Astorga y Céspedes, Diego de. Gibraltar (Cádiz), 1665 – Madrid, 9.II.1734. Inquisidor general, obispo de Barcelona, arzobispo de Toledo y cardenal.
Nació en la ciudad de Gibraltar en 1665. La familia Astorga desde generaciones atrás estaba instalada en Gibraltar, al servicio de la Monarquía en cargos administrativos y militares, tal y como sugieren los pocos testimonios de los orígenes familiares del prelado.
Iniciados los estudios universitarios, se licenció en Derecho Canónico por la Universidad de Granada y recibió la ordenación de presbítero en 1689. Después de unos años de trabajos pastorales, fue nombrado en 1705 vicario general de la plaza y diócesis de Ceuta, e inquisidor general del reino de Murcia, en 1710. Su ascenso en la carrera eclesiástica se vio favorecido por el apoyo que le brindó el confesor de Felipe V, padre Robinet, quien le propuso como obispo de Barcelona por entender que era “hombre de gran virtud, de singular modestia y amabilidad, de escogida literatura y práctico en el gobierno diocesano.” El Rey siguió el dictamen del confesor y el 30 de marzo de 1716 fue preconizado obispo de Barcelona. El favor de la Corona continuó incluso en unos momentos de tensas relaciones con Roma. Siendo obispo de Barcelona, ocupó temporalmente el cargo de inquisidor general, y en tal condición el Santo Padre le comisionó para abrir un proceso informativo sobre el cardenal Alberoni, caído en desgracia en la Corte.
El 22 de julio de 1720 es nombrado arzobispo de Toledo, tomando posesión de la archidiócesis el 31 de agosto de 1720. Unos años más tarde, el 26 de noviembre de 1727, es nombrado cardenal de la Iglesia.
El rey Felipe V, al abdicar en su hijo Luis, le nombró miembro de su Consejo privado. En esta condición es elegido miembro del Consejo de Regencia que había de suplir la minoría de edad de Fernando VI, juntamente con el inquisidor general y el consejero real más antiguo. Sin embargo, con la vuelta al trono de Felipe V la actividad de este Consejo fue mínima.
Sus primeras medidas como arzobispo de Toledo, en 1720-1721, revelan su interés en fomentar y mejorar el trabajo pastoral de los clérigos, con una Carta circular a todos los vicarios del Arzobispado sobre la forma en que deben ser examinados los que desean exponerse de confesores; y en la eliminación de algunas manifestaciones de religiosidad popular que entendía impropias de la época y de un auténtico sentido evangélico, mediante una Carta circular a todos los vicarios del arzobispado sobre que, con censuras, se prohíban los autos y comedias que con pretexto de Navidad se hacen en las iglesias, y que no se permitan entrar en ellas las mojigangas que se suelen hacer por Corpus, San Juan, San Sebastián y otros santos. Además, Diego de Astorga impulsó con buen criterio otros aspectos de la administración diocesana: reformó la organización de la vicaría de Madrid, concediendo nuevas facultades y atribuciones al vicario, en 1728; continuó algunos de los pleitos que enfrentaban al Primado con las Órdenes Militares a propósito de diezmos y jurisdicción, llegando a un acuerdo con el Gran Prior de San Juan, a través de Gracián de Peralta, consejero de Castilla, y de Antonio Griñón Pérez, letrado de cámara del arzobispo, en 1732; impulsó con entusiasmo la causa de beatificación de san Juan de Ávila, el llamado apóstol de Andalucía, diocesano suyo por haber nacido en la localidad de Almodóvar del Campo. En 1731, y tras búsquedas exhaustivas en los archivos, envió numerosa documentación a Roma para que formase parte de la causa, además de costear hasta su muerte toda la tramitación del proceso de canonización. En 1732 su corazón se llenó de inmensa alegría, como arzobispo de Toledo y sucesor en el tiempo del cardenal Cisneros, al reconquistar Felipe V de nuevo para España la plaza de Orán, en el norte de África.
El arzobispo Diego de Astorga y Céspedes, durante su pontificado toledano, presentó en Roma tres informes sobre el estado de la archidiócesis, cumpliendo así lo establecido en la reglamentación de las Visitas ad limina apostolorum. El primero de ellos está fechado en Madrid el día 23 de octubre de 1723.
Consta de veintiuna páginas escritas en español y fue presentado por el procurador del arzobispo, Domingo Bustamante, canónigo de la S.I. catedral de Toledo. Junto a él aparece una copia del mismo, escrita en latín con cuarenta y una páginas. Las visitas a las basílicas de San Pedro y San Pablo las realizó el día 20 de diciembre de 1723. El segundo de los informes está fechado en Madrid el día 20 de septiembre de 1727. Consta de cinco páginas escritas en español.
