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Joaquín Abreu y Orta

Biografía

Abreu y Orta, Joaquín. Tarifa (Cádiz), 7.V.1782 – Algeciras (Cádiz), 17.II.1851. Político.

Nacido en el seno de una familia noble, hijo de Juan de Abreu y Robles, abogado de los Reales Consejos, y de Ana Luisa de Orta y Arcos, sobrina por línea materna de Alonso de Arcos Moreno, capitán general del reino de Guatemala, ingresó a los trece años, en 1795, en la Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas, en Cádiz. En 1797 ascendió a guardiamarina y posteriormente a alférez de fragata y de navío el 9 de julio de 1800 y en marzo de 1809, respectivamente.

Combatió en la guerra de la Independencia bajo las órdenes del capitán general de Andalucía, Francisco Javier Castaño, participando en los combates de junio de 1808 en Tudela, de julio del mismo año en Bailén, donde fue condecorado, de diciembre en Tarancón y de marzo de 1809 en Ciudad Real.

Herido en el último enfrentamiento reseñado, solicitó permiso al Departamento Marítimo de Cádiz para recuperarse en Tarifa. En diciembre de 1811 contribuyó a la defensa de esta localidad, dirigida por el mariscal de campo Francisco de Copons y Navia, Sus problemas de salud se agravaron, lo que le impulsó a solicitar en 1812 la exención del servicio de armas y su nombramiento como administrador de rentas en Jerez de la Frontera. Finalmente obtuvo el retiro del ejército en agosto de 1813.

En 1814 fue designado alcalde de Tarifa, cargo que ejerció durante unos meses, hasta su cese motivado por el decreto de Fernando VII que disolvía los ayuntamientos y obligaba a la reposición del estado en que se encontraban en 1808.

Entre 1814 y 1817 estuvo en Tarifa dedicado a la agricultura y a la administración de las tierras de su madre. La situación en la que se encontraba, por un lado alejado del ámbito castrense y por otro desprovisto de la alcaldía, le indujeron a solicitar en diciembre de 1815 al propio Fernando VII el empleo de la Administración de Rentas de Tarifa sin éxito.

En 1817 fue acusado por el gobernador militar de Tarifa Manuel Dabán de organizar un partido constitucional en la ciudad y de participar en la redacción de diversos escritos y libelos contrarios al monarca. La denuncia ante el Ministerio de Marina concluyó con el confinamiento de Joaquín Abreu en Sevilla y de su hermano Manuel en Cartagena en mayo de ese mismo año. Sin embargo, los diversos recursos y reclamaciones que presentaron ambos, basados en defectos de procedimiento y la sospechosa actitud mantenida por el propio gobernador militar, supusieron la reapertura del caso y el dictado de una nueva orden de 21 de agosto de 1818 que les declaraba inocentes de los cargos que se les imputaban, sin mácula en sus expedientes. Abreu decidió regresar a Tarifa, y entre 1818 y 1820 ocupó su tiempo en administrar las tierras de la familia.

El advenimiento del Trienio Liberal impulsó de nuevo su carrera política. Recuperó la alcaldía de Tarifa el 20 de marzo de 1820, si bien sólo se mantuvo hasta el 29 de mayo de ese año, en que fue nombrado diputado provincial por el distrito de Algeciras. El 2 de diciembre de 1821 fue elegido diputado a Cortes en la legislatura de 1822 y la Extraordinaria de 1823. A pesar de no intervenir en la tribuna de oradores, se mostró especialmente activo integrado en numerosas comisiones. La invasión de Francia en apoyo de las tesis absolutistas de Fernando VII provocó el traslado de las Cortes a Sevilla con el rey. Abreu estuvo presente en la decisión que aprobó el regreso de las Cortes a Cádiz y el nombramiento de una regencia.

El triunfo de los realistas desmanteló el régimen liberal e inauguró la Década Ominosa. Debido a que todos los representantes de las Cortes y los integrantes de la Regencia fueron declarados reos de lesa majestad y despojados de todos sus bienes, Abreu tuvo que huir a Gibraltar exiliado, enclave en el que permaneció desde el 1 de noviembre de 1823 hasta 1825. En 1825 se trasladó a Londres durante unos meses y de allí marcharía a Bélgica, donde estuvo hasta 1830, y finalmente a Francia. Fue aquí, concretamente en Marsella, donde entró en contacto con las ideas fourieristas a través del diario La Réforme Industrielle, para más tarde participar en la experiencia societaria de Condé-Sur-Vesgres, donde conoció a Fourier, Considerant y Devay entre otros.

La amnistía de febrero de 1834 le permitió volver a España, Abreu embarcó el 8 de marzo en Marsella con destino a Cádiz. A su llegada se trasladó a Tarifa. Desde allí se convirtió en el principal propagador de las ideas fourieristas. Para ello utilizó el seudónimo de Proletario, publicando varios artículos en el diario algecireño El Grito de Carteya, que más tarde serán reproducidos en el catalán El Vapor en medio del escándalo de los sectores más conservadores de la burguesía, debido a que en uno de ellos intentaba explicar, sin justificarla, la actitud de los obreros en el incendio de la fábrica Bonaplata.

La vocación parlamentaria seguía latente en Abreu, por lo que, tras la disolución de las Cortes el 22 de mayo de 1836, concurrió a los comicios el 13 de julio optando a ser diputado por Cádiz sin éxito. En agosto de ese mismo año rechazó la alcaldía del nuevo ayuntamiento constitucional de Tarifa que se la había ofrecido por unanimidad.

