Jiménez Mantecón, Juan Ramón. Moguer (Huelva), 23.XII.1881 – San Juan de Puerto Rico (Puerto Rico), 29.V.1958. Escritor y poeta.
Nació en el seno de una familia acomodada, dedicada fundamentalmente a negocios agrícolas, formada por Víctor Jiménez y María Purificación Mantecón. Fue el último vástago del matrimonio, que ya contaba con dos hijos, más una hija procedente del primer enlace del esposo. El poeta se representaba en sus recuerdos moguereños como un niño sensible, curioso, enamoradizo, concentrado y soñador. Cursó elemental y primaria en el colegio de primera y segunda enseñanza de San José. En 1893 fue internado en el colegio jesuita San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa María, donde la soledad y la disciplina acentuaron su carácter melancólico e introvertido. El Kempis o La imitación de Cristo se convirtió en su libro de cabecera. En los manuales de clase pronto empezó a escribir sus primeros versos y formó un álbum de poesías. En 1896, tras obtener el grado de bachiller, marchó a Sevilla a tomar clases de Pintura en el taller de Salvador Clemente y a estudiar el curso preparatorio de Derecho para entrar en la Universidad. Su afición a la literatura se incrementó, y desplazó su vocación de pintor, en el Ateneo, donde asistió a la tertulia decimonónica de Rodríguez Marín, Luis Montoto, José Velilla o Lamarque de Novoa, y leyó a los románticos y a autores como Rosalía de Castro, Curros Enríquez, Verdaguer, Vicente Medina o Manuel Paso. También acudió a “La Biblioteca”, centro literario más innovador en el que se congregaban escritores de Hojas Sueltas y La Quincena, en torno a Juan Centeno y el socialista Timoteo Orbe.
Su primer poema publicado, “La guajira”, apareció en El Gato Negro de Barcelona el 6 de agosto de 1898. Otras composiciones vieron la luz en la prensa andaluza (El Progreso, el Correo de Andalucía, Hojas Sueltas, La Quincena, de Sevilla, o el Diario de Córdoba). Eran versos románticos, becquerianos, algunos cantares y otros con aire de denuncia social. Al ser abandonados sus objetivos originales, volvió a Moguer, donde descubrió arrobado, en una revista, los versos de Rubén Darío. Su primer manuscrito poético lo tituló Nubes.
En 1899 dio a la luz varios poemas en la publicación madrileña Vida Nueva, para la que también puso en verso algunos poemas anarquistas de Ibsen. Francisco Villaespesa le invitó a ir a Madrid a “luchar por el modernismo”, en una postal que también iba firmada por Darío. Juan Ramón llegó a Madrid el 4 de abril de 1900. Allí conoció, entre otros escritores, a Villaespesa, Darío, Salvador Rueda o Valle-Inclán, vivió la bohemia modernista y enriqueció sus lecturas. El manuscrito de Nubes lo desdobló en dos poemarios: Almas de violeta y Ninfeas que, al cuidado de Villaespesa, se publicaron en 1900, cuando Juan Ramón ya había vuelto a Moguer y viajó con su madre al balneario de Alhama de Aragón. La noche del 3 de julio murió su padre de una embolia cerebral, lo que le desencadenó diversos síntomas de una grave neurosis y la obsesión de muerte súbita. El doctor Luis Simarro recomendó internarlo en un sanatorio. Juan Ramón residió entre mayo y septiembre de 1901 en la Maison de Santé du Castel d’Andorte, en Le Bouscat, Gironde, cerca de Burdeos, que dirigía el psiquiatra Gaston Lalanne. Allí leyó a los simbolistas franceses, comenzó a escribir Rimas (libro, publicado en 1902, que depuró sus excesos decadentistas) y mantuvo relaciones amorosas clandestinas con la institutriz Francine y con la esposa del doctor. A su vuelta a Madrid, ingresó en el sanatorio del Rosario, situado en la calle del Príncipe de Vergara, donde le visitaron diversos escritores modernistas, encabezados por Villaespesa, Gregorio Martínez Sierra (con el que fundó la revista Helios) y los Machado. En el verano de 1903, Juan Ramón pasó una temporada en la sierra del Guadarrama con el doctor Francisco Sandoval y, a su regreso, abandonó el sanatorio (en lo que pudo influir el escándalo de sus jugueteos amorosos con varias novicias) y se fue a vivir con Nicolás Achúcarro a la casa del doctor Simarro. Éste