Ruiz Picasso, Pablo. Málaga, 25.X.1881 – Mougins (Francia), 8.IV.1973. Pintor, escultor, ilustrador, ceramista, poeta, creador de obra mural y gráfica, autor de piezas teatrales, realizador de diseños de escenografías para teatro.
Hijo primogénito de María Picasso López y José Ruiz Blasco —pintor, profesor de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo y conservador del Museo Municipal de Málaga—, la precocidad artística y la facilidad para el dibujo de Picasso comienzan a manifestarse muy pronto, cuando después de trasladarse la familia a La Coruña (septiembre de 1891), Pablo inicia sus estudios en la Escuela de Bellas Artes da Guarda (1892), donde su padre ejerce entonces como profesor. Entre 1895 y 1900 trascurre, pues, lo que podría definirse como época de formación.
La familia traslada de nuevo su domicilio a Barcelona (otoño 1895), donde don José había sido nombrado profesor en la Escola de Belles Arts de La Llotja.
Allí, Picasso, que había cumplido quince años, realiza los exámenes de ingreso en la propia Escola de La Llotja (1895), alcanzando brillantes resultados.
Estudiará en este centro durante dos años. Tras presentar su cuadro Primera Comunión (Museu Picasso, Barcelona) en la III Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de la ciudad condal (abril 1896), prueba suerte un año más tarde (junio 1897), en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid con otro óleo, Ciencia y Caridad, también custodiado actualmente en el Museu Picasso de Barcelona, y con el que obtiene una mención honorífica.
Por deseo expreso de la familia, el joven Picasso viaja a Madrid —donde permanece desde el otoño de 1897 al mes de junio de1898— e inicia estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (octubre de 1897), frecuentando el Museo del Prado, en el que descubre la pintura española del Siglo de Oro. Realiza numerosos apuntes de cuanto le rodea: escenas callejeras, tipos populares y esbozos del parque del Retiro. Enferma de escarlatina y decide dejar la capital, pasando una temporada de convalecencia en el pueblo catalán de Horta de Sant Joan (Tarragona), invitado por su amigo Joan Pallarès (finales junio 1898). Al regresar a Barcelona (enero 1899), toma la decisión de prescindir de su formación académica, al tiempo que comienza a firmar sus trabajos con el apellido de su madre, abandonando por completo el apellido paterno antes de finales de 1901. En la ciudad condal, frecuenta la cervecería “Els Quatre Gats”, donde inaugura su primera exposición individual (1 febrero 1900), reuniéndose con un grupo de artistas y escritores catalanes fascinados por la actividad cultural de la capital francesa (tertulias con Carles Casagemas, Jaume Sabartés o los hermanos Soto).
En enero de 1900 se había trasladado con Casagemas a un nuevo estudio en la Riera de Sant Joan. En esta época barcelonesa, varias influencias entrecruzadas marcan la producción artística del malagueño, destacando entre ellas la impronta del modernismo catalán, patente en su estilo.
Su obra Los últimos momentos es aceptada para participar en la sección española de la Exposición Universal de París de 1900. En septiembre de ese año, viaja por primera vez a la capital francesa acompañado por Casagemas. Tienen lugar los contactos iniciales con los que serían sus primeros marchantes, Pere Mañach y Berthe Weill. Eclipsado por la vida cultural de esa ciudad, permanece allí unos meses, instalándose con su amigo en Montmartre, en el estudio ocupado anteriormente por Isidre Nonell. En sus lienzos se advierte una certera asimilación del postimpresionismo de Paul Gauguin y del simbolismo de los Nabis, junto a la profunda influencia ejercida por Degas y los atrevidos motivos de Toulouse-Lautrec.
Dos meses después del viaje a París, regresa a España (20 de diciembre de 1900), colaborando en Madrid en la revista Arte Joven. El 17 de febrero de 1901, su amigo Casagemas se quita la vida a consecuencia de un desengaño amoroso, episodio que impresiona profundamente a Picasso, hasta el punto de realizar varias composiciones inspiradas en el luctuoso suceso, como La muerte de Casagemas (1901; Musée Picasso, París).
