Castilla, Felipe de. Palencia, 1231 – ?, 1275. Infante de Castilla, obispo, canónigo, abad.
Hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia. Como su hermano menor, Sancho, el infante Felipe fue destinado por su padre a seguir la carrera eclesiástica. A los diez años de edad, fue entregado para su educación a Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, fue elevado al poco tiempo al grado de lector, recibió la titularidad de una canonjía en la catedral.
Su estancia en Toledo debió ser breve, ya que en 1243 el infante estaba radicado en Burgos, a la sombra de su obispo, el canciller real Juan de Soria. En 1243, el Papa aprobó su nombramiento como abad de Santa María de Valladolid. Por instigación del canciller de Fernando III, fue enviado a estudiar a París, donde pudo tener como compañero a Tomás de Aquino y fue alumno de san Alberto Magno, como el sabio dominico recuerda en su obra titulada Mineralia. En 1246, el infante Felipe fue elegido obispo por el cabildo de la catedral de Osma, a lo que el papa Inocencio IV se opuso debido a su corta edad, de quince años. En enero de 1248, estaba de regreso en Castilla.
Para entonces, era ya abad de Covarrubias, además de Valladolid. Un año más tarde, conquistada Sevilla, Fernando III le propuso como arzobispo de Sevilla.
El papado, sin embargo, accedió sólo a concederle el título de administrador de la Iglesia hispalense, recién restaurada, con el título de procurator.
A pesar de este prometedor futuro como arzobispo de Sevilla, el infante Felipe carecía de vocación clerical, a diferencia de su hermano Sancho, elegido arzobispo de Toledo en 1251. Sin embargo, poco antes de morir Fernando III el 30 de mayo de 1252, también Felipe fue elegido por el recién creado cabildo de la Iglesia de Sevilla. Pero su falta de interés por seguir la carrera eclesiástica era algo notorio en la Corte. Por ello, a la vista de su insistencia por abandonar el estado al que su padre le había destinado, Alfonso X accedió finalmente a sus deseos en 1258.
Don Felipe contrajo matrimonio a comienzos de abril de 1258 con la princesa Cristina, hija de Haakon IV de Noruega. Se trató, como es lógico, de una boda política, relacionada con la elección de Alfonso X, el año anterior, como emperador de Alemania. Para establecer relaciones con el lejano país escandinavo, Alfonso X solicitó del rey Haakon el envío de una de sus hijas para que casase con uno de los hermanos solteros del Rey castellano. El elegido fue don Felipe, más agraciado y afable que su hermano mayor don Fadrique.
Alfonso X dotó generosamente a don Felipe otorgándole la martiniega, el portazgo, la renta de los judíos y los restantes pechos reales de Ávila; las tercias del arzobispado de Toledo y de los obispados de Ávila y Segovia, y la heredad de Valdecorneja, “que son quatro villas: El Barco [de Ávila], Piedrahíta, la Forcajada e Almirón”, además de las rentas que pagaban al Rey los moros del valle de Purchena. Pocos años más tarde, hacia 1262, falleció sin descendencia la infanta Cristina, enterrada, probablemente, en la colegiata Covarrubias, de la que el infante don Felipe había sido abad en sus tiempos de clérigo, en un hermoso sarcófago que se conserva en el claustro de la iglesia.
Volvió a casarse, hacia 1265, con Leonor Rodríguez de Castro, hermana de Fernán Ruiz o Rodríguez de Castro y sobrina de Nuño González de Lara, dos de los magnates más notables del reino castellanoleonés.
Este matrimonio condicionó su actuación política en los años finales de su vida. En efecto, su vinculación a los Castro le enfrentó con su hermano el Rey a propósito de la herencia de la reina Mencía de Portugal, casada en primeras nupcias con Álvar Pérez de Castro, abuelo de doña Leonor. Parte de la herencia, con Paredes de Nava, fue a parar a manos del infante don Fernando de la Cerda, con gran disgusto de los Castro. No obstante, doña Leonor Rodríguez de Castro recibió la villa de Santa Olalla (Toledo).
Al producirse, en 1272, la sublevación de los nobles castellanos contra Alfonso X, el infante Felipe encabezó, nominalmente, como hijo de Rey que era, la revuelta.
Pero al frente de ella estaban Nuño González de Lara y Fernán Ruiz de Castro. Su hermano le reprocharía en una carta su desagradecimiento a los favores que le había dispensado y la traición a su propio linaje, aliándose con los enemigos del Rey. Como los otros nobles, el infante Felipe se exilió en Granada, y regresó a Castilla a finales de 1273. Su nombre reapareció en los privilegios reales en enero de 1274.
Su fallecimiento debió de tener lugar a finales de 1274 o, como muy tarde, antes de abril de 1275. En efecto, en el testamento de su mujer Leonor Rodríguez de Castro, otorgado el 27 de abril de dicho año, no se hace “memoria alguna de su marido, con que se conoce que ya era muerto” (marqués de Mondéjar).
Al no tener hijos, los señoríos del infante Felipe debieron de revertir a la Corona.
Bibl.: G. Ibáñez de Segovia, Marqués de Mondéjar, Memorias históricas del rei D. Alonso el Sabio, Madrid, Joaquín Ibarra, 1777; P. A. Mumch y J. Pérez de Guzmán, “La princesa Cristina de Noruega y el infante don Felipe, hermano de don Alfonso el Sabio”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 84 (1919), págs. 45-65; A. Ballesteros, Alfonso X el Sabio, Barcelona/Murcia, 1961 (reimpr., con índices por M. Rodríguez Llopis, Barcelona, Ediciones El Albir, 1984); J. Torres Fontes, “El testamento del Infante D. Manuel (1283)”, en Miscelánea Medieval Murciana, VII (1981), págs. 9-21; Gelsinger, “A Tirtheenth-Century Norwegian- Castilian Alliance”, en Medievalia et Humanistica, New Series, 10 (1981), págs. 55-80; V. Almazán, “El viaje de la Princesa Cristina a Valladolid (1257-1258) según la Saga islandesa del Rey Hakon”, en Archivos Leoneses, 37 (1983), págs. 101-110; J. F. O’Callaghan, El Rey Sabio. El reinado de Alfonso X de Castilla, trad. de M. González Jiménez, Sevilla, Universidad, 1996; M. González Jiménez, “Alfonso X y la revuelta nobiliaria de 1272-1273. Notas y comentarios a propósito de unos documentos navarros”, en Fundación (Buenos Aires), 1 (1997- 1998), págs. 9-20; Alfonso X, Crónica de Alfonso X, ed. de M. González Jiménez, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1999; F. J. Hernández, “La formación intelectual del primer arzobispo de Sevilla”, en M. González Jiménez (ed.), Sevilla 1248. Congreso internacional conmemorativo del 750 aniversario de la conquista de Sevilla por Fernando III, rey de Castilla y León, Madrid, Ayuntamiento de Sevilla-Fundación Ramón Areces, 2000, págs. 607-619; M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, Barcelona, Ariel, 2004.
Manuel González Jiménez