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Claudio Lamoral de Ligne y Lorena

Biografía

Ligne y de Lorena, Claudio Lamoral de. Príncipe de Ligne (III). Castillo de Beloeil (Bélgica), 8.X.1618 – Madrid, 21.XII.1679. General y hombre de gobierno.

Hijo de Florent de Ligne, príncipe d’Amblise y heredero del principado de Ligne, y de Luisa de Lorena, condesa de Chaligny. Su familia pertenecía a la alta aristocracia católica de los Países Bajos y el abuelo paterno había sido elevado por Rodolfo II de Hagsburgo al título hereditario de príncipe del Sacro Romano Imperio (1601). Nada se sabe de su formación, excepto el hecho de que, como hijo menor, fue destinado a la carrera militar al servicio del rey católico.

Sin embargo, a la muerte del hermano mayor, Albert Henri, en mayo de 1641, Claudio heredó la cabeza de la casa y los títulos adjuntos (III príncipe d’Amblise, III príncipe de Ligne, conde de Fauquemberg, marqués de Roubaix, barón d’Antoing, senescal y mariscal dell’Hainaut, etc.). Además, dos años después, previa dispensa, se casó con su cuñada viuda María Clara Maurizia di Nassau, hija del conde de Nassau-Siegen, con la que tuvo numerosa descendencia.

Pocos son los datos relativos al inicio de su carrera, durante una de las fases más complejas de la Guerra de la Independencia de las provincias septentrionales de los Países Bajos. La larga peripecia de su nombramiento como caballero de la prestigiosa Orden del Toisón de Oro —cuyo Collar habían llevado ya tanto su abuelo como su hermano mayor—, que vistió sólo en otoño de 1646, a pesar de las presiones ejercidas en su favor desde hacía tiempo, primero por el cardenal infante Fernando de Habsburgo (1638) y, por tanto, del marqués de Castel Rodrigo, parece indicar la complejidad de la situación de los Países Bajos, plagada de contrastes entre los vértices político y militar.

De cualquier manera, el príncipe combatió con ardor al servicio de la Corona, siendo capturado por los franceses. Mientras era prisionero, en diciembre de 1648, fue nombrado por Felipe IV general de la Caballería de los Países Bajos, cargo que le situaba en el segundo lugar, tras el gobernador, en la línea de mando del Ejército. Fue liberado, tras laboriosas negociaciones, en 1651, y pudo, por tanto, retomar su puesto en pleno conflicto franco-español.

En junio de 1660, el príncipe fue elegido como embajador especial de Felipe IV para presentar las felicitaciones a Carlos II Estuardo por su restablecimiento sobre el trono de Inglaterra. A su vuelta a los Países Bajos, se vio envuelto en nuevas y graves tensiones en los vértices del gobierno entre las autoridades civiles y las militares (1661-1662). En este clima, sucedió que su nombramiento como embajador extraordinario de Felipe IV en la Corte de Francia en agosto de 1662 fue anulada, creando un posterior malestar con el entonces gobernador general, el marqués de Caracena.

En 1669, tras la Paz de Aquisgrán, sellada el año anterior entre Carlos II y Luis XIV, sus bienes en aquellas tierras, que pasaron a ser francesas, fueron confiscados.

