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Cipriano de la Huerga

Biografía

Huerga, Cipriano de la. Fénix y Musa de España. Laguna de Negrillos (León), c. 1509-1510 – Alcalá de Henares (Madrid), 4.II.1560. Monje Cisterciense (OCist.), humanista y filólogo escriturista que se inscribe en las corrientes poligráficas del siglo xvi.

Su padre, llamado Fernando de la Huerga, era de linaje noble e hidalgo, y desempeñó durante muchos años el empleo de merino, o alcalde mayor de Nogales y su jurisdicción. Su padre lo entregó de muy niño a la custodia de los monjes, a fin de que velaran por su educación, pues probablemente el padre había quedado viudo. El niño hizo grandes progresos en letras y latinidad, lo cual le permitió tomar el hábito monástico pronto. Después pasaría por otros colegios de la Orden, hasta llegar a Alcalá de Henares, donde fue dos veces rector del colegio cisterciense y consiguió acceder a la cátedra de Sagrada Escritura de dicha Universidad.

Cipriano de la Huerga es probablemente uno de los monjes más eruditos que produjo el sistema educativo de la Congregación Cisterciense de Castilla —llamados también “Bernardos Españoles”—. Fue autor de numerosas obras y se codeó, tanto como discípulo y como maestro, con grandes personajes y autores del mundo universitario e intelectual de su época.

El 25 de diciembre de 1527 tomó el hábito de novicio en el entonces famoso monasterio de Santa María de Nogales (León). Según la antigua costumbre cisterciense, después de tomar el hábito, los novicios continuaban por espacio de dos años los estudios de lenguas clásicas y espiritualidad. Probablemente Cipriano asistió a las clases en los colegios que la Congregación tenía abiertos por aquel entonces. En Moreruela estudiaría Gramática, y en Valparaíso la Filosofía. Cabe también la eventualidad de que estudiara algún año en el colegio de Salamanca. Según documento notarial, Cipriano demostró haber estudiado cuatro cursos de Artes (1531-1535) en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Alcalá [Archivo Histórico Nacional (AHN), Universidades, Libro 476 F, fol. 505v.]. También, según el mismo documento notarial, el joven monje demostró haber estudiado cuatro cursos (1535-1539) en la Facultad de Teología de la Universidad de Alcalá.

Su vida universitaria fue de lo más intensa y profunda, hasta 1545, año en que fue elegido abad de Nogales, su monasterio. Fue abad durante todo el trienio siguiente, y fue reelegido en 1548; pero a finales de 1549 “fue llevado para Lector de Teología al Colegio de San Bernardo de Alcalá de Henares” (fray Lorenzo Pérez, archivero, autor del Tumbo de 1635 a 1640. Manuscrito del Archivo Diocesano de Astorga, fol. 4r. Y los mismos datos se encuentran en el llamado Tumbo Nuevo, ms. 5564, fol. 2v., Sección Clero, AHN, escrito por fray Malaquías). Desde 1545 hasta 1548 tenemos constancia documental de algunas intervenciones de Cipriano como abad de Nogales. En 1547, por ejemplo, intervino en la fase final del pleito que había entre el conde de Benavente y el monasterio de Nogales. Su última intervención como abad está documentada el 21 de septiembre de 1548. A partir de esa fecha, tanto en la documentación del Archivo Histórico Provincial de Zamora como en la del AHN referente al monasterio de Santa María de Nogales, no aparece el nombre de Cipriano de la Huerga, sino el de Francisco de Villagra o Villagarcía, cillerero, quien al parecer actuaba por delegación del abad, tal vez ausente.

