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Wenceslao Ramírez de Villaurrutia y Villaurrutia

Biografía

Ramírez de Villaurrutia y Villaurrutia, Wenceslao. Marqués de Villaurrutia (I). La Habana (Cuba), 17.II.1850 – Madrid, 10.IV.1933. Diplomático, ministro de Estado e historiador.

Era descendiente de linaje vascongado, oriundo del solar y concejo de Zalla, en las Encartaciones, que había emigrado a América. Su tatarabuelo, Antonio de Villa Urrutia, fue oidor de la Audiencia de Santo Domingo, su bisabuelo Jacobo estudió en Méjico y en Valladolid, fue abogado y escritor, oidor de la Audiencia de Guatemala; volvió a España tras la independencia mejicana, y sus abuelos materno y paterno respectivamente, Wenceslao de Villa Urrutia y Alejandro Ramírez fueron Intendentes de la Hacienda Real de Cuba y Puerto Rico.

Cursó estudios de Derecho en la Universidad Central de Madrid e ingresó luego en la Carrera diplomática, en la que comenzó siendo agregado supernumerario en el Ministerio el 14 de noviembre de 1868.

El 7 de noviembre de 1871 fue destinado como agregado en comisión a Washington, donde participó en los tratos entre España y las Repúblicas del Pacífico, y de donde pasó como secretario de embajada a Berlín en 1873; sirvió allí hasta pasar el 1 de septiembre de 1874 al Ministerio de Estado, en el que ocupó plaza de auxiliar de segundos el 25 de enero de 1875. Al mes siguiente, el 12 de febrero fue nombrado secretario de 2.ª clase en la legación de España en Uruguay.

Retornó al Ministerio en 1877 y dos años después, 7 de abril de 1879, fue destinado como segundo secretario a la embajada en Inglaterra, donde ejerció sólo unos meses, porque fue de nuevo requerido a Madrid, donde participó en la delegación española en la Conferencia sobre el derecho de protección en Marruecos.

En los siguientes años (1881-1886) desempeñó sucesivamente los puestos de primer secretario en la representación en Tánger y en las embajadas en Portugal y en Francia.

Su primera jefatura de misión la obtuvo en 1886 al ser nombrado ministro residente en Venezuela, pero volvió a desempeñar plaza de secretario de 1.ª clase en Madrid y luego en la embajada en Francia en 1886 y 1887. En 1889 se le nombró ministro en La Haya y allí representó a España como enviado extraordinario en las exequias del rey Guillermo III de los Países Bajos en 1890. En 1893 fue designado para acudir en nombre de España a las Conferencias Internacionales de Dresde (sobre materia sanitaria) y de La Haya (sobre la codificación del Derecho Internacional Privado).

Regresado al Ministerio, se ocupó de la Sección de Comercio, del Toisón de Oro y de la Obra Pía de Jerusalén.

En 1896 fue nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Constantinopla, Legación que por entonces llevaba aneja la de Atenas. Era el azaroso tiempo de la guerra greco-turca y las represiones contra los armenios, que tocó a Villa-Urrutia enjuiciar y referir. Al año siguiente era ministro en Bruselas; allí participó en el III centenario del nacimiento de Van Dyck, en nombre de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Los luctuosos acontecimientos del fin de la Guerra de Cuba en que precisamente se había de dirimir el futuro político de su tierra natal, llevaron a Villa- Urrutia a participar como plenipotenciario de España en las negociaciones de la Paz de París de 1898. Participó igualmente en las Conferencias de La Haya de 1899 y 1907.

El 16 de mayo de 1902 fue nombrado embajador en Viena, en los años de la acerba polémica entre checos y austríacos por la materia lingüística. Allí tuvo Villa-Urrutia ocasión de consultar el rico Archivo de Estado y aprovecharlo para su producción histórica.

El 24 de enero de 1905 fue embajador en Londres, pero días después pasó a formar del gobierno presidido por Raimundo Fernández Villaverde como ministro de Estado. En tal calidad acompañó a Alfonso XIII en su viaje oficial a París y Londres. Cesó en el cargo de ministro por dimisión el 23 de junio del mismo año. El 30 de junio de 1906 fue nombrado embajador en Londres, cargo que ejerció hasta 1912 y desde el que le cupo intervenir en la negociación del Pacto de Cartagena. Ejerció luego la embajada en París, en la que cesó tras los sucesos de la Primera Guerra Mundial, al producirse la retirada del Gobierno francés a Burdeos. Tal cese, en el que intervino un malentendido por la expedición de un telegrama de Madrid y su interpretación en la embajada en París, ocasionó una controversia por la versión que él dio de los sucesos en un capítulo de su Palique diplomático y la respuesta que le dio en la prensa el que era entonces ministro de Estado, marqués de Lema.

