Magdalena de San Jerónimo. ?, m. s. xvi – p. m. s. xvii. Religiosa, fundadora de reformatorios de mujeres denominados “galeras”.
Esta mujer, de origen oscuro, estuvo muy vinculada a la Corte de Felipe III y llegó a ser consejera de Isabel Clara Eugenia. Durante toda su vida, la madre San Jerónimo se dedicó a recoger y ayudar a mujeres delincuentes, muchas de ellas procedentes de las cárceles.
Hacia 1598 había fundado en Valladolid un establecimiento denominado Casa Pía de Arrepentidas de María Magdalena, para encerrar a las vagabundas y ociosas que se sustentaban solamente del mal vivir, donde se las vestía con toscos sayales y se les rapaba el cabello y las cejas, como se hacía con los delincuentes comunes que cumplían condena como galeotes en los barcos denominados galeras. Como las mujeres no eran condenadas a galeras por razón de su sexo, se dio este nombre a estos supuestos reformatorios femeninos, verdaderas cárceles, que fueron apareciendo por distintas ciudades como Madrid, Salamanca, Granada o Valladolid.
Hacia 1597, la madre San Jerónimo estaba en la Corte dirigiendo, por mandato de Felipe II, el seminario de Santa Isabel la Real para niñas huérfanas, pensionistas e hijas de los criados del Rey. En 1605 fue enviada a Flandes por Felipe III para establecer allí reformatorios femeninos, también llamados “casas de probación”, o transformar los existentes. En 1608 estaba de nuevo en Madrid, donde redactó un memorial al Rey, detallando las características de las galeras que creía imprescindibles en todos los reinos, que tituló Razón y forma de la Galera y casa Real, que el Rey Nuestro Señor manda hazer en estos Reynos, para el castigo de las mujeres vagantes, ladronas, alcahuetas y otras semejantes (Salamanca). Es más que probable que la elaboración de dicho memorial se basara tanto en su experiencia como en el conocimiento de la obra de Cristóbal Pérez de Herrera, notable teórico de la beneficencia, protomédico de los navíos de Felipe II llamados galeras y fundador del Albergue Real de mendigos de Madrid, que ideó un amplio plan con soluciones para todos los estados de pobreza, donde el trabajo era el medio para la recuperación de los delincuentes y marginados.
El plan propuesto en el reglamento de la madre San Jerónimo incidía en el castigo de forma especial. El régimen de vida de las reclusas, que era durísimo en cuanto a comida, vestido o alojamiento, contemplaba también la tortura con cadenas, esposas, grillos, mordazas.
A las reincidentes se les castigaba con especial crueldad, marcándolas a fuego en la espalda con las armas de la ciudad o villa donde estaba la galera, llegando incluso a ejecutarlas en la horca, instalada en la puerta del establecimiento. No es de extrañar que, allí donde se fundaba una galera, desaparecieran las prostitutas, vagabundas, quirománticas o hechiceras, trasladando el escenario de sus delitos lo más lejos posible.
La severidad de la madre Magdalena ha tenido muchos detractores, aunque también ha sido destacado su empeño por erradicar la delincuencia femenina y su preocupación por otros necesitados, como los soldados españoles pobres y enfermos que trató en Flandes.
El propio Pérez de Herrera, en su discurso titulado Amparo de pobres, dice que la madre Magdalena es “persona virtuosa y celosa del servicio de Nuestro Señor y de V.M.”.
El silencio que rodea la vida de Magdalena, de la que se ignora incluso el grado de su compromiso religioso, la acompañó hasta el final y no se sabe ni dónde ni cuándo murió aquella mujer obsesionada por la redención de las pecadoras. Antes de morir, hizo donación de todos sus bienes a la casa de recogimiento de Valladolid, donde desarrolló su actividad reformadora de forma fundamental.
Bibl.: C. Pérez de Herrera, Discursos del Amparo de los legítimos pobres, y redención de los fingidos: y de la fundación y principios de los Albergues de estos Reynos, y amparo de la milicia de ellos, Madrid, Luis Sánchez, 1598 (ed., introd. y notas de M. Cavillac, Madrid, Espasa Calpe, 1985, pág. CLVI, n.os 104, y 241-242, n.º 12); M. Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 al 1833, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903-1905, págs. 304-316; M. D. Pérez Baltasar, Mujeres marginadas. Las Casas de recogidas de Madrid, Madrid, Gráficas Lormo, 1984, pág. 30, n.º 37, y pág. 33, n.º 43; I. Barbeito Carneiro, Mujeres del Madrid Barroco. Voces testimoniales, Madrid, Horas y Horas, 1992, págs. 77-81.
Florentina y Benicia Vidal Galache