lo puso en contacto con Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío en la Institución Libre de Enseñanza, cuyo ambiente intelectual, de base krausista, marcó intensamente la formación ética y estética del poeta: “Un cultivo profundo del ser interior y un convencimiento de la sencillez natural del vivir”. Juan Ramón también frecuentó los talleres de los pintores Emilio Sala y Joaquín Sorolla, y conoció a Alejandro Sawa, Santiago Rusiñol y Francisco de Icaza, entre otros escritores. Todas las inquietudes vitales y creativas de estos años cristalizaron en Arias tristes (1903) y en Jardines lejanos (1904), donde lo biográfico se convirtió en sensual y nostálgica materia lírica a través de delicados procedimientos de evocación y sugerencia simbolista. Durante 1904, colaboró en Alma española y mantuvo una relación epistolar sentimental con la limeña Georgina Hübner; cuando decidió embarcarse para conocerla, recibió la noticia de su muerte. En realidad, todo había sido una farsa de un grupo de escritores peruanos para conseguir los libros del poeta, de lo que se enterará años después. Su reencuentro con Moguer en el verano nutrió buena parte de Pastorales, colección de romances bucólicos escrita por estas fechas, pero que no se publicó hasta 1911. El libro se cerrará con un apéndice de nueve poemas escritos para Teatro de ensueño (1905) de Martínez Sierra. En 1905, coincidiendo con la ruina económica de su familia y la acentuación de su neurosis, Juan Ramón volvió a Moguer, donde permaneció hasta finales de 1912. Allí, en plena soledad campestre, leyó a fondo a los clásicos españoles y la poesía finisecular, colaboró con Martínez Sierra en la creación de la revista Renacimiento, escribió las prosas líricas que conformarán Platero y yo y publicó una extensa serie de poemarios. Los tres más antiguos, Las hojas verdes (1909), Baladas de primavera (1910) y Pastorales (1911), transitan por un ámbito de lírica bucólica y popularista. Esta tentativa de renacimiento vital se quebró en los siguientes libros, a través de un predominante verso alejandrino de doloroso y erotanático simbolismo, el cual, aunque fracasó en la aprehensión del ideal trascendente que vislumbraba, dio lugar a un ciclo de gran riqueza, profundidad y cohesión estética, una de las cumbres de su escritura: Elegías puras (1908), Elegías intermedias (1909), Elegías lamentables (1910), La soledad sonora (1911), Pastorales (1911), Poemas mágicos y dolientes (1911), Melancolía (1912) y Laberinto (1913). Junto a estos poemarios, Juan Ramón escribió otros tantos, en verso y en prosa, que permanecieron inéditos. Desde Moguer se carteó con Unamuno, Darío, los Machado o Ramón Gómez de la Serna, además de con Louise Grimm, su amor platónico en este tiempo. En diciembre de 1912 regresó a Madrid, visitó a sus amigos y entró en contacto con Juan Guerrero Ruiz, su más fiel admirador y amigo. A partir del año siguiente se alojó en la Residencia de Estudiantes, donde se ocupó de sus publicaciones y de su nueva construcción en los altos del Hipódromo. A ella dedicó el libro inédito La colina de los chopos. En la institución se relacionó con toda la cultura de su tiempo —destacadamente, con Ortega y Gasset—, y conoció a Zenobia Camprubí, de formación estadounidense y de carácter alegre y práctico, que será su futura esposa tras un largo noviazgo, del que se conservan numerosas cartas. Con ella inició la traducción de la obra de Tagore en varios volúmenes. Platero y yo se publicó, en una edición reducida, en 1914; la edición completa verá la luz en 1917. La transformación de su vida y de su escritura conformó un ciclo de tres poemarios: Sonetos espirituales, Estío y Diario de un poeta recién casado (además del proyectado Monumento de amor. Epistolario y Lira). Su nueva escritura se caracteriza por una concisión o desnudez expresiva, que reduce el poema a lo esencial, haciendo abstracción de todo contexto, de forma que lo que resta es la pura efusión lírica. Además, el amor por Zenobia depuró al máximo la vena de instrospección erótica que hasta entonces dominaba su poesía.
