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Antonio Pineda y Ramírez

Biografía

Pineda y Ramírez, Antonio. Guatemala (Guatemala), 17.I.1751 – Badoc, Luzón (Filipinas), 23.VI.1792. Militar, naturalista.

El 28 de enero de 1751 visitó la Catedral metropolitana de Ciudad de Guatemala para su bautismo. Su padre, José Pineda y Tavares, ocupaba el cargo de oidor de esta Real Audiencia, lo hacía desde 1744, luego fue, primero, alcalde del Crimen y, después, oidor de la Real Cancillería de Granada, ciudad española donde establecieron su residencia definitiva.

María Josefa Ramírez y Maldonado, su madre, descendía de la noble familia de los Maldonado y Vargas, y Antonio José Rafael Ignacio de Jesús, retahíla de nombres con los que el cura solventó el bautizo, fue el segundo hijo de un matrimonio prolífico. Le precedió Rafael, y le siguieron Mariano, Arcadio, Ángela Clara, José, y otros que murieron en edad pupilar. En 1760 Antonio y Mariano ingresaron en el madrileño Real Seminario de Nobles, aprendieron Física, Matemáticas, Filosofía, Náutica, Geografía, Química, y saberes más mundanos relativos a la música y los cuidados personales; materia donde sobresalieron a juzgar por los cuarenta y un pares de zapatos que los hermanos gastaron durante su primer años escolar, cuando la media anual por alumno era de seis. En 1768 Antonio inició la carrera militar, ingresó como cadete del cuerpo de Reales Guardias Españolas. En esta etapa, probablemente, la Real Casa de Caballeros Pajes y el anfiteatro anatómico del Hospital General de Madrid fueron las instituciones que auspiciaron su intelecto. Aprendió Latín, Italiano e Inglés, junto a Matemáticas y Anatomía.

En el campo militar ascendió a alférez y participó en el frustrado asedio a la plaza de Gibraltar desplegado por el Ejército español en 1780. Por sus méritos en combate mereció la promoción a teniente coronel.

Concluida la guerra retomó la práctica científica relacionándose con el Gabinete de Historia Natural y el Jardín Botánico madrileños. Dirigió sus pasos hacia la Historia Natural. Considerando el trato de favor y las facilidades obtenidas para examinar las colecciones, se supone que el vínculo con el Gabinete fue grande, aunque los documentos no lo justifican. Mejor conocida es la relación con el Jardín, de cuya escuela fue alumno. Casimiro Gómez y Antonio Paláu fueron primero maestros, compañeros y amigos después, le enseñaron el método botánico de Tournefort y el sistema de Linneo. También son escasas las noticias de su actividad científica anterior al año 1789. La biografía escrita por su amigo Hipólito Unanue proyecta alguna luz. Según el relato, fue protegido del conde de Floridablanca, y desarrolló diversos cometidos ganándose el respeto del mundillo científico cortesano.

De esta época hay constancia de su colaboración con la Sociedad Económica Matritense sobre asuntos dispares, como el cultivo de los jacintos y las plagas de langostas. El biógrafo informa de la redacción de un tratado elemental sobre Física, Química y Mineralogía, “obra única en su género en la Monarquía” tanto por la claridad, novedad y metodología, como por la profundidad temática y el contexto experimental. Del tratado nada más se sabe y su existencia está en entredicho, aunque algunos de los documentos conservados en el archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales pudieran corroborarla. La obra constaría de cuatro, o más, volúmenes cuya redacción se concluyó después del año 1786. Pero esta explicación es sólo una conjetura.

El día 30 de julio de 1789 las corbetas Descubierta y Atrevida, componentes de la expedición Malaspina, emprendieron su viaje rumbo a Montevideo. Con origen y regreso al puerto de Cádiz, durante cinco años transitaron los mares de América, Asia y Oceanía. Antonio Pineda embarcó en la Descubierta como jefe del equipo de naturalistas. Su objetivo era descubrir los secretos de la naturaleza allende los mares. Exploró la pampa argentina, conoció a los patagones en Puerto Deseado, bordeó el cabo de Hornos, viajó por la cordillera andina, recorrió el territorio mexicano, y en Filipinas halló la muerte explorando la región central de la isla de Luzón. Aquejado de fiebres durante gran parte del recorrido, acabó sus días en la población de Badoc, atendido por los padres agustinos. Finalizada la expedición el naturalista José Cornide recibió el encargo de ordenar el material científico elaborado por Antonio Pineda. Descripciones zoológicas, estudios anatómicos y fisiológicos, análisis químicos, experimentos sobre la velocidad del sonido, valoraciones barométricas, mediciones de la temperatura y el peso del agua del mar, determinación de la salubridad del aire, informes antropológicos, observaciones geológicas, todo minusvalorado, se olvidó y quedó almacenado en la trastienda expedicionaria, como ocurrió con muchos otros documentos. Fueron sólo buenas intenciones; los manuscritos y el personaje no se recuperaron hasta mediado el siglo xx.

