Acuña, Fernando de. ?, m. s. XV – Catania (Italia), 1494. Justicia mayor, gobernador del Reino de Galicia y virrey de Sicilia.
Miembro de una influyente familia, era el tercer hijo de Pedro de Acuña y Albornoz —I conde de Buendía, doncel y guarda mayor de Juan II y Enrique IV de Castilla, adelantado de Cazorla y capitán general de la Iglesia de Toledo por nombramiento de su hermano el arzobispo Alonso Carrillo, así como del Consejo de los Reyes Católicos— y de Inés de Herrera, a su vez hija de Pedro García de Herrera, mariscal de Castilla y señor de Ampudia. Hermano de Lope Vázquez de Acuña, vencedor en la batalla de Quesada, II conde de Buendía y esposo de Inés Enríquez, tía de Fernando el Católico.
Fernando de Acuña, el 3 de agosto de 1480, cuando era capitán, fue designado justicia mayor de Galicia, título al que poco después se sumó el de gobernador del Reino. Fue enviado a Galicia junto con el licenciado García López de Chinchilla como juez y Luis Mudarra al mando de una guarnición de trescientos hombres, con el objetivo de pacificar el Reino y someterlo a las directrices de la Corona. Para ello los monarcas le otorgaron amplísimos poderes y facultades, que por real provisión de 7 de octubre de 1480 se hicieron también extensivas al Bierzo y Tierra de Valcarce.
Tuvo potestad para abocar a sí todas las causas civiles y criminales pendientes en su lugar de residencia y en las cinco leguas circundantes, juzgar por procedimiento sumarísimo, sin posibilidad de apelación, nombrar jueces y corregidores donde lo considerase necesario, disolver grupos armados, reunir tropas y derribar fortalezas. Poco después de su llegada a Galicia, en el otoño de 1480, en Santiago dieron a conocer su misión a los representantes de las ciudades, villas y lugares gallegos, reunión que para algunos autores es el antecedente más antiguo de las Juntas del Reino, y emprendió varias campañas para lograr su cometido.
Una de las más tempranas y destacadas fue la llevada a cabo en los señoríos del arzobispado de Santiago, del que entonces era titular Alfonso II de Fonseca, quien había sido uno de los mayores valedores de los reyes en el reino y al que, amparándose en las quejas de los concejos y siguiendo órdenes reales, obligó a entregar las fortalezas de la diócesis, además de ocupar militarmente la ciudad compostelana hasta 1482. Durante esos meses, junto con Chinchilla, procedió también enérgicamente en el ámbito judicial y efectuó una importante labor de castigo contra los alborotadores de los obispados de Lugo y Mondoñedo y de la ciudad de La Coruña. En sus actuaciones contó con el apoyo de la Hermandad, de los concejos y del pueblo, aunque no con el de los nobles, que mostraron una creciente oposición a su gobierno. Este enfrentamiento vino causado por las ofensivas de Acuña, que mandó derribar un total de cuarenta y seis fortalezas, cifra que algunos autores elevan incluso a sesenta y seis. Como resultado de su actividad se logró una relativa pacificación del reino y restaurar aquí los derechos reales, lo que permitió que tanto él como Chinchilla se ausentasen de Galicia. Sin embargo, por Real Provisión de 31 de marzo de 1483 uno y otro recibieron órdenes de regresar de nuevo ante el rebrote de los desórdenes.
Éstos coinciden con el levantamiento del mariscal Pedro Pardo de Cela, a quien más tarde Acuña y Chinchilla juzgaron en rebeldía, confiscaron sus bienes y condenaron a muerte. Capturado por sus milicias el 7 de diciembre de 1483, la ejecución de Pardo de Cela en Mondoñedo el 17 de ese mismo mes causó un profundo malestar en el reino. De hecho, su proceder en este episodio y el temor a la posible consolidación de un nuevo bando nobiliario y señorial antimonárquico en Galicia se considera uno de los factores primordiales que movieron a la Corona a efectuar su relevo en su gobernación, otorgada en marzo de 1484 a Diego López de Haro.
Posteriormente los monarcas le encomendaron el caudillaje de las fuerzas que habrían de sofocar el levantamiento surgido en la zona de Ponferrada (1485- 1486) tras el fallecimiento del conde de Lemos, Pedro Álvarez Osorio, e intervino en las guerras de Granada, participando primero en la conquista de Vélez y de Málaga (1487), y luego en el cerco y toma de Granada al mando de setenta y cinco lanzas. En 1488 fue nombrado virrey y capitán general de Sicilia por Fernando el Católico. Allí falleció, según algunas noticias envenenado, y fue enterrado en la iglesia de Santa Águeda de Catania. Estuvo casado con María Dávila, viuda del tesorero de los Reyes Católicos Fernando Núñez- Arnalte, y fundadora del monasterio de las clarisas de las Gordillas en Ávila.
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Luz Rama Patiño y José Manuel Vázquez Lijó