Wakonigg Poirier, Guillermo. Willi Wakonigg. Durango (Vizcaya), 15.VIII.1914 – Pancorbo (Burgos), 30.VII.2000. Diseñador, empresario, galerista, animador cultural.
Su padre, Guillermo Wakonigg Hummer, originario de Littai (Imperio Austro Húngaro), era ingeniero y se había establecido en Bilbao en 1902. Su madre, Elisa Poirier Bolívar, era hija de don Gastón y doña Daniela, los fundadores de Gastón y Daniela, empresa familiar dedicada al negocio del comercio textil que Willi Wakonigg continuaría, siendo, por un lado, el artífice de su expansión empresarial y por otro el diseñador de sus líneas textiles y el creador de su estilo. Su estética innovadora, ecléctica y llena de imaginación, fue fundamental en la renovación de la decoración y el diseño en España.
Después de estudiar en el Real Colegio Alemán de Bilbao y en Bad Godesberg en Alemania, se tituló como profesor mercantil en Bilbao. Al iniciarse la Guerra Civil, su padre, cónsul de Austria Hungría, le nombró secretario del consulado. Ayudaron a salir de la zona republicana, concediéndoles pasaportes austríacos, a muchas personas que por sus ideas o relevancia política estaban en peligro. Su padre fue fusilado en noviembre de 1936 y en 1937 se presentó como voluntario en Aviación, donde sirvió como observador en una escuadrilla. Tomó parte en acciones bélicas en el norte de España y en la Campaña de Teruel, entre otras. Conoció en esos años a Pablo Palazuelo, también aviador, con el que entabló una íntima amistad que prosiguió en los años de la posguerra. Palazuelo pintó un espléndido retrato de Willi en 1944.
Fue enormemente inquieto, destacado gimnasta, montañero, gran lector, amante de las librerías de viejo, de pintura, de antigüedades y los objetos más extravagantes y variados que empezó a coleccionar esos años. Bailarín aficionado, actuó en varios ballets. Conoció al bailarín y coreógrafo Roland Petit, con quien mantuvo una buena amistad. Sus inquietudes artísticas y literarias las compartió con un grupo de bilbaínos cultos e inquietos como Antonio Elías, Míchel Azaola, Carlos Zubiría, Pedro Ybarra, Javier Aznar, Antonio y Pablo Bilbao, Manu y Ramón de la Rica. Con algunos de ellos emprendió años más tarde la aventura de la Galería Studio.
Entre 1940 y 1943 no dejó de viajar por toda la geografía española. En 1940 compró con varios amigos el motovelero Carlitos para hacer negocio transportando mercancías entre España y África, lo que resultó una ruinosa empresa. Poco a poco, se fue apartando de la vida social y buscando la independencia en una vida más solitaria, lo que se acentuó en años siguientes. Esta inquietud y quizá no saber qué rumbo darle a su vida, le animaron a alistarse como voluntario en la División Azul, donde sirvió de enero a diciembre de 1943 con base en Tsarkoe-Tselo. En sus numerosas cartas, con observaciones llenas de ironía y humor, deja claro que le guía un espíritu aventurero más que la ideología política. Volvió a Rusia en numerosas ocasiones y lo ruso le marcó profundamente.
