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Emilio Pérez Ferrari

Biografía

Pérez Ferrari, Emilio. Valladolid, 24.II.1850 – Madrid, 1.XI.1907. Escritor, poeta y académico de la Real Academia Española.

Hijo de un modesto y autoritario comerciante, a la edad temprana de doce años publicó sus primeras obras, donde se apreciaba una clara influencia de su paisano Zorrilla, en los periódicos locales El Norte de Castilla y La Crónica Mercantil. Su padre, como le había ocurrido al autor del Tenorio, se oponía a las aficiones literarias de su hijo. En el joven Emilio se daban los caracteres de los poetas románticos: la oposición paterna, amores imposibles, huida de casa e ideales de libertad, los cuales coincidieron en Ferrari con la Revolución de septiembre de 1868. Como estudiante, no parecía tener un expediente prometedor y con la intervención paterna cursó la carrera de Derecho, que era la que estaba de moda en el liberalismo imperante de aquel momento. Pero seguía siendo, como él mismo escribió, un alumno “un tanto indisciplinado, frecuentando más asiduamente a Zorrilla que a Justiniano, viniendo a ser uno de los tantos abogados que en el mundo han sido”. Se matriculó también en la de Filosofía y Letras, en la que no destacó tampoco, pero donde se mostró más contento, recibiendo el grado de licenciado en 1874 y un año antes el de Derecho. Ferrari empezó a escribir teatro, fundando, junto con otros intelectuales, publicaciones, semanarios y periódicos de vida efímera. Así, su contacto con Valladolid, cuando se encontraba lejos de ella, era a través del periodismo.

Su primer éxito de eco fue en prosa y no en verso: ganó uno de los accésit del concurso convocado por La Ilustración Española y Americana, con el cuento “El diablo de la moda”. En 1872 fundó junto con otros intelectuales el actual Ateneo vallisoletano, establecido entonces en la Casa de Cervantes. Ya, desde entonces, el autor de Don Quijote se empezó a convertir en motivo de inspiración para Ferrari, como demostró en el drama La muerte de Cervantes, que tuvo notable éxito. Su período literario vallisoletano concluyó en 1879 con El arca de Noé, en colaboración con Enrique Macho Quevedo y música de Ricardo Jancke.

Tras haber contraído matrimonio un año antes, ingresó en el Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios, viéndose obligado a establecerse en Madrid y buscando también allí una proyección literaria. Primero fue destinado a la Biblioteca de Toledo, dos días después se le agregó a la Biblioteca Universitaria de Madrid y desde 1881 trabajaba en la Biblioteca Nacional.

Su salud le obligó a solicitar la excedencia del Cuerpo en 1894. Ferrari, literariamente era apadrinado por su paisano Gaspar Núñez de Arce y por el político republicano Emilio Castelar. Las puertas se le empezaron a abrir cuando el primero y ya consagrado, prologaba su poema histórico sobre la batalla de Lepanto, “Un día glorioso”. Sus colaboraciones no estaban ausentes de la mencionada Ilustración Española y Americana y de la revista La Diana. Pero alcanzar el éxito era complejo.

Éxito de público en 1881, pero no de crítica, fue su obra de teatro La justicia del acaso. Leopoldo Alas Clarín le aconsejó que no volviese a tentar fortuna con el teatro, juicio que siguió Ferrari, pues entendió que pese a su insistencia no era un dramaturgo de muchas cualidades. La noche del éxito llegó el 22 de marzo de 1884, cuando Núñez de Arce leyó su poema “Pedro Abelardo”, toda una exaltación de la libertad y del progreso. De todo ello se hicieron eco los periódicos madrileños. La recitación, para la cual Ferrari se encontraba especialmente dotado, era un respaldo fundamental para que un poema se imprimiese.

Comenzaron los homenajes a él dedicados, la apertura de las publicaciones de mayor prestigio y finalmente, su elección para la Real Academia Española en 1898, aunque no leyó su discurso de ingreso hasta 1905. Valladolid se unió a estos homenajes y recibió tras la muerte de Zorrilla, el oficio de cronista de la ciudad. Nuevas noches de éxito alcanzó con “La muerte de Hipatia”, un canto inconcluso que respondía al gusto filohelénico de la época; o con la publicación de Los poemas vulgares, que junto con los mencionados, sus poemas históricos y Las tierras llanas, se convirtieron en las páginas más notables de su producción.

Su obra no fue muy abundante, debido a la enfermedad que detuvo su actividad en la década de 1890.

