Ortiz de Rozas, León. Buenos Aires (Argentina), 1760 – 1839. Militar, hacendado.
Era hijo único de Domingo Ortiz de Rozas y Rodillo y de Catalina de la Cuadra. Si bien era de un buen linaje proveniente de militares y funcionarios de la Península, con sangre sin mezclas, su familia era de un modesto pasar económico y vivían en una casa sencilla sin servidumbre ni agregados.
Siendo un joven oficial del Fijo de Buenos Aires se alistó en la expedición comandada por el piloto Juan de la Piedra que inició su travesía, en 1785, con el objetivo de consolidar la fundación de la localidad de Carmen de Patagones sobre el Río Negro. Participó de las incursiones de estas fuerzas por Sierra de la Ventana con el fin de erradicar las tolderías existentes en la zona. Sin embargo, las mismas fueron desaventuradas y Ortiz de Rozas cayó prisionero. Tras las negociaciones con las autoridades virreinales los cautivos fueron liberados. Su experiencia como rehén le permitió conocer, en profundidad, la vida cotidiana en las tolderías y en el desierto.
Por su destacada actuación fue ascendido a teniente en 1789, año en el que solicitó en matrimonio la mano de Agustina Teresa López de Osornio. Fue ascendido con un cargo rentado como administrador de las estancias del Rey que proveían de caballadas al Ejército.
Gracias al matrimonio con Agustina empezó a disfrutar de una mejor posición social en la sociedad local por el lugar de prestigio que ya ocupaba la familia de su joven esposa. El primer hogar de la pareja fue la casa de los López Osornio. Allí nacieron los primeros hijos, entre ellos, en 1773, Juan Manuel quien en el futuro se convertirá en una figura con gran peso político y económico en la provincia de Buenos Aires y en la vida institucional nacional. El matrimonio fue muy prolífico, tuvieron diez hijos que llegaron a la adultez ya que los otros diez fallecieron prematuramente.
El año 1810 lo encontró retirado de la actuación pública para dedicarse de lleno a los negocios pecuarios: la carne salada y el cuero del ganado bovino rioplatense eran materias primas muy demandadas por el mercado externo en especial a partir de la apertura para el libre comercio de los puertos de Buenos Aires y Montevideo. En cuanto a los sucesos revolucionarios de mayo de 1810 la presencia de los Rozas no se manifiesta en la jornada del Cabildo Abierto del 22 ni en la culminación de la gesta patriótica del 25. Se cree que adoptaron un discreto segundo plano aprovechando sus largas estadías en el campo para evitar pronunciarse, pública y explícitamente, por alguno de los bandos involucrados en plena cruzada revolucionaria.
Por el rendimiento favorable de los negocios familiares los Ortiz de Rozas abandonan la vida en la campaña y se trasladan a la capital siguiendo una costumbre tradicional de las familias criollas pudientes que consistía en avecindarse en la ciudad. El regreso a la capital coincide con la legalización definitiva de las tierras del Salado dejando la administración de la histórica estancia El Rincón de López y otros establecimientos en manos del hijo mayor, Juan Manuel. Sus últimos años de vida transcurrieron en la casona de la calle Reconquista (hoy Defensa), frente al paredón del Convento de San Francisco en el prestigioso barrio de Santo Domingo. Murió antes que su esposa Agustina, también enferma, en julio de 1839 negándose a recibir los sacramentos.
Bibl.: E. Gutiérrez, Don Juan Manuel de Rosas. Dramas del terror, Buenos Aires, Imprenta de la Patria Argentina, 1882; L. V. Mansilla, Rosas, ensayo histórico psicológico, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1925; R. de Lafuente Machain, Buenos Aires en el siglo xviii, Buenos Aires, Emecé, 1944; L. V. Mansilla, Mis Memorias, Buenos Aires, Eudeba, 1966; C. Ibarguren, Juan Manuel de Rosas; su vida, su drama, su tiempo, Buenos Aires, Theoría, 1983; M. Sáenz Quesada, Mujeres de Rosas, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1991; Mariquita Sánchez. Vida política y sentimental, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1995.
Gabriela Fernanda Canavese