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Miguel de Gurrea y Cerdán

Biografía

Gurrea y Cerdán, Miguel de. Barón de Gurrea. Aragón, s. m. s. xv – p. t. s. xvi. Barón de Gurrea, virrey de Mallorca.

Hijo de Lope de Gurrea y Gurrea, fue lugarteniente general del reino de Mallorca entre 1512 y 1525.

Nombrado por Fernando el Católico en Burgos el 19 de marzo de 1512 en sustitución de Joan d’Aymerich, llegó a Mallorca el 22 de septiembre y ese mismo día juró su cargo en la catedral. En septiembre de 1515 dirigió una expedición armada de socorro a la plaza norteafricana de Bujía, sitiada por los musulmanes.

En enero de 1516 retornó a Mallorca, donde estableció una fuerte vigilancia de las costas por temor a represalias norteafricanas. Tras la muerte del Rey Católico fue confirmado en su cargo, tanto desde Madrid como desde Bruselas. A comienzos de 1517, aprovechando las actividades contra la familia Gurrea en la Corte por parte de sus enemigos de Aragón, en especial del secretario Hugo de Urríes, sus adversarios en Mallorca intentaron dar un golpe de Estado que diese como resultado su destitución y el consiguiente nombramiento del gobernador de Menorca, Frederic de Sant Climent, que se había trasladado ex profeso a Mallorca. Esta operación no fue aceptada por una parte de la clase política mallorquina y, aunque Gurrea quedó finalmente en posesión del cargo, Mallorca quedó políticamente dividida entre sus partidarios y sus adversarios. Finalmente, Carlos I desde Gante, en su nombre y en el de su madre, Juana, el 28 de mayo, le renovó en el cargo por otro trienio. Era el lugarteniente general cuando estalló en la isla la revuelta agermanada en febrero de 1521, nombramiento que se había hecho efectivo en Colonia el 28 de abril de 1520.

Antes de que estallara esta revuelta, intentó controlar la situación, para lo que mandó encarcelar a siete dirigentes menestrales el 6 de febrero. Este hecho precipitó los acontecimientos y sirvió de detonante a los sublevados que libraron a los presos al día siguiente por la fuerza. El lugarteniente vio disminuida su autoridad y se encontró falto de apoyo. Pero los agermanados mallorquines, imitando a los de Valencia, no se contentaron con la conquista del poder, sino que plantearon inmediatamente la destitución de Gurrea de su cargo, lo que le fue comunicado el día 16 de marzo.

El pretexto fue su condición de aragonés, que según una pragmática de Pedro el Ceremonioso, le inhabilitaba para el cargo. Una curiosa alegación, puesto que Gurrea ejercía como lugarteniente desde hacía más de ocho años y no había salido a relucir hasta aquel momento su condición de aragonés como impedimento legal para poder gobernar el reino. Ahora se anteponía una franqueza, jurada por todos los reyes, incluidos Carlos y Juana, desde hacía más de siglo y medio a la voluntad del Rey, que era quien tenía facultades para nombrar y cesar a sus máximos representantes en el reino. Parecía que había una voluntad por parte de sus protagonistas de mantener la Germanía en el seno de la legalidad a través de la exhibición de una franqueza. Reticente a partir de la isla envió, por medio de un bergantín que salió hacia Barcelona, informes sobre la situación al Emperador. Pero finalmente ante las presiones recibidas, a finales de abril se embarcó hacia Ibiza, donde pronto se le adhirieron una serie de caballeros contra los agermanados. Se fue de Mallorca, pero no abandonó el reino. Desde allí siguió enviando informes sobre la situación y preparando la expedición armada que había de sofocar el movimiento agermanado.

En octubre de 1522, la Armada que salió de Barcelona le recogió en Ibiza. Desembarcó en Alcudia y desde allí comenzó a recuperar el control de las villas.

Derrotó a los agermanados en las batallas de Pollensa, Son Fornari y Rafalgarcés. A partir de finales de 1522 había quedado reducida a su obediencia toda la isla, excepto la capital, que, asediada, se rindió a principios del mes de marzo de 1523. A causa de la peste que se propagaba por la ciudad se instaló en el castillo de Bellver, desde donde dirigió una rigurosa represión contra los participantes en la Germanía, que consistió en penas de muerte, condenas a galeras, confiscaciones de bienes y multas colectivas a gremios de la ciudad y a villas de la parte foránea, proseguida a partir de 1525 por su sucesor, Carlos de Pomar. Dejó Mallorca en la primavera de 1525 para pasar a ejercer la regencia de la gobernación del reino de Aragón, cargo que ocuparon tras él su hijo Francisco y su nieto Juan. Tanto él durante toda su vida como sus sucesores, hijo y nietos, reclamarían cantidades que se les adeudaban, que no serían satisfechas por parte de la procuración real de Mallorca.

 

Bibl.: A. Campaner, Cronicón Mayoricense, Palma, Juan Colomar y Salas, 1881; J. M.ª Cuadrado, Islas Baleares, Barcelona, Est. Tipográfico-editorial de Daniel Cortezo y Cía., 1888; E. Durán, Les Germanies als Països Catalans, Barcelona, Curial, 1982; J. Juan Vidal, Els Agermanats, Palma, Ajuntament, 1985; J. Juan Vidal, El Sistema de Gobierno en el Reino de Mallorca (siglos xv-xvii), Palma, El Tall, 1996; “El regne de Mallorca en temps de Carles V: balanç i perspectives”, en Mayurqa, 26 (2000), págs. 13-56; Els Virreis de Mallorca (ss. xvixvii), Palma, El Tall, 2002.

 

Josep Juan Vidal