Lerchundi, José. Orio (Guipúzcoa), 24.II.1836 – Tánger (Marruecos), 9.III.1896. Misionero franciscano (OFM) en Marruecos, africanista, lingüista y arabista, promotor de la cultura y del progreso social en aquel país.
La figura de Lerchundi fue, ya en vida, objeto de muchos y variados estudios. Y todavía sigue siéndolo.
Educado con esmero en su niñez por un tío suyo sacerdote, se puso pronto en contacto religioso y cultural con los franciscanos exclaustrados del santuario de Aránzazu, y, a la edad de diecinueve años, cuando las rígidas leyes desamortizadoras de 1836 comenzaron a aflojar y se autorizó la apertura de ciertos colegios en los que formar religiosos con vocación misionera, José Lerchundi fue de los primeros que solicitó plaza al abrirse el franciscano de Priego (Cuenca). Optó, pues, por la vida franciscana y en ella se formó en aquel colegio, al igual que en los estudios de Humanidades y Teología. Ordenado sacerdote en 1859, y, después de un período de recuperación de una salud siempre muy precaria, fue destinado a la misión franciscana de Marruecos, entonces en vías de restauración, tras los años pasados de la exclaustración. Desembarcó en Tánger en los inicios de 1862. Los primeros años los pasó en distintas casas-misión del litoral marroquí atlántico, desde Tetuán —al norte— hasta Safi —al sur—, lo que le permitió hacerse una idea cabal del país y de la sociedad musulmana. Fijado ya en Tetuán, como superior de su pequeño y provisional convento, pudo ya entregarse enteramente al estudio de la lengua del país: el árabe. En contacto muy directo con el pueblo musulmán, alcanzó un conocimiento tal de esta lengua que, en 1872, daba ya a la prensa una gramática del árabe popular marroquí, que modestamente tituló Rudimentos del árabe vulgar, pero que era la primera en su género y todavía no ha sido superada, al menos en español; también tenía dispuesto un embrión de diccionario del mismo árabe popular, que no pudo entonces publicar. Tras la aparición de su obra, los pocos arabistas de la Península —también algún extranjero— buscaron corresponder con él, mientras la Real Academia de la Historia le nombraba miembro correspondiente.
Del árabe vulgar pasó al estudio del literario o clásico, del que igualmente estructuró una gramática que, aunque ocasionalmente se utilizaría como texto, nunca fue dada a la imprenta bajo su nombre, por haberla dejado incompleta.
Por tanto, el nombre de Lerchundi desbordó pronto el ámbito de la misión de Marruecos y del alicorto arabismo español, pues el Vaticano fijó en él su atención y le responsabilizó de la marcha de la Iglesia en aquel país musulmán, al nombrarlo en 1877 pro-prefecto de la misma. La decisión de Roma fue muy mal recibida por el Gobierno español, del cual no se había recabado su placet, siendo así, argumentaba éste, que la misión franciscana en Marruecos estaba tradicionalmente bajo su patronazgo. Como la Curia romana no se plegó a las pretensiones regalistas españolas, se ordenó desde Madrid que el electo pro-prefecto —a quien los religiosos de la misión acataron como tal y él se sometió a lo decretado por el Papa— fuera conducido “preso” a la capital de España. Ya en ésta, mientras el pleito entre el Vaticano y el Gobierno español proseguía, Lerchundi pidió trasladarse a Granada, donde, en colaboración con los arabistas de su Universidad, especialmente con Francisco Javier Simonet, pondría a punto un texto para la enseñanza del árabe clásico entre los universitarios españoles: la Crestomatía arábigo- española. Hastiado de que su “caso” tardara tanto en resolverse, renunció al nombramiento hecho sobre su persona —renuncia que no sería aceptada— y se trasladó al Colegio de Misiones de Santiago de Compostela, donde fue recibido como profesor de Teología y Lengua Árabe, y, poco después, como rector del centro. Meses más tarde, se llegó a un acuerdo entre Roma y Madrid y Lerchundi pudo regresar a Marruecos en los últimos días de 1879, como superior de la misión y pro-prefecto de la Iglesia en aquel país.
