Álvarez y Unzueta, Miguel de los Santos. Valladolid, 1818 – Madrid, 1892. Poeta y prosista del Romanticismo.
Hijo de liberal (ideología que lo acompañó siempre), tuvo que emigrar de su Valladolid natal al finalizar el Trienio Liberal, regresando a dicha ciudad en 1833, tras la amnistía de María Cristina. Allí se licenció en Derecho, y trabó fuerte amistad con el escritor José Zorrilla, su condiscípulo en las aulas vallisoletanas.
En 1836 se trasladó a Madrid, en donde conoció a Espronceda, de quien se hizo amigo inseparable, hasta el punto de ser el continuador del inacabado poema de aquél El diablo mundo. Reuniones literarias en El Parnasillo, en el Liceo Artístico y Literario y publicación de sus primeros textos en la revista No me olvides (1837). En 1838 ejerció como contador de rentas en Mérida (Badajoz) y tres meses después marchó a Alicante, en donde llegará a ser archivero de Hacienda. Quedó cesante entre 1839 (fecha en que visita Granada, acompañando a Espronceda) y 1842, circunstancia que aprovecha para escribir la mayor parte de su obra literaria. En ese año embarca con rumbo a Río de Janeiro como secretario de la Legación española en aquel país, permaneciendo en Brasil dos años, pues en enero de 1844 se le encomienda que visite varios países sudamericanos, en comisión de servicio, pero declina ese nuevo empleo por motivos de salud, regresando a la Península, no sin antes visitar Argentina y México, para informar al Gobierno español de la situación política y militar de aquellos países. Se le documenta otra vez en Madrid en 1845, reanudando su tarea de tertuliano y escritor.
Se vio envuelto en los sucesos revolucionarios de 1848, lo que le obligó a emigrar a París hasta la caída de Narváez en 1852. Poco se sabe de esta estancia francesa, fuera de alguna huella literaria en el periódico El correo de Ultramar. De vuelta en España, Álvarez y Unzueta continúa sus escritos y publicaciones e intenta nuevos empleos públicos. En 1854, con el triunfo de la Unión Liberal, fue nombrado gobernador de Valladolid, cargo efímero, pues en 1855 se le eligió para varios puestos de alta responsabilidad en el Ministerio de Estado. En 1856 se le encomendó resolver un enojoso asunto económico con el entonces muy complicado gobierno mexicano, si bien su gestión no satisfizo al gobierno O’Donnell, que lo relevó rápidamente, y ocasionó que Miguel de los Santos Álvarez explicase y defendiese su gestión y todos los avatares de su viaje en una minuciosa Exposición dirigida a las Cortes. Fue un episodio muy controvertido que puso en entredicho la capacidad como diplomático de Álvarez. En los años siguientes, alejado de actividades oficiales, se le relaciona con escritores y tareas intelectuales y sociales. Su firma aparece en La América.
Su vuelta a la política se produce en 1868 como consejero de Estado, puesto que mantuvo durante la Primera República y durante la Restauración, hasta el momento de su jubilación en 1888, el mismo año en que se publicó una amplia recopilación de sus Tentativas literarias de años anteriores. Todavía el mismo año de su muerte publicó un cuento, “El gato”, en El Liberal. Reanudó su antigua amistad con Zorrilla, al regreso de éste de México en 1876, y murió dos meses antes de que lo hiciera aquel ilustre paisano.
Salvo el poema narrativo-filosófico María, y la continuación del recordado poema simbólico-narrativo de Espronceda, el medio centenar de composiciones poéticas que se conocen de este autor están dispersas en numerosas revistas y periódicos de la época, entre 1837 y 1888, y ese último año algunas se recogieron en el tomo III de sus Tentativas literarias. El poema conocido como María (del que sólo se compuso el primer canto) refiere la historia de una huérfana recogida en un prostíbulo, en donde se educa inocente y feliz hasta que llega a los quince años. Un texto inconcluso en el que Álvarez teoriza sobre el amor y el sentido de la vida humana. Como narrador tuvo una actividad más considerable, sobre todo como cuentista (es especialmente celebrada la novela corta La protección de un sastre, de 1840, considerada como un adelanto del realismo decimonónico). En todos sus relatos se mezcla un tratamiento costumbrista con un sentido de lo humorístico, de lo fantástico y en ocasiones de lo macabro, que revela una precisa influencia de Hoffman.
Obras de ~: La protección de un sastre, Madrid, Imprenta de D. N. Sanchiz, 1840; María, Madrid, Gabinete Literario, 1840; Exposición dirigida a las Cortes, Madrid, Imprenta de Antonio Aoiz, 1859; Tentativas literarias I. Cuentos en prosa, Madrid, SGH, 1864; Tentativas literarias II, Madrid, Biblioteca Universal, 1888; Tentativas literarias III. Versos, Madrid, Biblioteca Universal, 1888; Cuentos en prosa, Madrid, Hernando, 1927.
Bibl.: E. Pardo Bazán, Retratos y apuntes literarios, Madrid, s. f., R. Velasco, Imp. (Obras completas, 32); S. García Castañeda, Miguel de los Santos Álvarez (1818-1892). Romanticismo y poesía, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1979.
Gregorio Torres Nebrera