Oliveros Tovar, Miguel. Keith Luger. La Coruña, 17.III.1924 – Madrid, 16.XI.1971. Abogado y escritor de novelas populares.
Su padre, Juan Oliveros Bueno, era capitán del cuerpo de sanidad militar y había nacido en Ojiva (Granada), y su madre, Presentación Tovar Rivas, ama de casa, también había nacido en la provincia de Granada, aunque en otro pueblo llamado Salobreña. Miguel nació en La Coruña pues, en aquella fecha, su padre estaba destinado allí, y allí permanecieron hasta que Miguel cumplió los tres años. El siguiente destino paterno fue Melilla y cuando Miguel ya había cumplido los dieciséis años la familia llegó a Valencia. La afición por la escritura ya se le había despertado. Entre sus papeles más antiguos se conserva un cuaderno manuscrito de cincuenta y cuatro páginas con un relato titulado Juan Antonio y Pilar, cuento, fechado, también a mano, el 17 de agosto de 1940 y firmado con su nombre y primer apellido. A poco de llegar a Valencia conoció a una joven, que vivía en su misma casa de piso, justamente en la puerta de enfrente, que tenía dos años menos que él, muy pronto se hicieron amigos, más tarde novios y, finalmente, se casaron el 22 de diciembre de 1952. Ella se llamaba Elvira Suay y la pareja tuvo tres hijas, Noemí, Carmen y Silvia.
Miguel estudió el bachillerato en el instituto Luis Vives, donde demostró ser bastante aplicado. Después estudio Derecho. Se dice que los cinco cursos de la carrera los hizo en tres años, pero eso no tiene la más mínima credibilidad. En las tarjetas que distribuía a sus clientes, además de su nombre, podía leerse: “abogado criminalista”. Terminada la carrera decide prepararse para las oposiciones de notaría, pero dada la dureza de estas, termina presentándose a unas para ser funcionario del ayuntamiento valenciano, que aprueba en el año 1949, empezando a trabajar en él a primeros del año siguiente. Empieza a escribir para la editorial Bruguera, tanto novelas policíacas como del oeste, y como esta le paga 3.500 pesetas por cada una –eso fue al principio, pues después le fueron subiendo la cantidad–, decide abandonar su puesto de funcionario en el ayuntamiento de Valencia, pidiendo primero una excedencia por tres años, que se le concede, y una vez transcurridos estos se decide por la renuncia definitiva.
En agosto de 1968 la familia se traslada a Madrid, fijando su residencia en la calle San Pol de Mar número 10, 7º A, junto al Manzanares, ya que acepta una oferta para escribir guiones de cine, aunque sin abandonar su labor como escritor. El 16 de noviembre de 1971 cayó fulminado en el Paseo de la Florida, de Madrid, de un ataque al corazón, cuando se dirigía a un quiosco cercano a comprar el Informaciones, periódico madrileño de la tarde.
Miguel Oliveros publicó, entre agosto de 1953 y julio de 1972 (las últimas fueron póstumas), algo más de mil novelas de casi todos los géneros: oeste, policiaco, ciencia-ficción y sentimental. Aunque popularizó el seudónimo Keith Luger, también escribió alguna que otra novela como Bronco Mike, Jay Kanata o Miguel Romano –con este último solamente novelas sentimentales–. Como curiosidad, sus dos primeras novelas se publicaron en una editorial creada por él mismo, Ediciones Batería, con el objetivo de publicar sus propias obras. De las portadas se encargó su hermano Rafael, psiquiatra titulado en EEUU y buen dibujante, que acabó instalándose en Canadá, donde vivió, ejerció su carrera y murió.
La mayoría de sus obras fueron publicadas por la editorial Bruguera, en la que tenía un gran cartel, así vemos que en la colección “Ases del Oeste”, desde el nº 675 (principios de 1970), hasta el nº 1.358 (el último, ya en 1986), todos los títulos eran suyos. Lo mismo hizo Ediciones B con otra colección también llamada “Ases del Oeste”, publicada entre 1987 y 2002, en las que sus 455 números estaban escritos por Keith Luger. Como es lógico, ya que Miguel Oliveros ya había muerto, tanto en una como en otra colección todos eran reediciones. Además, en la colección “Héroes de la Pradera” (que empezó a publicarse en el año 1970, terminando en 1985), se da una curiosa circunstancia, que alterna con Francisco González Ledesma (Silver Kane). Efectivamente, González Ledesma escribe los números pares y Oliveros los impares, aunque esto se rompe poco antes de finalizar, pues el descontrol que impera en la editorial por sus problemas financieros y abocada a la quiebra hace que no respeten lo que habían anunciado al empezar la publicación de esta colección, esto es, que estaba reservada para ellos dos. Desde el nº 780 hasta el 795 —último en salir—, se reeditan obras de otros autores.
Las obras de Miguel Oliveros están teñidas de humor y son inconfundibles por sus protagonistas masculinos, jóvenes despreocupados y un tanto desvergonzados, capaces de engañar en temas de poca importancia pero con bastante sentido de la responsabilidad y del honor, todo esto acompañado de un gran éxito con las mujeres. En las novelas del “oeste” son vaqueros rápidos y veloces con las armas, siempre metidos en líos, de los que suele sacarlos la guapa hija de un rico ranchero, aunque tampoco desdeña la llamativa y apetecible aventurera, con lo que la regeneración, al final de la novela, es doble. Mientras, en las de género policiaco la mayoría de ellos son detectives privados que viven trampeando y que nunca se dejan comprar, sirviendo a la justicia y a sus clientes.