A partir del otoño de 1901 comienza el período pictórico conocido como Época azul, que se prolongará hasta mediados de 1904. En esos años, Picasso trabaja entre Barcelona y París. En la primera de esas dos ciudades, ante la visión de las clases marginadas, su gama cromática se vuelve fría y su estilo adopta una mezcla de realismo social y expresionismo suigéneris.
En este momento, las figuras de cuerpos alargados evocan los trabajos de El Greco. Surgen ahora desolados personajes como los de la enigmática composición titulada La vida (1903; Cleveland Museum of Art, Cleveland).
El 12 de abril de 1904 toma la decisión de trasladarse a París con carácter definitivo, instalándose en Montmartre, en el n.º 13 de la Rue de Ravignan, en un edificio habitado fundamentalmente por artistas, bautizado por Max Jacob como “Bateau- Lavoir”, por la semejanza que ofrecía con las desvencijadas embarcaciones que hacían las veces de lavaderos en el Sena. De esta primera década de París data también la relación de Picasso con personajes determinantes para su trayectoria futura: el propio Max Jacob o los marchantes Ambroise Vollard y Daniel Henry Kahnweiler. En el otoño de 1904 conoce asimismo a la que habría de ser durante algún tiempo su compañera, Fernande Olivier, que permanecerá junto a él hasta la primavera de 1912, determinando, como lo harían sus sucesivas parejas sentimentales, el estilo, la factura y la iconografía de muchas de sus realizaciones.
Comienza a interesarse por el mundo del circo. Los saltimbanquis y la figura del arlequín —que llegará a convertirse en su “alter ego”— pasan a ser tema habitual de sus composiciones. Como consecuencia, surge en su pintura la Época rosa (1905-1906), llamada de este modo debido a las tonalidades rosadas y grisáceas de su paleta (Familia de saltimbanquis; 1905; National Gallery of Art, Washington, D.C.).
Después de visitar brevemente Holanda (verano de 1905), realiza un viaje a Gósol, en el Pirineo leridano (22-29 de mayo de 1906), acompañado por Fernande, descubriendo las imágenes románicas y el primitivismo de la estatuaria ibérica. Al volver a París (otoño de 1906), modela sus primeras esculturas.
Su estilo aborda una nueva fase, que se aprecia en el famoso Retrato de Gertrude Stein (1906; The Metropolitan Museum of Art, Nueva York).
Estas últimas experiencias conducirán al desarrollo de la llamada Época negra (1907), determinada en buena parte por la influencia ejercida por las manifestaciones culturales procedentes fundamentalmente del África subsahariana. Ese influjo se iba a sumar al ya mencionado de la estatuaria románica e ibérica, así como a la impronta de dos pintores: Cézanne —cuya retrospectiva acababa de ser inaugurada en París (1 de octubre de 1907)— e Ingres. Todo ello cuajará en un lienzo de grandes proporciones, Las señoritas de Aviñón (1907; The Museum of Modern Art, Nueva York), que será el punto de partida del cubismo. Durante los años de práctica cubista (1908-1916), Picasso y su amigo Georges Braque rompen con la perspectiva renacentista o tradicional, poniendo en cuestión toda la representación plástica precedente.
Del mismo modo, el cubismo condicionará también el planteamiento de las corrientes artísticas surgidas con posterioridad. En este contexto, en la primavera de 1912, Picasso realiza su primer collage, Naturaleza muerta con silla de rejilla (Musée Picasso, París).
El 3 de junio de 1913 fallece su padre. Su vida personal sufre otro duro golpe al morir también (14 de diciembre de 1915) su nueva compañera, Marcelle Humbert, llamada Eva Gouel, a quien había conocido en el otoño de 1911. Sigue realizando composiciones inscritas en el cubismo sintético, pero al tiempo, inicia una serie de retratos realistas, conocidos como “neoclásicos”. En este último tipo de composiciones, de marcado carácter figurativo y fuertes remembranzas grecolatinas, los modelos preferidos son mujeres de proporciones monumentales (Tres mujeres en la fuente; 1921; The Museum of Modern Art, Nueva York). La etapa de alternancia cubista y clasicista abarcará hasta 1924 aproximadamente.
Entretanto, colabora, como diseñador de los decorados y el vestuario, en el ballet Parade de los Ballets Russes de Diaghilev (1917), en el que participan asimismo Erik Satie, que aportó la música, y Léonide Massine, que fue el encargado de la coreografía. Con ocasión de la preparación de este ballet, Picasso había viajado a Roma (17 de febrero de 1917) para reunirse con Diaghilev. Allí conoce a una de las bailarinas, Olga Kokhlova, que se convertiría en su esposa (12 de julio de 1918) y en madre de su primer hijo, Paul, nacido el 4 de febrero de 1921. En el estilo “clásico” propio de estos años, el artista lleva a cabo varios retratos de Olga (Olga Kokhlova con mantilla; 1917; Museo Picasso, Málaga) y hacia 1923, y como consecuencia del nacimiento de su hijo, su estilo atraviesa por un breve momento en el que predominan las maternidades y los retratos infantiles (Paul como arlequín; 1924; Musée Picasso, París).
Conoce a Marie-Thérèse Walter (enero de 1927), una joven que se convertiría en su amante, y en cuya anatomía se iba a inspirar para la realización de las grandes cabezas tridimensionales de Boisgeloup — nombre del castillo situado cerca de Gisors, que Picasso adquiere en junio de 1930—, piezas que suponen un nuevo y drástico cambio en su trayectoria.
Previamente (mayo de 1928), había comenzado a trabajar con hierro y láminas de metal en el estudio del escultor Julio González, en París. Como continuación de las esculturas monumentales de Boisgeloup, en 1932 realiza un conjunto de pinturas que representan a Marie-Thérèse durmiendo, plena de sensualidad.
Conviviendo con las plácidas representaciones de Marie-Thérèse, se produce un nuevo giro en su obra, en la que irrumpe ahora con fuerza la etapa que, de forma un tanto genérica, se ha denominado surrealista (1925-1935), aunque presenta, sin embargo, matices muy precisos que la diferencian del surrealismo ortodoxo. Influido por ese entorno, comienza a escribir poesía en 1934 y algunos años después, en este mismo contexto, compone la pieza teatral El deseo atrapado por la cola (enero de 1941). Uno de los temas más destacados de estos años es el Minotauro.
La aparición de este personaje mitológico coincide con la época de mayor auge del tándem toro-caballo, cuando tras perder el interés por otro de sus “alter ego”, el arlequín de la commedia dell’arte, Picasso hace depositario al monstruo semihumano de los vaivenes de su problemática existencia. El Minotauro surge casi al mismo tiempo en que el artista realiza dos series de grabados inscritos en su estilo más clásico —Las metamorfosis, de Ovidio (1931) y Lisistrata, de Aristófanes (1934), ambas encargadas por el editor Albert Skira— y adquiere su personalidad definitiva en la Suite Vollard (1930-1937). Inmerso en una situación afectiva y familiar un tanto anómala — casado todavía con Olga Kokhlova, de la que no se separará hasta junio de 1935, pero ligado a la joven Marie-Thérèse Walter—, Picasso realiza la más hermética de las creaciones con el monstruo mitológico como protagonista, la Minotauromaquia (1935), que, a fuerza de incorporar elementos de su vida privada, trasciende toda consideración individual para convertirse en el antecedente directo de su lienzo más emblemático, Guernica.
En 1936 experimenta el horror de la Guerra Civil de su propio país, a la que se sumará en breve la segunda conflagración mundial. Debido a la agitada situación social y política que conmociona entonces a Europa, desde ese mismo año hasta 1945 su obra refleja el drama bélico, llegando a adquirir tintes tremendamente sombríos. Este período ha sido calificado por algunos estudiosos como de expresionismo “furioso”.
