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Antonio Gallego Cañamero

Biografía

Gallego Cañamero, Antonio. Don Benito (Badajoz), 2.VI.1936 – 16.I.2013. Pintor.

Nacido en el seno de una familia humilde y numerosa Cañamero se formó inicialmente en la Escuela de Artes y Oficios de Don Benito con el pintor local Juan Aparicio Quintana. En 1954 se traslada a Madrid y asiste por poco tiempo a las clases de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid sita en la calle Cuba, acude también para practicar el dibujo al Museo de Reproducciones Artísticas del Casón del Buen Retiro y poco después ingresa en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, donde obtuvo la licenciatura. Después de veinticinco años en Madrid regresa con su familia a Extremadura, se establece en Don Benito y se entrega por entero a la pintura del paisaje extremeño.

Entre los galardones más importantes que ha recibido deben citarse el Premio Extraordinario de Pintura y Dibujo, Primer Premio y Premio de Honor por el conjunto de su obra en el Concurso de Pintores de Madrid en 1967, el Primer Premio en el X Salón Nacional de Pintura de Gibraleón, Huelva, en 1968, el Primer Premio en el I Salón de Otoño de Pintura de la Caja de Ahorros de Plasencia, Cáceres, en 1979 y Segundo Premio en el IV Salón de Primavera de Cáceres de 1980, el Primer Premio de Pintura Eugenio Hermoso de Fregenal de la Sierra, Badajoz, en 1981.

Ha expuesto individualmente en numerosos lugares del país (Castellón, Valencia, Madrid, Córdoba, Santander, Bilbao, León, Jaén, San Sebastián, etc.), especialmente en Extremadura y en algunas salas extranjeras: Cognac (Francia), Tokio, Caracas, Londres y Nueva York.

Cañamero ha desarrollado su capacidad de dibujante no sólo en la pintura sino en ilustraciones de revistas y libros, especialmente en publicaciones de Luis Álvarez Lencero.

La producción pictórica de Cañamero se inicia con bodegones, a los que vuelve periódicamente, pasando por los retratos y las Tauromaquias y siempre arribando en el paisaje, tema fundamental de su pintura.

En sus cuadros de toros, si se excluyen los retratos, es donde únicamente incluye la figura humana: el picador, su caballo y el toro; la bravura de la bestia, la nobleza del equino y el esfuerzo por el dominio sobre ambos en escenas muy próximas, llenas de fuerzas, vigor y movimiento. Cañamero resuelve estos temas con dibujo firme y expresivo, pincelada breve, colores oscuros que transparentan las anatomías con finas telarañas de líneas ocres y amarillas.

Sin olvidar el asunto taurino, la personalidad del pintor destaca en el panorama de la pintura extremeña sobre todo por su interpretación del paisaje regional. Paisajes reales de La Serena o el Jerte, nevadas invernales (Nevada en el Jerte. 1997), primaveras que irrumpen con los primeros brotes del cerezo (Primavera en el Jerte. 1993) o con los intensos amarillos de los campos de girasol (Campos de girasoles. 1996), los ocres otoñales de las cepas podadas (Otoño en el Jerte. 1993) y, sobre todo, los estíos de dorados trigales, rastrojeras quemadas, mieses, surcos, llanuras infinitas atravesadas en todos los sentidos por lindes, bajo cielos grisáceos, enmarañados, premonitores de pasajeras tormentas veraniegas: Pacas y trigales. 1998, Triga.l 1998, Tierras quemadas. 1998, etc. Son las estaciones las que imponen los colores y éstos las que las definen de forma contundente.

A estos deliciosos y amables paisajes realistas, en los que dominan la soledad y el silencio, la tranquilidad y el sosiego, Cañamero contrapone el paisaje imaginado, duro, onírico, donde la desolación y la degradación por la acción humana resultan inquietantes, la huella destructora del hombre acaba con todo signo de belleza natural, la contaminación ambiental y la degradación de la naturaleza convierte la belleza inicial heredada en espacios dantescos inhabitables. La síntesis es una denuncia ecológica, un aviso de lo que tenemos y de lo que podemos destruir con nuestras incontroladas actuaciones.

Cañamero se muestra en ocasiones, sobre todo en sus paisajes naturales y amables, como un neo-regionalista que difunde los valores de su tierra extremeña; pero, en otras, como un onírico surrealista denunciante de una naturaleza destruida por la acción humana: Desolación (1988), Perro vagabundo (1986), Playa abandonada (1994), etc.

Todos sus paisajes se resuelven con un esquema muy personal y equilibrado: la tierra, en toda su belleza o degradación, la línea del horizonte muy alta, creando unas perspectivas infinitas, y el cielo, puro o apocalíptico, que se une a la tierra en esos horizontes lejanos. Es el color, la fuerza del dibujo, la textura y las perspectivas quienes definen realmente la obra, más que la luminosidad uniforme. Sin embargo, el de Don Benito no es un pintor colorista; su paleta, lejos de estridencias cromáticas, es sobria en colores pero rica en tonalidades, así, los amarillos, los ocres o los pardos forman un abanico tonal de su gama cálida.    

Obras de ~: Autorretrato, 2008; Toro, 1968; Perro vagabundo, 1986; Otoño en Jerte,1992; Invierno, 1993; Atardecer, 1996 ; Después de la cosecha, 1998; Tierras quemadas, 1998;  Pacas, 2001; Trigales II,  2004; Arrozal,  2006; Viñedos,  2007; Primavera, 2007.

Bibl.: J. J. Cano Ramos, Cañamero. Cuatro Décadas de un pintor, cat. exp. Don Benito, Ayuntamiento de Don Benito. 1998; A. M. Castaño Fernández, y J. J. Cano Ramos, Paisajes hechos y paisajes geométricos, cat. exp., Don Benito, Ayuntamiento de Don Benito. 1998; VV. AA., Cañamero, cat. exp., Badajoz, Editora Regional de Extremadura. Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, 1999. VV. AA., Cañamero. El hombre, el artista, Badajoz, Fundación Caja Badajoz, 2000; R. Hernández Nieves, Guía del Museo de Bellas Artes de Badajoz, Badajoz, Museo de Bellas Artes, 2014, págs. 152-153.       

Román Hernández Nieves