Clavijo y Fajardo, José. Teguise, Lanzarote (Las Palmas), 19.III.1726 – Madrid, 3.XI.1806. Periodista, dramaturgo, naturalista, traductor.
Había nacido José Clavijo y Fajardo en la villa de Teguise, en Canarias; su existencia histórica se prolongó hasta 1806, año en que murió en Madrid. Fueron sus padres Nicolás Clavijo Álvarez y Catalina Fajardo. Los primeros estudios los realizó en Las Palmas, en el convento de los Padres Dominicos.
Muy joven, antes de cumplir los veinte años en 1745, salió de su isla natal para viajar a Francia, donde en la capital parisina cursó varios estudios. El contacto con la Ilustración francesa fue determinante en su ulterior actividad literaria y científica. Este conocimiento de primera mano de la cultura y la ciencia francesas, sus relaciones con el grupo de abanderados de la Ilustración española, como Grimaldi o el conde de Aranda, le valieron una posición privilegiada en el ámbito tanto de las letras como de la ciencia española de la segunda mitad del siglo xviii.
De regreso a España se instaló en Madrid, donde fundó y dirigió durante veinte años el Mercurio Histórico y Político de Madrid. Asimismo, gracias a sus excelentes relaciones con el ministro Grimaldi, obtuvo José Clavijo el puesto de director de los teatros de los Reales Sitios. A esta tarea debe sumarse su obra de dramaturgo y traductor. Se le debe la versión de la obra Andrómaca, de Racine, realizada precisamente para los Reales Teatros de la Corte. Ocupó asimismo un puesto en la Secretaría de Despacho Universal de Guerra. Con motivo de la expulsión de los jesuitas, decretada por Carlos III, Campomanes le nombró oficial mayor para la correspondencia de los asuntos relativos a la ocupación de las temporalidades. En el ámbito de la ciencia natural, José Clavijo ocupó el puesto de director del Gabinete de Historia Natural de Madrid, sin duda la institución de mayor prestigio en esta rama de la Ciencia española del Setecientos.
La trayectoria biográfica y su vinculación a las tareas gubernativas, así como su obra periodística y científica pertenecen de lleno a la renovación ideológica de la Ilustración española, sin alcanzar una actitud radical.
Más bien fue un ilustrado que pretendió conciliar el ideario de la Ilustración francesa suavizando y cediendo en los puntos que podían suscitar una ruptura.
En buena medida, tanto como periodista como traductor, José Clavijo llegó en su crítica y sus aportaciones novedosas hasta donde podía llegar sin enfrentarse abiertamente con la Inquisición.
Su obra comprende una estimable producción de periodista, dramaturgo y científico, aspectos que reflejan la múltiple inquietud por el saber humano en el ideario de la Enciclopedia. Este múltiple y diverso interés fue común a las mentes más preclaras de la Ilustración francesa. A lo largo de toda la obra de este autor se advierte un claro interés divulgador y educativo de las futuras generaciones jóvenes.
El interés de Clavijo por el teatro se inició durante su estancia parisina, período de su vida salpicado de incidentes y valiosas amistades. Entre los primeros, cabe destacar sus amores con Louise Caron, hermana de Pedro Agustín Caron de Beaumarchais, autor de El Barbero de Sevilla. Beaumarchais, con motivo del supuesto rapto de su hermana, mantuvo una tensa polémica con José Clavijo y Fajardo en 1764, el dramaturgo francés viajó a España y en 1764, ante las denuncias, Clavijo fue suspendido en su cargo por Carlos III, aunque fue rehabilitado posteriormente.
En el ensayo dramático de Beaumarchais Eugenia, estrenado en el Teatro Francés el 20 de enero de 1767, se atacaba duramente a Clavijo y Fajardo. De nuevo en 1774, Beaumarchais reincidía en el mismo tema en su obra Fragmentos de mi viaje a España. También Goethe compuso el drama Clavijo, en el cual el periodista lanzaroteño muere a manos de Beaumarchais.