Zenobia, junto a su madre, viajó a Nueva York en diciembre de 1915. Juan Ramón, decidido a convertirla en su esposa, se embarcó tras ella. La boda tuvo lugar el 2 de marzo de 1916, e hicieron su viaje de novios a Boston. Para reconstruir su vida en este tiempo se cuenta no sólo con la escritura del poeta, sino también con los diarios de Zenobia. Antes de regresar a España, adonde llegaron el 19 de junio, visitaron Long Island y Nueva Jersey, así como varias ciudades del este: Filadelfia, Baltimore y Washington. El viaje de ida y vuelta y su estancia americana conforman el Diario de un poeta recién casado (1917), poemario en prosa y verso lleno de innovaciones estéticas y vitales, que inició una segunda etapa en su obra, de gran influencia en los poetas jóvenes, que por entonces comenzaban a visitarle en calidad de maestro. La Hispanic Society of America publicó sus Poesías escojidas (1899-1917), lujosa antología donde el poeta inauguró su peculiar ortografía fonética. Fueron años de intensa fecundidad lírica para Juan Ramón, en los que desarrolló una concepción de la poesía como creadora de la verdadera realidad de las cosas, a través de la conciencia que sobre ellas proyectaba el poeta. En 1918 vio la luz Eternidades y, al año siguiente, Piedra y cielo, que dio lugar a un grupo poético en Bogotá que tomó el nombre de este libro. La versión de Zenobia y Juan Ramón de Jinetes hacia el mar de John M. Synge fue escenificada por el teatro de la Escuela Nueva, dirigido por Rivas Cherif, en 1921, año en el que creó Índice. Revista de Definición y Concordia, aglutinadora de la “joven literatura”, que también dio lugar a una biblioteca. 1922 fue el año de la Segunda Antolojía Poética (1898- 1918), dedicada “A la minoría siempre” (posteriormente escribió: “la minoría se encuentra en todas partes, en el pueblo ‘cultivado’ por sí mismo, tanto o más que en el hombre ‘culturado’ en los libros de las ciudades”; “creo que en mi escritura poética, verso y prosa, está mi emoción dirijida instintivamente, es claro, a todos”), donde defiende los caracteres de su obra: “la perfección, en arte, es la espontaneidad, la sencillez del espíritu cultivado”. En este tiempo también comenzó a escribir los retratos o “caricaturas líricas” que dieron lugar a Españoles de tres mundos. En 1923 editó dos libros antológicos, Poesía y Belleza, selecciones de varios libros inéditos (La realidad invisible, Unidad, Hijo de la alegría, Fuego y sentimiento, Luz de la atención, La mujer desnuda, Ellos, La muerte, Forma de huir, El vencedor oculto, La obra, 1920, 1921, 1922 y 1923). En 1924, los Jiménez visitaron Granada, invitados por la familia García Lorca; Juan Ramón dedicó a la ciudad un libro inédito, Olvidos de Granada. A partir de este momento, el poeta se aisló y decidió dedicarse a la revisión, depuración y ordenación de su obra, concebida como un todo unitario, y no publicó más poemarios independientes. Sí ofrecía adelantos de su obra en varios cuadernos: Unidad (1925), Obra en marcha (Diario poético de J. R. J.) (1928), Sucesión (1932), Presente (1933) y Hojas sueltas (1935), así como en las revistas Sí (Boletín Bello Español) de El Andaluz Universal (1925) y Ley (Entregas de Capricho) (1927), y en el Heraldo de Madrid, La Gaceta Literaria y El Sol. A partir de 1927, se distanció de los jóvenes poetas, en principio por el homenaje a Góngora, en el que no