Guergué y Yániz, Juan Antonio. Aguilar de Codés (Navarra), 26.VI.1789 – Estella (Navarra), 18.II.1839. General carlista.
El 18 de febrero de 1809 ingresó en el Ejército como cadete de Infantería, tomando parte en numerosas acciones bélicas, entre las que cabe destacar las de Sansol, Tarazona, Arnedillo, Cornago, Yerga, Orduña, Bilbao, Salinas de Añana y Nanclares, concluyendo la campaña de teniente. Sobrino del destacado jefe realista Juan Bautista Guergué, Juan Antonio se lanzó a la campaña anticonstitucional el 22 de agosto de 1822. Al frente de setecientos infantes y sesenta jinetes penetró en Estella el 14 de octubre de ese año y derrotó al día siguiente a las tropas liberales del coronel Sebastián Fernández, que murió en el combate, haciendo más de trescientos prisioneros.
Dirigió posteriormente las acciones de Echauri, Aranaz y Viana y participó en el combate adverso de Nazar a las órdenes de Quesada. Posteriormente desarmó a los milicianos de Elciego y Laguardia, ascendiendo a comandante. El 7 de enero de 1823 participó en la acción de Muniáin, y dos días después combatió a las órdenes de Santos Ladrón en Estella. Seis días más tarde fue derrotado en la venta de Armentia por las fuerzas liberales, que pasaron por las armas a la mayor parte de los setenta prisioneros realistas que lograron capturar. Tras la intervención francesa participó en los bloqueos de Pamplona y Lérida, terminando la campaña como teniente coronel.
El 12 de agosto de 1827, siendo teniente coronel del Regimiento provincial de Logroño, contrajo matrimonio con Francisca de Paula Hita, cuyo padre era poseedor del palacio de cabo de armería de Legaria, y al quedarse viudo en breve plazo contrajo nuevas nupcias con Ramona Hita, hermana de la anterior, que el 3 de diciembre de 1831 dio a luz a una hija bautizada con el nombre de Francisca Xaviera Basilia, por haber sido el futuro general carlista Basilio García su padrino de bautismo. Durante el último año del reinado de Fernando VII, cuando era coronel del provincial de Logroño, fue separado del mando por ser sospechoso de carlismo, e iniciada la guerra se colocó bajo las órdenes de Zumalacárregui, distinguiéndose en el sitio y toma de Treviño.
Ascendido a brigadier en agosto de 1835, fue enviado a Cataluña al frente de una columna de dos mil quinientos infantes y cien jinetes que puede considerarse como la primera expedición carlista de envergadura. La columna, que emprendió la marcha el 8 de agosto, entró el 16 en Huesca y el 18 en Barbastro, donde se formó un batallón con los mozos presentados en ambas ciudades. Nada más penetrar en el Principado se le unieron quinientos hombres al mando de Borges, y el 25 se le unió el coronel Orteu con otros tres mil quinientos. Las marchas y contramarchas de la expedición le permitieron aumentar sus efectivos con la incorporación de numerosas partidas, así como equipar un par de nuevos batallones con las armas arrebatadas a la milicia nacional.
Detenido en la frontera por las autoridades francesas el conde de España, que debía haber tomado el mando de las fuerzas carlistas de Cataluña, Guergué fue designado para el puesto en el mes de octubre, y se estableció diez días en Torá, donde reorganizó las tropas del Principado, que ascendían a un total de 22.633 infantes y 359 caballos, número no muy lejano de los efectivos del ejército carlista del norte, pero con mucha menor instrucción militar.
Aunque el alzamiento propiciado por la entrada de Guergué en Cataluña hacía concebir grandes esperanzas de que la guerra en el Principado pudiera adquirir grandes dimensiones la situación se vio perturbada por el descontento creciente de las tropas navarras, deseosas de volver a sus hogares.
Pese a todos los esfuerzos el 21 de noviembre el 7.º de Navarra se declaró en franca rebeldía cuando se encontraba frente al enemigo, y aunque finalmente las tropas pudieron ser reducidas por sus oficiales, Guergué comprendió que la situación no era mantenible y al día siguiente emprendió el regreso a Navarra, combatiendo por el camino con las tropas de la legión francesa.
Nombrado segundo comandante general de Vizcaya por el infante Sebastián Gabriel en la época en que estuvo al frente del ejército, Guergué fue ascendido a mariscal de campo a causa de los méritos contraídos cuando obligó a Espartero a retirarse desde Zornoza a Bilbao. Al salir del norte la expedición real, Uranga fue nombrado jefe del ejército del norte, quedando a su lado, como jefe de Estado Mayor, el general Guergué, a quien algunos autores consideran el auténtico artífice de los éxitos que durante su mando consiguió el ejército carlista, entre los que se hallaba el haber recuperado la línea de Zubiri. Tras el regreso de la expedición real, el general González Moreno, que había marchado con la misma, dimitió como jefe del Estado Mayor carlista y fue reemplazado por Guergué, que no tardó en asumir también las funciones de Uranga al suprimirse, el 25 de noviembre de 1837, la capitanía general de Navarra y Provincias Vascongadas.
No hubo en la época de su mando grandes operaciones militares, alternándose de forma más o menos equitativa los éxitos de las armas carlistas e isabelinas hasta que en junio de 1838 Espartero decidió apoderarse de Peñacerrada, empresa para la que concentró dieciocho batallones. Guergué, que acudió en apoyo de los sitiados, no logró evitar que Espartero se apoderase primero del pueblo y después de su fuerte, aunque consiguió proteger la retirada de la guarnición, que pasó inadvertida entre las tropas enemigas. Fuera como consecuencia de este revés, fuera por estar decidido de antemano, el 28 de junio Guergué fue reemplazado por Maroto.
Aunque los autores marotistas han pintado su mandato con los más negros colores, y Lassala afirma que solía decir con frecuencia a don Carlos: “los brutos llevaremos a V.M. a Madrid”, no faltan quienes, como Ramón Sánchez, en su Historia de don Carlos, hacen un perfil mucho más favorable de su labor, señalando que “había sabido contener a las tropas cristinas, y a excepción de Peñacerrada, los carlistas no perdieron una pulgada de terreno en todo el tiempo que conservó el mando en jefe, antes por el contrario extendieron su dominación hasta los puertos de Santander, tomaron a Nanclares, y obligaron a Espartero a evacuar Balmaseda y Tarragual, en las frecuentes excursiones que hizo al alto y bajo Aragón, desarmó a los guardias nacionales de los pueblos, y se apoderó de una gran cantidad de ganados”.
A partir de este momento Guergué dejó de jugar un papel relevante desde el punto de vista militar, y se retiró a su casa de Legaria, donde fue detenido por orden de Maroto a mediados de febrero de 1839, y conducido a Estella. Allí fue pasado por las armas, en compañía de los generales Sanz y García, el brigadier Carmona y el intendente Uriz. Todos ellos estaban fuertemente comprometidos con el sector “apostólico” del carlismo, y Maroto temía se encontrasen conspirando en su contra, de lo que nada se prueba en la Memoria redactada por Arizaga con posterioridad.
Bibl.: R. Brea, Carlistas de Antaño, Barcelona, la Bandera Regional, 1910; V. Ordóñez, General Guergué, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1974.
Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera