre, juntamente con los comendadores de Valencia y de El Puig y otros religiosos, el maestre acensúa una casa en la parroquia de San Juan de Boatella, Valencia, a Jaime Ferrer.
En mayo de 1275 se congregó el Capítulo General en la ciudad de Lérida, ocasión muy propicia para comprobar cómo se iban cumpliendo las nuevas constituciones.
El superior general pasó allí una temporada, pues el 28 de abril lograba allí, del rey Jaime I, privilegio de amortización; y el 5 de mayo, dentro de los actos del capítulo, expedía nombramiento de comendador de Gerona a favor de fray Pedro de Lor.
El 9 de enero de 1277 fray Pedro de Amer estaba en Agramunt; Gerarda, mujer de Guillén Guasch, le vende unas casas con el huerto contiguo en Villanova de Agramunt, por setenta sueldos. El 14 de julio Raimunda (mujer de Pedro de Argilagases y hermana de Gerarda) y su madre aprueban lo hecho por Gerarda, quien se compromete a conseguir que sus hijos Guillermo, Bartolomé, Bernardo y Pedro, cuando lleguen a edad capaz, ratifiquen la venta hecha. Pasa un tiempo hasta que se le vuelve a localizar, el 13 de marzo de 1278, en Gandía, comarca en la que se le encuentra frecuentemente, pues los generales eran también comendadores de Játiva, para mantenerse con los ingresos de esta encomienda.
El 20 de marzo de 1279, en Algar, el maestre y Beltrán de Bellpuig, con su esposa Berenguela, llegan a un acuerdo acerca de los lindes entre Torres Torres y Algar, pues eran frecuentes las reyertas entre los habitantes de ambas poblaciones por no estar clara la demarcación. Nuevamente en Játiva, el 4 de octubre de 1279 otorga poderes a Ferrer Moliner, que había ingresado como donado, para oír sentencia por cierto pleito que este último tenía pendiente con el caballero Pedro Martínez. Sigue en Játiva el 13 de noviembre, cuando da en enfiteusis a los consortes Pedro Vaquer y Elisenda las heredades de la Merced en Denia y en los lugares de Beniçarays, Ondara y Palmar. Allí mismo recibió la donación de una alquería y tierras, hecha por Pedro Bacario y otros, en Denia.
El año 1280 pasó también algún tiempo en Játiva, ya que, en fecha imprecisa, pero dentro del año, satisfecho por los buenos servicios del donado Ferrer Moliner de Çafortea, le extendió poderes para administrar las haciendas de la orden en Gandía. Parece que tuvo el Capítulo de Santa Cruz en Valencia; luego, entre el 8 y el 15 de mayo, en Tarragona, por ciento cincuenta y cinco libras menos diez dineros, compró unos censales con que estaban gravadas tres casas de la orden.
El 2 de enero de 1281, en Gandía, tiene lugar un acto de excepcional importancia para la Merced: el caballero Carroz con su hijo y la esposa de éste lega el castillo de Rebollet a fray Pedro de Amer; este castillo, fortaleza importante, fue dado por Jaime el Conquistador a Carroz. Fray Pedro aparece en Gandía el 5 de julio de 1281; con fray Guillermo de Issona, comendador de El Puig, y fray Pedro de Podio recibe de Romera, mujer de Bernardo de Peñafiel, carta de pago de los réditos de una alquería.
El 10 de enero de 1282 fray Pedro de Amer hace en Gandía una ápoca (carta de pago), confesando haber recibido ciento cincuenta sueldos de fray Guillermo de Castellfollit, vicario de El Puig. El Capítulo de 1282, según el padre Vargas, lo tuvo el maestre en El Puig. El 9 de junio sigue en Valencia, hace otra carta de pago a Romera, mujer de Bernardo de Peñafiel, por valor de cuatro mil novecientos cincuenta sueldos. El año 1283 tuvo en Lérida el Capítulo de mayo, que cercenó abusos sobre la organización de los redentores. Y pasan años sin que de sus acciones se sepa nada, hasta el 22 de abril de 1286, cuando se ratifican las disposiciones testamentarias de Bernardo de Peñafiel. El 2 de octubre, también de 1286, aparece en Játiva, aceptando como religioso a fray Bartolomé Cucufate, que ya había dado sus bienes a la Merced, pero ahora amplía la ofrenda con unas casas compradas en Játiva con los quinientos cuarenta y cinco sueldos que le tocaban por su madre Dulce, ya difunta. El 12 de junio de 1287 se encuentra en Gandía, confirmando el auto de establecimiento firmado por los jurados de Gandía de un patio y casas a favor del maestre y aceptando de los mismos jurados un auto de donación de un patio. Reaparece en 1290 en Teruel, tomando posesión de la iglesia que tenían los frailes de la Penitencia: el 12 de septiembre Hugo, obispo de Zaragoza, “movido por vuestra justa petición, atendiendo a que la iglesia y las casas predichas por vosotros pueden ser guardadas y mejoradas, con todos sus bienes muebles e inmuebles, os las entregamos a vos y a la orden vuestra [...]”, haciéndose efectiva la donación a fray Pedro de Amer el inmediato día 19.
