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Vicente María Acevedo y Pola

Biografía

Acevedo Pola, Vicente María. Vigo (Pontevedra), c. 1760 – Las Quintanillas (Cantabria), 12.XI.1808. Militar.

Nacido en el seno de una familia notable gallega y asturiana, fue su padre el mariscal de campo Manuel Jacinto de Acevedo y Navia, coronel del Regimiento Provincial de Pontevedra y comandante general de la provincia de Tuy. Su madre era María Josefa Pola y Navia de San Joaquín, cuya casa solariega radicaba en el palacio de Miraflores de Noreña. Ingresó en el Ejército, pasando a servir en el Regimiento de Reales Guardias de Infantería Española. Alcanzado el empleo de capitán en ese cuerpo (equivalente al de coronel efectivo del resto del Ejército), y contando con treinta años de servicio en él, solicitó el retiro tras la reforma del mismo efectuada por Carlos IV en 1803, concediéndosele éste con el disfrute del sueldo entero correspondiente a su categoría.

En 1808 se encontraba al frente de sus propiedades familiares, residiendo en Noreña (Oviedo) junto a su madre y hermana. Al producirse el levantamiento de Asturias contra la ocupación napoleónica, se puso a disposición de la Junta Superior del Principado, contribuyendo con donativos familiares a sus necesidades. Asistió a las reuniones de la misma en calidad de asesor militar. El día 9 de mayo se celebró un debate acerca de la conveniencia de la ruptura con la Junta Suprema de Gobierno, manifestándose Acevedo contrario por las alteraciones del orden público que podrían originarse. Finalmente se decidió la ruptura y la declaración de guerra contra Francia, la cual se promulgó en un manifiesto fechado el día 25 de mayo.

Con fecha 12 de junio de 1808, la Junta asturiana le ascendió al empleo de teniente general, mientras se acometía la organización de fuerzas militares bajo la dirección de Joaquín Navia Osorio, marqués de Santa Cruz de Marcenado. El 18 de junio, encontrándose en la villa de Grado, contribuyó decisivamente con su presencia a disolver el motín del recién creado Regimiento de Castropol. Unos días más tarde, se produjo la dimisión del marqués de Santa Cruz debido a las tensiones y disensiones en el seno de la Junta asturiana. Como procurador general de ésta fue nombrado Álvaro Flórez Estrada, primo de Acevedo. Su hermano Manuel María Acevedo sería nombrado secretario. El 28 de junio recibió de dicha Junta, en nombre de Fernando VII, el cargo de capitán general de las tropas asturianas.

A partir de entonces se ocupó de continuar la movilización y organización de una fuerza militar compuesta por varios regimientos de voluntarios de nueva creación, así como de una milicia, denominada “la Alarma”, para protección territorial. El Principado contaba con numerosos recursos humanos (unos cuatrocientos mil habitantes) y las fábricas de armamento de Oviedo y Trubia, pese a lo cual a mediados de agosto únicamente se habían reunido unos ocho mil hombres en condiciones de combatir, menos de la mitad de los efectivos previstos. Las continuas peticiones de ayuda del ejército de Castilla se atendieron únicamente con el envío a finales de junio del Regimiento de Covadonga, con lo que se preservó a las recién creadas unidades de participar en la batalla de Medina de Rioseco (14 de julio de 1808). Pero como contrapartida, la falta de experiencia de combate de éstas se demostraría fatal en la subsiguiente campaña del mes de noviembre.

El 25 de septiembre Acevedo presentó un plan a la Junta del Principado, cuyo objeto era completar la organización de las unidades asturianas formando una división. Por decisión del Consejo militar celebrado en Madrid tras la victoria de Bailén (19 de julio de 1808), ésta debía ponerse ahora a disposición del Ejército de la Izquierda. Según este plan, la división asturiana formaría dos brigadas de unos cinco mil hombres cada una, al mando del jefe de escuadra de la Armada Cayetano Valdés Flores y del mariscal de campo Gregorio Bernaldo de Quirós. Además se constituyó una reserva al mando de Nicolás Llano Ponte con otros dos mil hombres.

El Ejército de la Izquierda, cuyo mando se había dado al general Joaquín Blake, se componía además de tropas de Galicia, Santander y las regresadas de la expedición a Dinamarca. La División Asturiana, bajo las órdenes directas del propio Acevedo, estableció su cuartel general el día 11 de octubre en Quinconces (Burgos), contando en esa fecha con una fuerza efectiva de siete mil seiscientos hombres e incorporándose al de la Izquierda en Villaro (Vizcaya).