Pero el 19 de enero de 1549, en la iglesia de San Pedro de Lovaina, Pedro Curcio concedía su Aprobación para editar el Comentario al Salmo CXXX de Cipriano de la Huerga. Hay un dato curioso, y es que en la carta dedicatoria de esta obra a Claudio de Quiñones, Cipriano dice que ha explicado el Banquete de Platón al conde de Luna. Probablemente Cipriano se trasladó a Lovaina, y se hospedó en el colegio de los cistercienses en esta ciudad. En ella, por espacio de un año fantasma, estudiaría Griego y Lenguas Orientales. La conjetura de la estancia del Huerguensis en Lovaina se fundamenta, además, en los siguientes indicios: 1.º) la fecha y lugar de la Aprobación de la obra citada; 2.º) las mencionadas ausencias en las tareas administrativas en Nogales desde finales de 1948; 3.º) la tradición de estudios en el extranjero que tenían los predecesores de Cipriano en la cátedra de Biblia: El padre Dionisio Vázquez, maestro de Biblia del Huerguensis, buen helenista y orientalista, había estudiado en Roma. El doctor Naveros era famoso por sus conocimientos de griego, que había adquirido en la Universidad de Lovaina. Y el padre Juan Beltrán, sucesor de Naveros e inmediato predecesor de Cipriano, había estudiado Griego y Lenguas Orientales en la Universidad de París. Existe unanimidad en que Cipriano superaba en conocimiento de lenguas clásicas y semíticas a sus tres antecesores. Alvar Gómez de Castro y otros contemporáneos afirman que adquirió los conocimientos lingüísticos “en muy breve tiempo” y “después de haber concluido los estudios de Filosofía y Teología Escolástica”. Así, pues, adquirió los conocimientos de lenguas orientales después de 1539, pero no se sabe dónde ni durante cuántos años. Pero lo que es realmente importante es que el Huerguensis practicó e introdujo la exégesis y los métodos de la filología poligráfica europea, desplegando en el aula unos profundos conocimientos de hebreo, arameo, griego y autores clásicos griegos y latinos. La interpretación más plausible de este hecho sería dar como muy probable una estancia suya en Lovaina, tal vez, durante el curso 1548-1549.

Posteriormente pudo perfeccionar los estudios de Lenguas en la propia Universidad de Alcalá, dado el prestigio de su colegio Trilingüe, del cual salían ya excelentes humanistas, como lo demuestra el ejemplo de Benito Arias Montano y de otros muchos.

A favor de una probable estancia en Lovaina, además, está el hecho de que el historiador belga de la Orden Cisterciense, A. Mireo, llama noster a Cipriano, calificativo que reservaba para aquellos españoles que estudiaron en Flandes.

Al año siguiente, 1549-1550, Cipriano lee un curso de Teología en el colegio de San Bernardo de la Universidad de Alcalá (Manuscrito del Archivo Diocesano de Astorga, fol. 4.º). Según parece, fue también profesor de Retórica y, después, nuevamente de Teología en el colegio de la Madre de Dios; pero se ignoran las fechas exactas.

El 6 de mayo de 1550 se reunió en el monasterio de Monte Sión (Toledo) el Capítulo General de la Congregación Cisterciense de Castilla, y concedió licencia a Cipriano de la Huerga para graduarse en Teología y le nombró rector del colegio de San Bernardo de Alcalá: “En esta ocasión, cuando le hicieron Retor estaba actualmente opuesto [= se encontraba haciendo las oposiciones] a la Cátedra de Escritura” y “se definió que si lleuaba la Cátedra, dejase la Retoría y que el General proveyese otro Retor. Y así mesmo lleuando la dicha Cátedra, se le dio licencia para graduarse de Maestro, y no en otra manera” (manuscrito de la abadía de Cóbreles —Cantabria— = AHN, Clero, ms. 16.621, fol. 45v.). Así pues, según conjeturas, Cipriano obtuvo por primera vez, en mayo de 1550, la cátedra de Biblia de la Universidad de Alcalá, sin tener todavía grados académicos. Esta situación era frecuente en las universidades españolas en el siglo xvi.