La trayectoria biográfica y la obra de José Clavijo y Fajardo, en su múltiple actividad de periodista, escritor y naturalista se inscribe de lleno en el ideario del pensamiento ilustrado del siglo xviii. Su actitud, pese a su clara filiación enciclopedista, nunca fue radical; al contrario, fue conciliador, tratando de amoldar el ideario ilustrado, del que tuvo un conocimiento directo en Francia, a las circunstancias de la España de Carlos III y Carlos IV.
Dos grandes vertientes componen la valiosa obra de José Clavijo y Fajardo, la de escritor y la de naturalista y ambas están estrechamente unidas, hasta el punto que su formación literaria permitió alumbrar una de las traducciones más importante en la historia de la ciencia española, la Historia Natural de Bufón. Esta obra de George Louis de Lercrerc, conde de Bufon, es sin disputa el mejor exponente de la Ciencia Natural de la Ilustración europea, razón por la cual la traducción castellana de Clavijo es una de las mejores contribuciones a la divulgación científica española de la segunda mitad del Setecientos.
José Clavijo y Fajardo fue un escritor, periodista y naturalista influido por el ideario de la enciclopedia, obra que admiraba. Amigo de Voltaire y Diderot, pretendió traer a España, a imitación del modelo francés, el pensamiento ilustrado. Sin embargo, quizá por su vinculación directa con el entorno cortesano, suavizó el radicalismo de los enciclopedistas franceses, con el tuvo que conciliar las ideas de Bufon con las exigencias de la vigilancia inquisitorial. A pesar del ideario liberal en numerosos pasajes de la obra de José Clavijo, tanto en el campo literario y de crítica a la tradición, como en su actividad en la Historia Natural, amoldó el radicalismo de los enciclopedistas a las tradiciones españolas. Es un claro ejemplo de las limitaciones de numerosos ilustrados españoles que, al publicar sus escritos, adoptaron una autocensura impuesta por el entorno y la naturaleza de la vida española.
El impulso renovador del Arte dramático en España contó con el esfuerzo de José Clavijo, formando parte de un grupo de escritores de la llamada “generación de Aranda”. Desde las páginas de El Pensador (1762- 1767), revista fundada y dirigida por el propio Clavijo, mantuvo un ideario crítico teatral en consonancia con la estética neoclásica, que popularizó entre un amplio público. Colaboró en la difusión de estas ideas, en compañía de otros ilustrados españoles, como Nicolás Fernández de Moratín (1737-1780), criticando las ideas tradicionales sobre el drama y la comedia.
Clavijo fue un defensor del ideario neoclásico sobre la tragedia, que consideraba modelo de la escuela de la virtud, y arte de hacer a los hombres buenos y humanos.
Sin embargo, criticó el teatro español del siglo xvii, en contradicción con los autores conservadores que apoyaban a ultranza el drama nacional.
En consonancia con el espíritu de la Ilustración intervino en la famosa polémica suscitada por los defensores y detractores de los autos sacramentales. Clavijo fue un denostador, apostando por su prohibición, realidad sancionada por Carlos III mediante Real Cédula de 11 de junio de 1765, con lo que el Gobierno español se alineaba junto a la moda extranjerizante.
Desde el periódico El Pensador, y bajo el seudónimo de Joseph Álvarez Valladares, Clavijo defendió la pureza de los géneros y criticó las impurezas de los autos sacramentales, de las tragicomedias. Defendió el dogma clasicista del riguroso respeto a los géneros, las tres unidades, el respeto a la verosimilitud, etc. Bajo la protección personal de sus amigos, los ministros el conde de Aranda y Grimaldi lanzó estas duras críticas a la estética del teatro nacional, en consonancia con los enciclopedistas, cuyo ideario había conocido durante su estancia en Francia.
Entre la crítica, la ironía y la actitud conciliadora con marcado acento costumbrista se debaten numerosas páginas de El Pensador y de las comedias escritas por Clavijo y Fajardo. En este periódico reprobaba las numerosas supersticiones españolas, pero en otras de sus páginas se mostraba tradicional al satirizar el tema del cortejo amoroso, llamando la atención, como lo hubiera hecho un escritor conservador sobre la pérdida de la honestidad. Algunos de sus escritos están a mitad de camino entre el contenido moral y el costumbrismo, como en la obra Azote del Cortejo (1774) ejemplo del comportamiento social amoroso de las clases altas españolas de la segunda mitad del siglo xviii, lo que parece ser una nueva actitud si se la compara con su polémica con Beaumarchais.