participó. Los actos más desagradables de este desencuentro fueron los ataques iconoclastas de Dalí y Buñuel, y de Alberti; los de Neruda, los repetidos de Bergamín, y su rechazo de Jorge Guillén por su falta de palabra en la revista Los Cuatro Vientos, episodios que le produjeron diversas depresiones nerviosas y molestias psicosomáticas. En 1931, le detectaron a Zenobia un tumor en la matriz, origen del cáncer que acabó con su vida y posible razón de la ausencia de hijos en el matrimonio, pese al cariño del poeta hacia los niños. Juan Ramón recibió con simpatía la Segunda República y compuso un poema dedicado a la nueva “Bandera española” tricolor, que envió al Heraldo de Madrid con la firma “Un español”. En pocos años apareció en la Antología de Gerardo Diego y en la de Federico de Onís, en reconocimiento de su magisterio lírico. En 1932 la joven escultora Marga Gil Roësset, amiga de los Jiménez, se suicidó por el amor imposible que sentía hacia el poeta. A finales de año Zenobia editó un volumen de Poesía en prosa y verso (1902-1932) de Juan Ramón Jiménez escojida para los niños. Durante este tiempo, Juan Ramón proyectó una ordenación de toda su obra en siete grandes volúmenes de verso (Romance, Canción, Estancia, Arte menor, Silva, Miscelánea y Verso desnudo) y otros siete de prosa (Verso en prosa, Leyenda, Viaje y sueño, Trasunto, Caricatura, Miscelánea y Crítica), más un Complemento general. De todos ellos sólo vio la luz Canción, en 1936. En estos años le propusieron varias veces ser designado como miembro de la Real Academia Española, pero el poeta se negó siempre, como hizo también en 1946 cuando se lo propuso Pemán. Poco antes del levantamiento militar, escribió la conferencia “Política poética”, que fue leída en la Residencia de Estudiantes. Tras el 18 de julio, firmó el manifiesto a favor de la República, y se puso a su servicio, trabajando para la Junta de Protección de Menores y acogiendo a doce niños. Tras varias detenciones en la calle por milicianos, los Jiménez decidieron abandonar España. Azaña les concedió pasaporte diplomático, y el poeta aceptó el cargo de agregado cultural honorario —sin sueldo— en Washington. En septiembre desembarcaron en Nueva York, y en Washington trataron de promover el apoyo a la República. Al cabo de dos semanas, llegaron a San Juan de Puerto Rico, donde Juan Ramón desarrolló una constante actividad pública como conferenciante y ayudó a preparar sendas antologías de Poesía puertorriqueña y de su obra, Verso y prosa para niños. En La Habana (Cuba) residieron a lo largo de dos años, en los que el poeta siguió haciendo declaraciones a favor de la República Española e intervino en diversos actos culturales, preparando la antología La poesía cubana en 1936. La noticia de la muerte de García Lorca, de Antonio Machado —al que había querido traer a Cuba— y de su sobrino Jiménez Bayo le causaron una gran conmoción. En 1939 los Jiménez se instalaron en Coral Gables (Miami), desde donde realizaron varios viajes a Nueva York. El poeta leyó conferencias en distintas universidades e instituciones, y colaboró en revistas de toda América. A los pocos días de la entrada de las tropas franquistas en Madrid, su piso fue saqueado y desaparecieron numerosos libros, manuscritos y obras de arte; sólo una parte del expolio sería recuperado. Todo ello iba a quedar reflejado en el libro inédito Guerra en España.