En 1945 empezó a trabajar en Gastón y Daniela, empresa familiar que tenía entonces una única tienda en Bilbao. Ahí comenzó su gran obra, a la que dedicó el resto de su vida, su inagotable energía y capacidad creadora. En 1947 pasó unos cuantos meses en Oxford y Cambridge, reincorporándose definitivamente a Gastón a su vuelta. En 1948 empezó la andadura de la galería Studio, que duró hasta el 1952. Willi fue el alma de esta sala, fundamental “en el panorama desolado de nuestras exposiciones” en palabras de Oteiza. Studio organizó 67 exposiciones entre las que destacaron “Pablo Picasso”, “Vázquez Díaz – Solana”, pintores de la Escuela de Madrid, de vascos como Anasagasti, Eduardo de la Sota o Agustín de Ibarrola, los catalanes del Grupo Lais, los primeros abstractos del Grupo Pórtico de Zaragoza o Enric Planasdurá; y escultores como Ferrant, Serra y Oteiza. Este último amigo y colaborador de Studio, donde expuso tres veces. Alrededor de Studio se organizaron conferencias, conciertos, lecturas poéticas, proyectos cinematográficos, que se prolongaban con los íntimos en reuniones y happenings en el camarote de Willi. Las inquietudes artísticas de Wakonigg, estimuladas por el contacto con los pintores, contrastan con los diseños más bien convencionales de Gastón y Daniela. Para poder realizar telas más novedosas y originales tuvo que ampliar el mercado y decidió en 1952 abrir en Madrid, en Velázquez 47, con una tienda vanguardista y extraordinaria que diseñó el arquitecto Rafael Aburto con su colaboración. Allí empezó a mezclar antigüedades, elementos artesanales, exóticos y extravagantes, con la más estricta modernidad, creando un contraste dramático y surreal pero en el que, los diferentes estilos conviven de una manera natural. Esta mezcla tan personal, fue una característica del gusto y de la estética de W.W. Esta filosofía de actualizar lo tradicional o lo artesanal fue una constante en su obra: en los montajes de las tiendas y los escaparates, en el diseño de las telas, reinterpretando documentos antiguos o inspirándose del arte (Gaudí para su espléndida colección de 1984, la colección inspirada en los Ballets Rusos o de las telas mallorquinas o de su colección de kaftanes, en su colección de ikats de 1990). En sus largas estancias en Madrid empezó a frecuentar a pintores como César Manrique, Lucio Muñoz, Rafael Canogar, Gerardo Rueda, Luis Feito o Antonio López y otros, lo que le decidió a convocar a fines de 1954 un concurso para estampados sobre tejidos de tapicería dirigido a los pintores jóvenes y donde, además de algunos de los mencionados, participaron entre otros Jesús de la Sota, Ramiro Tapia y Manolo Millares. Concurso que se repitió en 1956. Al año siguiente, abrió tiendas en Barcelona y Palma de Mallorca y en 1959 en Torremolinos. Fueron años también de incesantes viajes por España y de sus primeras expediciones a países más lejanos: Egipto, Afganistán, India, Tíbet, Irán, etc. En 1966, de nuevo de la mano de Rafael Aburto, abrió la segunda tienda en Madrid. En 1968 conoció al Equipo Crónica, de los que adquirió una serie de esculturas y les propuso hacer dibujos que usó en almohadones, pañuelos o telas. La estética pop fue uno de los leitmotiv de sus diseños de los años sesenta.
Gastón y Daniela se convirtió en un negocio importante que necesitaba una auténtica estructura empresarial. Wakonigg desarrolló una gran empresa, sin duda en España la más importante de telas de decoración, representando a muchas de las casas internacionales. Esto le exigía unas responsabilidades que de alguna manera le coartaban sus ansias de libertad. La separación y la tensión entre gerencia y creación se fueron acentuando en los últimos años de su vida. Produjo en estos años algunas de sus mejores telas, como Gran Sol o la colección China Imperial, sus reinterpretaciones de la Toile de Jouy, las telas tipográficas, la serie de telas de pintores inspiradas en Mondrian, Pollock, Sam Francis y Lichtenstein, o el Homenaje a Goya y la ya mencionada, colección Gaudí. Su colaboradora y dibujante en esta magna obra fue Ángela Ducasse, que trabajó con él desde 1977 hasta 1989. En los noventas, la tensión con la gerencia se le hizo insoportable y se refugió en el trabajo, en algunos de sus hermanos y sobrinos, algún amigo íntimo y en su torre en el desfiladero de Pancorbo. Aunque había elegido la vida solitaria, era un espléndido comunicador y un fantástico conversador, con un humor casi surreal y con una risa potente y contagiosa. En 1994 presentó en la sala Rekalde de Bilbao una instalación en colaboración con el artista Juan Carlos Eguillor. Su creatividad seguía siendo desbordante y en 1996 realizó una de las últimas telas más creativas con el título premonitorio de Mi vaca loca. Falleció a punto de cumplir los 86 años, con un libro en las manos, cuando dormía en un hotel de Pancorbo.
Bibl.: VV. AA., Del XIX al XXI, Gastón y Daniela (125 años en la Historia de Gastón y Daniela), Madrid, 2001; G. de Osma, “WW, su vida y su obra”, en Willi Wakonigg y su mundo. 1914-2000, cat. expo., Madrid, Galería Guillermo de Osma, 2001, págs. 12-24; Willi Wakonigg y su mundo. 1914-2000 (cat. expo.), Madrid, Galería Guillermo de Osma, 2001; VV.AA., España Años 50. Una década de creación, Seacex, 2004; A. Isabel Hernández, “Guillermo Wakonigg”, en Nuevo Estilo, n.º 404 (2012), págs. 66-67.
Guillermo de Osma Wakonigg