Múgica Celaya, Rafael. Gabriel Celaya, Juan de Leceta. Hernani (Guipúzcoa), 18.III.1911 – Madrid, 18.IV.1991. Poeta.
Nació en el seno de una familia de la burguesía industrial vasca. Su padre había hecho prosperar una empresa iniciada por el abuelo del poeta. Único hijo varón del matrimonio formado por Luis Muñoz Leceta y por Ignacia Celaya Cendoya, estaba llamado a ser el sucesor de la industria. Durante los primeros años de su vida habló solamente vascuence, lengua cuyo uso perdería en el colegio a favor del español. El Colegio era El Pilar de los marianistas de San Sebastián y en él estuvo desde 1918 a 1922, año en que se le manifestó una enfermedad no diagnosticada para cuya curación recomendaron los médicos un cambio de residencia. Interrumpió, pues, sus estudios para trasladarse con su madre a Pau (Francia), en donde permaneció desde el otoño de ese año hasta la primavera de 1923. Posteriormente, cambiaron la residencia a El Escorial. Allí vivió una aguda situación de soledad que lo orientó a leer y a escribir intensamente.
Una vez curado —se trataba de una solitaria—, regresó a San Sebastián, donde estudió como alumno libre del instituto. Recuperó los dos cursos perdidos y en 1927 terminó el bachillerato. Siguió escribiendo —sobre todo teatro— y pintando. Este mismo año realizó un segundo viaje a Francia, a la región de Las Landas. Aunque el joven Rafael Múgica quería estudiar Filosofía y Letras, su padre lo presionó para que cursara estudios de Ingeniería Industrial y así prepararse para hacerse cargo de la empresa familiar. Se trasladó a Madrid para realizar dicha carrera y logró una plaza en la Residencia de Estudiantes, institución en la que residían o habían residido muy importantes escritores, poetas, pintores y artistas y de cuyo ambiente de modernidad cultural el joven estudiante acabó calándose. Llegó a conocer a García Lorca, con el que mantuvo una amistad, Buñuel, Dalí, Ortega y Gasset, Moreno Villa, Unamuno, Emilio Prados, Juan Ramón Jiménez y a los intelectuales más célebres que pasaron por la Residencia.
Durante el curso 1927-1928, se dedicó con intensidad a sus estudios de Ingeniería. En las vacaciones de verano de ese curso, viajó a Francia de nuevo, pasando una temporada en Tours tras una visita a París.
Esta estancia iba a resultar importante por las lecturas que realizó de románticos alemanes y clásicos franceses y, muy especialmente, por haber podido conocer de primera mano el surrealismo francés que también le llegaría a través de la Residencia de Estudiantes, donde no eran pocos los residentes que estaban al día de dicho importante movimiento artístico. En sus primeros libros se notará esta influencia surrealista.
Salvado el segundo curso y con él la barrera selectiva, ya en octubre de 1929, el joven estudiante convirtió los estudios de Ingeniería en un trámite, procurando ir saliendo del paso y dedicando más tiempo a la poesía y a la pintura. En el verano de 1931 murió su hermana Pilar. A partir de 1932 comenzó a escribir poemas que nutrieron su primer libro Marea del silencio y, aunque sus obligados estudios marchaban bien, lo cierto es que desarrolló su vertiente creadora con gran fuerza, lo que explica que, a punto de finalizar su primer libro de poemas en 1934 y tras haber escrito en mayo de ese año otro de poemas en prosa que publicó en 1967 con el título de Poemas de Rafael Múgica, planease ya su ambiciosa obra en prosa Tentativas, que sería publicada años más tarde, en 1946.
En 1934 conoció a Pablo Neruda y leyó, lo que supuso un gran hallazgo para él, Residencia en la tierra.
Continuó escribiendo sin parar. De este tiempo, que coincide con el final de su carrera de ingeniero Industrial, con un viaje a Inglaterra y con la incorporación a la empresa “Herederos de Ramón Múgica” como director-gerente, son los poemas que conformarán su primer libro premiado, La soledad cerrada. En 1935, publicó a sus expensas Marea del silencio como una manera de hacerse nombre en el mundo literario y preparar su regreso a Madrid para dedicarse por entero a lo que era su vocación principal. Por este motivo decidió presentar La soledad cerrada al Premio del Centenario de Bécquer convocado por el Lycéum Club Femenino, siéndole otorgado por un jurado en el que figuraba, entre otros, Azorín. El premio, que conllevaba la publicación del libro por Ediciones Aguilar, le fue entregado en Madrid el 14 de julio de 1936 y, pocas horas antes de la sublevación militar en contra de la República, regresó a San Sebastián. El comienzo de la Guerra Civil acabó inicialmente con sus planes de exclusiva dedicación a la vida literaria.