Junto a él aparece una copia del mismo, escrita en italiano, de diecinueve páginas. Actuó como procurador Tomás Núñez Flores, auditor de la Rota Romana y canónigo de la S.I. catedral de Toledo. Las visitas a las basílicas de San Pedro y San Pablo las realizó el día 16 de febrero de 1728. Junto a esta documentación aparecen también, editadas por la imprenta en Madrid, en 1711, las Constituciones de la Congregación de Sacerdotes Indignos Ministros del Salvador del Mundo, iniciada en Madrid el 22 de septiembre de 1644, refrendadas por el nuncio y por el papa Inocencio X.
El tercero de los informes está fechado en Madrid el día 1 de septiembre de 1731. Consta de ocho páginas escritas en español y fue presentado por el procurador del arzobispo, Tomás Núñez Flores, auditor de la Rota Romana y canónigo de la S.I. catedral de Toledo.
Junto al informe aparece una copia del mismo, escrita en italiano. Las visitas a las basílicas de San Pedro y San Pablo las realizó el día 16 de octubre de 1731.
En sus últimos años, su acción pastoral se vio muy limitada por problemas de salud y de la edad. A la muerte de Benedicto XIII, en 1730, se apresuró a organizar un viaje a Roma para participar en el cónclave de elección de un nuevo Pontífice, pero los médicos aconsejaron que no lo realizase por el delicado estado en que se hallaba.
Sus relaciones con las instituciones de la ciudad fueron buenas, aunque se vieron salpicadas por dos conflictos de precedencias, tan usuales en la época.
En primer lugar, tras la toma de posesión como arzobispo y antes de la entrada en la ciudad, que tuvo lugar la noche del 21 de febrero de 1721, se produjo un enfrentamiento con el ayuntamiento de la ciudad por aspectos relacionados con las ceremonias.
Una real cédula, de 21 de enero de 1721, había establecido cuál debía ser el protocolo a seguir, no aceptando el arzobispo algunos aspectos de su normativa protocolaria. El segundo enfrentamiento llevó consigo que el cabildo civil no acudiera a las ceremonias públicas que se organizaron en la ciudad, en 1727, para celebrar el capelo por un problema menor.
Dentro de su actividad como mecenas e impulsor de obras artísticas, promovió y costeó el monumental altar barroco conocido como El Transparente, encomendando su realización al artista Narciso Tomé. Su construcción duró diez años y en ella se emplearon los más ricos mármoles y jaspes, junto con adornos de bronce y pinturas al fresco. Fue inaugurado solemnemente el año 1723. Igualmente, realizó obras de acondicionamiento y de mejora en la finca de Ventosilla, lugar de descanso arzobispal situada entre las poblaciones de Polán y la Puebla de Montalbán. Afrontó el acondicionamiento de su palacio y logró instalar en la finca una máquina hidráulica para regar los jardines y las huertas, según el proyecto que le fue presentado por Fabián Cabezas, aparejador de la catedral.
Diego de Astorga es considerado el segundo fundador de la Congregación de Sacerdotes Indignos Ministros del Salvador del Mundo, una institución para sacerdotes, fundada en 1644 en Madrid por el sacerdote y jurista portugués Agustín Barbosa, para la cual preparó unas nuevas constituciones en un intento de revitalizar la institución.
Murió en Madrid el 9 de febrero de 1734, siendo enterrado en Toledo, a los pies del altar del Transparente de la catedral primada.
Fuentes y bibl.: Copia de Moysés magnánimo. Oración fúnebre que en las honras que en la Santa Iglesia de Toledo, Primada de las Españas, hizo el día 27 de marzo de este año de 1734 a su difunto Arzobispo el Eminentísimo señor Don Diego de Astorga y Céspedes, Cardenal de la Santa Iglesia de Roma, del Consejo de Su Magestad y de su Real Gavineto, Gran Canciller de Castilla, Inquisidor que fue General y obispo de Barcelona, Madrid, José Rodríguez Escobar, 1734; F. J. de las Heras, Ceremonial de los Eminentísimos señores Cardenales, traducido del idioma italiano en el castellano, y dedicado al Eminentísimo y Reverendísimo señor Don Diego de Astorga y Céspedes, por la divina miseración presbítero Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas y del Consejo de Su Magestad, y de su Real Gavinete, s. f. (Biblioteca de Castilla- La Mancha, ms. 483).
J. Lobera y Mendieta, Relación de los plausibles festejos, sagrados cultos que el Eminentísimo señor Cardenal arzobispo Primado de las Españas con su Ilustrísimo Cabildo y asistencia de la imperial ciudad de Toledo ha celebrado al Santísimo Sacramento en su colocación al nuevo magnífico Transparente los días nueve, diez, once y doce de junio de este año de 1732, Toledo, ¿1732?; J. C. Gómez Menor, “Don Diego de Astorga y Céspedes (1720-1734)”, en Los Primados de Toledo, Toledo, Diputación Provincial, 1993; M. Barrio Gozalo, “El clero secular en el reinado de Felipe V (1701-1746)”, en J. L. Pereira Iglesias (coord.) Felipe V de Borbón (1701-1746), Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad de San Fernando, 2002, págs. 345-378; A. Fernández Collado, Los informes de visita ad limina de los arzobispos de Toledo, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2002.
Ángel Fernández Collado