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Juan Mathé de Luna

Biografía

Mathé de Luna, Juan. Señor de Huelva. ?, p. m. s. xiii – Sevilla, 9.VIII.1299. Camarero mayor de Sancho IV y almirante mayor de Castilla.

Hijo de Fernán Matheos, conquistador y alcalde mayor de Sevilla, y de doña Varela, pertenecía a una rama del linaje aragonés de Luna establecida en Toledo a principios del siglo xiii. La vinculación muy temprana con Sevilla se deduce tanto de la ejecutoria paterna como del hecho de estar sus hermanas María y Leonor entre las monjas fundadoras del sevillano monasterio de Santa María de las Dueñas en 1251.

Aunque consta haber servido a Alfonso X en los últimos años de su reinado, Juan Mathé de Luna alcanza notoriedad ya con Sancho IV, de quien en 1286 era camarero mayor, primero de cuantos ostentaron este oficio en la Corte castellana. Se trataba de un puesto de la máxima confianza del Monarca, y en él se le ve asociado ya con Fernán Pérez Maimón, a la sazón despensero mayor. Ese mismo año fue nombrado, junto con Fernán Pérez, veinticuatro de Sevilla, de donde ambos eran vecinos.

A pesar de la relevante posición alcanzada en la Corte, Juan Mathé no aparece nunca mezclado en las numerosas intrigas de esos años, buscando medros, perturbando el orden ni ambicionando honores, aunque hacia 1290 es mencionado entre los partidarios de Juan Núñez de Lara. En 1291 el Rey le concedió autorización para la fundación de un mayorazgo, expresando su voluntad de honrarlo y ennoblecerlo, así como de perpetuar su casa. Este temprano mayorazgo, uno de los primeros de los que hay noticia, incorporaba las casas sevillanas de la collación de Santa María y las villas y heredamientos de Villalba, Nogales, Peñaflor, Lapizar y Vado de las Estacas, entre otros, pero hubo de ser revocado el 25 de diciembre de 1292 por haberse efectuado sin conocimiento de la esposa del otorgante, doña Estefanía, cuyos bienes dotales incluía, y sólo se mantuvo con ciertas posesiones que Mathé de Luna tenía en Jaén y Toledo.

Hacia 1293 alcanzó Juan Mathé su máxima posición en la Corte, interviniendo en todos los negocios y apareciendo su firma en muchos de los documentos expedidos por entonces. Prueba de su valimiento ante el Rey es su nuevo cargo de armero mayor, que acumuló a los anteriores, y la merced del señorío vitalicio de Huelva. Al finalizar este año, Mathé de Luna recibió un encargo trascendental: organizar la defensa de la frontera ante el inminente comienzo de las hostilidades por la nueva alianza granadino-meriní. Para ello se trasladó a Sevilla, mientras que Fernán Pérez Maimón viajó hasta Valencia para asegurar el concurso de la flota aragonesa. Los preparativos efectuados en los primeros meses de 1294 por el De Luna permitieron resistir el asedio de Tarifa, cercada desde fines de abril hasta fines de agosto y defendida por Alonso Pérez de Guzmán. La defección del entonces almirante de Castilla, el genovés Benito Zacarías, en el momento decisivo de la campaña, cuando la flota cristiana se aprestaba a apoyar las acciones terrestres que condujeron al levantamiento del cerco, obligó a Juan Mathé a capitanear la escuadra castellana, reforzada por las galeras que él mismo había ordenado armar, a las que también se unieron las naves aragonesas.

La liberación de Tarifa precipitó la retirada benimerín de Algeciras y su entrega a los granadinos. Juan Mathé y Fernán Pérez elaboraron un meditado plan para la conquista de esta plaza, estando previsto el comienzo de la campaña en mayo de 1295. La muerte de Sancho IV impidió su realización, pero desde abril de ese año Mathé de Luna, en unión de Fernán Pérez, figuraron como almirantes mayores de la mar, fruto indudable del prestigio ganado en las acciones pasadas.

Esta situación se prolongaría hasta el 9 de agosto de 1299, cuando murió el biografiado, pero en esos años finales hay una pérdida de peso político en la Corte que responde a los cambios que se produjeron en ella inmediatamente después de la muerte del Rey.