El ciudadano Rafael Múgica, por entonces de ideas azañistas y afiliado a Acción Vasca, intervino en la guerra del lado republicano, llegando a ser capitán del ejército vasco. Con la caída de Bilbao, en junio de 1937, Rafael Múgica se entregó como soldado raso, lo que le salvó la vida. Estuvo como prisionero republicano, aunque por influencias fue trasladado al primitivo grupo de prisioneros de la zona republicana. Este hecho se vincula a su matrimonio, en 1937, con Julia Cañedo, con quien tuvo dos hijos, Pilar y Luis Gabriel.
Fue “recuperado” por el ejército insurgente llegando a ser oficial del mismo.
Una vez terminada la guerra, el poeta, que vivía aislado y en una suerte de exilio interior, decidió no publicar nada, aunque seguía con el vasto proyecto de Tentativas y con la escritura de poemas de su libro Avenidas, no publicado como tal hasta su inclusión en la edición de sus Poesías completas de 1969, al que siguieron durante la primera mitad de esa década los titulados El principio sin fin, Objetos poéticos y Movimientos elementales, publicados todos ellos a partir de 1947. Se reincorporó a su trabajo de ingeniero en un clima de triunfalismo oficial que contrastaba con su situación personal e incluso familiar, dado que su matrimonio se encontraba en una crisis que resultó irreparable. Entre los años 1945 y 1946, el poeta sufrió una enfermedad, probablemente de origen psíquico, que le obligó a mantener reposo y le llevó al borde del suicidio, publicando Tentativas a manera de testamento. Sin embargo, esta publicación que apareció firmada con el nombre de “Gabriel Celaya” —en un principio habían mediado presiones familiares y de empresa para el uso de tal nombre— supuso el comienzo de una fecunda labor literaria publicada y, en consecuencia, la consolidación del escritor, faceta que fue reconocida ya para siempre con el nombre de Gabriel Celaya. El 8 de octubre de 1946 conoció a Amparo Gastón, con la que mantuvo una relación que duró hasta el final de su vida y con la que llegó a casarse una vez que se dieron las condiciones legales para ello. El poeta mejoró de su enfermedad y fundó, con Amparo Gastón, la editorial Norte con objeto de conectar con el mundo cultural de preguerra y de dar salida a poetas de su momento. En esta colección aparecieron traducciones —por lo general, suyas— de Rilke, Rimbaud, Blake, Eluard, Lanza del Vasto, Sereni y Luzi; libros poéticos de Leopoldo de Luis, Labordeta, Cela, Crémer, Bleiberg y Ricardo Molina; y sus propios libros, aunque firmados con los nombres de Rafael Múgica —La soledad cerrada—, Gabriel Celaya —Movimientos elementales— y Juan de Leceta —Tranquilamente hablando—, todos aparecidos en 1947, año en que murió su padre. Dichos nombres pasaron a desempeñar el papel de heterónimos con los que nombró sus distintas posiciones estéticas. También en este año comenzó a colaborar con diversos artículos en la prensa local. La actividad llevada a cabo por Ediciones Norte fue acompañada de otras actividades políticas clandestinas, hasta el punto de ser visitada la editorial por un miembro del Partido Comunista enviado desde París, Jorge Semprún, cuyo nombre de guerra era “Federico Sánchez”. El poeta, que había conectado a través de su editorial con numerosos escritores e intelectuales tanto del interior como del exterior de España, pudo percatarse de que no estaba solo ni en lo poético ni en lo político, lo que explica la evolución de sus posiciones existencialistas, presentes en los libros firmados por Juan de Leceta, a posiciones de estirpe marxista que iban a nutrir los presupuestos de la poesía social. No eran tiempos para el poeta de juegos poéticos ni críticos.
Poesía y vida, poesía y sociedad y poesía y política estaban para él más unidas que nunca. La empresa cumplía un papel secundario frente a lo que ocurría con sus actividades literarias. Escribió en periódicos y en las revistas poéticas españolas más importantes de su momento —Espadaña, La Isla de los Ratones, Cántico, Ínsula, entre otras—, publicó poesía, novela y también ensayo como un modo de explicar y explicarse y no dar nada por inefable.