Entre 1939 y 1942 escribió los Romances de Coral Gables (publicados en 1948), un romance metafísico y abstracto donde constató la dolorosa soledad e incomunicación del hombre frente a las cosas y el tiempo, pese a las ansias del poeta de vencer ambas fronteras mediante su anhelo de totalidad. En La Florida, además, comenzó a escribir dos poemas complementarios, Espacio y Tiempo, confesiones líricas de rememoración y afirmación vital donde el fluir de conciencia se sometía a la inteligencia, y que supusieron una cima de la escritura poética española, aunque el segundo permanece sin terminar e inédito. En 1942 apareció finalmente Españoles de tres mundos, “caricaturas líricas” que había seguido escribiendo en el nuevo continente. Fue también entonces cuando, con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, Juan Ramón se puso a disposición del Departamento de Estado, participando en la emisión de conferencias sobre literatura española y americana, bajo el título de “Alerta”. Con tal motivo, los Jiménez se trasladaron a Washington, frente al parque Meridian Hill, que daría título al libro inédito, escrito entre 1942 y 1950, Una colina meridiana. Sin embargo, el poeta abandonó el proyecto al no estar de acuerdo con las condiciones de la censura. En 1943, Cuadernos Americanos publicó la primera parte de Espacio, composición que no aparecerá completa, y no ya en verso libre, sino prosificada, hasta 1954 en la revista Poesía Española, integrando en ella otros poemas publicados previamente.
En 1944 Zenobia fue contratada como profesora en la Universidad de Maryland, y poco después lo fue su esposo. La editorial Losada de Buenos Aires realizó nuevas ediciones de algunos de sus poemarios, y Juan Ramón emprendió una nueva ordenación de toda su obra inédita. Al año siguiente, se publicó en México Voces de mi copla, pequeño volumen formado por casi cien poemas breves ya publicados anteriormente, y en 1946 Losada editó La estación total con las canciones de la nueva luz, anunciada como una sección que formaría parte del libro En el otro costado. El poemario (compuesto por poemas escritos entre 1923 y 1935) canta, a través de la sucesión simbólica de las estaciones, la perduración de la conciencia del yo lírico tras su muerte; el poeta interpreta que desaparecerá su forma física, pero no su conciencia, que de vivir en un contexto histórico pasará a hacerlo en otro eterno, fundida con la conciencia total del universo, en una definitiva “estación total”. De este modo, la muerte dejaba de tener connotaciones negativas, lo que se reflejó en un tono de celebración exaltada. A finales de año sufrió una fuerte depresión nerviosa (no era la primera que había tenido en el exilio) y fue ingresado en el Washington Sanitarium and Hospital de Takoma Park. En 1947 los Jiménez se trasladaron a la pequeña ciudad de Riverdale, próxima a la Universidad de Maryland. Al año siguiente viajaron a Canadá, y entre agosto y noviembre emprendieron una gira por Argentina y Uruguay, donde el poeta había sido invitado a pronunciar un ciclo de conferencias, que tuvo gran éxito de público. Allí concibió Animal de fondo, publicado en Buenos Aires en 1949 junto a su versión francesa, adelanto del volumen Dios deseante y deseado (título al que después su autor invertiría los adjetivos). El nuevo libro cantaba gozosamente la fusión del dios deseante, la conciencia del poeta en su vida histórica, con el dios deseado, la conciencia del universo en su eternidad, cuya imagen descubrió el poeta en el mar. Su optimismo celebrativo enlazaba con La estación total, pero lo que allí era sólo hallazgo y vislumbre es aquí identificación plena.
El intenso trabajo que Juan Ramón realizó desde su último viaje, preparando a la vez varios libros y proyectos, le produjo un recrudecimiento de su neurastenia y una fuerte crisis depresiva, por lo que fue hospitalizado en Washington, Baltimore y Puerto Rico, donde se instalaron definitivamente en 1951. Cuando el poeta comenzaba a recuperarse, Zenobia tuvo que ser operada de su antiguo tumor (ahora cancerígeno), en Boston, pero se le volvió a reproducir. En su ausencia, Juan Ramón comenzó a escribir el inédito Ríos que se van, y poco después retomó su proyecto de edición para su obra completa, titulada Destino y, más adelante, Metamórfosis. Los Jiménez fueron contratados como profesores en la Universidad de Puerto Rico, donde Juan Ramón impartió un curso sobre El modernismo durante 1953, año en que renació su polémica con Jorge Guillén en la revista madrileña Índice de Artes y Letras. A finales de 1954, entró en una nueva fase depresiva y fue hospitalizado en diversos centros. Todos sus libros, y luego su archivo, fueron depositados en una sala de la Biblioteca General Universitaria de Puerto Rico. En 1956 Zenobia volvió a Boston, pero ya era tarde para operarla de nuevo. Trabajó intensamente en la ordenación de la Tercera Antología Poética (que apareció en 1957, gracias a la colaboración de Eugenio Florit). El 25 de octubre de 1956 Juan Ramón recibió el Premio Nobel de Literatura (lo recogió en su nombre Jaime Benítez, rector de la Universidad de Puerto Rico), y Zenobia falleció tres días después en la Clínica Mimiya de Santurce. Juan Ramón se encerró en su casa. En agosto fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Hato Tejas. En febrero de 1958 sufrió una caída y se fracturó la cadera. El 26 de mayo enfermó de bronconeumonía y murió tres días después. Su sobrino Francisco Hernández-Pinzón repatrió los cuerpos de Zenobia y Juan Ramón a España, que recibieron sepultura en Moguer.