El Capítulo anual de mayo de 1291, reunido en Lérida, otorgó hermandad a la reina Esclaramunda de Mallorca y sus hijos, reservó al prior de Barcelona el poder de dar testimoniales para acceder a órdenes sagradas y levantó acta sobre milagros de santa María de Cervelló en el mar y sobre la profecía de san Pedro Nolasco anunciando a Jaime I la reconquista de Valencia. En agosto volvió a Valencia, pues el día 20 se localiza en Gandía recibiendo un laudo de tierras, casas y censos de Ferrario Molina y su mujer en honor de la santísima Virgen. De la segunda mitad de 1293 hay varios diplomas extendidos en Játiva, los que indican que el maestre estaba allí afincado: el 10 de agosto da por tres años a tres sarracenos la explotación de la alquería de Beniabdumel, el 22 de septiembre establece unas casas a Toda Gil, el 7 octubre da el hábito a Eximén Pérez de Novella, que trajo a la Merced todo su patrimonio más mil sueldos para redimir cautivos.
Fray Pedro de Amer aparece también en Játiva a finales de febrero de 1294, año del que constan varias noticias de su hacer: el 25 de junio, celebrando Capítulo General en Toledo, expide nombramiento a fray Guillermo de Amer para comendador de Alcaraz; el 29 de agosto firma en Valencia una escritura para la solución definitiva de la donación de Domingo Carnicer, que en 1292 había destinado a la orden, para después de sus días, todas las casas y una hacienda que tenía en Benixira, mas luego su hija Bonasenina Lami había reclamado la legítima y otros derechos; el 6 de noviembre Francisco Carroz, hijo del caballero donante de Rebollet, confirmaba a la orden en la plenitud de la dádiva, renunciando a reclamar cualquier derecho.
El último día de febrero de 1296 fray Amer da carta de hermandad a una cofradía de notarios de Zaragoza; en el Capítulo de mayo, congregado en El Puig, se loaría la gracia otorgada por el maestre a los notarios.
Pero además el definitorio, el 4 de mayo, estuvo conforme en dar participación de los bienes de la orden al matrimonio Romeo Bonet e Isabel: “supimos de vuestra benevolencia y de la gratuita voluntad que para nos y nuestra Orden tenéis; por lo cual os recibimos a vosotros, a las almas de vuestros padres y demás parientes en los sacrificios, ayunos, abstinencias y redenciones de cautivos, así como en todos los demás bienes que se hacen en nuestra Orden”. El 7 de junio Raimundo, obispo de Valencia, dirigió una carta a fray Pedro de Amer concediendo a la Merced la iglesia de San Miguel, en el Arrabal de Játiva, con derecho a culto público, “para honrar debidamente al Señor y a su Madre, a cuyo servicio estaban dedicados”.
El maestre estaba en Valencia el 20 de septiembre del mismo año 1296, pidiendo a Jaime II que intercediera ante el rey granadino por los redentores apresados.