A partir de 1880, hasta el final de sus días, Lerchundi, instalado ya en Tánger, desplegó, siempre dentro de su frágil salud, una variada y muy amplia actividad: organización interna de la misión e incremento de su personal, reestructuración de las actividades formativo-pastorales en el seno de la comunidad cristiana, restauración y creación de una serie de iglesias y casas de misión, renovación de sus escuelas primarias y creación de otras nuevas de segunda enseñanza —alguna profesional— para jóvenes cristianos y musulmanes, creación de centros sanitarios con técnica europea —hospital y escuela de medicina—, construcción de un complejo urbanístico para los sin techo, etc. De forma menos directa, pero siempre muy personal, alentó y participó en diversas iniciativas y empresas relativas a la urbanización y modernización en general de Marruecos, muy especialmente de Tánger, en la promoción de intercambios comerciales y de redes de comunicación internacional —cámaras de comercio, compañías comerciales marítimas, etc.—, haciendo realidad el movimiento reformista que los africanistas europeos, sólo en sus discursos y escritos, reclamaban para la sociedad marroquí. Todas estas iniciativas eran propuestas y realizadas con el apoyo del Gobierno español, especialmente durante el Ministerio del liberal Segismundo Moret. La introducción de la imprenta industrial en el país fue, sin embargo, obra personal de Lerchundi, con la ayuda económica prestada por las empresas del marqués de Comillas: la imprenta hispano-árabe, instalada en 1888 en la misión franciscana de Tánger fue, en efecto, la primera que comenzó a funcionar en Marruecos.
Dentro de este variado campo de acción socio-cultural, reformista, Lerchundi no dejó de lado la labor de investigación lingüística. Creó en Tetuán una escuela de árabe para la formación de los jóvenes misioneros y también de los futuros intérpretes del Estado español: los “jóvenes de lenguas”. Pero, sobre todo, mejoraría a lo largo de los años el diccionario español- árabe que ya había pretendido publicar al mismo tiempo que su gramática, y que sólo lo logró en 1892, siendo uno de los primeros libros que salieron de la imprenta por él instalada en Tánger, en la cual, tras su muerte, serían sucesivamente reeditadas ambas obras, al ser declaradas textos oficiales para el aprendizaje del árabe durante el Protectorado español.
Lerchundi, no como hombre político sino como intermediario en las relaciones entre países, desempeñó también un importante papel, pues, en repetidas ocasiones, intervino para que España y Marruecos llegaran al entendimiento y la cooperación socio-económica y cultural.
Reconocida su personalidad por los mandatarios de ambos países, participó, a petición de los mismos, en las embajadas intercambiadas entre ellos de 1880 a 1892, no tanto en calidad de intérprete cuanto como consejero. También tuvo gran resonancia la embajada que, inspirada por él y con la ayuda técnico-diplomática de la reina regente María Cristina, envió el sultán Hasan I al papa León XIII en su jubileo sacerdotal, en 1888.
Lo mucho que ya se había escrito sobre Lerchundi se vio acrecentado a raíz de la conmemoración del centenario de su muerte, con la celebración, en 1996, de un Congreso en Tánger, en el que investigadores españoles y marroquíes —en su mayor parte profesores de universidad— presentaron estudios sobre su figura, bajo los enunciados aspectos de misionero y africanista, lingüista y arabista, así como el papel desempeñado por él en la cultura y sociedad de su tiempo. Estos estudios también han sido publicados.
