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Enrique Garcés

Biografía

Garcés, Enrique. Oporto (Portugal), 1522-1525 – ¿Madrid?, 1593-1596. Minero, inventor, arbitrista, poeta y traductor.

Nació en el seno de una familia de hijosdalgo notorios y pasó a Indias siendo aún muy joven, hacia 1545, y acompañado de su hermano Garci Gómez.

Nada se sabe de su vida en la Península antes de su viaje ni en Indias hasta finales de 1553, fecha en que estaba en Lima, dedicado a oficios mercantiles y planeando un viaje a Tierra Firme con el propósito de importar productos, pero que se frustró por la rebelión de Hernández Girón. En 1556 se hallaba en Guayaquil, como encuadernador de libros, y ese mismo año, o el siguiente, en Lima, dedicado a negocios relacionados con los de librería. Ya casado, nació en 1557 el primero de sus cuatro hijos. En 1558 Garcés descubrió unos yacimientos de azogue a unos quince kilómetros de Huamanga (Ayacucho, Perú), pero fue durante una estadía en la Nueva España cuando se enteró de su empleo en el beneficio de la plata por el sistema de amalgamación. A su regreso, en 1559, Garcés concibió un proyecto ambicioso que muestra su amplia capacidad empresarial y que sería apoyado por el virrey marqués de Cañete. El descubrimiento de yacimientos argentíferos en Tunshulla (Perú) le permitió, en 1560, ser el primero en llevar al virrey conde de Nieva una cantidad considerable de plata —cuatrocientos marcos— habida con el nuevo sistema de la amalgamación.

En la década siguiente, a pesar de una serie de desilusiones y reveses, continuó con la actividad minera en la región aledaña a Huamanga, donde se avecindó, aunque siempre alternando con Lima; en esta ciudad se hallaba registrado como vecino en 1568. Garcés participó activamente de la política minera, oponiéndose a menudo a las decisiones de la Corona y proponiendo soluciones. Así, en 1569 se negaba a la incautación de los yacimientos de azogue de Huancavelica a través de un memorial que dirigió al gobernador García de Castro y que éste habría tenido en consideración.

Poco después, en 1574, escribió dos cartas al virrey Francisco de Toledo (24 y 30 de noviembre) en las cuales solicitaba que se retirase de circulación el numerario sin ensayar que se había introducido en el mercado monetario como consecuencia de la adopción del sistema de la amalgama. El prestigio del que gozaba en Huamanga era grande: en 1571 había sido convocado, con otros vecinos notables, por el virrey Toledo durante su visita; de 1571 a 1573 había fungido como factor interino de la Caja Real de Huamanga; posteriormente, sería el encargado de tomar balance al tesorero Garci Núñez de Vela.

Otra faceta de Garcés fue su calidad de inventor y su gusto por la alquimia, que compartió con su amigo Pedro Sarmiento de Gamboa. Este aspecto, o sus lecturas, hizo que la Inquisición lo tuviera bajo mira, aunque no llegó a ser investigado. La situación de Garcés parece cambiar en la década de los ochenta.

A pesar de haber inventado (1581 o 1582) un tipo de horno de reverberación que optimizaba la calidad y cantidad de la plata obtenida por el sistema de patio, y del apoyo que obtuvo para ello del virrey Martín Enríquez, no se dispone de noticias acerca de la adopción del mismo ni de su actividad minera en el siguiente lustro. En 1585 se le halla nuevamente en Lima, dedicado al comercio de libros. Su fama de hombre de letras estaba ya, en esta época, asentada, pues Cervantes lo había elogiado en el Canto de Calíope (1583).

Garcés es, en efecto, una figura clave de la transmisión de la cultura humanística a Indias, siendo su papel de mediador —a través de sus traducciones de Petrarca, Camões y Patrizzi— reconocido localmente en su misma época. Pero buscó, además, un reconocimiento en la Península, publicando sus obras en Madrid.

Este hecho —y el no obtener de las autoridades los privilegios que reclamaba para desarrollar sus proyectos— lo llevaron a decidir regresar a la metrópoli.

En diciembre de 1589 llegó a Lisboa y se aprestó a presentar sus proyectos ante el Consejo de Indias y el Monarca. Las cartas y memoriales a la Corona se sucedieron a partir de 1589 y, si bien lo desmedido de sus demandas le valió juicios negativos, logró en 1593 que el Consejo de Indias aceptara uno de sus proyectos.

Pasó así los últimos años de su vida en la Península, intentando con escaso éxito que le fueran reconocidos sus méritos y se accediera a sus demandas.

Logró, sin embargo, publicar sus traducciones, que vieron la luz en Madrid en 1591, ciudad en la que probablemente murió. Existe evidencia documental de que estaba vivo el 17 de julio de 1593 y de que ya había muerto en 1596.

 

Obras de ~: F. Patricio, De Reyno, y de la institvcion del qve ha de Reynar, y de como deue auerse con los súbditos, y ellos con el, trad. de ~, Madrid, Luis Sánchez, 1591; F. Petrarca, Los Sonetos y Canciones del poeta Francisco Petrarca, trad. de ~, Madrid, Casa de Drouy, 1591; L. de Camões, Los Lvsiadas, trad.

de ~, Madrid, Casa de Guillermo Drouy, 1591.

 

Bibl.: G. Lohmann Villena, “Enrique Garcés, descubridor del Mercurio en el Perú, poeta y arbitrista”, en Anuario de Estudios Americanos, serie 1, V (1948), págs. 439-482; L. Monguió, Sobre un escritor elogiado por Cervantes. Los versos del perulero Enrique Garcés y sus amigos (1591), Berkeley, University of California Press, 1960; E. Núñez, “Henrique Garcés, múltiple hombre del Renacimiento”, en T. Hampe Martínez (ed.), La tradición clásica en el Perú virreinal, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1999, págs. 129-144.

 

Sonia V. Rose