Juan Ramón Jiménez tuvo una vocación, la poesía, y un destino grandioso, sólo alcanzado en parte, dada su altísima exigencia: la creación de su obra. Su vida fue la de un hombre en perpetua lucha consigo mismo: con su carácter y personalidad, con su enfermedad, con sus circunstancias vitales, sociales e históricas (que le llevaron a sufrir un largo exilio), y con la exigencia desmesurada de su propia escritura, su verdadera pasión, una lucha por dar forma acabada, unitaria, definitiva, a toda su obra. La constante revitalización de su lírica a lo largo del medio siglo más intenso de la poesía española muestra la genialidad del gran creador que fue “El Andaluz Universal”.
Obras de ~: Almas de violeta, Madrid, Tipografía Moderna, 1900; Ninfeas, Madrid, Tipografía Moderna, 1900; Rimas, Madrid, Fernando Fe, 1902 (Taurus, 1981); Arias tristes, Madrid, Fernando Fe, 1903 (Taurus, 1981); Jardines lejanos, Madrid, Fernando Fe, 1904 (Taurus, 1982); Elegías puras, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1908; Elegías intermedias, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1909; Las hojas verdes, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1909 (Taurus, 1982); Elegías lamentables, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1910; Baladas de primavera, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1910 (Taurus, 1982); La soledad sonora, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1911 (Taurus, 1981); Pastorales, Madrid, V. Prieto y Cía., 1911 (Taurus, 1982); Poemas mágicos y dolientes, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1911; Melancolía, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1912 (Taurus, 1981); Laberinto, Madrid, Renacimiento, 1913 (Taurus, 1982); Platero y yo [edición menor], Madrid, La Lectura, 1914; Estío, Madrid, Calleja, 1916 (Taurus, 1982); Platero y yo [edición completa], Madrid, Calleja, 1917; Sonetos espirituales, Madrid, Calleja, 1917 (Taurus, 1982); Diario de un poeta recién casado, Madrid, Calleja, 1917; Poesías escojidas (1899-1917), Nueva York, Hispanic Society, 1917; Eternidades, Madrid, Tipografía Ángel Alcoy, 1918 (Taurus, 1982); Piedra y cielo, Madrid, Fortanet, 1919 (Taurus, 1981); Segunda Antolojía Poética (1898-1918), Madrid, Espasa Calpe, 1922; Poesía, Madrid, Talleres Poligráficos, 1923 (Taurus, 1981); Belleza, Madrid, Talleres Poligráficos, 1923 (Taurus, 1981); Unidad, Madrid, 1925; Obra en marcha (Diario Poético de J. R. J.), Madrid, 1928; Sucesión, Madrid, 1932; Poesía en prosa y verso (1902-1932) [...] Escojida para los niños por Zenobia Camprubí Aymar, Madrid, Signo, 1932; Presente, Madrid, 1933; Hojas, Madrid, 1935; Canción, Madrid, Signo, 1936 (Barcelona, Seix-Barral, 1993); Verso y Prosa para niños, La Habana, Cultural, 1937; Españoles de Tres Mundos, Buenos Aires, Losada, 1942 (Madrid, 1960); Voces de mi copla, México, Stylo, 1945 (Madrid, Taurus, 1981); El Zaratán, México, Imprenta B. Costa-Amic, 1946; La Estación Total con las Canciones de la Nueva Luz, Buenos Aires, Losada, 1946 (Barcelona, Tusquets, 1994); Romances de Coral Gables, México, Stylo, 1948 (Madrid, Taurus, 1981); Animal