Alvar Gómez de Castro (De rebus gestis, lib. VIII, fol. 224) confirma este hecho: “Cipriano, monje de la Orden Cisterciense, unus e numero scholastichorum, [uno del número de aquellos estudiantes que no estaban destinados a examinarse de grados académicos] [...] con increíble acuerdo de toda la Universidad fue antepuesto a todos los demás para aquella praefectura [...]”. La praefectura era un encargo de cátedra desempeñado por un profesor que no tenía todavía grados académicos. Y, aunque había ganado la cátedra por oposición, no podía legalmente tomar posesión de la misma sin el título de maestro o doctor. Para poder acceder a este título se requería haber impartido clase en la Universidad al menos un año. También el Brocense fue profesor de Salamanca sin tener los títulos de licenciado y doctor. Cipriano, probablemente, impartió un curso en la Facultad de Teología de la Universidad de Alcalá, requisito necesario para obtener el grado de doctor en cualquier universidad.

Reunido el Capítulo General de la Congregación el 20 de agosto de 1551 en el monasterio de Las Huelgas de Valladolid, nombró por segunda vez al maestro fray Cipriano rector del colegio de Alcalá, siendo ya intérprete oficial de Sagrada Escritura (A. Manrique, Anales Cistercienses, IV, col. 632). Este dato corrobora que Cipriano obtuvo la cátedra de Biblia antes de haberse examinado de bachiller, licenciado y doctor, según los datos que tenemos de los asientos de títulos de la propia Universidad.

Posteriormente, en Sigüenza y en el colegio de Portaceli (= Universidad de Sigüenza), Cipriano presentó ante el rector, maestro Torquemada, y ante el notario y secretario, Francisco Rojo, “dos testimonios, en el vno como auía aprobado los cursos de la facultad de Artes, y en el otro los de Teología, firmados y signados de Alonso de la Serna, notario público y apostólico y Secretario de la Universidad de Alcalá de Henares” (AHN, Universidades, lib. 1251F, fol. 1210v.). En esa Universidad, Sigüenza, y entre septiembre y octubre de 1551, Cipriano obtuvo los títulos necesarios: bachiller, licenciado y maestro.

Se reseña todo esto porque la solución al problema de que Cipriano no obtuviera sus títulos en Alcalá no proviene de cuestiones de “limpieza de sangre”, sino de la “prueba alfonsina” de la Complutense, es decir, del requisito de tener cursados diez años de Teología para poder acceder al título de licenciado. A esta dificultad académica se añadía la circunstancia de los cuantiosos dispendios económicos que conllevaba dicha prueba. Probablemente, los superiores cistercienses, como era habitual, aconsejaran no dar lugar a tamaños e innecesarios gastos.

Cabría aún mucho que decir sobre el tema de los grados del maestro fray Cipriano; pero anótese el tesón y la perseverancia de este monje cisterciense, no por conseguir esos grados, sino por enseñar Sagradas Escrituras y llevar adelante un proyecto de pedagogía filológica que habría de dar enormes frutos. El 14 de octubre de 1551, Cipriano de la Huerga, en posesión del título de maestro, accedió como titular a la cátedra de Biblia de la Universidad de Alcalá de Meneares (AHN, Universidades, lib. 398F, fol. 141r.). Se ha dicho de él que fue “el exegeta más eminente de los que pasaron por esta Universidad y uno de los que en España cooperaron más eficazmente a despertar y encauzar la afición a los estudios escrituarios” (padre Vicente Beltrán de Heredia). En 1553 Alfonso García Matamoros compuso su Elogio en honor de Cipriano de la Huerga (De Academiiis et doctis viris Hispaniae, sive pro aserenad Hispanorum Eruditione narrationem Apologeticam, Alcalá, 1553, Brocar: 52-54).

A partir de entonces comenzó el Huerguensis una serie de actividades, además de las docentes, que le dieron gran prestigio, aunque se vio envuelto en polémicas y envidias. Se mostró opuesto al modo de conducir los esclavos a Indias, según las Capitulaciones que su Majestad hizo con Fernando Ochoa. En 1554 vio rechazada su petición de viajar a Inglaterra formando parte del séquito de Felipe II. Fue en su lugar fray Bartolomé de Carranza.

