Sangro Torres, Pilar. Piluca Sangro. Madrid, 11.III.1909 – 20.VII.1997. Mecenas, promotora cultural, diseñadora y benefactora.
Hija de Pedro Sangro Ros de Olano, IV marqués de Guad-el-Jelú y de Julia Torres Calderón, fue la sexta de una familia numerosa de doce hermanos. Realizó estudios en el ámbito familiar, formación en música y piano y llegó a tener amplios conocimientos de francés, inglés, alemán e italiano.
Contrajo matrimonio con Fernando Silvela Tordesillas en la iglesia de los Carmelitas Calzados de la calle Ayala de Madrid, el 8 de diciembre de 1930. Del matrimonio nacieron cuatro hijos, Juan Manuel, Luis, María del Carmen y Zdenko. También se hizo cargo de dos sobrinos huérfanos como consecuencia de la Guerra Civil (1936-1939).
Desde muy joven tuvo la oportunidad de viajar por Europa, en particular Francia y Suiza, en muchas ocasiones acompañando a su padre, poco después de contraer matrimonio vivió en Estados Unidos, donde su marido, Fernando Silvela, desempeñó el cargo de agregado en la Embajada de España en Washington. Durante la Guerra Civil estuvo refugiada en la Embajada checa en Madrid, donde nació su hijo menor Zdenko y, después, pasó a territorio controlado por los sublevados, llegando a vivir, entre otras ciudades, en San Sebastián y Málaga.
Sus inquietudes culturales le hicieron llegar a ser un punto de referencia clave en las actividades de las artes —especialmente pintura, escultura y moda—, las letras, la filosofía, la historia y la psicología. Todo ello en una época en que cualquier actividad de esa naturaleza, era cercenada o perseguida de las formas más sutiles. Por su tenacidad e inteligencia, logró evitar cualquier tipo de limitación a sus actividades, y en su domicilio se celebraron hasta poco antes de su fallecimiento, todo tipo de tertulias, encuentros y reuniones. En las referidas reuniones en casa de Piluca Sangro, era frecuente encontrarse con personalidades, tan singulares y diferentes, como los filósofos José Ortega y Gasset, Julián Marías o José Luis L. Aranguren, el médico Miguel Ortega Spottorno o su hermano José Ortega Spottorno —que fuera fundador del diario El País—, historiadores, académicos y científicos como Enrique Tierno, Francisco Grande Covián, José Antonio Escudero, Juan Antonio López Delgado o José Luis Santamaría.
Pero fue en el mundo de la pintura donde obtuvo resultados más relevantes. Llevó a cabo una labor de mecenazgo altruista e impulsora para la creación y puesta en marcha del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, cuya apertura tuvo lugar en 1966. Durante esa época, Piluca Sangro vivió entre Madrid y Cuenca. Los más tenaces colaboradores que tuvo en esa labor titánica fueron Fernando Zóbel, Antonio Magaz y Gerardo Rueda, aunque en su casa de Madrid y en Cuenca siempre se la podía ver reunida con otros grandes artistas como Gustavo Torner, Eusebio Sempere, Antoni Tapies, Manolo Millares, Luis Feito o Rafael Canogar. Otros de los pintores geniales con los llegó a tener una fraternal relación fueron los cordobeses Pedro Bueno y Ginés Liébana o el manchego Gregorio Prieto.
Por ello, ya en los años sesenta el domicilio de Piluca Sangro llegó a ser un gran museo de pintura, una de las mejores pinacotecas modernas de Madrid, donde convivían las iniciativas más renovadoras de la España del siglo XX con una importante colección de pintura del siglo XIX, esta última básicamente proveniente de la esfera familiar.
Como decoradora e impulsora de las artes con particular dedicación a la pintura, muchas fueron las galerías de Madrid para las que trabajó (Biosca, Fortuny, Kreisler) y, de otra parte, llegaron a ser una auténtica tradición las sucesivas exposiciones sobre artesanía navideña que organizó en el Museo Romántico de Madrid en la década de los años cincuenta.
En el mundo de la moda llegó a destacar como creadora, siendo objeto de atención por artistas de todo tipo y, baste como ejemplo, las palabras y artículo que escribió el gran pintor Gregorio Prieto, en el que se enaltece el modelo de vestido diseñado por Piluca Sangro titulado “Molinos de viento”.
En otro orden cosas, Piluca Sangro fue una gran difusora de la psicología y la psiquiatría en España desde la década de los años cincuenta, estableciendo una estrecha colaboración con especialistas tan relevantes como Juan José López Ibor o Carlos Carbonell. En el ámbito de estas ciencias fue una pionera y defensora del psicoanálisis en España. Instituido y financiado por Piluca Sangro, la Sociedad Española de Psicología otorgaba periódicamente el premio “Pilar Sangro”, que recayó, entre otros, en conocidos especialistas como Pedro Messeguer, José Luis Pinillos, Vicente Pelachano o Montserat Esteve.
Hay que señalar también, que en los años sesenta y setenta, Piluca Sangro desarrolló una destacada labor social de protección a la infancia en Madrid al ocuparse y atender personalmente a niños huérfanos y desamparados. Esta inquietud social y actividad de Piluca Sangro, es claro que la heredó de su padre, Pedro Sangro Ros de Olano, gran impulsor de las ciencias sociales en España y a nivel internacional, así como de la protección de los derechos de la mujer y la infancia durante la primera mitad del siglo XX. Siempre que hizo falta, Piluca Sangro y algunas personas próximas a ella, denunciaron todo tipo de irregularidades que tenían lugar en centros públicos y privados al cuidado de menores, lo que les hizo padecer más de un problema con la administración, siendo señaladas como personas non gratas para no atender sus justas demandas sociales en pro de la infancia en diversos centros de Madrid.
Piluca Sangro fue un personaje del siglo XX, una mujer pionera de su tiempo, que desarrolló una trascendental labor de mecenazgo en el mundo de la cultura, las bellas artes y la protección de los más débiles, los menores, como pocas mujeres y hombres realizaron en épocas tan difíciles.
Falleció a los ochenta y siete años en Madrid.
Bibl: G. Prieto, “Balance parcial sobre los molinos de viento”, en ABC, 7de diciembre de 1952; J. M. Silvela Sangro, Diario de una vida breve, prol. de J. Marías, Madrid, Editorial Prensa Española, 1967; Cartas a Anna, prol. de F. Sopeña, Madrid, Editorial Prensa Española, 1970; J. A. Escudero, Los orígenes del Consejo de Ministros en España, Madrid, Editorial Nacional, 1979; J. M. Arnaiz, Eugenio Lucas, su vida y su obra, Madrid, M. Montal, 1981; J. A. López Delgado, El General Ros de Olano. Ensayo biográfico, bibliográfico y crítico, Murcia, 1993; “Ros de Olano y los toros”, en J. A. López Delgado, Ensayos y artículos que saca de la carpeta de las postergaciones y da a luz…Don Juan Antonio López Delgado, pequeño bibliófilo, Murcia, 2010.
Santiago Sangro Liniers