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Pedro Egipciaco

Biografía

Egipciaco, Pedro. Vejer de la Frontera (Cádiz), 1568 – Madrid, 13.X.1630. Primer superior general de la Congregación española de los Hermanos de San Juan de Dios (OH).

Sus padres eran piadosos cristianos y le pusieron el nombre de Pedro, al que luego él añadió el de Egipciaco, por la devoción que profesaba a la santa penitente. En 1587 pidió a san Juan Grande el hábito hospitalario en Jerez de la Frontera, como uno de sus discípulos. Tuvo sus dificultades en el ingreso; por su aspecto tosco, los hermanos se opusieron a su ingreso, considerándolo incapaz para ser hospitalario. Finalmente, san Juan Grande convenció a la comunidad y lo admitió en la fraternidad diciéndoles: “Hermanos, he de recibirle, y ellos no saben lo que ha de ser este siervo de Dios”.

Hizo la profesión el 15 de agosto de 1588 y fue destinado como cocinero del hospital. Luego san Juan Grande, conociendo su talento y habilidades, lo nombró enfermero mayor, en cuyo ministerio hospitalario participó de las persecuciones de que era objeto aquél, en la reducción de los hospitales de Jerez, con tantos intereses creados. Como enfermero mayor ejerció con gran habilidad y talento todas las tareas hospitalarias, dando remedio proporcionado a los enfermos según sus dolencias. Era experto en hacer las curas, y se distinguió de una manera especial en la epidemia de landres de 1599. Visitó los pueblos y ciudades vecinas a Jerez afectadas, donde asistió a los apestados, desplegó su celo incansable con exquisita caridad, y dejó un ejemplo vivo de verdadero hijo de Juan de Dios.

Fue enviado a Granada en 1603 para impetrar el perdón de dos caballeros jerezanos condenados a muerte, de los que con sus gestiones logró la libertad. Dispuesto a regresar a Jerez, Francisco de Tejada, que tenía que ir a Valladolid, obtuvo el permiso del hermano mayor para que Pedro Egipciaco lo acompañara. Llegados a Valladolid, dio a conocer a los cortesanos las grandes virtudes de Pedro Egipciaco, por lo cual muchos quisieron conocerlo. Lo visitaron en el Hospital de la Resurrección y reconocieron cuanto se había dicho de este hijo de Juan de Dios. Pronto llegó esta fama a los reyes Felipe III y Margarita de Austria que, deseosos de conocerlo, lo llamaron a palacio y comprobaron sus virtudes, por lo que lo invitaron a realizar frecuentes visitas.

Éstos fueron encuentros trascendentales para lo sucesivo de la fraternidad. Los Reyes, a causa del trato, le profesaron un gran cariño toda la vida. Éstos le exponían sus necesidades y las de la nación, y le pedían que los encomendara al Señor en sus oraciones. Pedro les profesaba un gran respeto y confianza, y acudía a ellos para implorar la protección de la Orden.

La reina Margarita decía “que tenía contraídas con el siervo de Dios tres grandes deudas: la primera el anuncio profético del nacimiento del príncipe heredero; y las otras dos, la salud que por sus ruegos había recobrado en dos graves enfermedades”. Deudas, añadía, que como ella no podía pagar, deseaba que fuese el mismo fray Pedro Egipciaco quien las cobrara; para lo cual pidió insistentemente a su esposo que le nombrara su limosnero mayor. Fray Pedro Egipciaco no accedió a los deseos de la Reina por humildad, pero recibió gran cantidad de limosnas, que los Reyes le daban para que las distribuyera a los pobres y vergonzantes, y a los hospitales de la Orden.

Clemente VIII redujo la Orden a congregación con el breve Ex omnibus (13 de febrero de 1592). Pedro Egipciaco se propuso conseguir devolver al instituto la categoría de Orden religiosa, reafirmando el espíritu que Juan de Dios había infundido y que siguieron sus primeros compañeros y luego tantos beneméritos hermanos, inmolando su vida al servicio de la caridad con los pobres más necesitados. Pedro fue uno de esos hermanos que se distinguió por la ciencia y sus virtudes en el ejercicio de la caridad y hospitalidad.

Los hospitalarios españoles se sentían incómodos con la situación jurídica ambigua que vivían, pues eran conocedores de la nueva situación un poco más favorable de los hermanos de Italia, que con el nuevo breve, Clemente VIII les había concedido nuevas gracias. Dado el amor que tenía a la Orden, y deseándole su antiguo estatuto y otras gracias para su mejor desarrollo, el hermano Pedro Egipciaco vio en la confianza con que lo trataban los Reyes un medio por el cual se podían conseguir nuevas gracias y privilegios, y la total reintegración como Orden.

Hizo gestiones para la reintegración de la Orden en España. Tarea nada fácil que no paró hasta conseguir; misión que le llevó grandes sufrimientos, penalidades, a pesar de contar con el respaldo real, y que con gran humildad y gran virtud fue superando. Habiéndole expuesto a la Reina la situación de la Orden, ésta se interesó mucho por el tema desde el primer momento y le dijo que preparara un memorial, que ella se encargaría de entregarlo al Rey.