Durante los días siguientes efectuaron diversas marchas y pequeñas acciones en las proximidades de Bilbao, viéndose obligadas a retirarse junto al resto del ejército en dirección a Valmaseda tras la batalla de Zornoza (31 de octubre de 1808). Por aquellas fechas Napoleón Bonaparte entraba en España para asumir el mando de sus tropas, recuperando la iniciativa perdida tras la derrota de Bailén. Entre el 3 y el 5 de noviembre, el Ejército de la Izquierda reunido por vez primera combate en las cercanías de Valmaseda, rechazando al enemigo al mando del general francés Villate. Sin embargo, tres días más tarde, parte de las tropas asturianas de Acevedo que formaban la retaguardia, eran desalojadas de esa posición por una fuerte contraofensiva del 4.º Cuerpo francés bajo el mando de Lefèbvre. Unos tres mil hombres fueron obligados por el enemigo a separarse del resto, retirándose en dirección a la costa cantábrica.

Los días 10 y 11 de noviembre, un exhausto y hambriento Ejército de la Izquierda, incluyendo al resto de la división asturiana, intentaría detener la ofensiva francesa en Espinosa de los Monteros. Acevedo y Blake reconocieron el terreno en la tarde del 10 para decidir el despliegue. Las tropas del Principado avanzaron para tomar posiciones en el monte de las Peñuecas, al noroeste de Espinosa, en el ala izquierda del despliegue. La batalla comenzó casi al anochecer, con un primer ataque de los franceses al mando del mariscal Victor, que fue rechazado por la línea defensiva española. Al día siguiente se reanuda el ataque francés; Acevedo lanzó su división al ataque monte abajo, en un intento de aliviar el ala derecha española, fuertemente presionada. Pero la brigada Maison los recibió con una viva descarga de fusilería efectuada por tiradores avanzados. La falta de experiencia ante este tipo de fuego, que el resto del ejército de Blake ya había experimentado en Rioseco, provocó numerosas bajas entre los jefes asturianos, obligados a combatir muy expuestos al frente de sus bisoños soldados. Además de varios oficiales, murió el general Quirós, y fueron heridos de gravedad Valdés y el propio Acevedo, que quedó ciego. Los bisoños asturianos, privados de mandos importantes, terminaron por retirarse en el mayor desorden. La línea española cedió y, como consecuencia, el Ejército de la Izquierda fue deshecho, sufriendo más de cinco mil bajas.

Incapacitado Acevedo para continuar ejerciendo el mando, lo entregó durante esa noche al general Llano Ponte, siendo después evacuado hacia Reinosa y posteriormente, sobre una carreta de heridos, en dirección a Aguilar de Campoo. El día 12, ante la proximidad del enemigo, fue subido a lomos de uno de los mulos de tiro, continuando camino junto con uno de sus ayudantes, el entonces capitán Rafael del Riego Flórez, y una pequeña escolta. En un lugar denominado campo del Mercadillo, (concejo de Las Quintanillas), a unos diez kilómetros al sur de Reinosa, fue alcanzado por jinetes del Regimiento Provisional de Trascher, de cazadores franceses, quienes despreciando su condición y estado, le asesinaron a sablazos. Su cuerpo quedó tendido en mitad del camino real, resultando Riego ileso y hecho prisionero, en circunstancias que se desconocen.

El general Acevedo fue sepultado en la iglesia parroquial por el vicario Fernando Calderón. Sus exequias se celebraron en la iglesia de San Isidoro el Real de Oviedo el 24 y 25 de septiembre de 1808.

La Junta Central Suprema del Reino otorgó a su madre la pensión correspondiente a capitán general en junio de 1809.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Célebres, caja 1, exp. 4.

R. Álvarez Valdés, Memorias del levantamiento de Asturias en 1808, Oviedo, 1889; C. Balagny, Campagne de l’Empereur en Espagne (1808-1809), tome premier, Paris, Berger-Levrault, 1902; J. García Prado, “Notas para la historia de Asturias”, en Archivum. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, t. I (1951), págs. 147-149; Historia del alzamiento, guerra y revolución de Asturias, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos- Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953; J. Priego López, Guerra de la Independencia (1808-1814), vol. III, Madrid, Editorial San Martín y Servicio Histórico Militar, 1972; J. Sañudo y L. Stampa, “Espinosa de los Monteros, 1808”, en Researching y Dragona, vol. IV, n.º 8 (1999), págs. 92-112.

 

José Manuel Guerrero Acosta