Fue más tarde embajador ante el rey de Italia de 1916 a 1923 y, durante ese tiempo, ostentó la Delegación de España en la Conferencia Internacional de Génova de 1922.

Villa-Urrutia era hombre de muy vasta y variada cultura y fue un asiduo y aplicado historiador, que trató, en copiosísima bibliografía, de temas muy diversos que abarcan desde el Renacimiento hasta finales del siglo xix, interesándose muy especialmente por temas de Historia diplomática, concorde con su profesión, así como de aspectos biográficos de personajes de la Familia Real española decimonónica. En cuanto a lo primero, brindó abundantes datos sobre embajadores de la era barroca, como Gondomar o Medinaceli y los que sirvieron la embajada en Viena de tiempos del emperador Leopoldo I. En cuanto a lo segundo, biografió extensamente a la familia de Carlos IV y a la de Fernando VII, al Gobierno de este último en sus etapas constitucional y absolutista, además de dedicar un estudio pormenorizado de la diplomacia española de la época de la Guerra de la Independencia y del subsiguiente Congreso de Viena.

Si bien su manejo de los archivos españoles y extranjeros, especialmente en Londres, en Viena y en Roma, le consintió suministrar una muy rica información directa de las fuentes, también le caracterizó su peculiar estilo muy subjetivo o su permanente prurito de amenidad, propenso a lo anecdótico y a menudo cáustico o a atrevidas versiones de personajes o de circunstancias, no inmunes a la polémica. Él mismo, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, declaró haber dado a la estampa “unos trabajos de Historia diplomática, que cuidó de aderezar con salsas, que algún delicado paladar halló picantes”. Sus obras, en todo caso, resultan imprescindibles y son de cita obligada para los historiadores de los complejos avatares del siglo xix español.

Por lo demás, sus memorias (contenidas sobre todo en los dos volúmenes de su Palique diplomático) le dieron ocasión de presentar un panorama, ciertamente muy personal, del ambiente diplomático, social y político que rodeó su intensa vida en España y en el extranjero, así como de las individualidades que le fue dado conocer y tratar en la Carrera diplomática, en la que sirvió desde el primer escalón de agregado hasta los más altos de embajador y aún de ministro de Estado. Por sus obras mereció y obtuvo elogiosos prólogos y comentarios de historiadores y políticos como Francisco Fernández de Bethencourt, el duque de Maura, el conde de la Mortera, el de Romanones o Manuel González-Hontoria.

En 1913 el Rey le otorgó el marquesado de Villaurrutia.

Fue senador vitalicio desde el 27 de mayo de 1905. Miembro numerario de las Reales Academias Española, de la Historia y correspondiente de la de Bellas Artes de San Fernando. Ostentó el Collar de la Orden de Carlos III y la Gran Cruz de Isabel la Católica, amén de numerosas distinciones extranjeras de los países en cuyas capitales representó a España.

 