En 1555 publicó fray Pedro de Fuentidueña un elogio a favor de su maestro. En él ofrece noticia de las obras que ya tenía terminadas Cipriano: “Y aunque por esta pequeña obra (= Comentario al Salmo XXXVIII) puedas deducir el talento eminente de este hombre [...] Tendrás que esperar los Comentarios al Profeta Nahum, a San Mateo, al Cantar de los Cantares de Salomón, y podrás esperar, incluso, un Comentario sobre la creación del mundo en tres libros, y una obra en verdad excelsa Sobre los Símbolos de Moisés. Añadimos también para tu satisfacción los Comentarios al Salmo CXXX, impresos anteriormente (Lovaina, 1550) (Carta dedicatoria a don Martín Godoy de Loaisa, deán de Sigüenza y Carta al lector en Cipriano de la Huerga, Comentaría in Psalmum XXXVIII, Alcalá, Juan Brocar, 1555)”.

En 1555 volvió a tomar posesión de la cátedra en Alcalá, y se inscribió entre los regentes, doctores y maestros del claustro de la Facultad de Teología de la misma Universidad. En aquel año el pontífice Pablo IV hizo liga con el rey de Francia y duque de Ferrara e intentó invadir los reinos y Estados de su Majestad Católica en Italia. Cipriano fue llamado para emitir su dictamen y parecer, con otros teólogos. El Huerguensis se mostró favorable a considerar las aspiraciones temporales de Pablo IV como idénticas a las de cualquier otro príncipe, y aconsejó contener la invasión (BNE, ms. 5556, fol. 230r. y Biblioteca del Monasterio de Montserrat, códice 901).

El 28 de marzo de 1556 se dio la Real Orden, por la princesa gobernadora de España, a las Universidades de Salamanca y Alcalá, ordenando “alzar pendones” y celebrar la proclamación del nuevo Rey. Y así, el 19 de abril de 1556, el maestro Cipriano pronunció el Sermón “delante del Rector y Universidad de Alcalá el día en que se levantaron los pendones para celebrar la proclamación oficial de Felipe II como rey de España, en el que dijo ‘cosas extrañamente cristianas, y muy subidas y delicadas’” (A. Gómez de Castro).

Amigo personal de la duquesa de Francavilla y de otros nobles de la época, mantuvo correspondencia con ellos, dejando siempre huella de una persona de gran sensatez y conocimientos políticos y sociales. En octubre de 1556 aparece citado en el “Memorial de las personas que auiendose consultado a su Majestad Real ha parecido que deuen ser llamadas y congregadas para tratar de lo que se escribe a la Serenísima Princesa” (Archivo General de Simancas, Estado, leg.

114, fol. 257. Original).

En el curso de 1556-1557 fray Luis de León tuvo como profesor de Sagrada Escritura al maestro Cipriano y siguió un curso sobre la Epistola ad Hebraeos y el Apocalipsis, que “escribí oyéndole”, y sometió a su censura uno de los quolibetos. Fray Luis se matriculó el día 14 de diciembre de 1556, y era el número 196 de 255 matriculados en la Facultad de Teología. Además de las obras citadas, fray Luis tenía en sus manos la obra Sobre los Salmos y un tratado Sobre la teoría de la música y práctica de los instrumentos entre los antiguos hebreos, también de su maestro.

En marzo de 1557 de nuevo el Capítulo General, reunido en Valparaíso, le nombró rector del colegio de Alcalá. Hasta 1559 Cipriano aparece citado en diversos documentos de la Universidad en relación con diversos asuntos; pero entre mayo y diciembre de ese mismo año aparece un vacío. Fueron malos tiempos para los humanistas españoles.

El 21 de mayo de 1559 se celebró en Valladolid el primer gran auto de fe, en el que fueron condenadas treinta personas, quince de ellas a la hoguera. En agosto del mismo año fue detenido fray Bartolomé de Carranza y los inquisidores de Toledo hicieron una visita a la Universidad de Alcalá; luego siguió el auto de Sevilla, en septiembre, y con más rigor aún el de diciembre en esta misma ciudad. Una de las primeras medidas del Monarca fue la legislación dirigida a los estudiantes españoles, a los cuales se prohibió cursar estudios en las universidades extranjeras, decisión deplorable y de muy graves consecuencias para la historia cultural de España. Se prohibió, además, el erasmismo y las corrientes aperturistas de la llamada filología poligráfica. Eximios biblistas fueron encarcelados como sospechosos. El turno llegó también a los discípulos y amigos de Cipriano. El 9 de junio de 1559 Arias Montano fue arrestado por la Inquisición sevillana y puesto en libertad pocos días después. Andrés Cuesta, obispo de León y amigo de Cipriano, se vio implicado en el proceso de Carranza. Ante estos acontecimientos Cipriano “enferma y enflaquece”, y el 22 de diciembre parece ser que se encontraba gravemente postrado.

