Manrique de Zúñiga, Pedro. Beato Pedro de Zúñiga. Sevilla, s. m. s. XVI – Nagasaki (Japón), 19.VIII.1622. Agustino (OSA), beato y mártir en Japón.
Natural de Sevilla e hijo de Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués de Villamanrique y VII virrey de México (muerto en 1590). Tomó el hábito en el convento agustino de la ciudad hispalense el 24 de octubre de 1604.
El 22 de febrero de 1609 zarpó del puerto de Sanlúcar de Barrameda y, atravesando México, se hizo de nuevo a la mar en Acapulco con rumbo a Filipinas, adonde llegó el 6 de junio de 1610.
El 23 de abril de 1611 alcanzó los grados de predicador y confesor. Luego regentó los prioratos pampangos de Porac (1614) y Sexmoan (1615), en los que destacó por su celo y solicitud.
En junio de 1618 salió para el Japón acompañando al agustino Bartolomé Gutiérrez y se establecieron en aquellas tierras el 12 de agosto inmediato. La dificultad de la lengua, el rigor de la persecución y otras causas motivaron su regreso a Filipinas. Pero las súplicas de cristianos japoneses por que tornase y el recuperar las reliquias del mártir Hernando de San José le allanaron el camino de regreso hacia el Imperio del Sol Naciente.
Alcanzadas las licencias y recibida la bendición de sus prelados, partió desde Manila el 13 de junio de 1620 con el dominico Luis Flores, mudados los vestidos de religiosos en hábitos de seculares. Tocaron los puertos de Macao y Taiwán, hasta que avistaron la costa japonesa. Joaquín Hirayama, dueño del barco, les condujo ocultos, pero, apenas llegado a Nagasaki, denunció ante las autoridades niponas que los ingleses primero, y luego los holandeses le habían robado su barco a la altura de la isla Hermosa. Para justificar sus piraterías los holandeses alegaron que lo habían hecho porque en la nave viajaban dos religiosos espías que constituían un peligro para el régimen político y la religión imperial. Mientras japoneses y holandeses concertaban el pleito, estos últimos sometieron a grandes pruebas a los dos frailes. En noviembre de 1621 el bugyo de Nagasaki Hasegawa Gonrocu incoó el proceso en el que fray Pedro de Zúñiga “se descubrió diciendo que se había encubierto hasta entonces para no hacer mal a los del navío, que nada sabían de su identidad, y que había pasado a aquellos reynos con fin sólo de enseñar y aprovechar a los cristianos que en él avía”.
Sentenciado a prisión, fue entregado al tono de Hirado, quien le envió agrilletado a la isla de Ikinoshima.
Después de muchas penalidades fueron condenados a muerte. El 19 de agosto de 1622 fueron quemados.
Sus restos fueron recogidos por el portugués Martín de Gouvea y, tras diferentes avatares, llegaron a Manila el 9 de julio de 1651 y las reliquias se depositaron en la iglesia de San Agustín. Durante la invasión inglesa de 1762 fueron profanadas y revueltas con los restos de otros personajes enterrados en el mismo lugar.
Nuevamente fueron recogidas y custodiadas en la actual capilla dedicada a Miguel López de Legazpi.
Fray Pedro de Zúñiga fue beatificado por el papa Pío IX en Roma el 7 de julio de 1867.
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Isacio Rodríguez Rodríguez, OSA