Saavedra Barba, Lope de. Siruela (Badajoz), s. m. s. XVI – ¿Huancavelica (Perú)?, 24.III.1645. Inventor y médico.
Era hijo de Lope Tablado de Saavedra y Catalina Barba. Médico de profesión, parece haberse establecido en Huancavelica hacia 1617. En este importante asiento minero fue donde realizó sus labores como inventor.
A partir de 1629, y durante cuatro años, se dedicó a buscar la forma de perfeccionar el sistema de jabecas con el que se beneficiaba el azogue, de manera que el 14 de noviembre de 1633 elevó un informe al virrey conde de Chinchón en el que explicaba las virtudes de su invento, el horno que denominó “dragón”, pero que se hizo conocido con el nombre “busconil”. El virrey ordenó que se estudiara la utilidad del invento, lo cual se realizó en septiembre de 1635 en la casa limeña del gobernador de Huancavelica, Fernando de Saavedra, contándose con la presencia del virrey y algunos magistrados. Los resultados fueron favorables y se verificó que con el procedimiento de Saavedra Barba se podría tratar el doble del mineral, reducir el tiempo de cochura, ahorrar mano de obra y combustible, tratar minerales pobres que anteriormente eran descartados y reducir las amenazas a la salud de los operarios indígenas.
En sucesivas pruebas, se concluyó que el método de Saavedra Barba era útil para tratar mineral de menor calidad, pero no los de mayor calidad. Procedió entonces el inventor a mejorar su horno y el 30 de mayo de 1637 pudo demostrárselo al gobernador de Huancavelica Juan de la Cerda y de la Coruña, quien certificó las ventajas del método.
Para octubre de 1637, el invento de Saavedra Barba estaba empezando a ser utilizado entre los mineros de Huancavelica, de manera que el sistema de las jabecas empezó a caer en desuso y eventualmente desaparecería por completo. Sin embargo, los mineros diseminaron rumores en contra de Saavedra Barba y su invento, como manera de evitar que este pudiera reclamar recompensa por su labor. En consecuencia, en 1638 Saavedra Barba consiguió que el gobernador de Huancavelica le emitiera una probanza en la que certificaba los ahorros y eficiencia del nuevo sistema, y la presentó ante la Audiencia de Lima. Solicitó que se le concediera un premio por su invento, equivalente a la séptima parte del azogue producido en exceso de lo que anteriormente se podía producir. Esta demanda fue rechazada por los mineros, y los oidores concluyeron que la información no era suficiente, y enviaron a Saavedra Barba de vuelta a Huancavelica a que perfeccionara su alegato.
Durante los siguientes años los asentistas de Huancavelica siguieron usando el invento de Saavedra Barba sin reconocerle sus méritos. Fue después de que el cura de Huancavelica, Diego Cano Gutiérrez, defendiera el invento por aliviar el trabajo de los indígenas y que una comisión de los procuradores de mineraje emitiera un informe favorable al inventor, que finalmente el 14 de agosto de 1641 se le adjudicó al inventor un premio por dos vidas equivalente al 2% del valor de todo el azogue explotado en Huancavelica, sea cual fuere el método usado. Los mineros rechazaron esta medida e intentaron representar el sistema como escasamente útil, lo cual Saavedra Barba nuevamente tuvo que desmentir para que finalmente en Acuerdo General de Hacienda de 28 de noviembre de 1644 se le reconfirmase la recompensa, pocos meses antes de que muriera el 24 de marzo de 1645. Ya en 1645 los mineros reclamaban que la tasa fuera reducida al 1%.
En 1646 el invento de Saavedra Barba fue llevado a Almadén por Juan Alonso de Bustamante, caballero de Santiago.
Durante el virreinado del duque de la Palata murió el hijo de Saavedra Barba mientras viajaba a la metrópoli, y el virrey decidió incorporar la tasa de 2% a la Corona. El ingreso fue usado para mantener el Hospital de Huancavelica.
Bibl.: M. Mendiburu, Diccionario histórico-biográfico del Perú, Lima, Enrique Palacios, 1931; G. Lohmann, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999.
Jorge Bayona Matsuda