Solano Gálvez de San Pelayo y Villalpando, Mariano-Carlos. Marqués de Monsalud (V), Conde de Castel Blanco (VII) y Vizconde de Torres Secas. Madrid, 20.V.1858 – 6.II.1910. Epigrafista, historiador, académico de la Real de la Historia.
Miembro de familias de origen levantino y andaluz, pero ambas de ascendencia hidalga, ennoblecidas en el siglo XVIII. Por ambas ramas heredó indirectamente los títulos de marqués de Monsalud —por vía paterna— y el condado de Castel Blanco y vizcondado de Torres Secas por la materna. Según su biógrafo, Luis García Iglesias, cursó estudios de grado medio en el Colegio de Saint Michel de Bruselas, regentado por la Compañía de Jesús. Finalizados éstos, accedió a los universitarios en la de Lovaina, dentro del mismo círculo de los jesuitas.
Muerto su padre en época temprana y de regreso a España convertido desde 1886 en V marqués de Monsalud, pasó el tiempo acompañando a su madre y recorriendo estacionalmente las diversas propiedades heredadas que se situaban en Madrid (las urbanas) y en Aragón y Extremadura las rurales, concretamente en Almendralejo, de donde heredó el marquesado de Monsalud, cuya finca epónima conservaba en su poder, al igual que la vivienda urbana de carácter singular en la que pasó largas temporadas.
Desde muy pronto se dedicó al conocimiento, estudio y publicación de antigüedades de épocas romana y visigoda de las inmediaciones de Almendralejo y de Mérida. Igualmente logró adquirir un elevado número de objetos con los que formó una importante colección que en su casa de Almendralejo, al igual que una biblioteca de referencia. Entre las esculturas romanas figuraba la llamada “Diana de Mérida”, en el Mueso Arqueológico de Mérida (MAN), que no representa sino al joven Ascanio del grupo escultórico formado por Eneas y Anquises que debió de existir en el foro emeritense o la conocida tegula de Villafranca de los Barros.
Su amistad e intensa relación mantenida con el padre Fita, corroborada por las numerosas cartas cruzadas entre ambos, le llevó a ocupar un sillón en la Real Academia de la Historia a la muerte de Vicente Barrantes. De él tomó posesión en recepción pública el día 3 de junio de 1900, siendo contestado por el padre Fita. El discurso versó sobre la arqueología romana y visigoda de Extremadura, tema que él dominaba a través de la epigrafía. Algunas de esas cartas corresponden a la emisión de informes arqueológicos solicitados por el padre Fita relacionados con su condición de académico.
Antes y después de su acceso a la Academia, su Boletín se convirtió en el vehículo donde dio a conocer un buen número de inscripciones que le proporcionaban sus corresponsales en las inmediaciones de Mérida, o incluso de los miembros de la Comisión Provincial de Monumentos de Cáceres. Algunos de sus trabajos fueron publicados en el órgano de dicha Comisión, la Revista de Extremadura, aunque ya hubieran visto la luz en el citado Boletín.
Su bibliografía es copiosa, teniendo como eje la epigrafía latina (romana o cristiana), aunque el padre Fita siempre actuó de mentor y a él siempre acudía consultarle las lecturas dudosas o complicadas. Esa duda acerca de su profesionalidad como epigrafista fue la que condujo a J. Mallon y T. Marín a realizar una edición crítica sobre las inscripciones publicadas por él.
Años más tarde, en 1971, C. Callejo puso de relieve que las lecturas de las inscripciones publicadas por Monsalud y que se hallaban depositadas en el Museo de Cáceres, eran las correctas a diferencia de las propuestas que intentaron realizar sus enmendadores.
También tuvo ocasión de conocer el importante yacimiento de la vega del Harnina, en las inmediaciones de Almendralejo, correspondiente a la época Calcolítica.
Falleció en Madrid a los cincuenta y dos años, siendo enterrado en el panteón familiar creado en el castillo de Torres Secas. Su muerte provocó escaso eco en los ambientes que frecuentó. Pocos años después de su muerte, la colección reunida y conservada en Almendralejo fue perdiéndose. Sólo algunos objetos pasaron a la colección del Museo Arqueológico Nacional, mientras que el resto quedaron en Almendralejo.