Mayor cercanía a la corriente costumbrista ofrece su obra El Tribunal de las Damas (1755), en la que apenas aparece el tono irónico al censurar Clavijo algunas modas extranjeras. En este Tribunal es el propio José Clavijo quien, erigiéndose en juez, critica a las jóvenes españolas que siguen las costumbres extranjeras y las incita a recuperar los hábitos antiguos. Desautoriza esos usos no sólo por su extranjería, sino también por la moralidad que implican. Asimismo, en la obra Pragmática del celo y desagravio de las Damas (1755) prosigue con los anteriores criterios. También el talante costumbrista es claro en la obra Memorial de las Damas (1755) y el Hombre de moda convicto (1755).
Esta Ilustración conciliadora y moderada está presente en la obra del periodista y escritor, a pesar de su bagaje enciclopedista y pertenecer a la generación de Aranda, y es un exponente de la actitud del grueso de la ilustración española, alejada de posturas radicales, y que en numerosas ocasiones intentó conciliar renovación y costumbrismo.
Mayor importancia si cabe debe conceder a José Clavijo y Fajardo en la Historia de las Ciencias Naturales en España con la traducción de la obra del conde de Buffon, en este sentido es uno de los exponentes de la mejor ilustración española del Setecientos incluso en algunas de sus obras básicas, como El Pensador, muestra un claro interés por los nuevos horizontes intelectuales abiertos por Voltaire y Locke, con claros acentos roussonianos. Su contribución a la ciencia española es una de las aportaciones más valiosas del Setecientos peninsular. La obra cumbre de la ciencia natural, la Histoire Naturelle de Buffon, fue el exponente más brillante de esta disciplina en la Europa de la Ilustración, razón que pone de relieve el magno esfuerzo de Clavijo al castellanizar esta enciclopedia de Historia Natural.
La traducción de la Historia Natural general y particular, escrita en francés por el Conde de Buffon, intendente del Real Gabinete y del Jardín Botánico del Rey Cristianisimo […] traducida por Joseph Clavijo y Fajardo (Madrid, Joaquín Ibarra, 1785-1805, 21 volúmenes), de la que se hizo una segunda edición, constituye uno de los frutos más sazonados por el esfuerzo de nuestros ilustrados de poner al día la ciencia española.
En el prólogo a la versión castellana de la obra de Buffon, Clavijo refiere la colaboración de los dibujantes Agustín Betancourt, el grabador Sebastián Brieba, y los artífices Salvador Maella y Fernando Selma. Los planos, prosigue en la nota prologal, de Europa y América son aportación del geógrafo español Tomás López y de Juan de la Cruz Olmedilla, iluminados por José Rubio.
Al parecer, la traducción estuvo terminada entre 1777 y 1780, cuando se entregó a la censura. Sin embargo, los problemas de algunos pasajes hicieron que no se emitiese un informe favorable hasta el 3 de enero de 1785, en el cual se afirmaba que la Historia Natural del conde de Buffon, traducida al castellano por José Clavijo y Fajardo “no contenía cosa alguna contra la firmeza de nuestra fe”. En este sentido, se mostró conciliador al hacer compatible el contenido de la enciclopedia de Historia Natural con la Historia Sagrada. Clavijo refiere que el libro de Dios, la Historia Sagrada, verdad revelada, no hace sino reforzar el origen divino de la creación visible en la Historia Natural.
Especial consideración merece el esfuerzo lexicográfico y lingüístico que tuvo que realizar José Clavijo y Fajardo, al encararse con la castellanización de una obra de estas características enciclopédicas, partiendo de los recursos hasta entonces disponibles. Es éste, sin disputa el texto más riguroso y cuidado de cuantas versiones se llevaron a cabo de la obra en la España del siglo xviii, y debe ser considerado modelo en la historia del lenguaje científico castellano. Clavijo, formado en Francia junto a los enciclopedistas y el periodismo ilustrado, realizó un enorme esfuerzo en la versión, buscando en cada momento el término y la expresión genuina para dar al lector castellano el texto de historia natural más importante del siglo xviii.
dedicó más de nueve años para llevar a cabo esta ardua tarea, y la elección de la obra de Buffon, refiere, se debe a que “a juicio de los sabios“ la Historia Natural era la mayor obra en su género y la más apropiada en la Europa del siglo xviii.