En marzo de 1936, Picasso se instala una temporada en Juan-les-Pins con Marie-Thérèse y la hija de ambos, Maya (nacida el 5 de septiembre de 1935), pero la pareja había comenzado a distanciarse y el cambio de residencia propició la aparición de discrepancias entre ellos. Es el momento en que conoce a Dora Maar, con quien realiza un viaje a Mougins (comienzos agosto 1936), iniciando entonces su relación con ella. Maar iba a ser además quien diera fe, por medio de sus fotografías, del proceso de creación del gran lienzo Guernica (1937; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid), surgido como resultado del encargo realizado a Picasso (enero de 1937) por el gobierno de la República española, con destino al pabellón español de la Expositión internationale des arts et techniques dans la vie moderne, conocida popularmente como la Exposición Internacional de París.
Meses antes (20 de noviembre de 1936), Picasso había sido nombrado director honorífico del Museo del Prado.
El motivo que le impulso a realizar la escena representada en el mural Guernica fue la noticia de los bombardeos efectuados por la aviación alemana sobre la villa vasca que da nombre a la obra, conocidos por el artista a través de las dramáticas fotografías publicadas por el periódico francés L’Humanité. A pesar de ello, tanto los bocetos como el cuadro no contienen ninguna alusión a sucesos concretos, sino que, por el contrario, constituyen un alegato genérico contra la barbarie y el terror de la guerra. Concebido como un gigantesco cartel, el gran lienzo es el testimonio del horror que supuso la Guerra Civil Española, así como la premonición de lo que iba a suceder en la segunda guerra mundial. La sobriedad cromática, la intensidad de todos y cada uno de los motivos, y la articulación de esos motivos, determinan el extremado carácter trágico de la escena, que se iba a convertir en el emblema de los desgarrados conflictos de la sociedad de nuestros días. Pero Picasso habría de vivir aún otra experiencia bélica, la de la segunda guerra mundial, llevando a cabo entonces creaciones como la escultura El hombre del cordero (1943; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) o el óleo El osario (1945; The Museum of Modern Art, Nueva York).
Tras el fallecimiento de su madre (13 de enero de 1939) y su afiliación al Partido Comunista francés (5 de octubre de 1944), y después de haber permanecido en París durante el período de ocupación, se instala en el Mediterráneo (1946-1954), primero en Antibes y más tarde en Vallauris, profundizando en temas bucólicos y mitológicos, que ponen de manifiesto su identificación con la tradición clásica. Sin embargo, a diferencia del sombrío Minotauro, sus sátiros, faunos, centauros y ninfas muestran ahora el júbilo surgido tras el armisticio, mientras transcurren plácidamente los días junto a su nueva compañera, Françoise Gilot, a la que había conocido en mayo de 1943. Françoise le dará dos hijos, Claude y Paloma, nacidos respectivamente el 15 de mayo de 1947 y el 19 de abril de 1949, que son retratados en muchos trabajos de esta época, así como la propia Françoise, que aparecerá también encarnada en la ninfa de las idílicas composiciones de esos momentos. Al cambiar su residencia de Antibes por la de Vallauris, donde permanece entre 1948 y 1955, se despierta en él un gran interés por la cerámica y la escultura, ocupaciones que alternará con la realización de grandes pinturas murales. El 25 de agosto de 1948 viaja a Wroclaw, para intervenir en el Congreso de Intelectuales por la Paz. Posteriormente participará también en el Primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz, en París (abril de 1949) y en la Segunda Conferencia de la Paz, en Sheffield, Gran Bretaña (octubre de 1950). En este mismo contexto, inicia (agosto de 1952) los dos grandes murales de La Guerra y La Paz, que serán instalados en la capilla del castillo de Vallauris en 1959.