Fue nombrado vierrey de Sicilia en marzo de 1670. A finales de junio, llegó a Palermo, en un momento un tanto delicado: por un lado, las incursiones de los piratas barbarescos estaban sometiendo a duras pruebas las defensas de la isla y, por otro, las graves turbulencias políticas en la ciudad de Mesina, importante centro económico y segunda capital del reino, turbaban profundamente la situación política y social. Aunque el príncipe pretendiese resolver con la represión los problemas mesineses, el consejo de Estado opuso a tal solución los problemas financieros de la Corona y la perspectiva del nuevo conflicto militar con Francia. Para complicar aún más la situación, se sumó una grave crisis del grano que golpeó Sicilia con especial virulencia entre 1671 y 1672 y produjo, además de un incremento de la mortandad, serios problemas de orden público, a causa del bandidaje y de la mendicidad, además de las reacciones de muchas comunidades que no dudaron en apoderarse violentamente de los cargamentos de grano que viajaban por tierra o por mar. Mesina se resintió gravemente de la crisis de subsistencia: en marzo-abril de 1672, se verificaron graves tumultos a causa de la labor del stratigoto, es decir, del representante regio en la ciudad, Luis del Hoyo, tendente a desestabilizar el cuadro local y, de manera especial, a dividir la nobleza del “pueblo”, a fin de romper un núcleo importante de partidarios italianos de Juan José de Austria contra la regencia de Mariana de Habsburgo. Con el fin de remediar la grave situación, en los primeros días de mayo, el príncipe de Ligne se desplazó a Mesina con tropas y grano. Con el pleno apoyo de la Corte madrileña, puso en práctica una política de “pacificación” tendente a compactar nobles y ciudadanos en la fidelidad a la Corona. Procedió, por tanto, por un lado, al alejamiento del odiado Del Hoyo y, por otro, a la restauración de la autoridad regia en relación con el Senado ciudadano, reprimiendo duramente a los protagonistas de los tumultos. Mientras se encontraba todavía en Mesina, en agosto de 1673, el príncipe fue nombrado gobernador del Milanesado. Sin embargo, no dejó la ciudad hasta los primeros días de enero del año siguiente, con la convicción de haber restaurado el orden y la autoridad de la Corona. En realidad, con la retirada de las tropas, la situación se deterioraría rápidamente, revelando los límites de la acción del virrey, más aún en el marco internacional que veía a la Monarquía, desde septiembre de 1673, obligada a afrontar una nueva guerra contra la Francia de Luis XIV.

El príncipe de Ligne dejó Sicilia en junio de 1674 para trasladarse a Milán, donde tuvo que gestionar la dificilísima situación financiera y militar, ligada tanto al conflicto bélico del momento, como a la exigencia de enviar hombres y dinero en ayuda del nuevo virrey que luchaba contra el estallido de la revuelta de Mesina y la posterior intervención militar francesa.

En el entretiempo, el cambio del equilibrio político en la Corte de Madrid, con el golpe de Estado contra la regente Mariana y su favorito, y el ascenso al poder de Juan José de Austria (enero de 1677), suponía el fin de la experiencia de gobierno del príncipe.

El nuevo primer ministro de Carlos II hizo, de hecho, nombrar al conde de Melgar gobernador ad interim, mientras Ligne, llamado a Madrid, veía de todos modos recompensados sus servicios a la Corona con su nombramiento en noviembre de 1678, como miembro del Consejo de Estado. En la capital, murió a finales de 1679.

 

Bibl.: A. de La Chesnaye-Desbois, Dictionnaire de la noblesse, vol. XII, Paris, Chez Schlesinger frères, librarires-éditeurs, 1868; E. Laloy, La révolte de Messine l’expedition de Sicilie et la politique française en Italie (1674-1678), Paris, Librairie C. Klincksieck, 1929-1931; J. Cuvelier y J. Lefevre (eds.), Correspondance de la Cour d’Espagne sur les affaires des Pays-Bas au xviie siècle, selecc. de H. Lonchay continuada por J. Cuvelier, vols. III, IV y V, Bruxelles, Maurice Lamertin Libraireéditeur, 1930, 1933 y 1935, respect.; F. Catalano, La fine del dominio spagnolo, en Storia di Milano, en VV. AA., Il declino spagnolo (1630-1706), vol. XI, Milano, Fondazione Treccani degli Alfieri, 1958, págs. 27-222; G. E. di Blasi, Storia cronologica deì vicerè, luogotenenti e presidenti del Regno di Sicilia, ed. de I. Peri, vol. III, Palermo, Ed. della Regione Siciliana, 1974; L. A. Ribot García, La revuelta antiespañola de Mesina. Causas y antecedentes (1591-1674), Valladolid, Universidad, 1982; F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; F. Benigno, “Lotta politica e sbocco rivoluzionario: riflessioni sul caso di Messina (1674-78)”, en Storica, n.º 13 (1999), págs. 7-56; A. de Ceballos-Escalera y Gila (dir.), La insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Fundación Carlos III-Palafox & Pezuela, 2000; A. Álvarez-Ossorio Alvariño, Milán y el legado de Felipe II. Gobernadores y corte provincial en la Lombardía de los Austrias, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001; La república de las parentelas. El Estado de Milán en la Monarquía de Carlos II, Mantova, Gianluigi Arcari Editore, 2002; L. A. Ribot García, La Monarquía de España y la guerra de Mesina (1674- 1678), Madrid, Editorial Actas, 2002.

 

Massimo Carlo Giannini

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