El 20 de diciembre de 1297 fray Amer, que se hallaba en Játiva, paga ochocientos cincuenta sueldos al notario Pedro de Forteza. Del año 1298 existen comprobantes de varios pasos dados por el maestre: en Santa Cruz presidió el Capítulo General de mayo, congregado en Tarragona, ante el que compareció Andrés de Albarca, canónigo de Tarragona y cura de la iglesia de Orta, ofreciendo la fundación de una capellanía en Orta. La contestación se le daría el 9 de agosto, cuando el general, en Játiva, juntamente con varios religiosos, asintieron a la oferta de Andrés, que el 12 de septiembre instituiría el beneficio en la capilla de Santa María Magdalena, radicada en sus propiedades particulares. El 20 de julio Berengario de Aguilella y Bernardo García, vecinos de Játiva, confiesan deber al maestre treinta sueldos. En Játiva, también el 14 de octubre, admite en la religión, “como hermano y compañero”, a Berenguer Pich, hijo del ya difunto Pedro Pich, que trajo consigo la mitad de una viña en la partida de Alcudia. Fray Amer compró en la misma ciudad, el 8 de diciembre de 1298, la hacienda de Benicarón a Sibila de Monreal. El 31 de julio de 1299 aceptó una donación en Játiva Fray Pedro de Amer encarna uno de los mejores períodos de la Merced. Los cronistas hablan de 2.316 o 2.369 redimidos en este maestrazgo por distintos redentores y por el mismo fray Pedro, que en 1277 fue personalmente a Granada y se quedó algunos meses en rehenes, en prenda por la deuda contraída al empeñar ciento treinta y dos manumisiones. Objetivo prioritario de la Merced era hacer la expedición redentora anualmente, después del Capítulo General de mayo, al que cada comendador llevaba cuantas limosnas había podido allegar cada uno en su demarcación, “bailía”, recorriendo los pasos marcados, “veredas”, predicando en todas las iglesias según concesión apostólica y contactando en cada lugar con el donado o cuestor que le preparaba el paso y le entregaba lo que había juntado durante el año.
Los siglos, las calamidades, los saqueos de conventos han depauperado enormemente los archivos. Pero consta de una expedición a Marruecos el año 1274 con ciento cincuenta y seis liberados; de dos viajes, a Túnez y Marruecos, el año 1281, con doscientos dieciséis y doscientos cuatro rescatados, respectivamente.
En 1282 fueron salvados 268. En 1283, de la Andalucía musulmana se trajeron ciento veintinueve.
En 1284 sufrió pasión y martirio fray Pedro Camí, pues, cuando se dirigía a Túnez, fue apresado por piratas, que lo despojaron de los caudales de la caridad y lo decapitaron después de haberse ensañado con él.
En 1285 los comendadores de Sevilla y Córdoba sacaron de las mazmorras marroquíes a doscientos quince cautivos.
En 1286 fray Arnaldo Rosinyol arrancó a ciento veintiocho de los baños tunecinos. En 1287 la redención se operó en Granada, con ciento ochenta recobrados para la libertad. De 1289 consta la expedición de fray Manuel de Alburquerque a Marruecos con un trofeo de ciento veintiséis salvados.
En 1292 se rompieron ciento trece grillos en Andalucía.
Fracasaron los mercedarios franceses, fray Antonio Vallés y fray Matías Marcos, atacados por piratas yendo a Túnez, pero salvándose con los caudales; en nuevo intento de caridad, llegaron a Túnez, mas, acusados de espionaje, fueron asesinados. En 1295 se consumó, no sin enormes contratiempos, un viaje manumisor de noventa y siete cristianos en Argel. El 20 de septiembre de 1296 Jaime II intercedía ante el rey de Granada por dos redentores que, contra todo derecho, había apresado el arráez de Málaga con los cautivos que tenían ya adquiridos. El 17 de septiembre de 1297 el mismo soberano procuraba por la redención, advirtiendo a sus oficiales cómo debían obligar a los excautivos a colaborar con la Merced durante seis meses y cómo habían de punir a los que vivían del cuento haciéndose pasar por autoliberados. Una carta real de ese mismo año, del 12 de diciembre, al rey de Granada certifica otra redención, ya que don Jaime pide la liberación de la familia del alcaide de Pontes, al que ya habían traído los mercedarios. En 1300 fray Domingo de San Pedro y fray Pedro de Alós salvaron a ciento ochenta y siete encadenados. El 15 de mayo el soberano aragonés había escrito al rey granadino, a los señores de Almería y Málaga: “Como los freyres de la Orden de Santa Eulalia de Barcelona entiendan entrar en la vuestra tierra por rehimir los cativos christianos que y son, rogamos vos que, quando los dichos freyres entraren por la dita redempcion, que no los mandedes embargar en vuestra tierra ni en los vuestros lugares ni a lures cosas, et que en ir et en tornar, vayan salvos et securos, et gradeçervos lo hemos muyto”.
