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María Díaz de Haro

Biografía

Díaz de Haro, María. Señora de Vizcaya. ?, c. 1275 – 1342. Dama noble.

Hija del conde Lope Díaz de Haro y de Juana Alfonso, nieta, por tanto, del infante Alfonso de Molina, también conocida como María López de Haro.

El conflictivo reinado de Sancho IV avivó las intrigas nobiliarias, marco en el que el señor de Vizcaya y el infante Juan sellaron su colaboración con la mano de María, en enero de 1287. Esta alianza cobró relevancia cuando el conde se enfrentó al monarca castellano, acción que tuvo como resultado la tragedia de Alfaro (1288), en la que falleció Lope y el infante fue apresado. En 1293 fue liberado, momento en el que, como esposo de María de Haro, esgrimió los derechos de su mujer al señorío vizcaíno, entregado al infante Enrique. Se encontró con la oposición de Diego López de Haro V, hermano del difunto conde y opuesto a los intereses de su sobrina, quien ocupó Vizcaya en 1295. El apoyo de éste a la reina María de Molina y a su hijo Fernando IV y la posterior prisión del infante Juan privaron a María Díaz del señorío, incluso llegó a renunciar a sus derechos en 1300. Sin embargo, la renovada influencia de su marido, asentado en la Corte desde 1302, y el parentesco que la unía con la Reina madre, su tía, explican que se abordara la sucesión de Vizcaya y las demás propiedades de los Haro.

Buscando el acuerdo, el infante Juan intentó que su esposa renunciara a su señorío a cambio de Guipúzcoa, a lo que se opuso María. No se alcanzó el consenso hasta 1307, cuando se reconoció a Diego López la posesión vitalicia de Vizcaya, las Encartaciones y Durango que, a su muerte, pasarían a su sobrina.

Ésta, a cambio, obtuvo algunas de las propiedades familiares externas al señorío y aceptó que Orduña y Valmaseda fueran entregadas a Diego López y su descendencia.

María Díaz de Haro no recibió el gobierno efectivo de Vizcaya hasta 1310, supeditada a su influyente y díscolo esposo. Dejó muestras de su autoridad señorial cuando confirmó la carta fundacional de Bilbao, otorgada años antes por su tío, aunque los avatares políticos le ocasionaron frecuentes contratiempos. Así, en 1311 las disputas entre Fernando IV y su marido derivaron en la revocación de lo acordado cuatro años antes, lo que motivó la rebelión del infante y la posterior rectificación regia. Viuda en 1319, incrementó su actividad política bajo el amparo de María de Molina, quien la designó como a una de sus testamentarios.

Desempeñó un papel destacado en la Corte del joven Alfonso XI y adoptó una actitud conciliadora frente a los desmanes de su hijo, Juan el Tuerto, a quien entregó el gobierno de Vizcaya en 1322. Medió en su matrimonio con Blanca de Aragón, hija del infante Pedro, pero su muerte en 1326 truncó tal enlace. Fue entonces cuando Alfonso XI confiscó las posesiones castellanas del noble y forzó a que la ricahembra le vendiera Vizcaya, aunque esta transacción fue posteriormente anulada. La presión de sus adversarios obligó a María Díaz a refugiarse en Navarra, hasta que en 1331 regresó a tierras vizcaínas, emprendió la mejora de sus defensas e hizo frente a las reclamaciones del monarca castellano. Éste se benefició de las rivalidades existentes en el seno de la oligarquía alavesa y en 1334 invadió el señorío, en un momento en el que la dama ya se había retirado de la política, pues había cedido la defensa y gobierno de Vizcaya a su nieta María y su inquieto esposo, Juan Núñez de Lara III.

Durante su dominio concedió cartas forales a algunas localidades, entre ellas Portugalete, Lequeitio y Ondárroa, actitud que respondía tanto a los deseos señoriales como a las aspiraciones de sus pobladores, contribuyendo así al proceso de consolidación institucional de Vizcaya. Aparte de Juan el Tuerto, se sabe que María Díaz de Haro fue madre de Lope, que falleció joven y sin sucesión, y quizás otra María, aunque el señorío lo heredó su nieta María Díaz de Haro II.

 

 

Bibl.: A. Benavides (ed.), Memorias de Don Fernando IV de Castilla, Madrid, Imprenta José Rodríguez, 1860; C. Rosell (ed.), Crónicas de los reyes de Castilla, Madrid, M. Rivadeneyra, 1875 (Biblioteca de Autores Españoles, vol. 68); E. J. de Labayru, Historia general del señorío de Bizcaya, Bilbao, Casa Editorial La Propaganda, 1895-1903; M. Gaibrois de Ballesteros, Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, 1922-1928; María de Molina tres veces reina, Madrid, Espasa Calpe, 1967; G. Monreal Cía, Las instituciones públicas del Señorío de Vizcaya (hasta el siglo xviii), Bilbao, Diputación de Vizcaya, 1974; S. de Moxó, “La sociedad política castellana en la época de Alfonso XI”, en Cuadernos de Historia, 6 (1975), págs. 187-326; C. González Mínguez, Fernando IV de Castilla (1295-1312). La guerra civil y el predominio de la nobleza, Palencia, Diputación Provincial, 1976; VV. AA., Congreso de estudios históricos sobre Vizcaya en la Edad Media, San Sebastián, Editorial Eusko Ikaskuntza, Sociedad de Estudios Vascos, 1986; J. A. García de Cortázar y Ruiz de Aguirre, “El señorío de Vizcaya: personalidad y territorialidad en la estructura institucional de un señorío bajomedieval”, en Poderes públicos en la Europa Medieval: principados, reinos y coronas: XXIII Semana de Estudios Medievales de Estella, Pamplona, Gobierno de Navarra, Fondo de Publicaciones, 1997, págs. 117-148.

 

Antonio Sánchez de Mora

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