Obras de ~: Rudimentos del árabe vulgar que se habla en el imperio de Marruecos, Madrid, Imprenta de M. Rivadaneyra, 1872 (2.ª ed., Tánger, Imprenta de la Misión Católico-Española, 1889; ed. en ingl. con el tít. Rudiments of the Arabic-Vulgar of Morocco, Tangier, The Spanish Catholic Mission Press, 1900; 3.ª ed., Tánger, Imprenta Hispano-Arábiga de la Misión Católica, 1902; 2.ª ed. en ingl., Tangier, The Spanish Catholic Mission Press, 1910; 4.ª ed., Tánger, Tipografía Hispano-Arábiga de la Misión Católica, 1914; 5.ª ed., 1925; 6.ª ed., 1945; ed. facs. de la ed. “princeps”, con est. prelim. de R. Lourido Díaz, Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional, 1999); con F. J. Simonet, Crestomatía Arábigo-Española o Colección de fragmentos históricos, geográficos y literarios relativos a España bajo el período de la dominación sarracénica, Granada, Imprenta de Indalecio Ventura, 1881; Vocabulario Español- Arábigo del dialecto de Marruecos, Tánger, Imprenta de la Misión Católico-Española, 1892 (2.ª ed., Tánger, Tipografía de la Misión Católico-Española, 1916; 3.ª ed., 1932; ed. facs. de la ed. “princeps”, con est. prelim. de R. Lourido Díaz, Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional, 1999).
Bibl.: J. Tolosa Latour, El Padre José-Recuerdo de la vida y obras de un fraile franciscano, Madrid, 1896; J. M.ª López, El padre Lerchundi-Biografía documentada, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1927; VV. AA., “Homenaje al P. Lerchundi en el centenario de nacimiento”, en Mauritania (Tánger), n.º extraordinario (1936), págs. 129-323; S. Eiján, “El padre Lerchundi y la fundación del Colegio Misionero de Chipiona”, en Archivo Ibero-Americano (Madrid), 5 (1945), págs. 145-171; E. Ibáñez, “Hace cincuenta años: la obra del P. Lerchundi en Marruecos”, en África (Madrid), 56-57 (1946), págs. 58 y ss.; “El P. Lerchundi, explorador marroquí y embajador espiritual de la cultura de España en África”, en Archivo del Instituto de Estudios Africanos (AIEA), 1 (1947), págs. 45-65; M. Ibn Azzuz, “Una embajada marroquí en el Vaticano”, en Cuadernos de Estudios Africanos (1949), págs. 73-84; P. Anasagasti, La labor africanista del padre Lerchundi, Madrid, Ediciones Jura, 1951; J. L. Soto Pérez, Un siglo de historia literaria (1862- 1962): noticia bio-bibliográfica sobre los religiosos hijos del Colegio de Misioneros Franciscanos para Tierra Santa y Marruecos establecido en Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, El Eco Franciscano, 1963, págs. 425-429; T. García Figueras, “El P. Lerchundi arabista, investigador y propulsor de los estudios científicos en Marruecos”, en AIEA, 74 (1965), págs. 29-41; M. Ibn Azzuz, “La embajada del Hach Mohammed Torres al Vaticano”, en Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán (Tetuán), 13-14 (1976), págs. 155-216; R. Lourido Díaz, “El P. Lerchundi y el reformismo en el Marruecos del siglo xix”, en Liceo Franciscano (Santiago de Compostela), 112-114 (1985), págs. 5-89; “Intercambio lingüístico entre Lerchundi y los arabistas europeos y marroquíes (La correspondencia con F. J. Simonet)”, en Homenaje al Prof. Jacinto Bosch, vol. II, Granada, Universidad, 1991, págs. 909-932; “José Lerchundi y las relaciones culturales hispano-marroquíes a finales del xix”, en Hespéris-Tamuda (Rabat), XXX (1992), págs. 32-66; VV. AA., Homenaje al Padre José Lerchundi en el Centenario de su muerte (1896-1996), n.º extraordinario de Archivo Ibero-Americano, 223-224 (1996), págs. 479-927; R. Lourido Díaz (coord.), Marruecos y el padre Lerchundi, Madrid, Mapfre, 1996.
Ramón Lourido Díaz, OFM