En los días del Desastre de 1898, Ferrari demostró un verso animoso y esperanzado, con el cual pretendía “combatir el desmayo de España”, según escribió Darío Velao, aunque defendió una postura militarista, que, al igual que su opinión política, se tornó cada vez en más conservadora. El poeta no buscó la esencia de España, sino que se hallaba preso de las “glorias pasadas”, según Ricardo de la Fuente. Literariamente combatió el modernismo, no sabiendo adaptarse a los nuevos gustos literarios, autores que le respondieron con la indiferencia. Así, aunque su muerte tuvo eco nacional, solamente se publicaron dos tomos de sus obras completas en 1910. Valladolid fue desgranando su particular homenaje, del que no estuvo ausente la presencia de su nombre en el callejero de su ciudad natal. Sin embargo, este seguidor de la escuela de Núñez de Arce que —como dice Ricardo de la Fuente— fue “criticado por Clarín, alabado por la mayoría de sus contemporáneos y olvidado después”, supo otorgar a su poesía una importante carga dramática, con un notable tono épico.

 

Obras de ~: La escarcela de una dama, leyenda en verso, 1862; Las almas predestinadas, cuento, 1862; El impenitente, poema, 1862; con V. Colorado, Caretas y caras, sainete, 1868; con E. Macho Quevedo, Valladolid en Viena, con música de Llanos, juguete, 1873; Bretón: loa, homenaje a Bretón de los Herreros, Valladolid, Imprenta Gaviria y Zapatero, 1873; El diablo de la moda, cuento, 1874; con Á. Álvarez Taladriz y R. Macías Picavea, La muerte de Cervantes, drama en un acto y en verso, 1874; con E. Macho Quevedo, Una almoneda sin venta, revista, 1877; Quien a hierro mata: proverbio dramático en un acto y en verso, Valladolid, Imprenta Gaviria y Zapatero, 1877; con E. Macho Quevedo, El arca de Noé, revista, con música de R. Janke, 1879; Un día glorioso, poema histórico, con una carta de G. Núñez de Arce, Madrid, Imprenta Central, 1879; La justicia del acaso, drama en tres actos y en verso, estrenada en el Teatro Alhambra de Madrid, Madrid, Imprenta José Rodríguez, 1881; Pedro Abelardo: poema, Madrid, Librería Gutemberg, 1884; Dos cetros y dos almas, cuadro histórico, Madrid, Imprenta Enrique Rubiños, 1884; Poemas vulgares, Madrid, Librería de Fernando Fé, 1891; Impresiones del desastre, seis sonetos, 1897; La muerte de Hipatia, poema inconcluso; Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública de D. Emilio Ferrari el día 30 de abril de 1905, contestado por José Echegaray, Madrid, Ambrosio Pérez y Cía., 1905; Obras completas, Emilio Ferrari, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1908-1910, 2 vols.

 

Bibl.: E. Castelar, “Un poeta lírico”, en La Ilustración Española y Americana, 1884, págs. 83-87; L. Alas “Clarín”, Sermón perdido, Madrid, 1885; J. Ortega y Rubio, Vallisoletanos Ilustres (Bocetos), Valladolid, Imprenta Luis N. Gaviria, 1893, págs. 119-128; F. Balart, “Emilio Ferrari. Poemas vulgares”, en Impresiones, Madrid, 1894, págs. 285-291; B. de los Ríos, “Emilio Ferrari”, en Raza Española, XI, n.º 35 (1921); J. Romo Arregui, Vida, poesía y estilo de D. Gaspar Núñez de Arce, Madrid, Revista de Filología Española, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1946 (Anejo XXXIV); J. M. Martínez Cachero, “El anti-modernismo del poeta Emilio Ferrari”, en Miscelánea Filológica en memoria de Amado Alonso. Archivum (Oviedo), IV (1954), págs. 368- 384; A. Ruiz Cabriada, Bio-Bibliografía del Cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. 1858-1958, Madrid, Publicaciones de la Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, págs. 757-762; J. M. Martínez Cachero, “La obra de Emilio Ferrari”, en Archivum (Oviedo), X (1960), págs. 137-228; J. M. de Cossío, Cincuenta años de poesía española (1850-1900), Madrid, Espasa Calpe, 1960; R. de la Fuente, “Emilio Ferrari”, en R. García Domínguez (dir.), Vallisoletanos (Valladolid), t. IV, n.º 37 (1984), págs. 1-28; A. Zamora Vicente, Historia de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe, 1999.

 

Javier Burrieza Sánchez

 

 

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