La obra la dedica Clavijo a la juventud española que se dedique a la ciencia, y cuyo estudio debe formar parte de la educación. La elección de la Historia Natural de Buffon contó con el consejo y asesoramiento de numerosos autores, especialmente de Guillermo Bowles y Nicolás de Azara, amigos de Clavijo. En este intenso interés en España por la obra de Buffon colaboraron, además de Bowles y Azara, figuras destacadas, como Gregorio Manuel Sanz y José Mallent. Estos últimos habían traducido las voces de Historia Natural de la Enciclopedia francesa, señalando que “toda Europa recuerda en mirar la Historia de los Animales del Conde de Buffon como una de las obras más excelentes de este siglo”. Estas razones, la enorme demanda de la obra en España y el apoyo gubernamental de la Secretaría de Estado, fueron factores decisivos en la realización de esta magna traducción. Consciente Clavijo de posibles fricciones con el Santo Oficio, y fiel a su actitud moderada, tuvo buen cuidado de justificarse con una “Advertencia en orden a esta traducción”, donde justifica algunas omisiones y recortes. La Ilustración española tuvo estas limitaciones, como lo ejemplifican estas palabras de Clavijo que resumen el contenido ideológico de ilustrados moderados, que nunca quisieron ni osaron romper abiertamente con actitudes radicales.
En este sentido señalaba Clavijo que “traducir cosas, que además de no ser útiles, ni instructivas pueden tener perjuicio, y principalmente en materia de religión”.
A mayor abundamiento Clavijo que se movía en las esferas cortesanas, añadió a la obra la Carta de los Diputados y Síndicos de la Facultad de Teología de París sobre la Historia Natural de Buffon.
Obras de ~: Pragmática del zelo, y desagravio de las damas, que saca a luz Don […], Madrid, Herederos de Agustín de Gordejuela, 1755; El Tribunal de las damas, copia auténtica de la Executoria que ganó la Modestia en el Tribunal de la Razón, representado por las damas juiciosas de España que saca a luz […], Madrid, Joseph Francisco Martínez Abad, [1755] (Madrid, Antonio de Ulloa, 1792); Joseph Álvarez Valladares (seud.), El Pensador, Madrid, Joachin Ibarra, 1762-1767, 6 vols.; La Feria de Valdemoro, Zarzuela que ha de representarse en el primer día de las tres fiestas que da el Excmo. Sr. Conde de Rosemberg […], Madrid, Joachin Ibarra, 1764; El Pensador Matritense, Barcelona, Francisco Guerra, [1780], 5 vols. (trad. al al. Der Denker. Ein Wochenschrift aus dem spanischen […], Bremen, 1781); Comte de Buffon (G. L. Leclerc), Historia Natural, general y particular, escrita en francés por el Conde de Buffon, Intendente del Real Gabinete y Jardín Botánico del Rey Christianisimo, y miembro de las Academias Francesa y de las Ciencias, traducida por ~ […], Madrid, Joachím Ibarra, 1786-1805, 21 vols. (2.ª ed., Madrid, Joachim Ibarra, 1791-1805; 3.ª ed., Madrid, Talleres de Vicente Brissart, 1844; Historia Natural y particular de Buffon, trad. de ~, ms. (Archivo Histórico Nacional, Consejos, leg. 5795-96); “Medios de hacer útil para la prosperidad de la Nación española el Real Gabinete de Historia Natural”, en Boletín Oficial del Ministerio de Fomento, XXVII (1858), págs. 380-389; Antología de “El Pensador”, ed. de S. de la Nuez Caballero, Santa Cruz de Tenerife, Gobierno de Canarias, 1989; El Vanaglorioso. Comedia en prosa en cinco actos, trad. del fr. por ~, Barcelona, Viuda Piferrer, s. f.; Comedia en prosa. El heredero universal. En cinco actos, Barcelona, Carlos Gibert y Tutó, s. f.
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Juan Riera Palmero