Al iniciarse la década de 1950, Gabriel Celaya profundizó en su labor intelectual y poética. En 1951 publicó Lo demás es silencio, un poema-libro que plantea, a través de voces poéticas, un enfrentamiento entre las posiciones existencialistas y marxistas.
Fue elegido en 1952 para formar parte de la Antología consultada de la joven poesía española, libro que supuso en la práctica el acta de nacimiento de la poesía social. Los libros que escribió en estos años son los más comprometidos, sobresaliendo Cantos iberos, de 1955, obra poética de factura socialrrealista.
Algunos de sus poemarios de este tiempo e incluso algunos artículos tuvieron que publicarse, por razones de la censura, en el extranjero. En 1956, abandonó definitivamente su trabajo de ingeniero y, ya separado de su mujer, se trasladó a vivir a Madrid junto a Amparo Gastón, para dedicarse de lleno a la vida literaria. Fueron años de dificultades económicas y de alegría creadora, como confirma su libro De claro en claro, de ese mismo año, que recibió el Premio de la Crítica en 1957. Durante estos años, en los que se intensificó su militancia comunista, escribió sin reposo y desarrolló una amplia y combativa labor intelectual que tuvo eco dentro y fuera de España, lo que se explica por sus colaboraciones aparecidas en revistas y diarios americanos y europeos, como Excelsior, Índice Literario, Las Españas, Nueva Expresión, El Universal, Realidad y Europa. Aparecieron sus libros poéticos Cantata en Aleixandre y El corazón en su sitio, ambos en 1959, entre otras publicaciones. Publicó también en este año un conjunto de ensayos en Poesía y verdad (Papeles para un proceso).
Los años que siguieron hasta el final de la década de 1960 fueron los de mayor reconocimiento de su obra, una obra que, abarcando todos los géneros literarios, no paró de crecer y comenzó a reeditarse en forma de antologías —L’Espagne en marche (1961) y Poesie (1967), por ejemplo— y libros de libros como Poesía urgente (1960), Los poemas de Juan de Leceta (1961) y Lo que faltaba (1967), entre otros. Publicó textos narrativos —Penúltimas tentativas (1960), Lo uno y lo otro (1962) y Los buenos negocios (1965)—, teatrales —El relevo (1963)—, ensayísticos —Exploración de la poesía (1964)— y poéticos, sobresaliendo entre éstos los que, desde la problemática de la poesía social, se centran en numerosos aspectos de la cultura vasca, tales como los titulados Rapsodia éuskara (1961) y Baladas y decires vascos (1965); tampoco faltaron otros que, como Mazorcas (1962) o Versos de otoño (1963), representan nuevas exploraciones y formas poéticas que toman como asunto su propio pasado personal.
En 1963, recibió dos premios: el Premio Atalaya por Versos de otoño y, en Lugano (Suiza), el Premio Internacional Libera Stampa por el conjunto de su obra.
En 1968, recibió también el Premio Etna-Taormina por su antología poética en italiano antes citada.
Fueron años también de multas gubernativas por su participación en actos prohibidos, de viajes —a Collioure (Francia), en 1962 para homenajear a Antonio Machado; a Cuba, en 1966 y 1968, en pleno proceso revolucionario; a Baeza, en 1966 para participar en el reprimido homenaje a Machado; a Brasil, en 1968 para asistir a un homenaje a Federico García Lorca; y a Italia, para recoger un premio— y de gran actividad cultural y política conforme a los presupuestos del modelo poético del realismo social que el propio autor notaba ya en crisis.
En efecto, Celaya arrastraba la conciencia de una crisis tanto en su militancia política como en la de la poesía social que con gran protagonismo e influencia había cultivado hasta entonces. Esto explica que su obra poética se desarrolle desde finales de la década de 1960 por diferentes caminos estéticos contradictorios a veces entre sí: Los espejos transparentes (1968) resulta un poemario de resonancias surrealistas; Cantata en Cuba (1969), un debate poético en torno a las posibilidades del comunismo; Lírica de cámara (1969) y Función de Uno, Equis, Ene (F. 1XN) (1973), indagaciones poéticas antihumanistas; Operaciones poéticas (1971), el antiguo modelo social ahora despolitizado; Campos semánticos (1971), la experimentación con la poesía concreto-visual; La higa de Arbigorriya (1975) y Buenos días, buenas noches (1976), una reacción carnavalesco- nihilista y una reacción vitalista, respectivamente; y, finalmente, Iberia sumergida (1978), un libro de poesía de asunto histórico y abierta proyección política que se centra en el País Vasco. En cuanto a su obra ensayística, publicó Inquisición de la poesía (1972) como un modo de reflexión sobre la poesía en general y la poesía conveniente a su tiempo.