Fue detenido y purgado por la Inquisición en aquel fatídico verano y aquel terrible otoño de 1559. Fue este año uno de los más negros de la historia de España. López de Toro en su “Introducción” a la edición de la Apología de Alfonso García Matamoros, afirma que en 1559 Cipriano de la Huerga estaba sometido a proceso inquisitorial, pero no se ha podido hallar la más mínima confirmación a este respecto. No obstante, existen indicios posteriores que hacen pensar en un proceso. Algunas de sus obras se aprobaron muchos años después de ser escritas. Las razones parecen deducirse de una carta del monje cisterciense Fermín Ibero a Marcos de Villalba, de la misma Orden. La Inquisición prohibió por aquel entonces a la Universidad de Alcalá aprobar obras. Ésta sería una explicación de por qué los Comentarios al profeta Nahum fueron aprobados en París y publicados en Lyon; faltan ejemplares de El Sermón de los Pendones de la edición de Lovaina de 1550. Por otro lado, la inclusión de los Comentarios al libro de Job en el Índice de Libros Prohibidos de 1612, nisi corrigantur constituye una demostración de la animadversión inquisitorial, que siguió incluyendo obras del monje cisterciense durante dos siglos.

A partir de 1560 se puede localizar una serie de noticias documentadas que reflejaban la enfermedad de Cipriano, y se dice de él que “no puede leer de oposición sin grave detrimento de salud y vida [...]”. El doctor Casas presentó incluso un requerimiento ante el rector de la Universidad pidiendo declarase inhábiles a Lorenzo de Santiago y a Cipriano de la Huerga; pero en enero de 1560 Cipriano fue elegido por tercera vez catedrático de Sagrada Escritura por el claustro de Teología de Alcalá, y por gran mayoría.

El 4 de febrero murió en Alcalá de Henares. Su muerte fue grandemente celebrada y se compusieron multitud de poesías y sermones, alabando su saber y su ciencia. Fue sepultado en el colegio cisterciense de Alcalá. Y el Capítulo General, reunido en el monasterio de Palazuelos en marzo de 1560, decretó que las obras del maestro Cipriano, fallecido poco antes, fueran editadas “in publica Ecclesiae vitalitatem” (A. Manrique, Anales Cistercienses, IV, col. 638). En su sepulcro se puso este epitafio: “Ciprianus Hispaniae Musa et Phoenix. Maximus ille brevi Ciprianus conditur unna. Ille humilis excelsus clauditor hospes humo, judicium, labor, ars, facunda peritia rerum Una adiere virus, quo cum abiere simul”.

