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Jean de Croÿ

Biografía

Croÿ, Jean de. Conde de Solre (II), en Flandes. Solre-le- Château (Francia), 14.II.1588 – Madrid, 9.V.1638. Caballero del Toisón de Oro, capitán de la compañía de Archeros de Corps, embajador extraordinario, gentilhombre de la Cámara del Rey, miembro del Consejo Supremo de Flandes.

Las noticias relativas a su niñez y juventud son muy escasas, pero es posible reconstruir su trayectoria a partir de la segunda década del siglo XVII.

En 1612, el joven Jean de Croÿ solicitó a Felipe III una carta de recomendación para ocupar el puesto de caballerizo mayor de la Casa común de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, vacante tras el fallecimiento de su padre, el I conde de Solre Philippe de Croÿ, acaecido en Praga en ese mismo año. Los términos de la recomendación obtenida del Monarca fueron genéricos y, a finales de 1613, Jean viajó a España para hacer patente su voluntad de continuar los servicios del conde difunto. Su intención era emular la trayectoria de su progenitor y obtener la futura sucesión de la capitanía de la compañía de Archeros de Corps, que el I conde de Solre había ostentado entre 1588 y 1596, y su hermano, el marqués de Falces Jacques de Croÿ —tío del joven Jean—, ejercía en propiedad desde 1597. Jacques había obtenido el puesto por resignación de su hermano Philippe —de hecho, lo había desempeñado ya como teniente suyo entre 1591 y 1596—, y Jean aspiraba a conservar el cargo dentro de su linaje durante una nueva generación.

El archiduque Alberto respaldó esta aspiración en el transcurso de los años siguientes, durante los cuales remitió a Madrid infinidad de cartas de recomendación en su favor. El nuevo conde de Solre no logró su propósito hasta 1623, pero, en 1614, partió de Madrid provisto de una importante merced real: el Collar del Toisón de Oro, que el archiduque Alberto debía imponerle en Bruselas en nombre de Felipe III y le impuso, de hecho, el 27 de abril de 1615.

En la primavera de 1624, Jean de Croÿ se trasladó a España, tras concluir una breve etapa como gobernador de la provincia de Hainaut, de donde era natural (1622-1624), y unos días después de obtener el título de consejero de Estado, es decir, plaza en uno de los tres Consejos Colaterales de Bruselas (12 de marzo de 1624), por elección de la infanta Isabel, entonces gobernadora de los Estados de Flandes y facultada por sus instrucciones de gobierno para seleccionar a los miembros de los Consejos de Estado, Privado y de Finanzas. Llegó a Madrid en el mes de mayo, provisto de cartas de recomendación de la infanta, de Spínola y del marqués de Bedmar (ya cardenal de la Cueva), que estuvieron a punto de granjearle la dignidad de gentilhombre de la Cámara de Felipe IV (con llave capona, esto es, sin ejercicio) en ese mismo año. La publicación y el juramento de esta plaza tuvo lugar pasados unos años, el 17 de junio de 1627, y hasta entonces, el II conde de Solre ejerció de capitán de Archeros. Él mismo relató a Spínola la toma de posesión del cargo, acontecida el 8 de mayo de 1624, en una carta fechada el día 24 de ese mismo mes: “Doy a V. ex.ª quenta, como devo, de mi llegada a esta Corte, donde me han luzido los efectos de sus cartas de recomendación que me ha dado V. ex.ª por los favores que he recibido de los ministros. Diome luego S. M. audiencia y al punto juré y tomé posessión deste cargo [...]. Házenme mucha merced, lo que deve de ser en consideración de la que V. ex.ª me ha hecho con sus cartas y assí tendré essa obligación con las demás muy presentes para servir a V. ex.ª donde yo estuviere”.

