Santiago de León y Garavito, Juan de. Palma del Río (Córdoba), 13.VII.1641 – Guadalajara (México), 11.VII.1694. Religioso, obispo de Puerto Rico y de Guadalajara.
Nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza andaluza. Su padre era el capitán Antonio de Santiago y su madre María de León y Garavito, ambos descendientes de los condes de Gijón y de Noroña, que contaban entre sus ancestros con san Pedro de Alcántara.
Ya en su infancia, destacó entre sus condiscípulos por su aplicación en los estudios, razón por la cual sus padres dispusieron que marchase a Córdoba, al Colegio de Nuestra Señora de la Asunción, para aprender Filosofía. De Córdoba, pasó a proseguir sus estudios a la Universidad de Salamanca, donde terminó siendo nombrado catedrático. Posteriormente, le fue concedida una beca para el Colegio Mayor de Cuenca y, a los pocos años, fue elegido canónigo magistral de la Catedral de Badajoz. Ocupó distintos cargos y empleos, como los de gobernador y visitador del obispado, siendo nombrado también diputado en la Corte.
Ya en la Corte, destacó ante el Cabildo de Badajoz, que le había enviado por el buen desempeño de su cargo, y ante el Rey, por la calidad de sus prédicas y sermones, para los que era continuamente solicitado hasta el punto de ser nombrado predicador del Rey.
Queriendo premiarle el Monarca, y habiendo vacado el obispado de Puerto Rico, lo nombró para este cargo eclesiástico ante la necesidad que había en el Nuevo Mundo de buenos predicadores de la doctrina. Sin embargo, antes de haberse hecho efectivo siquiera el nombramiento lo promovió al obispado de Guadalajara, en el Reino de Nueva Galicia (1676). Quiso Juan de Santiago renunciar a ambas mitras pero finalmente, y ante el mandato de su confesor, decidió aceptarlas y pasó a ser obispo con treinta y cinco años.
Marchó de España al Nuevo Mundo e hizo su entrada en Guadalajara el 6 de enero de 1677. Ya ocupado en su cargo de obispo, se dedicó a extender la doctrina católica entre los nativos indígenas y a visitar todas las tierras de su obispado para atender a sus necesidades.
Obligó a los clérigos a aprender la lengua mexicana y a recibir clases de Moral, bajo pena de no ser ascendidos en la jerarquía eclesiástica (1678). También perfeccionó la obra de la Catedral de Guadalajara, en la que gastó copiosas sumas de dinero, y estableció misiones como la de San Nicolás de Gualeguas en Nuevo León, donde también fundó una cofradía y un hospital (1682). En el curso de estas visitas, como la que realizó al Nuevo Reino de León (1682-1683), puso de manifiesto la triste situación en la que se encontraban los indígenas, señalando los abusos de las encomiendas y la venta de esclavos indios fuera del Reino. Sobre todo ello, envió un extenso informe al Rey que motivó la orden real al gobernador para que se ejecutase lo que disponían las Leyes de Indias con respecto al tratamiento de los nativos (1688). Contribuyó a la extensión de la Devoción Eucarística en Guadalajara y fundó la Congregación de San Felipe Neri y la Concordia del Amor Divino.
Extendida su fama de caritativo y virtuoso entre sus contemporáneos, algunos de éstos quisieron dejar memoria de ello, como el general Alonso de León, que llevó a cabo la última fundación de la ciudad de Santiago de la Monclova en el estado de Coahuila (1689), la cual lleva precisamente ese nombre en honor de Juan de Santiago y en el de Melchor Portocarrero, conde de la Monclova y virrey de Nueva España.
No sólo se distinguió el obispo por su labor evangelizadora, sino que también tomó medidas entre sus feligreses para controlar el tráfico de ganado y cereales, instándolos a que no sacrificasen el ganado hembra y a que no almacenaran semillas para revenderlas en perjuicio de los pobres (1693).
Murió en 1694 tras una grave enfermedad y sin poder terminar uno de sus proyectos más importantes, el de la fundación del Seminario Conciliar Tridentino de San José en Guadalajara, que culminó su sucesor (1696).
Bibl.: M. de Castilla, El león mystico. Oración fúnebre y elogio panegírico del Illmo. Sr. Dr. D. J de Santiago de León Garavito de inmortal memoria [...] Obispo de Guadalajara, México, Juan Joseph Guillena Carrascolo, 1695; J. E. González, Colección de noticias y documentos para la historia de Nuevo León, Monterrey, Tipográfica de A. Mier, 1867; J. I. Dávila Garibi, Apuntes para la historia de la Iglesia en Guadalajara, México, Cultura, 1961; A. de Torres, Historia de Palma del Río, Palma del Río, Ayuntamiento, 1963; M. de la Mota Padilla, Historia del reino de Nueva Galicia en la América Septentrional, Guadalajara, Universidad, 1973; E. del Hoyo, Historia del Nuevo Reino de León, México, Libros de México, 1979.
Rosa María García Naranjo