El maestre Amer alcanzó veinte importantes diplomas pontificios: de Gregorio X el 21 de mayo de 1273 confirmando las gracias apostólicas para la Merced; de Juan XX el 18 de octubre de 1276 eximiendo del impuesto para Tierra Santa; de Nicolás III el 5 de agosto de 1278 concediendo la indulgencia por colaborar con los mercedarios, “que trabajan en el campo de la Iglesia militante para redimir cautivos cristianos de las manos de los sarracenos exponiendo cada día sus cuerpos al peligro de la muerte”; de Nicolás IV de 21 de julio de 1291 elogiando a los frailes porque “con entrañas de caridad hacia los cautivos, gastan en su redención de los infieles tanto los bienes propios como los que pueden adquirir, e incluso se venden a sí mismos”; del mismo Nicolás IV el 23 de agosto de 1291 poniendo bajo la protección papal cada uno de los conventos con sus bienes y renovando todas las gracias de sus predecesores; de Bonifacio VIII con catorce cardenales y cuatro obispos el 20 de febrero de 1299 que extendió amparo singular a la Merced.
Tuvo buenas donaciones de la nobleza y del clero, como las ya nombradas del castillo de Rebollet o la de la iglesia de los frailes de la Penitencia de Teruel.
Lo ampararon los reyes aragoneses: Jaime I, que el 4 de mayo de 1275 reiteró el privilegio de poder recibir toda clase de bienes y legados; que el 20 de julio de 1276 recordaba cómo había destinado a la obra de la iglesia de El Puig seiscientas doblas, añadiendo ahora una derrama de las rentas de la décima de sus señoríos. Alfonso III, que el 1 de marzo de 1286 estableció a la orden en Menorca; el 24 de abril de 1286 reiteró el documento de Jaime I antes nombrado; el 29 de mayo de 1290 extendió privilegio de franquicia para las propiedades de la orden en Molins de Rei.
Jaime II, que emitió quince diplomas en este generalato ratificando exenciones, amparando a los redentores, primando la obra redentora, otorgando solemnísimamente, el 17 de septiembre de 1297, protección real, custodia y guidático a todos los frailes y cualesquiera propiedades mercedarias. Parecidas distinciones tuvo de Sancho IV de Castilla y de Esclaramunda de Mallorca.
Fray Pedro de Amer murió el 8 de junio de 1301 en El Puig de Santa María, Valencia, donde se conserva su sepultura, aunque vaciada en 1936. Había abierto dieciséis nuevos conventos, dado libertad a miles de cautivos, consolidado el espíritu más genuino de la Merced en la línea de san Pedro Nolasco.
Obras de ~: Vida de San Pedro Nolasco, París, Bolandistas, 1864; Constitucions dels Pares antichs, Roma, Boletín de la Orden de la Merced, 1922; De Diferentia vestimentorum super duos SS. PP. Locos, alterum Gregorii, Bernardi alterum, s. l., s. f. (inéd.); De diferentia aetatum, atque de eo quod unicuique convenit, s. f. (inéd.); De humilitate, s. f. (inéd.); De justa expulsione Neophitorum Maurorum a Napolitano Regno, s. f. (inéd.); Memorias, s. f. (inéd.).
Bibl.: N. Gaver, Speculum fratrum ordinis Beatissimae virginis Mariae de Mercede y Cathalogus Magistrorum Generalium et Priorum Conventus Barcinonae, Barcelona, 1445; F. Zumel y Bustillo, De Vitis Patrum et Magistrorum generalium, Ordinis Redemptorum Beatae Mariae de Mercede, Brevis Vita, Salmanticae, Cornelius Bonardus excudebat Salmanticae, 1588; B. de Vargas, Crónica sacri, et militaris ordinis B. Mariae de Mercede, Panormi, Iannem Baptistam Maringum Impressorem Cameralem, 1619; J. Linás Aznar, Bullarium caelestis ac regalis ordinis de Mercede, Barcelona, Typographia Raphaelis Figueró, 1696; G. Placer López, Bibliografía mercedaria, vol. I, Madrid, Revista Estudios, 1968; “Amer, Pedro de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 58; J. Millán Rubio, “Fray Pedro de Amer, Maestre de la Merced (1271-1301). Treinta años de Historia Mercedaria”, en Estudios, Madrid, 1973.
Joaquín Millán Rubio, Odem