Además de esos cientos de novelas populares, escribió obras de teatro, como Muy alto, muy rubio, muy muerto, en colaboración con Juan Alfonso Gil Albors. Era una comedia en dos actos, el primero dividido en dos cuadros, que fue estrenada en Madrid en el teatro Alcázar el 22 de Diciembre de 1964, representando el papel de Andy, el protagonista, Juanjo Menéndez. Después ha escrito alguna otra (Streap-tease de un gusano y Písale el cuello a la rubia), aunque estas no se han llegado a estrenar. Hay que resaltar que todas ellas, previamente, tenían un precedente con su mismo título en una novela policíaca.
También escribió varios guiones para el cine –siempre en colaboración con otros–, como el de la película Chinos y minifalda, dirigida por Ramón Comas en 1967, e interpretada por Adrian Hoven, Barth Warren, Gérard Landry y Teresa del Río, el de la película El Cristo del Océano, que fue dirigida por Ramón Fernández en el año 1971, interviniendo como actores Nino del Arco, Paolo Gozlino, Pilar Vázquez y José Suárez, o el de Los fríos senderos del crimen, película dirigida por Carlos Aurel, en 1972, e interpretada por Frank Braña, Ramón Centenero y Agatha Lys; o el argumento de la película Los amores de Don Juan, dirigida por Alfonso Brescia en 1971, en la que intervinieron como actores Robert Hoffmann, Barbara Bouchet, Ira von Fürstenberg, Annabella Incontrera y Lucretia Love.
La gran afición de este autor fue la pesca. En sus ratos libres y en los buenos tiempos, era frecuente verle con sus cañas y su piel muy bronceada, a la espera de que un incauto pez mordiese su anzuelo, cosa que no sucedía con la frecuencia que él deseaba, a pesar de ser un buen pescador.
Según el Índice de Traducciones de la UNESCO, en el año 1963 fue la tercera firma de habla española más traducida al extranjero.
Obras de ~: La muerte a mi espalda, Burjasot, Batería, 1951 (col. Última hora, nº 1); Una mujer indómita, Burjasot, Batería, 1951 (col. Última hora, nº 2); La trampa, Madrid, Alhambra, 1952 (col. Scotland Yard, nº 8); Rapsodia en calibre 32, Madrid, Alhambra, 1953 (col. Jaguar, nº 7); Mau-Mau, Barcelona, Bruguera, 1955 (col. Servicio Secreto, nº 160); Tres hombres van a morir, Barcelona, Bruguera, 1955 (col. Bisonte, nº 353); Reguero de sangre, Barcelona, Bruguera, 1955 (col. Congo, nº 3); El hombre de Nueva Orleáns, Barcelona, Bruguera, 1956 (col. Madreperla, nº 423); ¡A sangre y fuego¡, Barcelona, Bruguera, 1959 (col. Ases del Oeste, nº 22); J. Kanata (seudónimo), Písale el cuello a la rubia, Buenos Aires, Ediciones de la Fuente, 1960 (col. Sello, nº 10); Crimen para un marido celoso, Manhattan, 1961 (col. Manhattan Extra, nº 20); El canto del cuervo, Barcelona, Bruguera, 1962 (col. Punto Rojo, nº 6); El pingüino asesino, Colección Selecciones del Servicio Secreto, nº 21, Bruguera, 1962; No hay escape, Barcelona, Bruguera, 1964 (col. Archivo Secreto, nº 4); La muerte toca la armónica, Barcelona, Bruguera, 1970 (col. Héroes de la Pradera, nº 2); Muy alto, muy rubio, muy muerto, Madrid, Editorial Alfil, 1965 (col. Teatro, nº 459).
Bibl.: F. Alemán Sainz, La literatura de kiosko, Barcelona, Planeta, 1975 (Biblioteca Cultural RTVE, nº 24); S. Vázquez de Parga, Los mitos de la novela criminal, Barcelona, Planeta, 1991; S. Vázquez de Parga, La novela policíaca en España, Barcelona, Ronsel, 1993; V. de Santigo Mulas, La novela criminal española entre 1939 y 1975, Madrid, Asociación de Libreros de Viejo, 1997; J. Cuadrado, Atlas español de la cultura popular. De la historieta y su uso 1873 – 2000, Madrid, Ediciones Sinsentido, 2000; F. Martínez de la Hidalga, “La novela del oeste”, en La Novela Popular en España, Madrid, Ediciones Robel, 2000, págs. 53-84; R. Charlo Ortiz-Repiso, “Marcial Lafuente Estefanía y sus compañeros: los escritores de novelas del oeste”, en La Novela Popular en España, vol. 2, Madrid, Robel, 2001, págs. 113-141; R. Charlo Ortiz-Repiso, Autores y seudónimos en la novela popular, Sevilla, Padilla Libros Editores & Libreros, 2005; F. Eguidazu, Del folletín al bolsilibro, 50 años de novela popular español (1900-1950), Madrid, Editorial Silente, 2008; R. Charlo Ortiz-Repiso, La novela popular en España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2013.
Ramón Charlo Ortiz-Repiso