Se presentó como candidato por Guipúzcoa del Partido Comunista de España en las primeras elecciones democráticas tras la Guerra Civil, no obteniendo el acta de diputado. El 14 de octubre de 1982 contrajo matrimonio con Amparo Gastón tras la obtención del divorcio de su primera mujer y ese año publicó Penúltimos poemas, un nuevo libro de poesía que inaugura la última etapa que el propio poeta denominaba órfica —síntesis final de la conciencia de identificación con la naturaleza, con la conciencia colectiva de ser en los otros y con la conciencia cósmica del ritmo universal, según sus propios razonamientos— y a la que pertenecen sus siguientes libros: Cantos y mitos (1984) y El mundo abierto (1986). En 1986 se le concedió el Premio Nacional de las Letras Españolas como reconocimiento a toda una obra, y al año siguiente se celebró la exposición Noticia de Gabriel Celaya en la Biblioteca Nacional. Sus últimos años de vida quedaron salpicados de homenajes y reconocimientos que recibió muy especialmente en el País Vasco. Así, la Universidad del País Vasco organizó en 1990 un curso para estudiar su obra y publicó su último libro en vida, Orígenes/Hastapenak. La Diputación Foral adquirió en vida del poeta su biblioteca y fondo documental que fue depositada en 1993 en el Centro Cultural Koldo Mitxelena, institución que promueve desde entonces el estudio y la edición de la obra completa del poeta. En 1990, la Universidad de Granada inició los trámites de nombramiento del poeta como doctor honoris causa, celebrándose la investidura con carácter póstumo en 1994, pues el 18 de abril de 1991 falleció en Madrid tras unos meses de enfermedad. Sus cenizas fueron esparcidas en las campas de Hernani y en San Sebastián.
OBRAS DE ~: R. Múgica, Marea del silencio, Zarauz, Itxaropena, 1935; Tentativas, Madrid, Adán, 1946; J. de Leceta (seud.), Tranquilamente hablando, San Sebastián, Norte, 1947; Movimientos elementales, San Sebastián, Norte, 1947; R. Múgica, La soledad cerrada, San Sebastián, Norte, 1947; Vuelo perdido, en La soledad cerrada, San Sebastián, Norte, 1947; Objetos poéticos, Valladolid, Halcón, 1948; El principio sin fin, Córdoba, Cántico, 1949; Las cosas como son (Un decir), Santander, La Isla de los Ratones, 1949; Lázaro calla, Madrid, SGEL, 1949; Se parece al amor, Las Palmas de Gran Canaria, El Arca Cerrada, 1949; Avisos de Juan de Leceta, en Deriva, Alicante, Ifach, 1950, págs. 75-109; La música y la sangre, en Deriva, Alicante, Ifach, 1950, págs. 15-42; El arte como lenguaje, Bilbao, Ediciones de Conferencias y Ensayos, 1951; Las cartas boca arriba, Madrid, Rialp, 1951; Lo demás es silencio, Barcelona, Jorge Furest Editor, 1952; con A. Gastón, Ciento volando, Madrid, Neblí, 1953; Paz y concierto, Madrid, El Pájaro de Paja, 1953; Cantos iberos, Alicante, Verbo, 1955; con A. Gastón, Coser y cantar, Guadalajara, Doña Endrina, 1955; De claro en claro Madrid, Rialp, 1956; Entreacto, Madrid, Ágora, 1957; Las resistencias del diamante México, Remorovargas y Blasco Editor, 1957; con A. Gastón, Música celestial, Cartagena, Balandre, 1958; Cantata en Aleixandre, Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, 1959; El corazón en su sitio, Caracas, Lírica Hispánica, 1959; Juan Manuel Caneja, Madrid, Dirección General de Bellas Artes, 1959; Poesía y verdad (Papeles para un proceso), Pontevedra, Ediciones Litoral, 1959 (col. Huguín) (ed. corr. y aum., Barcelona, Planeta, 1979); Para vosotros dos, Bilbao, Alrededor de la Mesa, 1960; Penúltimas tentativas, Madrid, Arión, 1960; Vías de agua, en Poesía urgente, Buenos