Obras de ~: Cipriano de la Huerga. Obras Completas, León, Universidad, 1990 (col. Humanistas Españoles), 10 vols.: vol. I: Presentación de la Colección, Prolegómenos y testimonios literarios (introd., datos cronológicos, selección de textos, comentarios, notas y bibliografía de D. G. Morocho Gayo), textos latinos revisados, y trad. por F. Domínguez Domínguez, A. Domínguez García, C. Miguélez Baños y M. A. Marcos Casquero); El Sermón de los Pendones (introd., ed. y notas por Javier Fuente Fernández), revisión de N. Fernández Marcos, León, Universidad, 1991; vol. II: Comentarios al Libro de Job, 1.ª parte: introd., ed. latina, notas y trad. española de C. Miguélez Baños, León, Universidad, 1992; vol. III: Comentarios al Libro de Job, 2.ª parte: introd., ed. latina, notas y trad. española de C. Miguélez Baños, León, Universidad, 1992; vol. IV: Comentario al Salmo XXXVIII, Comentario al Salmo CXXX, introd. general por N. Fernández Marcos, ed. del texto latino, trad. y notas por J. F. Domínguez Domínguez, ed. de la trad. al castellano de Bernardino de Mendoza por F. J. Fuente Fernández, León, Universidad, 1992; vol. V: Comentario al Cantar de los Cantares, 1.ª parte; introd., ed. latina y trad. castellana por A. Domínguez García, León, Universidad, 1992; vol. VI: Comentario al Cantar de los Cantares, 2.ª parte: introd., ed. latina y trad. castellana por A. Domínguez García, León, Universidad, 1992; vol. VII: Comentarios al Profeta Nahún, introd., ed. latina y trad. castellana por A. Domínguez García, León, Universidad, 1994; vol. VIII: Competencia de la Hormiga con el Hombre, Cartas, introd., ed. crítica y notas por F. J. Fuente Fernández; Pareceres, introd. y notas por J. Paniagua Pérez y J. I. Tellechea Idígoras, León, Universidad, 1994; vol. IX: Estudio monográfico colectivo. El Maestro Fray Cipriano de la Huerfa: La exégesis bíblica de Cipriano de la Huerga, por N. Fernández Marcos (CSIC); Cipriano de la Huerga y la Filosofía del Renacimiento, por J. Paradinas Fuentes; “Magnum illum Vergensem Cyprianum Monachum, Alium praeterea neminem [...]” Cipriano de la Huerga, maestro de Arias Montano, por G. Morocho Gayo; Comentario y traducción del pasaje del capítulo IX “In Job”, por C. Rascón García; Tradición clásica y ciceronianismo en Cipriano de la Huerga (1509/1510-1560). Primer acercamiento, por J. F. Domínguez Domínguez; Desentrañando el comentario de Cipriano de la Huerga al Salmo 130, por N. Fernández Marcos y E. Fernández Tejero; Comentario de Cirpiano de la Huerga a los Salmos XXXVIII y CXXX, por S. Ordóñez Fernández; Del amor y la mujer en Cipriano de la Huerga, por E. Fernández Tejero; Comentario al Profeta Nahhum de Cirpiano de la Huerga, por J. L. Monge García; La imagen del “Buen Pastor” en Fray Cipriano de la Huerga y en Fray Luis de León, por F. J. Fuente Fernández; El “Ex Libris” de Cirpiano de la Huerga, por E. Fernández Tejero y N. Fernández Marcos; Figuras retóricas en Cipriano de la Huerga y Benito Arias Montano, por C. Miguélez Baños; El léxico hebreo de Cipriano de la Huerga, por E. Fernández Tejero; El léxico griego de Cipriano de la Huerga, por J. M.ª Nieto Ibáñez; Respuesta del Císter al Humanismo español del siglo xvi: Resumen histórico de la Orden Cisterciense, La Orden Cisterciense en el contexto del siglo xvi español, Las Congregaciones Cistercienses, Derecho y Liturgia en la renovación cisterciense del siglo xvi español, Aspectos generales y formativos en la Congregación de Castilla, por F. R. de Pascual; Tradición clásica y ciceronianismo en Cipriano de la Huerga (II), por J. F. Domínguez Domínguez, León 1996; vol. X: Índices y Monografías, León, Universidad (en preparación).

 

Bibl.: B. de Montalvo, Primera parte de la Coronica del Orden de Cister e Instituto de San Bernardo [...], Madrid, por Luis Sánchez, 1602, págs. 304-306; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense Española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 171- 175; F. R. de Pascual, “Obras completas de Cipriano de la Huerga”, en Cistercium, XLIII (1991), págs. 825-836; F. R. de Pascual, J. Paniagua Pérez, J. F. Domínguez Domínguez y G. Morocho Gayo (coords.), Humanismo y Císter. Actas del I Congreso Nacional de Humanistas Españoles, León, Universidad, 1996.

 

Francisco Rafael de Pascual, OCist.

 

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