Jacqueline Roque, su última pareja sentimental, con la que iba a contraer matrimonio el 2 de marzo de 1961, entra en su vida en agosto de 1953. Picasso adquiere en Cannes (verano de 1955) la villa La Californie, instalándose en ella con su nueva compañera. En esas mismas fechas trabaja junto con Georges Cluzot en el filme Le mystère Picasso. Se traslada al castillo de Vauvenargues, frente a la montaña de Sainte Victoire, viviendo allí desde 1959 a 1961, morada que cambiará por la que iba a ser su última residencia, Notre-Damede- Vie, en Mougins, cerca de Cannes, donde permanece desde junio de 1961 hasta su fallecimiento, en abril de 1973. También a comienzos de los sesenta (9 de marzo de 1963) se inaugura el Museu Picasso de Barcelona, con fondos donados por el propio artista.
A pesar de haber sobrepasado ya con creces la madurez, los materiales y técnicas de su obra se renuevan día a día. Ese período, que abarca desde el año 1953 a 1973, está presidido por el recuerdo de la pintura de los grandes maestros del pasado, y por la remembranza de las propias fuentes pictóricas de Picasso, así como también por el estudio de la producción de algunos de sus contemporáneos, como Matisse o Braque.
Picasso analiza, descompone y recompone las obras maestras de otros artistas hasta hacerlas suyas.
Explora, en extensas series, a Delacroix, Velázquez, Manet o Poussin, motivado por el desafío personal de confrontar su propia plástica con la gran pintura histórica.
En este contexto, se sitúan las más importantes series realizadas en esa época (Las mujeres de Argel, según Delacroix, El estudio de La Californie, Las Meninas, El almuerzo campestre, según Manet y El rapto de las Sabinas), así como el conjunto más recurrente de su producción, El pintor y su modelo, que en los últimos años de vida de Picasso cobra su verdadera carta de naturaleza como tal serie, a partir del momento en que entra en la vida del artista la que será su musa y compañera de los últimos tiempos, Jacqueline Roque.
Desde mediados de la década de los sesenta concede protagonismo a las figuras aisladas, los arquetipos, el desnudo y la pareja, lo que constituye para él una forma de abordar las relaciones sentimentales y sexuales. A partir de 1966 aparece un emblemático personaje: el gentilhombre del Siglo de Oro, español u holandés. En 1970, pocos años antes de su muerte, Picasso muestra una vez más su vitalidad y su fuerza creadora al exponer en el Palais des Papes de Aviñón (1 de mayo-30 de septiembre) ciento sesenta y siete lienzos y cuarenta y cinco dibujos que había realizado el año anterior. Al tiempo, reanuda con renovadas energías la impresión de grabados y la creación de piezas tridimensionales de cartón. La muerte, presagiada por el artista en su Autorretrato de 1972 (Fuji Televisión Co. Gallery, Tokio), le sorprende en su casa de Notre-Dame-de-Vie, el 8 de abril de 1973.
La innovación conceptual, estética y formal que Picasso lleva a cabo durante el período final de su vida, es tan fundamental, en cierto modo, como lo fuera a comienzos de 1900 la revolución cubista. Los hallazgos de sus últimos veinte años influirán decisivamente en la plástica contemporánea y pueden ser considerados como una de las claves de la pintura de finales de la pasada centuria. Picasso abre y cierra el siglo XX, pudiendo ser considerado, sin duda alguna, como el pintor más representativo de nuestra época.
Obras de ~: Ciencia y Caridad, 1897; La muerte de Casagemas, 1901; La vida, 1903; Familia de saltimbanquis, 1905; Retrato de Gertrude Stein, 1906; Las señoritas de Aviñón, 1907; Naturaleza muerta con silla de rejilla, 1912; Tres mujeres en la fuente, 1921; Mujer en el jardín, 1929-1930; Crucifixión, 1930; Suite Vollard, 1930-1937; Guernica, 1937; El hombre del cordero, 1943; El osario, 1945; Las mujeres de Argel, según Delacroix, 1955; El estudio de La Californie, 1956; Las Meninas, 1957; El almuerzo campestre, según Manet, 1961; El rapto de las Sabinas, según Poussin, 1962; El pintor y su modelo, 1965; Autorretrato, 1972.
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Paloma Esteban Leal