Magarola, Miguel Juan de. Barcelona, f. s. XVI - p.s. XVII – Madrid, X-XI.1643. Regente catalán del Consejo Supremo de la Corona de Aragón.
Perteneció a una familia originaria de Esparraguera que se trasladó a Barcelona, donde vivió un fuerte ascenso social. Siguió los pasos de su tío Juan en la carrera judicial. Después de pasar por la Audiencia, en la que estaba en la Tercera Sala en julio de 1632, accedió al Consejo de Aragón por su probada fidelidad en la rebelión catalana de 1640, que le llevó a rocambolescos episodios, empezando por el propio “motín” del Corpus, en el que resultó muerto su hijo Magín. El propio Miguel Juan Magarola fue también de los que tuvieron que huir a la Corte. Pudo alegar estos amplios méritos junto con la confiscación de sus bienes por la Diputación catalana, si bien los recuperó al final de la guerra. Tuvo una intensa actividad nada más llegar a la Corte. Fue nombrado miembro de una Junta de Materias Políticas e Inteligencias de Cataluña, junto con Felipe Viñes y Cristóbal Icart, si bien habían colaborado también otros letrados como Rubí de Marimón y Joli. En el dictamen elaborado por Rubí de Marimón para esa Junta se trasluce, en primer lugar, su sentimiento de fidelidad en ese difícil momento, al que acompaña el pesar y la vergüenza, “se le cae la pluma” por ese motivo, por la comisión por una parte de los catalanes del más grave de los delitos, mientras que Magarola se mostraba partidario de asegurar las posiciones militares, si bien añadía argumentos favorables a conseguir la adhesión de los catalanes por la vía de convencerles de las buenas intenciones del Rey, de modo que llegasen, dirá Magarola, “con autoridad de escritura pública”, en orden al respeto de las constituciones y al castigo sólo de los que se han hecho merecedores del mismo. Magarola destacó dentro de esta Junta de “inteligencias” precisamente por su insistencia en fomentarlas, aumentando el número de confidentes con el que se contaba en lugares estratégicos como Lérida, Balaguer y Barcelona, y haciendo uso de los conventos y órdenes religiosas afectos a Felipe IV, así como fomentando al máximo posible los motivos de la población en general hacia el descontento e incluso rebelión contra los franceses, sobre todo en Barcelona y Lérida.
Magarola consideraba peligrosa cualquier negociación pública, pero, como se ha visto, la sustituía por el fomento al máximo posible de la secreta, sin descuidar el esfuerzo militar por mar y tierra. Desde el punto de vista político y jurídico, era partidario de la estrategia de favorecer la separación de las poblaciones fieles que lo pidieran. En suma, las opiniones de Magarola eran, sin duda, de las más completas y de mayor eficacia real para la consecución de los fines buscados. Como solía ser habitual, tuvo un conflicto de precedencia con un colega, en este caso su paisano y compañero de penalidades Felipe Viñes, en 1641, cuando ambos accedieron al Consejo en plena Guerra de Cataluña. Para resolver el pleito, dado que ellos tenían que abstenerse y ser el sardo Francisco Vico el único jurista en el Consejo, se recurrió a dos regentes del Consejo de Italia, José de Nápoles y Fernando Ezquerra de Rozas.
Se resolvió en favor de Magarola (consulta de 17 de diciembre de 1641). Se le expidió título de regente en noviembre de 1641, al jubilarse, con setenta y nueve años, su tío Juan Magarola. Se encontraba en la Corte, como queda dicho, percibiendo una pensión mensual de 1.000 reales de plata, como uno de los más ilustres beneficiarios de los socorros que recibían algunos catalanes, si bien en marzo de 1642 se le concedió una ayuda de costa de 300 ducados a cargo de la Bailía General de Valencia “[...] para los gastos que se le ofrecen en traer de Barcelona su casa a esta Corte”, que se solía otorgar a los regentes cuando se trasladaban a ella (Madrid, 12 de marzo de 1642). Disfrutaba ya del título de ciudadano honrado de Barcelona, del que ascendió a la condición de noble por concesión del título correspondiente en Zaragoza, el 20 de agosto de 1643. Su salario de regente del Consejo de Aragón se consignó sobre la recepta de la Bailía de Valencia. Pero falleció al poco tiempo, octubre o noviembre de 1643, por lo que su tío Juan Magarola, regente desde 1630 hasta su jubilación, tuvo que volver de nuevo al Consejo.
El hijo y heredero de Miguel Juan pidió ayuda de costa en 1659 (consulta de 28 de agosto de 1659), alegando los méritos de su padre y los daños sufridos por la familia a causa de su fidelidad al Monarca. También su hija Teresa solicitó ayuda (consulta de 8 de septiembre de 1643) por los méritos de su padre y las penalidades sufridas en la guerra. Ella misma vivió angustiosos momentos, pues tuvo que huir de Barcelona, en su caso después de haber conseguido salir viva disfrazada, según su propio relato, de “hija de un vidriero” y luego esconderse en un convento, para terminar acompañando a la Corte a la duquesa de Cardona (consulta de 8 de septiembre de 1643). Su hijo Jerónimo llegó a ser oidor de la Audiencia catalana en 1672 y tomó la opción austracista en la Guerra de Sucesión, aunque luego la familia consiguió tener una buena posición en la Cataluña borbónica.
Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, Registros de Cámara: 153, fol. 262, Madrid, 12 de marzo de 1642; 10 fol. 105; 62, fol. 63; 553; 268, 58, consulta de 28 de agosto de 1659; 139, consulta de 8 de septiembre de 1643.
J. H. Elliott, La rebelión de los catalanes (1598-1640), Madrid, Editorial Siglo XXI, 1982; J. Arrieta Alberdi, “La Junta de Inteligencias de Cataluña (1640-1642)”, en VV. AA., Actes del I Congrés d’Historia Moderna de Catalunya, t. II, Barcelona, Universitat, Departament d’Historia Moderna, 1984, págs. 141-148; J. Vidal Pla, Guerra dels segadors i crisi social, Barcelona, Edicions 62, 1984; X. Torres i Sans, “Les bandositats de nyerros i cadells a la Reial Audiencia de Catalunya (1590-1630): ‘Policía o alto gobierno’”, en Pedralbes, Revista d’Historia Moderna del Departament d’Historia Moderna, 5 (1985) págs. 147-171; J. Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón, 1494-1707, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994; J. L. Palos, El juristes i la defensa de les Constitucions. Joan Pere Fontanella (1575-1649), Vic, Eumo Editorial, 1997.
Jon Arrieta Alberdi