Fue enterrado en la capilla de San Mateo de la catedral hispalense, la cual había dotado en 1287 con 300 maravedís de renta anual. Se celebraba aniversario el 10 de agosto por el fundador y su esposa, y el 1 de julio por doña Varela, su madre. A esta misma capilla trasladó Juan Mathé a sus padres, y para sí labró un sepulcro alto de mármol, muy adornado con repetidos escudos de armas —de plata, creciente ranversado jaquelado de oro y sable; bordura de gules con roeles verados de oro y azur— y este epitafio: “Aqui yaze don iuan mathe de luna, camarero mayor que fue de el rey don sancho, e almirante mayor de castilla, fino nueve dias de el mes de agosto, en la era de M. CCCC. XXXVII. años. Muy bien sirvio a los reyes, e muy bueno fue en descercar a tarifa. Muncho bien fizo, dele dios paraiso, amen”.

Este sepulcro fue trasladado en 1401 a la capilla de San Martín, en una nave del claustro, donde permaneció mucho tiempo hasta su desaparición. En el siglo xvii fue abierto, hallándose todavía, según testimonio de Pablo de Espinosa, recogido por Ortiz de Zúñiga, el cuerpo entero, calzado con botas blancas y espuelas doradas, amortajado con un manto de seda carmesí y con una espada ancha en su vaina de terciopelo verde y una bandera. Los restos eran de un hombre recio y corpulento. En el plano moral, ha pasado a la historia como persona de carácter entero, tenaz y activo, además de leal, reservado, prudente y de buen entendimiento, rasgos todos que se hicieron patentes en los difíciles meses en que descansó sobre sus hombros la resistencia ante los musulmanes, estando ya gravemente enfermo el Rey.

Juan Mathé de Luna había casado con Estefanía Rodríguez de Ceballos, señora de Villalba y Vado de las Estacas, hija de Ruy González de Ceballos y de María Fernández de Caviedes, de la que tuvo tres hijos. El mayor, Fernando Matheos, dio varonía al sevillano linaje de Mendoza al casar con Mayor de Mendoza y pactar que su descendencia habría de usar las armas de Luna y el apellido de Mendoza. Este inusual acuerdo, mantenido generación tras generación, pudo estar originado por la relativamente difícil situación económica en que se desenvolvieron los hijos de Juan Mathé tras las segundas nupcias de Estefanía con Enrique Enríquez y la posterior preferencia de ésta por los hijos habidos en este matrimonio. De hecho, los otros dos hijos de Juan Mathé, Juan de Ortega y Estefanía Mathé, tampoco tuvieron bodas acordes con la grandeza paterna.

 

Bibl.: D. Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andalucía, Madrid, Imprenta Real, 1667 (reed., Sevilla, 1988, vols. I y II); M. Gaibrois, “Tarifa y la política de Sancho IV de Castilla”, en BRAH, 74 (1919), págs. 418-436; Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, Madrid, Voluntad, 1922- 1928, 3 vols.; F. P érez Embid, El almirantazgo de Castilla hasta las capitulaciones de Santa Fe, Sevilla, Escuela de estudios Hispano-Americanos de la Universidad, 1944; C. Rosell (ed.), “Crónica del rey don Sancho el Bravo”, en Crónicas de los reyes de Castilla, vol. I, Madrid, Atlas, 1953, págs. 67-90; F. de Moxó y Montoliu, La Casa de Luna (1276-1348), Münster, Aschendorff, 1990; R. S ánchez Saus, Linajes sevillanos medievales, Sevilla, Guadalquivir, 1991, 2 vols.; J. M. N ieto Soria, Sancho IV, 1284-1295, Palencia, La Olmeda, 1994; J. de Salazar y Acha, La casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000; J. M. Calderón Ortega, El Almirantazgo de Castilla. Historia de una institución conflictiva, Alcalá de Henares, Universidad, 2003; A. de Ceballos-Escalera y Gila, Norma y ceremonia de los almirantes de Castilla, Madrid, SEKUniversidad Camilo José Cela, 2006.

 

Rafael Sánchez Saus