Peña y Goñi, Antonio. San Sebastián (Guipúzcoa), 2.XI.1846 – Madrid, 13.XI.1896. Crítico musical y taurino, y compositor.
Comenzó sus estudios en su ciudad natal, iniciando su formación musical bajo la tutela de José Juan Santesteban, organista y maestro de capilla de la iglesia donostiarra de Santa María. Con doce años se trasladó a Francia, continuando su formación en el Colegio de los Hermanos de María en San Juan de Luz. Posteriormente se instaló en Madrid, en cuyo Conservatorio estudió Armonía durante dos años, lo que contribuyó a mejorar su destreza al piano, así como a desarrollar cierta habilidad compositiva, si bien no tardaría en manifestar su principal interés en la literatura musical, más que en la interpretación o la composición.
Comenzó a colaborar como crítico musical en El Imparcial en 1868 y sus artículos en seguida destacaron porque no se limitaban a la mera descripción del concierto o representación, sino que hablaba tanto de la calidad y estética de las obras como de su interpretación. Esta manera de enfocar la crónica y crítica musical suscitó no sólo un cambio de estilo, sino también una mayor atención de la prensa diaria, que comenzó a dedicar más espacio a la actividad musical, impulsando a su vez la prensa musical. Pronto otros diarios, como El Tiempo, o revistas científicas y culturales, como La Ilustración Española y Americana, solicitaron también su colaboración.
La reputación adquirida originó que, cuando en 1873 se aprobó la constitución de la Sección de Música de la que, desde aquel momento, pasaba a denominarse Academia de Bellas Artes de San Fernando, se propusiera a Antonio Peña y Goñi como candidato para ser uno de los doce miembros que compondrían dicha sección. Pero Peña, alegando considerarse demasiado joven para ocupar dicha plaza, rehusó tal proposición.
Siendo funcionario del Ministerio de Fomento, se procuró su propio medio donde expresar libremente sus opiniones, fundando, junto al filósofo Manuel de Revilla, la revista La Crítica, cuyo primer número vería la luz el 15 de octubre de 1874. Pero los excesivos costes y las escasas suscripciones hicieron que apenas tuviese un año de vida. Sin embargo, la tendencia allí reflejada le valió para que en los años sucesivos, además de los diarios y revistas anteriormente citados, otros como El Globo, La Europa, El Liberal, La Correspondencia de España, La Época, La Revista Contemporánea, Revista Europea o Madrid Cómico, o las específicamente musicales como La Crónica de la Música, La Ilustración Musical, Enciclopedia Musical o La Correspondencia Musical solicitaran su colaboración.
Su prestigio y su dominio del francés hicieron que durante algún tiempo fuese corresponsal en España de Le Ménestrel.
Afirma Baltasar Saldoni en su Diccionario, que en 1879 fue designado por el Gobierno para impartir la Historia y Crítica del Arte de la Música en la Escuela Nacional de Música, pero jamás llegó a realizarse tal propósito. En varias ocasiones reunió sus numerosos artículos en un libro, destacando las Impresiones musicales, de 1878, y Los artistas del Real, de 1887. Además de sus escritos en la prensa, Peña y Goñi publicó numerosos opúsculos de tema biográfico, histórico y crítico, haciendo gala de un estilo desenvuelto que, si celebrado por la mayoría, no pocos juzgaban un tanto impertinente.
Pero la que sin duda constituye su obra más notable es La ópera española y la música dramática en España en el siglo XIX, publicada a instancias de Benito Zozaya, primero por entregas en La Correspondencia Musical desde el año 1881 hasta 1885, y posteriormente en libro. Esta obra es una de las más importantes aportaciones a la historiografía de la lírica española del siglo XIX y de la música española en general, ya que en ella expone de manera crítica y ampliamente documentada la evolución de la lírica en nuestro país, así como de la actividad sinfónica y de cámara. Como haría en Contra la ópera española, presenta a la zarzuela como la auténtica ópera nacional y critica duramente las corrientes musicales italianistas, denunciando cómo la imperiosa presencia de la música italiana y su continua imitación por nuestros compositores sólo podían conducir a un estancamiento en nuestra propia evolución, impidiendo la creación de una escuela musical auténticamente nacional. Sin dejar a un lado su actitud crítica y claramente partidista, el registro empleado por Peña y Goñi en esta obra es menos incisivo y personal que el acostumbrado en sus crónicas y artículos, y procuró ser más descriptivo y objetivo, pretendiendo hacer de su obra “una fotografía exacta y palpitante del movimiento del arte musical español en el presente siglo”, según expresa en el prólogo. En su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes en 1892, avalado por Emilio Arrieta, Francisco A. Barbieri e Ildefonso Jimeno de Lerma, para suceder al benemérito Baltasar Saldoni, reafirmó sus ideas sobre el teatro lírico español.
Peña y Goñi fue desde el primer momento gran defensor y promotor de la música de Wagner en España.
Con sus artículos, en los que ensalzaba tanto la obra como la figura del compositor alemán, no sólo pretendía contribuir a la difusión y comprensión de su música, sino además sacudir la conciencia estética del público y de los compositores aferrados al italianismo imperante en la ópera.
Acérrimo defensor de la música y las ideas de Ruperto Chapí, criticó de manera reiterada y un tanto maniquea a Tomás Bretón, a quien catalogaba de italianista, especialmente a raíz de los estrenos de sus óperas Los amantes de Teruel y La Dolores, a pesar del gran éxito que, especialmente esta última, tuvieron entre los aficionados al género. Conviene señalar que, aunque sobradamente reconocido el valor de las obras y artículos de Peña y Goñi para comprender el devenir de la música en la España de la segunda mitad del siglo XIX, la actitud un tanto arbitraria que con frecuencia mostraba en sus aceradas críticas, le granjearon tantos detractores como seguidores entusiastas.
Apasionado defensor de las corridas de toros, dedicó gran parte de su actividad literaria a la crónica taurina, y bajo diversos seudónimos, como “Don Jerónimo” y “El tío Jilena”, firmaba las crónicas en la revista La Lidia, de la que llegó a ser director, así como en las diversas revistas especializadas en las que colaboró, alternando en sus crónicas los comentarios específicamente taurinos con los políticos. Sobre tauromaquia destacan sus libros Lagartijo y Frascuelo y Guerrita.
Peña y Goñi, que en cuanto tenía ocasión retornaba a San Sebastián, manifestó el apego a su tierra natal en los artículos que dedicó al juego de pelota vasca, refundidos luego en el libro La pelota y los pelotaris.
Su vinculación con el País Vasco queda patente en la biografía dedicada a José María Iparraguirre (autor del himno al Árbol de Guernica) con motivo de la inauguración de su estatua en Villarreal de Urrechu (Guipúzcoa).
Los tres libros titulados De buen humor, Cajón de sastre y Cuatro cosas, publicados en los últimos años de su vida, recopilan gran parte de las crónicas musicales, taurinas, humorísticas y misceláneas publicadas principalmente en El Liberal y en La Época.
Su dedicación a la composición fue ocasional, por lo que su producción, que consiste principalmente en obras de salón, es limitada y de escasa o nula trascendencia.
Buena parte de ella fue inspirada por los ritmos vascos característicos de su tierra, como los zortzicos Los Pelotaris o ¡Viva Hernani!, estrenado por el célebre tenor Enrico Tamberlick en el Teatro Real en 1875. Escribió también pasodobles, algún capricho como Nostalgia de un vasco, o la rapsodia En la tumba de Santesteban, dedicada a su maestro. Pero probablemente su obra más popular fue la Gran Fantasía sobre motivos de la zarzuela “Pan y Toros” de Barbieri.
Antonio Peña y Goñi fue comendador de la Orden de Isabel la Católica, caballero de la Orden de Carlos III y recibió también la Cruz del Mérito Naval; socio honorario de la Sociedad de Conciertos de Madrid, fue miembro de varias academias nacionales y extranjeras. Aunque falleció en Madrid, sus restos fueron enterrados en San Sebastián, según su voluntad.
Obras de ~: Composiciones: El sueño de un ángel, romanza para canto y piano, 1872; Hernani, zortzico, 1875; ¡Viva Hernani!, zortzico [1875]; San Sebastián: capricho vascongado, 1875; Isabel, mazurca para piano, 1876; Recuerdo [a José de Cárdenas], piano, 1876; Marcha militar, piano, c. 1879; Carolina, polka para piano, 1880; Nostalgia de un vasco, capricho; Recuerdo de Biarritz: pequeño preludio para piano, c. 1881; Pepita, zortzico para piano, c. 1881; Recuerdo a Vilinch: pequeña rapsodia vascongada, piano, c. 1883; En la tumba de Santesteban, rapsodia, c. 1884; Gran fantasía sobre motivos de la zarzuela Pan y toros de Barbieri, para piano [1885]; San Sebastián: pasodoble guipuzcoano, 1887.