Bien asesorado, fray Pedro Egipciaco preparó dicho memorial y se lo entregó él mismo a la Reina, que lo entregó a su esposo, el cual a su vez lo dio a su valido, el duque de Lerma, presidente del Consejo de Estado, organismo que debía tramitarlo antes de enviarlo a Roma. La Reina se esforzó en el asunto, intuyendo las muchas dificultades, e hizo grandes recomendaciones al duque para que, cuanto antes, fuera despachado. Y gracias a ellas se fueron allanando las dificultades para aprobarlo en España. Además de estas recomendaciones, la Reina escribió dos cartas al papa Paulo V, recomendándole con mucho interés al hermano Pedro Egipciaco y pidiéndole que le concediera las gracias suplicadas.

Los documentos de esta época señalan el apoyo del Rey y del duque de Lerma al hermano Pedro Egipciaco, en cartas de recomendación para el papa Paulo V, para el embajador en Roma y para los más influyentes cardenales, pues con la muerte de Clemente VIII, la situación había cambiado a favor de los hospitalarios. El mismo hermano Pedro Egipciaco se encargó de llevar el memorial y las cartas en su viaje a Roma. La Casa Real le proporcionó esta oportunidad y marchó en compañía del cardenal Juan García Mellini, que había cesado como nuncio en España.

El nuevo Papa, Paulo V, había sido también nuncio en España y conocía la obra hospitalaria de los hermanos de San Juan de Dios, principalmente la del hospital Antón Martín de Madrid y otros hospitales, y apreciaba mucho a los hospitalarios. Enterado de la llegada a Roma del hermano Pedro Egipciaco, lo recibió con benignidad cuando éste le entregó los despachos y cartas de los reyes de España.

Alcanzó de Paulo V varios breves: Piorum virorum de 12 de abril de 1608, en que le concede las mismas gracias otorgadas a los hospitales de Italia, con facultad de elegir superior general y redactar constituciones, erigiéndose de esta forma la congregación española. Fue elegido primer superior general de la congregación el padre Pedro Egipciaco el 20 de noviembre de 1608. Viendo la marcha y las dificultades de la congregación, insistió y obtuvo del papa Paulo V que fuera elevada nuevamente a Orden religiosa y que los hermanos hicieran votos solemnes, además del cuarto voto tradicional de hospitalidad, con el breve Romanus Pontifex de 7 de julio de 1611. El mismo padre Egipciaco hizo la profesión de sus votos en manos del Papa el 20 de agosto de 1611. Con el breve Inefabilis divinae Maiestatis de 6 de agosto de 1611, fueron aprobadas las constituciones; y con el breve Romanus Pontifex de 16 de marzo de 1619, del mismo Paulo V, fue declarada exenta de la jurisdicción de los ordinarios toda la Orden. Desde esta fecha la Orden conserva su estatus jurídico hasta el día de hoy. Pedro Egipciaco ocupó el cargo de superior general hasta el año 1620 y en este tiempo la congregación española llegó a tener treinta y nueve hospitales en la Península, con dos provincias, de Andalucía y Castilla, y se extendió por América: virreinatos del Perú, Nueva España (México) y Filipinas, con más de veinte hospitales, regidos por un comisario general. Pasó sus últimos años en el hospital de Nuestra Señora del Amor de Dios (Antón Martín de Madrid), con el cargo de asistente general y experimentó gran consuelo en las fiestas de la beatificación del bendito Juan de Dios, celebradas el 21 de septiembre de 1630.

 

Bibl.: G. González Dávila, Teatro de las grandezas de la villa de Madrid Corte de los reyes católicos de España al muy poderoso rey Don Felipe III. Por el maestro Gil Gonçalez Davila su Cronista, t. II, Madrid, Tomás Lunti, 1623; J. Mascareñas, Vida, virtudes y Maravillas del Siervo de Dios Fr. Juan Pecador, religioso de la Orden de S. Juan de Dios y Fundador del Hospital de esta ciudad de Xerez de la Frontera, Madrid, 1665; A. Parra y Cote, Bulario de la Sagrada religión de la Hospitalidad, Madrid, Imprenta de Francisco Xavier García, 1756; J. G. Antía Martínez, Apuntes biográficos de los PP. Generales de la Orden Hospitalaria, Madrid, 1927; H. Sancho de Sopranis, Biografía documentada del Beato Juan Grande OH, Fundador del Hospital de la Candelaria de Jerez de la Frontera, Jerez de la Frontera, Centro de Estudios Históricos Jerezanos, 1960; J. C. Gómez Bueno, Compendio de la historia De la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Granada, Archivo Interprovincial, 1963; J. Santos, Cronología Hospitalaria de la Sagrada Religión de S. Juan de Dios, Madrid, Hermanos de San Juan de Dios, 1977; J. L. Martínez Gil, San Juan de Dios fundador de la Fraternidad Hospitalaria, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002.

 

José Luis Martínez Gil, OH

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