Castizo, Reyes. La Yankee. Sevilla, 1900 – ?, s. m. s. xx. Cantante y bailarina.
Aunque según Francisco Cuenca nació en Lora del Río en 1903, la mayoría de los testimonios dan su nacimiento en la capital andaluza. Pero, a pesar de la ascendencia sevillana y acento profundamente andaluz, su físico le otorgaba en los años de su juventud un cierto aire americano, lo que le valió el apelativo de La Yankee, que ella misma no vaciló en adoptar como sobrenombre artístico. Ella solía engañar a sus interlocutores diciendo que sus padres tenían un almacén de olivas en Cleveland y a los cinco años habían vuelto a Sevilla. Parecía una contradicción, dado que los números musicales que interpretaba en sus comienzos eran de su tierra. De hecho, empezó su vida artística bailando con su hermana Salud en locales sevillanos y con el nombre de Granito de Oro. Un crítico teatral, el escritor Cristóbal de Castro, escribió acerca de ella: “Es, en realidad, una andaluza fina, airosa, voluptuosa, de estirpe gitana, más preciada que estirpe regia”. Sus atributos físicos la convirtieron en una de las estrellas del género ínfimo, como definieron los hermanos Álvarez Quintero, autores también de una comedia con ese título, al tipo de espectáculo nacido a principios del siglo XX, donde abundaban las cantantes y bailarinas muy ligeras de ropa, cuando no sencillamente despojadas de ella. Importaban bien poco sus cualidades para cantar y bailar.
En 1919 fue contratada por el Casino Francés de Tánger, donde, tras aprender los nuevos bailes internacionales, actuó en los más conocidos salones madrileños dedicados al citado género y marchó a París en 1926 para perfeccionarlos y obtener una excelente acogida, llegando a compartir escenario en un espectáculo en el que era primerísima figura Josephine Baker, a la que después imitó. Pues puso ésta de moda el baile americano llamado charlestón, que representaba prácticamente desnuda, ataviada tan sólo con un cinturón de plátanos. La Yankee no perdió de vista aquel número y lo adaptó a su repertorio cuando volvió a España. Estrenó el año 1927, en el madrileño teatro Apolo, una revista con música del maestro Jacinto Guerrero, con libro de Paradas y Jiménez, El sobre verde, donde bailaba el charlestón, que hizo furor entonces en el público. Y salía exactamente igual que Josephine Baker a escena, con su cintura cimbreante adornada de un racimo de plátanos. Lo nunca visto hasta entonces. De ahí que La Yankee se hiciera muy pronto popularísima y acaparara las páginas de las revistas frívolas de la época. El maestro Guerrero no vaciló en componer para ella un par de números más, que agregó al espectáculo. Sus grandes dotes para el baile y su gracia en el escenario compensaron las escasas cualidades de su voz.
Con perspicacia, el maestro Guerrero compuso más canciones para La Yankee, incluidas en dos nuevas revistas.
Una, titulada “¡Hip!, ¡hip!, ¡hurra!”, con libreto de Joaquín Vela, y otra, “Las alondras”, cuyo texto lo firmaron Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw. La comedia lírica en cuestión estaba ambientada en París, con aventuras estudiantiles de sus protagonistas, destacando la estrella, que era La Yankee, quien fue la que más aplausos recibió el día del estreno en el madrileño teatro Pavón, el 16 de noviembre de 1927. Fue un buen año para la artista.
En 1928 dio a conocer en España otro charlestón, con el que consiguió el mayor triunfo de su vida: “Madre, cómprame un negro”. No lo estrenó ella, sino Vicentita Jofre, un año antes, en el teatro Sarmiento de Buenos Aires. Pero no tuvo repercusión en España. Y sus autores, los letristas Alfonso Jofre y Mariano Bolaños, junto al músico almeriense Ángel Ortiz de Villajos, determinaron que fuera La Yankee quien cantara en adelante aquel número. Su título era una alusión a los afroamericanos que llegaron a España a enseñar a bailar ese ritmo del charlestón. La Yankee estrenó “Madre, cómprame un negro”, el 5 de septiembre de 1928. No dejó de cantarlo en adelante mientras estuvo en activo. Lo grabó en un disco a dúo con el cómico barcelonés Carlos Saldaña (Alady).
Ya consagrada, actúa como vedette en diversos espectáculos y revistas pero, sobre todo, su teatro habitual fue el Romea, en Madrid, en el que, contratada por su empresario Campúa, estrenó numerosas revistas, logrando otro inolvidable éxito con “Al Uruguay”.
Su época de esplendor coincide con la década de 1926 a 1936, en el que su protagonismo en el espectáculo y en la prensa de entretenimiento fue constante.
La guerra civil la encontró en Madrid por lo que siguió actuando en espectáculos y festivales e incluso participó en Así venceremos, una película propagandística.
Tras la contienda, actuó en el teatro Maravillasde Madrid y otros locales pero tanto su pasado como estrella del género atrevido como su edad, la forzaron a ir retirándose del espectáculo. Aquel género ínfimo, también llamado sicalíptico, dejó de existir. Y con él, también desapareció La Yankee.
Obras de ~: Discografía: con Alady (C. Saldaña) y T. de Jarque, Al Uruguay, Barcelona, Compañía del Gramófono, 1930; con Alady (C. Saldaña) y N. Rubens, Madre, cómprame un negro, Barcelona, Compañía del Gramófono, 1930.
Filmografía: M. Nosseck (dir.), Aventura oriental, 1935; A. de Benavides (dir.), Amor gitano, 1936; F. Roldán (dir.), Así venceremos, 1937.
Bibl.: J. Ferragut, “La ‘Yankee’”, que no se llama más que Reyes Castizo”, en Muchas gracias (Madrid), año IV, n.º 159 (25 de febrero de 1927), pág. 8; “Las dos concepciones del amor de Reyes Castizo (la Yankee)”, en Muchas gracias, año VII, n.º 326 (10 de mayo de 1930), págs. 10-11; F. Herce, Mirando a las estrellas (Entrevistas sin trascendencia), Barcelona, Marti Mari, 1933, págs. 23-28; F. Cuenca, Teatro andaluz contemporáneo. Artistas líricos y dramáticos, Maza, Caso y Compañía, 1940, pág. 306; Á. Retana, Historia del arte frívolo, Madrid, Editorial Tesoro, 1964, pág. 249; Alady (C. Saldanya Beut), Rialles, llàgrimes y “vedettes”. “Memòries d’Alady”, Barcelona, Bruguera, 1965, págs. 92-93; J. Villarín, El Madrid del cuplé, Madrid, Comunidad de Madrid, 1990, págs. 216-217; S. Salaün, El cuplé: 1900-1936, Madrid, Espasa Calpe, 1990; J. M.ª García Martínez, Del fox-trot al jazz flamenco, Madrid, Alianza Editorial, 1996, pág. 25; M. Baliñas, “Yankee, La (Reyes Castizo)”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord. general), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, t. X, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 2002, pág. 1048; J. García Candau, Celos, amor y muerte, Madrid, Espasa Calpe, 2003, págs. 18-19.
Manuel Román Fernández y Javier Barreiro