Escritos: Rienzi, Madrid, 1875; La obra maestra de Verdi “Aida”: ensayo crítico musical, Madrid, 1875; Nuestros músicos: Barbieri, Madrid, 1875; Impresiones musicales: colección de artículos de crítica y literatura musical: primera serie, Madrid, Imprenta Manuel Minuesa de los Ríos, 1878; Carlos Gounod, Madrid, Imprenta J. M. Ducazcal, 1879; Cristina Nilsson: discurso biográfico leído en el gran salón teatro de la Escuela nacional de música y declamación en la función celebrada el 26 de diciembre de 1881 para solemnizar la adjudicación del primer premio Nilsson, Madrid, 1881; La ópera española y la música dramática en España en el siglo xix: apuntes históricos, Madrid, 1881-1885 (ed. facsímil con introducción de L. G. Iberni, Madrid, 2004); Arte y patriotismo: Gayarre y Masini, Madrid, Imprenta M. G. Hernández, 1882; ¡Cuernos!, Madrid, Librería Murillo, 1883; Contra la ópera española, Madrid, Imprenta M. G. Hernández, 1885; Los artistas del real, Madrid, 1887; El Doctor Thebussem: ensayo de crítica literaria, Madrid, Imprenta M. G. Hernández, 1887; Lagartijo y Frascuelo, Madrid, Imprenta Julián Palacios, 1887; Telegramas, Madrid, 1888; Luis Mancinelli y la Sociedad de Conciertos de Madrid, Imprenta J. M. Ducazcal, 1891; Los Gnomos de la Alhambra: Proceso de un Jurado, Madrid, Imprenta J. M. Ducazcal, 1891; La pelota y los pelotaris, Imprenta M. G. Hernández, 1892; De buen humor, Madrid, Zozaya, 1892; Discursos leídos ante la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública de D. Antonio Peña y Goñi [...], Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1892; Los Maestros Cantores de Nuremberg de Ricardo Wagner, Madrid, Imprenta J. M. Ducazcal, 1893; Cajón de sastre, Madrid, Imprenta Viuda de Ducazcal, 1894; Guerrita, Madrid, Imprenta Viuda de Ducazcal, 1894; Cuatro cosas, Madrid, Imprenta de la Revista de Navegación y Comercio, 1895; Iparraguirre y el árbol de Guernica, Bilbao, Imprenta de la Biblioteca Bascongada, 1896; Río revuelto, Barcelona, Antoni López, s. f.
Bibl.: B. Saldoni, Diccionario biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos españoles, Madrid, Imprenta de Antonio Pérez Dubrull, 1868-1881, 4 vols. (ed. fac. de Jacinto Torres, con índices completos de personas, materias y obras, vol. III, Madrid, Ministerio de Cultura, Centro de Documentación Musical, 1986, págs. 291-292); A. Peña y Goñi, “Mi retrato”, en La Ilustración Musical Hispano-Americana, año V, n.º 97 (30 de enero de 1892), págs. 9-10; F. Asenjo Barbieri, “Contestación”, en A. Peña y Goñi, Discursos leídos ante la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública de ~ el día 10 de Abril de 1892, Sobre la Zarzuela española, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1892; L. Carmena y Millán, “Antonio Peña y Goñi”, en Cosas del pasado: música, literatura y tauromaquia, Madrid, Imprenta Ducazcal, 1904; J. Subirá, La música en la Academia: historia de una sección, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1980; L. G. Iberni, “La crítica periodística de fin de siglo: Peña y Goñi”, en VV. AA., Actas de las Jornadas sobre Actualidad y futuro de la zarzuela (1991), Madrid, 1993; L. G. Iberni, “Cien años de Antonio Peña y Goñi”, en Cuadernos de Música Española e Iberoamericana, vol. IV, Madrid, Fundación Autor, 1997, págs. 3-13; L. G. Iberni, “Peña y Goñi, Antonio”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. VII, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999-2002, págs. 581-583.
Ester Aguado Sánchez