Dos meses más tarde, Abreu alcanzó el puesto de administrador provincial de las Rentas de Loterías de Cádiz. En esta localidad comenzó su colaboración en el diario El Noticioso del Pueblo.

A pesar de sus críticas a las desigualdades sociales generadas por el capitalismo, Abreu, impulsado quizá por un talante más reformista que revolucionario, no dudó en 1836 en apoyar a Istúriz. En esta posición moderada tal vez influyera su ligazón con los intereses agrarios del capitalismo andaluz a raíz de su matrimonio con su sobrina Concepción Núñez Abreu, hija de uno de los principales arrendatarios del duque de Medinaceli. Ese mismo año, tras rechazar la alcaldía de Tarifa por motivos de salud, fue nombrado administrador principal de rentas de las loterías de la provincia de Cádiz, donde residió desde ese momento hasta el año 1847. Allí influyó notablemente en Fernando Garrido, que protagonizó la segunda fase de la difusión fourierista en España desde Madrid en la segunda década de los cuarenta. A finales de los años treinta inició su colaboración en el diario El Correo Nacional de Madrid, dirigido por el conocido político ecléctico Andrés Borrego, donde publicó una larga serie de artículos sobre Fourier en los que resume los aspectos más relevantes de su doctrina. En 1841, uno de sus discípulos, Manuel Sagrario de Beloy, logró que la Diputación de Cádiz aprobara el proyecto de construir un falansterio en Tempul, que nunca se llegó a erigir. Mientras tanto, Abreu ocupó la vocalía económica del Correccional de Cádiz hasta 1844, y colaboró con los liberales en la redacción de una Memoria sobre la situación agraria de la provincia.

No cesó su labor proselitista tanto a través de la prensa de la época, como lo demuestran las colaboraciones en el diario progresista gaditano El Nacional, con una extensa serie sobre Fourier, en El Defensor del Pueblo de Cádiz, y en El Constitucional de Barcelona, como por la vía de la más que probable traducción en 1841 y 1842 de la obra Fourier et son système de Mme. Gatti de Gamond.

Participó activamente en la polémica que se suscitó sobre el significado y las realizaciones del fourierismo con diversos períódicos, entre los que cabe destacar el diario madrileño El Católico.

Abreu consideraba que el origen de todos los problemas era el orden social establecido, que sólo podía ser superado a través de una unión armónica de todos los sectores sociales, respetando la propiedad privada y la libertad individual y sin recurrir al enfrentamiento de clases. Desconfiaba de las posibilidades de la clase trabajadora y de las soluciones que aportaban las distintas opciones políticas, que tan sólo buscaban colmar sus intereses materiales, lo que robustecía sus propuestas reformistas fundamentadas en dos ideas motrices: la fogosa defensa del falansterio como forma de organización social y la justificación de la intervención pública en la economía, fomentando el progreso industrial, pero evitando el pauperismo con una distribución más justa del producto.

En 1848, publicó dos escritos en La Organización del Trabajo, periódico fundado por Fernando Garrido en Madrid. Ese mismo año cesó como administrador provincial de Rentas de Loterías en Cádiz y se le concedió la de Algeciras el 6 de agosto de 1849.

Entre 1836 y 1845 mantuvo un litigio con el ayuntamiento de Tarifa a causa de las tierras de propios del término municipal, que el consistorio se negaba a que pasaran a ser propiedad particular tal y como establecía la Real Orden de 24 de agosto de 1834 que Abreu trataba de que se aplicara de forma inmediata.

Tras su fallecimiento el 17 de febrero de 1851, su esposa mandó construir un mausoleo en el cementerio del Santo Cristo de Tarifa en 1853, y el 23 de julio de 1854 sus restos, junto a los de su hija que había fallecido a los 15 años en 1852, fueron exhumados en Algeciras y trasladados allí.

 

Obras de ~: Opúsculo sobre la inmoralidad de la renta de loterías y reforma que a juicio del autor conviniera introducir en este ramo, Cádiz, Imprenta de la Viuda de Comes, 1841.

 

Bibl.: Expediente de Joaquín Abreu. Archivo del Museo Naval Madrid. Expediente nº 2113. Hoja de servicios de Joaquín Abreu. Archivo de la Marina Álvaro Bazán. Ciudad Real, 1809. Archivo Histórico Nacional Madrid, Legajo 5272/190. Archivos Nacionales de París. F/7 12091. Anónimo, “Necrología. Don Joaquín Abreu”, en El Trabajador, Madrid, 15 de junio de 1851; F. Devay, “Nécrologie. M. Abreu”, en La Démocratie Pacifique, Paris, n.º 42, 18 de mayo de 1851; A. Elorza, El Fourierismo en España, Madrid, Ediciones de la Revista del Trabajo, 1975; J. Maluquer de Motes, “Joaquín Abreu, del radicalismo al socialismo”, en El socialismo en España, 1833-1868, Barcelona, Crítica, 1977, págs. 131-166; A. Gil Novales, “Abreu Orta, Joaquín”, en Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid, Ediciones El Museo Universal, 1991, págs. 5-6; J. Navarro Cortecejo, “Joaquín Abreu”, en  Aljaranda, n.º 7 (1992); A. Sánchez Hormigo, “Fourieristas y cabetianos”, en E. Fuentes Quintana (dir.), Economía y Economistas españoles, vol. V, Las críticas a la economía clásica, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Funcas, 2001, págs. 581-610. A, Romero-Abreu, “Biografía de Joaquín Abreu y Orta”, 2015 (inédito, cortesía de su autora)

 

Luis Blanco Domingo

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