Durante esta nueva etapa, Solre se integró bien en la vida cortesana madrileña. A finales de 1624 estuvo presente en un banquete ofrecido por el embajador del Emperador, Franz Christoph Khevenhüller, al embajador del rey de Polonia Adam Makowski, “a la usanza alemana, de más de dos horas de tiempo y de extraordinario regalo”, y al que también asistieron el embajador de Inglaterra y el nuncio papal. Desde el principio asumió responsabilidades de muy distinto signo, interviniendo en los más variados asuntos. Fue miembro de la Junta de Obras y Bosques desde octubre de 1624 y miembro fundador de la Junta de Población, Agricultura y Comercio, establecida por Real Cédula de 18 de noviembre de 1625 para facilitar el asentamiento de nuevos pobladores de procedencia flamenca (agricultores, artesanos, comerciantes y obreros especializados en actividades relacionadas con la ingeniería y las industrias textil, minera y metalúrgica) en Castilla. En enero de 1626 fue enviado a Polonia en calidad de embajador extraordinario de Felipe IV, a fin de negociar la contratación de navíos y tripulación para reforzar la Armada de Dunquerque y la formación de una nueva Armada con base en el Báltico y con participación imperial, polaca e hispana, preparada para comprometer los intereses comerciales holandeses en el área con el eventual respaldo de las ciudades hanseáticas. La embajada le llevó casi todo el año, pues se entretuvo algún tiempo en la Corte de Francia, visitando a la reina Ana de Austria por expreso deseo de su hermano, Felipe IV, y en Bruselas, ajustando el contenido de su embajada con los consejeros de la infanta Isabel (Felipe IV a Juan de Ciriza, Guadalajara, 7 de enero de 1626, Archivo General de Simancas, Estado, legajo 2040).

Dejó Bruselas, camino de Polonia, a finales de abril de 1626 y pudo detenerse en la Corte del Emperador para felicitar al futuro Fernando III por su coronación como rey de Hungría, acaecida en 1625.

Una vez en Madrid (noviembre de 1626), tomó parte en las sesiones de la Junta [para la creación de la Armada] del Mar Báltico, que se reunió con regularidad hasta 1629.

Las ocupaciones de Solre aumentaron notablemente a finales de 1628: el 6 de diciembre emitió su juramento como miembro del Consejo Supremo de Flandes en manos de su nuevo presidente, el marqués de Leganés. Desempeñó una comisión diplomática en la Corte imperial en mayo de 1629, en respuesta a la embajada extraordinaria enviada desde Viena con regalos de boda para la infanta María Ana, desposada por poderes con el rey de Hungría y también de Bohemia (desde 1627) el 25 de abril de ese mismo año.

De vuelta de Alemania, permaneció algún tiempo en Bruselas. Allí se hallaba en el mes de junio y pudo presenciar la reunión de las fuerzas que acudieron a socorrer Bois-le-Duc, cercada por los holandeses en mayo. La pérdida de la plaza, acontecida en septiembre, desencadenó una grave crisis política en el interior de las provincias leales y Solre, que llegó a Madrid a comienzos de noviembre, viajó de nuevo a Bruselas a finales de diciembre de 1629 con credenciales de embajador extraordinario para transmitir a Isabel el conjunto de medidas de urgencia que se debían poner en ejecución para superarla. Poco antes de emprender el viaje, Olivares transmitió al marqués de Aytona, embajador ordinario del Rey recién llegado a Bruselas, su sentir sobre el sujeto que debía colaborar estrechamente con él en la resolución de la crisis: “El conde de Sora es buen cavallero y de buen entendimiento, maña y inteligencia. La intención tengo por igual en lo que llego a alcanzar, que siendo este punto tan dificultoso todos los hombres cuerdos deven ablar con mucho tiento en él [...]. Creo que es el de Sora de las personas de ay de más partes, pero es menester madurar sus proposiciones, porque es muy activo, y que asistirá a V. s.ª de buena gana, porque se muestra gran su aficionado” (Olivares a Aytona, Madrid, 13 de diciembre de 1629, Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico, legajo 63/6).

Solre partió con título de “chef de sus Finanzas de Flandes para residir en su Consejo Supremo de Flandes”, un puesto de nueva creación facultado para solicitar al Consejo de Hacienda información relativa al alcance de las provisiones dinerarias que se transferían anualmente a las provincias y a la evolución de las negociaciones necesarias para ajustarlas. El rumor de que Felipe IV no afrontaba sus obligaciones defensivas ni asistía debidamente a sus súbditos flamencos, difundido por la alta nobleza para debilitar al gobierno de Bruselas, había ganado terreno y Madrid apostó por proporcionar información fidedigna de sus remisiones al Consejo de Flandes para detener el bulo y restablecer el consenso. La comisión de Solre consistía también en comunicar a las provincias la aflicción del Soberano por la desfavorable campaña de 1629, transmitiéndoles un mensaje de aliento y confianza en la asistencia financiera que podrían esperar de Madrid para asegurar su defensa de cara al futuro.