Aires, Losada, 1960; La buena vida, Santander, La Isla de los Ratones, 1961; Rapsodia éuskara, San Sebastián, Biblioteca Vascongada de Amigos del País, 1961; Episodios nacionales, París, Ruedo Ibérico, 1962; Lo uno y lo otro, Barcelona, Seix Barral, 1962; Mazorcas, Palencia, Rocamador, 1962; “El derecho y el revés”, 1963, en Dos cantatas, Madrid, Revista de Occidente; Versos de otoño, Jerez de la Frontera, La Venencia, 1963; El relevo (divertimento poético), San Sebastián, Gora, 1963; Exploración de la poesía, Barcelona, Seix Barral, 1964; La linterna sorda, Barcelona, José Batlló Editor, 1964; Baladas y decires vascos, Barcelona, José Batlló Editor, 1965; Los buenos negocios, Barcelona, Seix Barral, 1965; Lo que faltaba. Precedido de La linterna sorda y Música de baile, Barcelona, José Batlló Editor, 1967; Música de baile, en Lo que faltaba, Barcelona, José Batlló Editor, 1967; Poemas de Rafael Múgica, Bilbao, Círculo Literario de Autores, 1967; Los espejos transparentes, Barcelona, José Batlló Editor, 1968; Avenidas, en Poesías completas, Madrid, Aguilar, 1969; Lírica de cámara, Barcelona, Saturno, 1969; Motores económicos, en Poesías completas, Madrid, Aguilar, 1969; con Ph. Turnbull, Castilla, a Cultural Reader, New York, Appleton-Century- Crofts, Educational Division Meredith Corporation, 1970; Campos semánticos, Zaragoza, Ediciones Javalambre, 1971; Operaciones poéticas, Madrid, Visor, 1971; Cantata en Cuba, Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, 1972; Gustavo Adolfo Bécquer, Madrid, Júcar, 1972; Inquisición de la poesía, Madrid, Taurus, 1972; La voz de los niños, Barcelona, Laia, 1972; Función de Uno, Equis, Ene (F 1. X. N.), Zaragoza, Ediciones Javalambre, 1973; Poemas tachados, en Dirección prohibida, Buenos Aires, Losada, 1973; Los espacios de Chillida, Barcelona, Polígrafa, 1974; La higa de Arbigorriya, Madrid, Visor, 1975; Buenos días, buenas noches, Madrid, Ayuso, Libros Hiperión, 1976; Iberia sumergida, Madrid, Hiperión, 1978; Memorias inmemoriales (ed. de G. Domínguez), Madrid, Cátedra, 1980; Penúltimos poemas, Barcelona, Seix Barral, 1982; Cantos y mitos, Madrid, Visor, 1984; Ixil, en Trilogía vasca, San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1984; El mundo abierto, Madrid, Hiperión, 1986; Reflexiones sobre mi poesía, Madrid, Universidad Autónoma, 1987; Ritos y farsas. Obra teatral completa, epíl. y ed. de F. Maraña, San Sebastián, Txertoa, 1989; “Cantatas minoicas”, en Orígenes/Hastapenak, San Sebastián, Universidad del País Vasco, 1990; Rafael Múgica: Los dibujos de Gabriel Celaya, ed. de J. Pérez de Ayala, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes-Koldo Mitxelena Kulturunea, 1996 (ed. póstuma); Poemas aderezados, ed. de J. M. Díaz de Guereñu, Málaga, Poesía Circulante-Unicaja, 1997 (ed. póstuma); Danzas, (ed. e intr. de A. Chicharro, Granada, Asociación de Padres de Alumnos Torres Bermejas- Instituto Alhambra, 1999 (ed. póstuma); Poesías Completas I, ed. de J. Á. Ascunce, A. Chicharro, J. M. Díaz de Guereñu y J. M.ª Lasagabaster, Madrid, Visor Libros, 2001; Poesías Completas II, ed. de J. Á. Ascunce, A. Chicharro y J. M.ª Lasagabaster, Madrid, Visor Libros, 2002; Poesías Completas III, ed. de J. Á. Ascunce, A. Chicharro y J. M.ª Lasagabaster, Madrid, Visor Libros, 2004; Gabriel Celaya-León Sánchez Cuesta. Epistolario 1932-1952, ed. de J. M. Díaz de Guereñu, Madrid, Residencia de Estudiantes, 2009; Ensayos literarios, ed. y est. de A. Chicharro, Madrid, Visor Libros, 2009.
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Antonio Chicharro Chamorro