Obras de ~: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas”, “Nuevas inscripciones romanas“, “Nuevas lápidas romanas de Extremadura” y “Nuevas inscripciones visigóticas y romanas”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), t. 31 (1897), págs. 391-404, págs. 415-422, págs. 436-442 y págs. 483-496, respect.; “Lápidas inéditas”, en BRAH, t. 32 (1898), págs. 5-9; “Epigrafía romana de Medina de las Torres y Fregenal de la Sierra”, en BRAH, t. 32 (1898), págs. 471-475; “Nuevas inscripciones romanas de Extremadura”, en BRAH, t. 32 (1898), págs. 149-153; “Nuevas inscripciones de Extremadura y Andalucía”, en BRAH, t. 33 (1898), págs. 150-160; “Nuevas inscripciones romanas” y “Nuevas lápidas visigótica”, en BRAH, t. 32 (1898), págs. 364-366 y págs. 433-435, respect.; “Nuevas inscripciones romanas de Alcalá de Henares”, “Nuevas inscripciones romanas de Extremadura” y “Nuevas inscripciones romanas de Mérida”, en BRAH, t. 34 (1899), págs. 53-62 y págs. 133-138, respect.; “Nuevas inscripciones visigóticas de Extremadura”, en BRAH, t. 35, 1899, págs. 222- 225 y 518-523; Arqueología romana y visigótica de Extremadura. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública del Excmo. Sr. D. ~ Marqués de Monsalud, el día 3 de junio de 1900, Madrid, 1900; “Nuevas inscripciones romanas de Extremadura”, en BRAH, t. 36 (1900), págs. 5-13; “Nuevas inscripciones romanas de Extremadura”, en BRAH, t. 37 (1900), págs. 322-325; “Nuevas inscripciones cristianas de Extremadura y Andalucía”, en BRAH, t. 36 (1900), págs. 518-520; “Nuevas inscripciones de Extremadura”, en BRAH, t. 37 (1900), págs. 488-491; “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas en Extremadura”, en BRAH, t. 38 (1901), págs. 474-477; “Nuevas inscripciones romanas de Extremadura”, en BRAH, t. 40 (1902), págs. 541-546; “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”, en BRAH, t. 43 (1903), págs. 240-249; “Nuevas lápidas romanas de Extremadura”, en BRAH, t. 43 (1903), págs. 528-535; “Epigrafía romana y visigótica de Extremadura”, en BRAH, t. 45 (1904), págs. 445-448; “Nuevas lápidas romanas de Extremadura”, en Revista de Extremadura, VI (1904), págs. 1-7; “Lápidas extremeñas de la Edad Romana y Visigótica”, en BRAH, t. 46 (1905), págs. 495-499; “Santa Eulalia de Abamia”, en BRAH, t. 48 (1906), págs. 40-42; “El Palacio Real de Olite”, en BRAH, t. 49 (1906), págs. 435-447; “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”, en BRAH, t. 48 (1906), págs. 485-491; “Epigrafía romana de Extremadura. Marcas de alfareros y grafitos”, en BRAH, t. 50 (1907), págs. 460-462; “Epigrafía romana, griega y visigótica de Extremadura y Andalucía”, en BRAH, t. 50 (1907), págs. 248-252; “Nuevas inscripciones romanas de Extremadura”, en BRAH, t. 50 (1907), págs. 357-358; “Epigrafía romana y visigótica de Extremadura y Andalucía”, en BRAH, t. 53 (1908), págs. 36- 38; “Real Maestranza de Caballería de Zaragoza”, en BRAH, t. 53 (1908), págs. 338-341; “El templo de Santa Eulalia en Mérida”, en BRAH, t. 50 (1907), págs. 442-456; “Las torres del Salvador y de San Martín, y techumbre de la Catedral de Teruel”, en BRAH, t. 52 (1908), págs. 336-339.
Bibl.: J. Mallon y T. Marín, Las inscripciones publicadas por el Marqués de Monsalud (1897-1908). Estudio crítico, Madrid, 1951; C. Callejo Serrano, “Inscripciones del Museo de Cáceres publicadas por Monsalud y por Mallon y Marín”, en Revista de Estudios Extremeños (REE), XXVI (1970), págs. 421- 462; L. García Iglesias, “Expansiones de académico a académico: una carta del Marqués de Monsalud al P. Fidel Fita y Colomer, S. J.”, en REE, 50 (1994), págs. 599-600; El noble estudioso de Almendralejo. Autógrafos del Marqués de Monsalud en el Archivo del P. Fidel Fita S. J., Badajoz, 1997.
Enrique Cerrillo M. de Cáceres