Obras de ~: Una embajada a Marruecos en 1882. Apuntes de viaje, Madrid, Est. Tipografía de los suc. de Rivadeneyra, 1883; Relaciones entre España y Austria durante el reinado de la Emperatriz doña Margarita, infanta de España, esposa del Emperador Leopoldo I, Madrid, Ricardo Fé, 1905; Ocios diplomáticos, Madrid, Fortanet, 1907; España en el Congreso de Viena según la correspondencia oficial de don Pedro Gómez Labrador, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, 1907; La misión del Barón de Agra a Londres en 1808, Madrid, 1909; El Rey José Napoleón, Madrid, 1911; Relaciones entre España e Inglaterra durante la Guerra de la Independencia: apuntes para la Historia diplomática de España de 1808 a 1814, pról. de A. Maura, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1911-1914; La embajada de Conde de Gondomar á Inglaterra en 1613: discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en el acto de sus recepción pública por [...] ~ y por [...] Francisco Fernández de Béthencourt, Madrid, Tipografía de Jaime Ratés Martín, 1913; El estilo diplomático: discurso leído ante la Real Academia Española, [contestación de Juan Navarro Reverter] Madrid, Tipografía Artística, 1916; Las mujeres de Fernando VII, Madrid, Tipografía Artística, 1916; El Palacio Barberini. Recuerdos de España en Roma, Madrid, Tipografía Artística, 1919; El Papa [Inocencio X], de Velázquez, Madrid, Gráficas Reunidas S.A., 1920; La embajada del Marqués de Cogolludo a Roma en 1687, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1920; El Duque de Medinaceli y la Georgina, Madrid, 1920; Algunos cuadros del Museo del Prado: cómo se recobraron y salvaron de segura ruina los de Rafael, que se llevó Bonaparte, París- Buenos Aires, Casa Editoral Hispano-Americana, 1921; Lucrecia Borja, Madrid, Tipografía Artística, 1922; Fernando VII, Rey Constitucional: historia diplomática de España de 1820 a 1823, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1922; La Reina de Etruria Doña María Luisa de Borbón Infanta de España, Madrid, Tipografía Artística, 1923; Palique diplomático: recuerdos de un Embajador, pról. de G. Maura Gamazo, conde de la Mortera, Madrid, Tipografía Artística, 1923; Cortesanas italianas del Renacimiento: La Bella Imperia, Tulia de Aragón, Verónica Franco: Estudio histórico, Madrid, Tipografía Artística, 1924; Don Juan Valera, diplomático y hombre de mundo, Madrid, 1925; La Reina Gobernadora, Doña María Cristina de Borbón, pról. del conde de Romanones, Madrid, Tipografía Artística, 1925; Talleyrand.

Ensayo biográfico, Madrid, Tipografía Artística, 1926; Teresa Cabarrús (Madame Tailleu), Madrid, Tipografía Artística, 1927; La Reina María Luisa, esposa de Carlos IV, Madrid, Tipografía Artística, 1927; Las embajadas de España en París de 1883 a 1889, Madrid, 1927; La Reina María Luisa y Bolívar, Madrid, 1927; Palique diplomático, Segunda serie, pról. de M. González Hontoria, Madrid, Francisco Beltrán, 1928; El General Serrano, Duque de la Torre, Madrid, Espasa Calpe, 1929; Madame de Stael, Madrid, Francisco Beltrán, 1930; Eugenia de Guzmán, Emperatriz de los franceses, Madrid, Espasa Calpe, 1930; Fernando VII, Rey Absoluto: la ominosa década de 1823 a 1833, Madrid, Francisco Beltrán, 1931; Fernán Núñez, el Embajador, Madrid, Francisco Beltrán, 1931; La Reina Cristina de Suecia y los españoles, Madrid, Tipografía de Archivos, 1932; Villaurrutia. Cartas al Ministerio de Estado (1907-1909), intr. y notas de J. M. Allende-Salazar, Madrid, Real Academia de la Historia, 1994 (Col. Archivo Documental Español, 35).

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0363-06.

F. Fernández Bethencourt, “Discurso de contestación”, en W. Ramírez de Villaurrutia, La embajada de Conde de Gondomar á Inglaterra en 1613: discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en el acto de sus recepción pública por [...] Wenceslao de Villaurrutia y por [...] Francisco Fernández de Béthencourt, Madrid, Tipografía de Jaime Ratés Martín, 1913; J. Navarro Reverter, “Discurso de contestación”, en W. Ramírez de Villaurrutia, El estilo diplomático: discurso leído ante la Real Academia Española, Madrid, Tipografía Artística, 1916; Marqués de Lema [S. Bermúdez de Castro y O’Lawlor], La dimisión del marqués de Villaurrutia de la embajada de España en París (1914): Artículos publicados en “La Epoca” en diciembre de 1928, Madrid, 1929; V. Castañeda y Alcover, El Marqués de Villa-Urrutia. Bio-bibliografía, Madrid, 1933; Marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de sus individuos. Noticias sacadas de su archivo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. CLXXVI, cuaderno III (septiembre-diciembre de 1979; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998; A. Zamora Vicente, Historia de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe, 1999.

 

Miguel-Ángel Ochoa Brun

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