 

Bibl.: H. Unanue, “Elogio histórico del señor don Antonio Pineda y Ramírez”, en El Mercurio Peruano, t. IX (1793), págs. 20-29 (el texto se imprimió y vendió en España por separado); I. H. Wilson, “Pineda’s Report on Beverages from New Spain”, en Arizona and the West, vol. 5 (1963), págs. 79- 90; I. H. Wilson, “El coronel don Antonio de Pineda y su viaje Mundial”, en Revista de Historia Militar, vol. 15 (1964), págs. 49-64; M.ª D. Higueras Rodríguez, Los viajes de exploración científica de Antonio Pineda por la Nueva España (memoria de licenciatura), Madrid, 1973; B. G. Beddall, “Scientific books and instruments for an eighteenth-century voyage around the world: Antonio Pineda and the Malaspina Expedition”, en Journal of the Society for the Bibliography of Natural History, vol. 9, fasc. 2 (1979), págs. 95-107; D. A. Madulid, “The life and work of Antonio Pineda, naturalist of the Malaspina Expedition”, en Archives of Natural History, vol. 1, fasc. 1 (1982), págs. 43-59; B. G. Beddall, “Pineda, Antonio”, en J. M.ª López Piñero et al., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Península, 1983, págs. 177-178; M.ª D. Higueras Rodríguez, “Don Antonio Pineda y la Expedición Malaspina”, en La Expedición Malaspina, 1789-1794. Viaje a América y Oceanía de las corbetas “Descubierta y Atrevida”, Madrid, Ministerio de Cultura-Ministerio de Defensa, 1984, págs. CXXII-CXXX; V. González Claverán, “Antonio Pineda y la química moderna”, en Ciencia, vol. 36 (1985), págs. 195-207; A. Galera, La ilustración española y el conocimiento del nuevo Mundo. Las ciencias naturales en la expedición Malaspina (1789-1794): la labor científica de Antonio Pineda, Madrid, CSIC, 1988; V. González Claverán, La expedición científica de Malaspina en Nueva España (1789-1794), México, Colegio de México, 1988; A. Galera, “La botánica en el proyecto científico de Antonio Pineda”, en La botánica en la expedición Malaspina, 1789-1794, Madrid, Turner, 1989, págs. 38-45; M. G. Driver (ed.), The Guam diary of naturalist Antonio Pineda y Ramírez, Guam, Micronesian Area Research Center University of Guam, 1990; A. Galera, “Antonio Pineda y el proyecto científico de la expedición Malaspina”, en A. R. Díez et al. (eds.), La ciencia española en ultramar, Madrid, Doce Calles, 1991, págs. 257-264; E. Estrella, “La expedición Malaspina en Guayaquil. Estudios de historia Natural”, y A. Galera, “La naturaleza americana y el proyecto científico europeo”, en M. Palau y A. Orozco (eds.), en Malaspina 92. Jornadas Internacionales, Cádiz, Real Academia Hispano-Americana, 1994, págs. 67-74 y págs. 75-78, respect.; A. Galera, “El proyecto botánico de la expedición Malaspina”, en Asclepio, vol. 47, fasc. 2 (1995), págs. 159-168; “Los militares españoles y el conocimiento de la naturaleza americana en el siglo xviii”, en E. Balaguer y E. Giménez (eds.), Ejército, ciencia y sociedad en la España del antiguo régimen, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1995, págs. 473-482; E. Estrella, Trabajos zoológicos, geológicos, químicos y físicos en Guayaquil de Antonio Pineda Ramírez, Madrid, Ministerio de Defensa- Museo Naval-Lunwerg, 1996; A. Galera, “La diversidad de la fauna y la flora americana a finales del siglo xviii. La Expedición Malaspina”, en História e meio-ambiente o impacto da expansao europeia, Madeira, Centro de Estudos de História do Atlântico, 1999, págs. 331-339; “El teatro natural de Antonio Pineda”, en La armonía natural. La naturaleza en la expedición marítima de Malaspina y Bustamante (1789-1794), Madrid, Lunwerg, 2001, págs. 47-62.

 

Andrés Galera Gómez