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Francisco I Fernández de la Cueva y Mendoza

Biografía

Fernández de la Cueva y Mendoza, Francisco I. Duque de Alburquerque (II). Cuéllar (Segovia), 25.VIII.1466 – 9.V.1526. Noble y militar.

Fue el hijo primogénito de Beltrán de la Cueva, privado de Enrique IV de Castilla y I duque de Alburquerque, y de su primera mujer, Mencía de Mendoza, hija de los I duques del Infantado y hermano de Antonio, Íñigo, Brianda, Mayor, Cristóbal y Pedro de la Cueva, estos dos últimos hijos del tercer matrimonio con María de Velasco. El protagonismo político que tuvieron su padre y su hijo mayor, el I y III duque de Alburquerque respectivamente, ha contribuido a su ausencia en la historiografía, ahondando la idea expresada ya en su época de que el “tiempo que vivió se estuvo en su casa sin hacer cosas que se pueda hacer memoria mas de ser buen caballero”.

En 1472 su padre instituyó en Francisco el mayorazgo del estado de Alburquerque, al que añadió en 1479 los bienes heredados de su segunda esposa, Mencía Enríquez de Toledo, hija del I duque de Alba. En los años finales de la vida del duque Beltrán de la Cueva, Francisco participó en la guerra de Granada en las tomas de Málaga y Baza. Entró en la corte el 12 de agosto de 1485, fecha en la que Isabel la Católica mostró su favor ordenando se asentase como contino a Francisco Fernández de la Cueva, que ya por entonces era conde de Ledesma. Como contino sólo percibió íntegras las quitaciones de 1488 y 1489, por lo que se puede especular con que a partir de entonces dejara de frecuentar palacio.

El 1 de noviembre de 1492 sucedió a su padre como II duque de Alburquerque, si bien la sucesión no fue tranquila, primero por los pleitos que mantuvo con la viuda de su padre, María de Velasco, y segundo por la necesidad de obtener la confirmación de su patrimonio por parte de Isabel y Fernando.

En 1502 participó activamente en la recepción del archiduque Felipe el Hermoso, asistiendo a las Cortes de Toledo que juraron a Juana y Felipe como herederos de los Reyes Católicos. Al año siguiente ayudó con su hueste al rey Fernando cuando este se dirigió a socorrer la plaza de Salses sitiada por los franceses, donde estuvo hasta 1503.

En marzo de 1504 acompañó a la princesa Juana a embarcarse a Laredo. Cuando Felipe I y Juana I desembarcaron en marzo de 1506 en La Coruña, el II duque de Alburquerque mantuvo un perfil bajo, siendo de los últimos en abandonar al rey Católico, tal vez por influencia de su cuñado el duque de Alba, el único de los grandes que permaneció al lado de Fernando el Católico. Así, el duque Alburquerque acató a Felipe I como rey sólo tras la entrevista de Villafáfila.

Tan pronto como se produjo la muerte de Felipe el Hermoso, el duque de Alburquerque se adhirió al criterio de aquellos grandes que se inclinaban por llamar al rey Fernando para que rigiese Castilla, entre los cuales destacaba su cuñado el duque de Alba. En un ambiente de crispación, el duque apoyó al marqués de Moya, su consuegro, en el asalto al alcázar de Segovia para recuperar por la fuerza la alcaldía del mismo, que había sido de los Moya hasta que Felipe el Hermoso la entregó a su privado Juan Manuel.

Durante la conquista de Navarra desempeñó un papel ambiguo. Por un lado, su hermana Mayor de la Cueva estaba casada con Pedro de Navarra, mariscal de Navarra, cabeza de la parcialidad agramontesa y principal defensor de Juan II Albret, pero, por el otro, como vasallo de Fernando el Católico hubo de aportar gentes de armas al rey. En todo caso, parece que el II duque de Alburquerque no combatió directamente, como sí lo hizo su hermano Pedro de la Cueva. Este hecho debió de contribuir a que su cuñado el mariscal de Navarra le nombrara cotutor de su heredero, junto al condestable. A través del duque de Alburquerque los agramonteses intentaron que el rey Fernando perdonase al hijo del mariscal.

Ante la sucesión de Carlos V el II duque de Alburquerque se mantuvo a la expectativa, asistiendo a las cortes de Valladolid de 1518 que juraron a Carlos como rey, pero sin grandes muestras de devoción hacia el nuevo soberano. Tal vez esta tibieza le privó de recibir el collar del toisón en el capítulo que se celebró en Barcelona en 1519, a diferencia de lo ocurrido con la mayoría de grandes de la meseta norte.

No obstante, en la contienda de las Comunidades se mantuvo fiel a Carlos V, primero preservando Cuéllar, centro de sus estados, ajena al movimiento, y luego tomando parte activa en la lucha contra los comuneros como cabeza de la más ilustre rama del linaje de la Cueva. Aunque no tomó las armas directamente, sí facilitó la participación de sus hijos, quienes lucharon activamente en la toma de Tordesillas y en Villalar. En ello influyó el conflicto mantenido tiempo antes por cuestión de jurisdicciones con el obispo de Zamora, luego comunero, Antonio de Acuña.

Tras la guerra se retiró a sus estados, dedicado a la gestión de los mismos. Casó con Francisca de Toledo, hija de los I duques de Alba, con la que estaba prometido desde 1469 y engendró nueve hijos: Beltrán, III duque de Alburquerque, Fadrique, Luis, Bartolomé, Diego, Pedro, Mencía, Teresa, María y Ana. Murió en Cuéllar el 9 de mayo de 1526, siendo enterrado en el panteón familiar del monasterio de San Francisco de Cuéllar.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Ducal Casa de Alburquerque (ADCA), nº 450, nº 1; Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARChV), Registro de Ejecutorias, c. 323, doc. 8; Archivo General de Simancas (AGS), Cámara de Castilla, Cédulas, lib. 2, 2-2, 36, 1; AGS, Escribanía Mayor de Rentas, Continos, leg. 3, doc. 76; AGS, Consejo Real de Castilla, leg. 755, doc. 4, nº. 40; Archivo Histórico de la Nobleza (AHNob), Fernán Núñez, c. 329 doc. 22(10); Biblioteca Nacional de España (BNE), Manuscrito 18.960, pág. 37.

J. Zurita, Historia del rey Don Fernando el Católico. De las empresas y ligas de Italia, Zaragoza, Oficina de Domingo Portonariis, 1580; L. de Padilla, “Crónica de Felipe 1º llamado el Hermoso”, en M. Fernández Navarrete et al., Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. 8, Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1846, pág. 115; P. de Sandoval, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, C. Seco Serrano (ed.), Madrid, Atlas, 1955; F. Fernández de Béthencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, Casa Real y Grandes de España, t. X, Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2003, págs. 228-236; E. Ruiz García y Mª. P. Carceller Cerviño, “La biblioteca del II Duque de Alburquerque (1567-1526)”, en Anuario de Estudios Medievales, 32, 1 (2002), págs. 361-400; Mª. P. Carceller Cerviño, Realidad y representación de la nobleza castellana del siglo XV. El linaje de la Cueva y la Casa ducal de Alburquerque, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2006, págs. 447-490.

 

Diego Pacheco Landero

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