de Fondo, Buenos Aires, Pleamar, 1949 (Madrid, Taurus, 1981); Antología para Niños y Adolescentes. Poesía y Prosa. Seleccionada por Norah Borges y Guillermo de Torre, Buenos Aires, Losada, 1951; Tercera Antolojía Poética (1989-1953), Madrid, Biblioteca Nueva, 1957; Moguer, Valencia, Tipografía Moderna, 1958; Primeros Libros de Poesía, ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1959; Olvidos de Granada, San Juan de Puerto Rico, La Torre, 1960; Cuadernos de Juan Ramón Jiménez, ed. de F. Garfias, Madrid, Taurus, 1960; La Corriente Infinita (Crítica y Evocación), ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1961; Por el Cristal Amarillo, ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1961; El Trabajo Gustoso (Conferencias), ed. de F. Garfias, México, Aguilar, 1961; Primeras Prosas, ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1962; Cartas (Primera Selección), ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1962; El Modernismo. Notas de un Curso (1953), ed. de R. Gullón y E. Fernández Méndez, México, Aguilar, 1962; Sevilla, ed. de F. Garfias, Sevilla, 1963; La Colina de los Chopos, ed. de F. Garfias, Barcelona, Vergara, 1963; Elejías, Buenos Aires, Losada, 1964; Dios deseado y deseante, ed. de A. Sánchez Barbudo, Madrid, Aguilar, 1964; Libros Inéditos de Poesía, 1, ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1964; Estética y Ética Estética (Crítica y Complemento), ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1967; Libros Inéditos de Poesía, 2. ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1967; Libros de Prosa, ed. de F. Garfias, Madrid, Aguilar, 1969; Selección de cartas (1899-1958), ed. de F. Garfias, Barcelona, Picazo, 1973; En el otro costado, ed. de A. Albornoz, Madrid, Júcar, 1974; Ríos que se van, ed. de P. Beltrán de Heredia, Santander, Bedia, 1974; Crítica paralela, ed. de A. del Villar, Madrid, Narcea, 1975; La Obra desnuda, ed. de A. del Villar, Sevilla, Aldebarán, 1976; Cartas literarias (1937-1954), ed. de F. Garfias, Barcelona, Bruguera, 1977; Leyenda (1896-1956), ed. de A. Sánchez Romeralo, Madrid, Cupsa, 1978 (Madrid, Visor, 2006); Historias y Cuentos (1900-1952), ed. de A. del Villar, Barcelona, Seix-Barral, 1979; Elejías andaluzas, ed. de A. del Villar, Barcelona, Seix-Barral, 1980; Isla de la Simpatía, ed. de A. Díaz Quiñones y R. Sárraga, Río Piedras, Puerto Rico, Huracán, 1981; Elegías, Madrid, Taurus, 1982; Poesías últimas escojidas (1918-1958), ed. de A. Sánchez Romeralo, Madrid, Espasa Calpe, 1982; Espacio, ed. de A. de Albornoz, Madrid, Editora Nacional, 1982; Política poética, ed. de G. Bleiberg, Madrid, Alianza, 1982; Alerta, ed. de J. Blasco, Salamanca, Universidad, 1983; La realidad invisible, ed. de A. Sánchez Romeralo, Londres, Tamesis, 1983; Guerra en España (1936-1953), ed. de Á. Crespo, Barcelona, Seix-Barral, 1985; Fuego y sentimiento, ed. de F. Hernández-Pinzón y F. Garfias, Madrid, El Observatorio, 1986; Hijo de la alegría, ed. de F. Hernández- Pinzón y F. Garfias, Madrid, El Observatorio, 1986; Luz de la atención, ed. de F. 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Rafael Alarcón Sierra