Lo hizo a boca y mediante cartas expresamente redactadas para la ocasión y dirigidas a los Estados Provinciales y a otras instancias y personalidades políticas del territorio. El propio Felipe IV da idea de la relevancia atribuida a dicha comisión en un despacho dirigido al marqués de Aytona en marzo de 1630: “Hame parecido advertiros que será bien se dé parte ahí al conde de Solre en todo lo que pareciere conveniente a mi servicio, de manera que, en la estimación y confianza que se mostrare de su persona en esos estados, pueda conozerse la que yo hago della y encaminarse mejor los negocios que llevó a su cargo.

Vos diréis a mi tía que es mi voluntad se haga assí” (Felipe IV a Aytona, Madrid, 11 de marzo de 1630, Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico, legajo 62/63, y Biblioteca Nacional de España, manuscrito 1435, folio 133r.).

La estancia de Solre en las provincias se prolongó hasta finales de mayo de 1630. Entonces regresó a Madrid para informar sobre cómo se había atajado la crisis. Aytona comunicó a Olivares la partida del conde, asegurándole que sus impresiones y su elección habían sido acertadas: “Siendo el conde de Solre quien lleva ésta fuera superfluo alargarme en dar quenta a V. ex.ª de lo que él mismo lo hará, pues va enterado de todas las cosas de acá, haviendo intervenido en muchas de las que se han tratado y así me remito por ahora a su relación [...]. El conde verdaderamente merece la confianza que S. M. y V. ex.ª hacen del, porque su entendimiento y celo son muy iguales” (Aytona a Olivares, Bruselas, 31 de mayo de 1630, Bibliothèque Royale de Belgique, manuscrit 16147- 48, folio 64v.).

Según parece, Solre no volvió a dejar España hasta mediados de julio de 1635, cuando emprendió un nuevo viaje a Polonia en compañía de fray Alonso Vázquez de Miranda para lograr que Ladislao IV se comprometiera a reanudar la guerra con Suecia. Esta nueva embajada extraordinaria comprendía diversos asuntos, entre ellos, el traslado de un socorro financiero a la Corte polaca y el reclutamiento de cosacos para trasladar a Flandes, pero la evolución de los acontecimientos obligó a los dos embajadores a detenerse en Italia (Génova, Milán y Nápoles) hasta el mes de enero de 1636. A finales de marzo llegaron a Viena, donde el conde enfermó. Reanudaron el viaje pasada la convalecencia, a comienzos del verano, y su entrada en la Corte de Ladislao IV tuvo lugar en los primeros días de agosto. Solre emprendió él solo el regreso en ese mismo mes o a comienzos de septiembre, pero no llegó a Madrid hasta el 13 de noviembre de 1637, algunos días después que fray Alonso Vázquez. El conde había empleado dos años y ocho meses en llevar a efecto una embajada que le había costado al Rey 800 ducados mensuales.

De su elevado coste se hizo eco una relación coetánea que relató el regreso de Solre a la Corte. “Viene enteramente ciego —refería—, aunque se espera que estando enteramente maduras las cataratas, se podrá quitar una, que no será antes de la primavera.” Pero su estado de salud empeoró y Solre falleció en Madrid el 9 de mayo de 1638. Fue enterrado en la capilla del Hospital de San Andrés de los Flamencos, donde todos los miembros de la Junta de Diputados que lo administraba, integrada por los personajes más principales de la comunidad flamenca residente en la Corte, tenían el privilegio de ser sepultados. La valiosa colección de pintura flamenca que poseyó ha podido ser reconstruida gracias al inventario y a la tasación post mortem de los bienes contenidos en su casa palaciega de la calle de Alcalá. Fue protector del pintor Juan van der Hamen, autor de un retrato suyo fechado en 1626.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, leg. 2040 (Felipe IV a Juan de Ciriza, Guadalajara, 7 de enero de 1626); Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico, leg. 63/6 (Olivares a Aytona, Madrid, 13 de diciembre de 1629); Archivo Histórico, leg. 62/3 (Felipe IV a Aytona, Madrid, 11 de marzo de 1630) y Biblioteca Nacional de España, ms. 1435, fol. 133r.; Bibliothèque Royale de Belgique, ms. 16147-48, fol. 64v. (Aytona a Olivares, Bruselas, 31 de mayo de 1630); Archives Générales du Royaume de Belgique, Conseil Privé Espagnol, registre 1625, fols. 115r.-116v.; Audience, liasse 1466/3 (Solre a Spínola, Madrid, 24 de mayo de 1624); Archivo General de Simancas, Estado, leg. 2141 y leg. 2038, fol. 93; Estado, leg. 2040 (Felipe IV a Juan de Ciriza, Guadalajara, 7 de enero de 1626); Estado, leg. 3860.

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Alicia Esteban Estríngana